CAPITULO 3
Ambas chicas se quedaron abrazadas durante largos momentos, analizando la situación. Sobre todo Soe, quien sabía que era algo que ya le había pasado anteriormente, pero ahora tenía más dudas al respecto de estos acontecimientos, ya recurrentes. Consultó a la pequeña sobre qué había sucedido mientras ella meditaba, que lo dijese sin omitir detalle alguno.
—Te estuve observando detenidamente mientras dormías, pero como me dijiste que no era eso lo que ibas a hacer, me entró la duda. Estuviste realmente mucho tiempo allí sentada sin mover ni un músculo; por mi parte, igual lo intenté, pero me era difícil. No puedo pasar más de un minuto sentada sin ponerme a jugar con las manos o mover mi cabeza de lado a lado. Entonces decidí pararme justo cuando sentí una sensación muy extraña rodeándote mientras estabas sentada. Era como si ya no estuvieras allí; o sea, yo veía tu cuerpo, pero no sentía tu presencia como siempre lo hago. Ya sabes que te vengo siguiendo desde hace tiempo y esto de ti me sorprendió. Pero bueno, nada más ponerme de pie, escuché sonidos fuera de la casa y salí sin dudarlo y sin miedo. — Dijo Akay, para luego ser interrumpida.
— Eso de que no tenias miedo no te lo creo, mas te vale decirme la verdad. — Dijo Soe, dándole pie a que Akay siguiese su monologo.
— Las montañas de arena que rodean la casa estaban moviéndose. Nunca antes las vi hacer algo similar. Me quedé congelada pensando qué pudiese causar esto. Quise ir a investigar porque sé que necesitas una compañera de valor en tu vida y quise serlo, de verdad que sí, pero algo me detuvo. Cuando quise caminar hacia las montañas, luces resplandecientes se asomaron por todas las ventanas y la puerta de tu casa, por lo que entré nuevamente. Los robots dentro de tu casa estaban radiantes, emitiendo luces por todas partes, yo solo pude esconderme tras de ti. Como no despertabas, me acerqué a uno e intenté hablarle, pero creo como no tienen orejas no pueden escuchar. Creo que no tienen boca, quizás por eso no pueden hablar. Bueno, el punto es que, por la puerta comenzaron a entrar más y más robots y me abalancé hacia ti, no porque tuviese miedo, sino porque quería protegerte. En ese momento cerré los ojos, y de hecho, aún no los abro. — Dijo Akay quien efectivamente seguía con los ojos cerrados.
Soe, sorprendida por lo que acababa de suceder, no entendía nada. Pensaba que su propia meditación estaba llamando a esos robots o que solo mientras ella meditaba esos robots parecían tener energía. Pero no quería arriesgarse; no sabía si mientras ella meditaba esos robots podían hacerle algún daño, así que pensó en no volver a meditar por un tiempo.
Le dio un vistazo a los robots desde cerca y todos parecían idénticos, además de estar muy sucios. Luego recordó que Akay entre todas las cosas que dijo, hubo una en especial que llamó mas su atención, lo de ver las montañas de arena moverse. Suceso del que nunca antes fue testigo, y no solo eso, también había visto cómo estos robots entraron por la puerta.
Analizando estos sucesos se dispuso a investigar, pero para su sorpresa no encontró marcas de huellas que indicaran que los robots se hubieran arrastrado hasta el lugar donde estaban. era como si simplemente hubieran aparecido allí mágicamente o acaso levitaban. Se dirigió a las afueras de la casa, con Akay siguiéndola de cerca, copiando cada uno de sus movimientos. Si ella analizaba el piso detenidamente, la pequeña luego repetía el mismo movimiento. Esto no le molestaba; más bien creía que esa chica podía ayudarle. Si tan solo pudiera enseñarle a meditar, y mientras ella lo hace, Soe tendría la posibilidad de analizar a los robots.
Se dirigieron a las montañas cercanas e intentaron hacer pequeños agujeros por todos lados buscando alguna pista, pero no había nada allí.
Ya en casa, Soe, perpleja por lo que estaba sucediendo, no entendía nada. Hace unos días estaba sola, ahora tenía una pequeña que la seguía a donde fuese y un montón de robots en su casa. Esto no le permitía sentirse sola como solía sentirse, a lo que ya estaba acostumbrada. Se recostó en la cama, un poco incómoda, pues ahora debía compartir su cama con alguien más. La pequeña Akay tomó la iniciativa proponiendo tenía una idea: que si ella meditaba, tal vez Soe tendría la posibilidad de ver a los robots por su propia cuenta.
— lo intentaré ahora —dijo la pequeña Akay.
Luego de esto, cerró los ojos y se quedó dormida en un instante. Soe, sorprendida, se dio cuenta de que la pequeña había analizado la situación igual que ella. Por un momento, se vio reflejada en esa niña; le recordaba a sí misma cuando tenía su edad. Pero aún era muy pronto para tomar ese pensamiento en serio. Aun no era ajeno a ella el querer estar sola y pensaba en cómo podía liberarse de ella. Sin embargo, también pensaba que quizás la pequeña solo la abandonaría cuando ya no quisiese nada más de ella. Entre todas esas reflexiones, Soe también se quedó dormida.
Entrando nuevamente al mundo de los sueños. Soe, como era costumbre estaba sola, en una gran playa con una orilla de arena blanquecina y grandes barrancos detrás de ella. Se sentó en la orilla y rápidamente se percató de que estaba soñando, ya que en su mente aún resonaban los hechos acontecidos mientras estaba despierta. Entonces pensó: ¿Qué pasaría si ella meditara dentro del sueño? ¿Acaso también se despertarían los robots o no? .
Tenía dudas respecto a esto, pero de todas maneras cerró los ojos para intentarlo. Justo en ese momento, escuchó risas. Abrió los ojos y vio una figura a lo lejos que también estaba en la orilla, pero varios metros más lejos. Se iba haciendo cada vez más clara la imagen a medida que se acercaba a Soe, quien la observaba detenidamente pero sin mayor reacción. Cuando la figura pudo visualizarse completamente, Soe abrió los ojos muy asombrada, dando evidencias claras que conocía a esa persona, pero no esperaba verle. Cuando se percató de que se acercaba a ella cada vez más, pensó en alejarse.
Al instante siguiente y con un solo parpadeo de por medio, Soe se vio inmersa en un edificio muy alto. Por una de las ventanas se revelaba su posición, estaba en uno de los pisos del medio. Un gran pasillo rodeaba cada piso formando un círculo, y en el centro se divisaban las plantas inferiores y también era posible mirar los superiores. Esto le sorprendió, pero no tanto como otro hecho: estaba completamente rodeada de gente, como nunca antes. Le hizo sentir una profunda confusión en su mente. Ni siquiera pensó en irse de allí, que hubiese sido lo más fácil; en su lugar, comenzó a moverse entre la multitud, buscando algún lugar para sentirse mejor, o mejor dicho, para sentirse sola.
Estos pensamientos se detuvieron en seco cuando vio desde los pisos inferiores a hombres completamente de negro observándola a lo lejos. Cuando Soe se percató de esto, entró en pánico. Sus perseguidores aumentaron su marcha y se dirigieron a su posición a toda prisa. Entre empujones y en varias ocasiones estando a punto de ser atrapada, logró entrar a una habitación a la que, por alguna razón, nadie parecía seguirle. Estaba llena de espejos por todos lados. Soe se miró a sí misma en el reflejo y pensó: "Claramente estoy soñando; la figura que veo en mi reflejo no soy yo del todo, ese no es mi rostro".
Se impregno a si misma una sensación de calma, y se quedó en esa sala por largos momentos, recordando a la persona que vio en la orilla de la playa, pero también pensando que ya no la perseguían. Al menos en esa habitación parecía segura.
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