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Una semana después

— Isabela.

— ¿Si? — preguntó sin levantar la vista del libro que estaba leyendo.

— Ya está lo que pediste— dijo Marcel.

— Gracias— dijo mientras pasaba la página. — ¿Se enviaron todas la invitaciones?

— Sí.

— ¿Crees que vengan? — preguntó Isabela cerrando el libro.

— ¿Por qué no lo harían?

— Algo me dice que no les caemos bien— Isabela se encogió los hombros y se levantó de la cama.

— Si vendrán.

— Amanecerá y veremos, dijo el ciego— Isabela se levantó de la cama y caminó hasta Marcel. — ¿Cómo esta Betty?

— Cristina y Abril están tratando de distraerla.

— ¿Y Katherine?

— Sigue sin querer ver a su madre.

— Marcel— dijo Isabela apoyándose en la puerta abierta. — ¿Estoy tomando buenas decisiones?

— Eres igual a tu padre— Marcel se rio un poco. — Siempre le preguntaba a Merlín si sus decisiones eran buenas.

— ¿Y cuál era la respuesta de Merlín?

— Lo mandaba a pasar el día con su familia.

— ¿Ustedes estarán en la coronación? — preguntó Isabela cerrando los ojos.

— Deja de preocuparte por la coronación, date un baño y baja a cenar. Tus amigas harán un escándalo si no lo haces rápido.

— Tomaré el baño después, tengo hambre— dijo con sinceridad para salir de la habitación.

— Le avisaré a Katherine.

— Suerte con ello— Isabela bufó algo divertida y bajó para ir a cenar.

Una semana. Había pasado ya una semana. Una semana en donde Linda había sido encerrada en un calabozo del castillo en donde estaban, bajo hechizos de Maléfica, La reina Malvada y el mismo Scott. Una semana en donde nunca se encontraron los cuerpos de Happer y Valery. Una semana en donde tuvo que pasar leyendo sobre el reino que iba a tener entre sus manos. Una semana tratando de entender como ser reina, como socializar con los demás. Una semana compartiendo con esas chicas que antes no conocía. Una semana terminando todas durmiendo en la misma habitación para sentirse en familia. Una semana de locos, en conclusión.

— Hoy bajaste temprano— dijo Abril nada más al verla entrar al comedor.

— Tengo hambre y me gusta compartir con ustedes.

— ¿Cómo van tus estudios? — preguntó Cristina acomodándose en su asiento.

— Bueno— Isabela apoyo sus codos en la mesa. — Siento que he aprendido mucho.

— ¿Cuál es el pero? — preguntó Cristina.

— Pero no sé si lo vaya a hacer bien.

— Isabela— Abril tomo su mano. — Nadie nace sabiendo, todo es un aprendizaje en la vida. Solo es cuestión de tiempo para que comiences a entender como es este mundo y verás cómo empieza a tener sentido.

— Gracias Abril— Isabela le apretó la mano. — ¿Dónde está Betty?

— Mmm... Fue a darse una ducha antes de cenar, pensó que ibas a llegar más tarde pero no debe de tardar en bajar. — dijo Cristina.

— Ustedes— dijo Isabela algo avergonzada por lo que iba a preguntar. — ¿Piensan quedarse aquí después de la coronación?

— He pensado mucho en eso— dijo Cristina un poco incomoda.

— Creo que es mejor discutir de eso con todas, Isabela ¿Por qué mejor no esperamos hasta que sea hora de dormir? — propuso Abril e Isabela asintió.

— Oh, Isabela, pensé que ibas a bajar más tarde— dijo Betty cuando entró a la sala.

— No te preocupes Betty— Isabela sonrió.

— ¿Creen que Katherine si baje hoy a cenar? — preguntó Cristina.

— ¿Por qué no lo haría? — Una Katherine recién bañada apareció en el comedor con una sonrisa y se sentó a los lados de Abril.

— ¿Será que llevas dos días que te saltas la cena? — Isabela alzó las cejas.

— Si, bueno, tenía cosas que pensar.

— ¿Marcel nos va a acompañar hoy? — Preguntó Abril mientras la comida era servida.

— No, está muy ocupado con lo de mañana— Isabela se concentró en su comida.

— ¿Ustedes están bien? — pregunto Katherine.

— No sé si pueda tenerlo como mano derecha.

— No creo que él sea tu mano derecha— dijo Abril.

— Él quiso deshacerse de mi— Isabela se encogió los hombros. — Tampoco es como si en el instituto no lo hubiera humillado.

— Yo creo que— dijo Betty algo pensativa. — Deberías de elegir a tu mano derecha por cómo te dice tus instintos, en quien puedes confiar más.

— Lo tendré en cuenta mañana, gracias Betty.

¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬

Volvieron a dormir juntas de nuevo, Isabela no preguntó nada, cada quien se puso a hacer cosas hasta quedarse dormidas.

La ultima en despertase fue Isabela y eso fue porque Cristina la despertó, porque si no hubiera seguido de largo.

— No quiero levantarme— dijo Isabela mientras hundía la cara en la almohada.

— Tienes que hacerlo.

— No quiero.

— Isabela...

— Cristina.

— Tienes que arreglarte para tu coronación.

— ...

— Voy a traer a Marcel para que te levante.

— ¡Ya estoy despierta! — dijo sentándose de un solo en el colchón.

— Bien— Cristina sonrió. — Toma un baño y ve al salón de costura, te estaremos esperando.

— Está bien— dijo Isabela, espero a que Cristina se fuera y se volvió a acostar.

— ¡Marcel! — escuchó el grito de Cristina.

— ¡Ya me estoy yendo a bañar! — gritó mientras corría al segundo piso para poderse bañar.

¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬

Una vez bañada, Isabela bajo las escaleras y caminó hasta el salón de costura. Hace tres días les habían tomado medida para hacer vestidos exclusivos para su coronación, no tenía ni idea de cómo serian.

Al entrar en el salón, los vestidos estaban en una fila, todos tapados para que nadie los pudiera ver en el fondo del salón estaban las chicas sin decir nada, esperando.

Isabela destapo el primer vestido, un verde oliva con flores en un verdes más oscuros bordados en la parte superior del vestido, la falda tenía un borde blanco y más arriba uno dorado, muy bonito pero ese no era su estilo además que la etiqueta no decía su nombre.

El segundo vestido era dos tonalidades de azul, la parte superior era un azul oscuro aterciopelado con detalle en dorado y la falda era más bien un azul real satinado también con terminaciones doradas.

El tercer vestido era muy sencillo, todo de un solo tono y en el borde del escote una terminaciones en negro y plateado haciendo resaltar el turquesa.

El cuarto vestido era rojo con negro incluso traía una gargantilla a juego con él, la tela roja le llamo mucho la atención por el patrón que tenía.

El quinto vestido, el que si traía su nombre, no podría explicarlo pero lo que más le impactaba era la capa que por todos los lados gritaba reina.

Isabela miro los otros del maniquís cubiertos sin saber qué hacer, porque ellas eran cinco y no siete como antes, su ceño se frunció y volteo donde las chicas.

— Algo está mal— dijo Abril al verla.

— ¿No son los vestidos? — preguntó Cristina.

— No se preocupen chicas— Isabela sonrió forzadamente. — Vayan a las habitaciones, les haré llegar sus vestidos.

— ¿No nos íbamos a cambiar juntas? — preguntó Betty.

— Quiero que todas se sorprendan— dijo Isabela.

— ¿Por qué quieres eso? — preguntó Katherine.

— ¿Qué tiene de malo un poco de intriga? Quiero verlas sorprendidas cuando entren al salón y se vean.

— Está bien— dijo Betty y camino a la salida.

— ¡No te acerques a los vestidos!

— ¿De quiénes son los otros vestidos, Isabela? — pregunto Katherine.

— No lo sé, tengo que hablar con Marcel.

— ¿Creen que estén vivas? — preguntó con voz baja Cristina.

— Puede ser, en este mundo puede pasar cualquier cosa— Dijo Abril.

— Concuerdo, Bella está viva y nosotras prácticamente la vimos muerta— dijo Katherine.

— Le preguntaré a Ariel después de la coronación.

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