Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Juego de póker



Pre-descendientes. Situado en la Isla.







—¿Alguien tiene un as?

—Si alguien tiene una carta de corazones, la necesito. Lucirán muy bien en el vestido que estoy confeccionando.

—Evie, estamos jugando póker —enunció DeVil, mirándola extrañado—. No se trata de eso.

—Estábamos —alardeó Jay, abriendo su abanico de cartas amarillentas sobre la mesa de metal—. Full house. Ahora, denme todo lo que tienen ahí e inclínense ante su Rey.

Evie y Mal aventaron sus naipes sin importar dónde aterrizaran: con ese serían cinco juegos al hilo que perdían y ya ni siquiera tenían con qué saldar su deuda.

Desde que el descendiente de Jafar había robado una baraja a la Reina de Corazones, no había viernes en los que el grupo de amigos no se reuniera a jugar un par de rondas en el Castillo de las gangas, hogar de Maléfica y su hija. Además, gracias a la "bebida especial de Mal" —bebida fermentada de frutas en mal estado—, las noches se volvían incluso más interesantes y divertidas.

—Eso no es justo. No era tu turno —replicó Carlos, protegiendo sus pertenencias.

—Ay, por favor. Acepta que perdiste y dame tu comida.

El hijo de Cruella puso los ojos del color de su cabello y se cruzó de brazos, recargándose de una forma tan violenta en su silla que estuvo a punto de lastimar su espalda. Aunque diecisiete palomitas de maíz con consistencia a goma de mascar no sonaban como una gran pérdida, sabía que su estómago hambriento no pararía de gruñir en toda la noche.

—¿Quieren otra ronda? —preguntó Jay, guardando en sus bolsillos la comida ganada en el juego anterior.

Un gran "no" se escuchó al unísono por los otros tres chicos, logrando que Jay soltara una risa burlona.

—¡Nos quitaste todo! ¡Ya no tenemos con que pagarte! —se quejó Mal.

—Deben hacerlo de alguna manera —advirtió el chico de cabello largo, lanzando una palomita al aire y atrapándola con la boca cuando descendía.

Evie deslizó la cremallera de su bolso y comenzó a sacudirlo sobre la mesa, pero no salió otra cosa que pedazos de tela vieja.

—Jay, de verdad perdimos todo lo que teníamos.

—Entonces... Cumplan un reto.

—¿Qué clase de reto? —curioseó Evie.

Jay se quedó pensándolo un momento mientras seguía masticando el chicloso bocado, hasta que una idea lo hizo sonreír.

—Un beso.

—Gracias, pero no eres mi tipo —aclaró la descendiente de Grimhilde, juzgándolo con la mirada de arriba a abajo.

En cualquier otra circunstancia, Jay se hubiera ofendido y probablemente no le dirigiría la palabra en días, pero necesitaba intentar algo que tenía en mente.

—No, no conmigo.

Él apuntó disimuladamente su cabeza hacia la chica de cabello púrpura, quien estaba concentrada en despintarse el esmalte negro de una uña con otra.

—¿Quieres que bese a Mal? ¿Por qué?

Carlos y Mal levantaron la cabeza y le lanzaron una mirada asesina, cada uno por razones distintas.

—Sí, ¿por qué? —le siguió Carlos, sintiendo un pequeño ataque de celos.

—No sé, será divertido. ¿O no, Mal?

La chica de cabello púrpura achicó los ojos, conteniéndose de lanzarle un golpe o una patada en la entrepierna. Jay parecía no ser capaz de guardar secretos.

—Cállate, Jay —murmuró ella entre dientes.

—Es verdad, eso sería más bien un premio para ti, ¿no es cierto?

Mal estuvo a punto de ponerse de pie e irse contra él sobre la mesa, pero Carlos la detuvo jalándola de la mano.

Jay le sonrió pícaramente a Mal, recordando la conversación que ambos habían tenido unas semanas atrás. Una plática que terminó convirtiéndose en una competencia sobre quién guardaba los secretos más inesperados; Mal saliendo victoriosa al confesar sus sentimientos por la hija de la Reina Malvada. Claro que todo había sido plan de Jay, pues sabía que ella terminaría escupiendo todo con tal de no perder.

—De acuerdo, de acuerdo... Lo siento —continuó él, recogiendo todas las cartas en una baraja y buscando una forma de romper con la tensión que él mismo había provocado—. ¿Quieren ver un truco de magia? —intentó, ofreciendo la baraja a su amiga de cabello azul.

Ella tomó una carta, la observó y en seguida la metió de nuevo al puño. Al ver a Jay tan concentrado mezclando las cartas y haciendo ademanes exagerados, esperaban un truco que estallara sus expectativas, pero lo único que estalló fue la bombilla del techo, dejando el lugar a oscuras.

—Genial Jay, fundiste el foco —reclamó el hijo de Cruella.

—¿En serio lo hiciste tú? —cuestionó Evie, demasiado sorprendida como para creerlo.

—No tonta, no fue él, seguro fue otro apagón. Revisa afuera —ordenó Mal, dirigiéndose al peliblanco. Él se paró inmediatamente y se encaminó hacia la ventana, buscando por respuestas.

—Todo oscuro.

—¡Aghhh! ¡Cómo odio a los auradianos y sus estúpidas fiestas!

Cada que los chicos de Auradon tenían una celebración en el internado, ocupaban más electricidad de la necesaria causando múltiples apagones en ciertas partes de la Isla.

—Hora de irnos, Carlos —ordenó Jay, poniéndose de pie y obligando a su amigo también, jalándolo del cuello de su chaqueta.

—¿Qué? ¿Por qué? —cuestionó el otro, sin dejar de seguirlo.

—Viernes, noche, no hay luz. Hora perfecta de encontrar mercancía para la tienda de mi padre. ¡Nos vemos!

—¡Ni se te ocurra robarle a Dizzy otra vez! —lo despidió Evie, alcanzándolos antes que se fueran corriendo por las escaleras.

Por alguna razón el aire se tornó más pesado en cuanto los dos chicos abandonaron el lugar. En cuanto Evie giró su cabeza para hablar con su mejor amiga, su silueta había desaparecido entre la oscuridad. Por suerte, la conocía demasiado bien para saber a dónde había ido —o huido, mejor dicho—. Además, el tejado de ese lugar tenía tan mala calidad que sus pisadas podían escucharse.



  ♕  




Mal estaba más molesta consigo misma que con Jay. ¿En qué cabeza cabía enamorarse en un lugar como la Isla, dónde el amor está peor visto que el odio?

—M... ¿Qué fue todo eso? —escuchó de una voz que venía tras ella.

Pffff, tonterías de Jay —mintió ella, lanzando una piedra a la nada y esperando que le cayera a alguien en la cabeza.

—No sé por qué tanto escándalo —la ignoró la chica de cabellos azules, sentándose junto a ella con cuidado—. No era gran cosa.

''No era gran cosa para ti''. Pensó.

Mal observó el paisaje. Dejando de lado las umbrosas calles y el fétido olor que emanaba de ellas, al menos las estrellas habían decidido aparecer esa noche. Además, necesitaba una distracción para pensar una respuesta; cosa que no sucedió porque tener a Evie al lado sólo la puso más nerviosa y su mente se puso en blanco.

—Sólo olvídalo —dijo, rindiéndose.

—No. Es decir, no quiero —admitió—. Jay me lo dijo todo antes de llegar.

La hija de Maléfica sintió tanta rabia que sus ojos estuvieron a punto de encenderse. En su cabeza ya había asesinado a Jay de 10 maneras distintas, y si lo tuviera enfrente, tal vez hubiera intentado la forma número 6: empujarlo del tejado.

—¿Por qué no me dijiste nada? —cuestionó Evie, poniendo su mano sobre la de Mal.

 —¿Por qué lo haría? —se exaltó Mal, liberando su mano de forma brusca antes de que las cosquillas aparecieran—.  Evie, el amor no existe aquí. Además, todos esos chicos siempre están tras de ti. Agh, ¿acabas de escuchar lo que dije? Mi madre me hubiera matado.

—¿En serio crees que los elegiría a ellos antes que a ti?

Con las casi inexistentes luces de colores que provenían desde Auradon, ambas se observaron una a la otra sin decir nada con palabras, pero sabiendo exactamente lo que querían. Sus ojos tan brillantes y las pupilas dilatadas revelaban incluso lo que querían esconder.

Evie tomó delicadamente la barbilla de Mal e inclinó su cabeza para evitar un tope entre sus narices. Aunque no podían verse claramente, sus otros sentidos hicieron su trabajo: sentir la respiración de Evie a centímetros erizó la piel y aceleró el corazón de Mal, impacientándola aún más. Fue ella quien se atrevió a unir sus labios en un beso cálido y suave del que no querían separarse, pues las hizo recordar el amor tan profundo que sólo ellas se tenían entre sí.

Cuando lentamente se apartaron, Mal pudo percibir aún con la oscuridad la sonrisa de Evie, y con eso le bastó para olvidar el lugar donde se encontraban y todo lo malo que las rodeaba.

—Prométeme que a la próxima no tendré que dejarme perder para que aceptes un beso mío —habló Evie, abrazándola por el hombro.

Todo cobró sentido. 

Evie había estado encerrada por 16 años en un castillo, con nada más que su madre, maquillaje y una baraja de naipes. Era más probable que permitieran la magia en la Isla antes de que ella perdiera un juego de cartas. Mal había caído en la trampa de sus amigos, y no podía estar más feliz de haberlo hecho.



---

Gracias por sus favoritos, me ayudan a seguir subiendo capítulos :)

Muchas gracias  Liar_1975 por ayudarme con el O-S, ly 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro