CAPITULO 1
Soe, una chica que habita en lo mas profundo de un desierto, vive sola desde hace mucho tiempo. A ella no le incomoda esto; prefiere la soledad y el silencio. Las veces que requiere entrar en contacto con otras personas, ella solo se limita a hablar lo mínimo y a veces incluso desestima cualquier saludo. Vive en un pueblo pequeño, con muy pocas personas, y todos se conocen; todos son muy buenos amigos. Todos ven pasar a Soe, pero nadie podría decir que es siquiera su conocida, ni mucho menos.
Durante la tarde de ese día, la chica se pasea por el centro de la ciudad, bajo la mirada de todos los que pasan a su lado. Muchos amagaban un saludo, pero, temiendo que este no fuera correspondido, nadie le dirige siquiera una palabra. Una pequeña niña, entre lágrimas, se arrastra hasta los pies de Soe, apretándole con todas sus fuerzas y sin dejarle caminar.
En un momento cruzaron miradas; la pequeña se presentó como Akay y dijo que había soñado con conocerla toda su vida. Le comentó igual que, había aprendido a hablar solo para poder estar cerca suyo; lo que parecía ser su mayor motivación. Soe, sin dejar de mirar a los ojos a esa pequeña, le aclara que ella no es quien cree. Todos clamaban saber de ella sin siquiera conocerle, y decide soltarse bruscamente de Akay e irse de vuelta a casa.
En todo ese camino, pensó en que había olvidado la última vez que ella interactuó con otras personas. Reflexionó en cómo sería distinto su vida si fuera más social, pero parecía que este pensamiento era solo momentáneo, pues rápidamente se olvidó del tema.
Mientras se alejaba de la ciudad, esta se iba haciendo más pequeña a medida que se alejaba, y se divisaban en dirección contraria montañas de arena, entre las cuales se vislumbraba un camino trazado que apenas lograba distinguirse. Siguiendo este camino, se encontraban las mismas huellas que Soe iba dejando, pero en dirección contraria. Eran aquellas que ella había dejado mientras se dirigía a la ciudad durante ese mismo día. Sin duda, ella era la única que tomaba ese camino, lo que le generaba una gran tranquilidad; la ansiedad de la presencia de otras personas la retraía totalmente.
A medida que se alejaba más de la ciudad, ese sentimiento calmo se desvanecía. Seguido de un pensamiento que rápidamente pasó a su cabeza: se dirigía a cambiar objetos por comida a la ciudad, tema que olvidó por completo al encontrarse con Akay. Pero para ese momento, ella ya estaba llegando a casa. Era una pequeña morada, rodeada de colinas de arena que formaban una especie de pequeño valle que protegía la casa. Eran frecuentes las tormentas de arena y los grandes vientos huracanados. Fuera de todo esto, Soe ya estaba tranquila, estaba en casa.
Cuando llega la noche, se da inicio al mismo protocolo de todas las noches. Soe se somete a un profundo estado de meditación. Generalmente sentada, inicia con su serie de respiraciones, que parecen ir a la par con el viento que entra por las ventanas de su habitación. Poco a poco va perdiendo la percepción de dónde se encuentra y hasta de sí misma. Lo único que queda es una esfera imaginaria a la altura de su pecho; eso es lo único que no puede dejar de sentir, es como si su ser se limitase a esa esfera.
Cuando ella abre los ojos, la invade una sensación de incertidumbre, pues se encuentra rodeada de muchos robots, todos pequeños, con pequeñas luces que parecen ser sus ojos y con ruedas en vez de pies. Soe se sorprende, por algún motivo intenta dialogar con ellos, pero no recibe respuesta alguna. A medida que pasan los minutos, las luces de los robots van parpadeando hasta quedarse totalmente apagadas.
Pensando que tal vez era un sueño, se dispone a dormir, ignorando totalmente lo acontecido. Existía la posibilidad de que todo eso fuese un sueño, pero esa posibilidad era muy escasa. Soe era una onironauta, una navegante capaz de controlar sus sueños y muy pocas veces no era capaz de hacerlo. Para determinar la autenticidad de ese hecho, intentó controlar las cosas a su alrededor, al no poder lograrlo, indicaba que no era un sueño o, muy probablemente, no lo fuera. Seguido se dispuso a dormir.
Dentro del sueño, se manifiesta frente a si un gran castillo enorme, de aspecto siniestro. Paredes muy oscuras y con un evidente desgaste producto del tiempo, junto a altos árboles que las rodean entregaban una apariencia tétrica. Junto a noche totalmente oscura y con nubes dejando entrever lo minimo.
Dispuesta a saber si todo eso era un sueño, Soe piensa en un dragón y acto seguido, sobre sus ojos parece querer escapar del viento una figura que se mueve presuroso a aterrizar sobre el castillo. Todo esto indicaba que ahora sí, estaba dentro de su sueño. Entró al castillo, que por dentro parecía ser un lugar muy distinto al que aparentaba por fuera. Grandes luces en un gran salón principal, que contaban con techos altísimos y con pinturas abstractas en sus tejados; no había ventanas, y desde un pasillo una voz susurraba el nombre de Soe. Ella se acercó, cuando fue rodeada por innumerables hombres totalmente vestidos de negro, con guantes y marcaras. Algunos de ellos se ocultaban entre los pasillos, otros brincaron desde los pisos más altos e incluso otros simplemente brotaron de la nada. Soe no perdió tiempo y pensó en su casa; fue allí donde se teletransportó y donde parecía que todo estaba bajo su control nuevamente.
Proyectó en su mente, a qué otro lugar le gustaría viajar, pero conocía muy pocos además del desierto donde había vivido toda su vida. Fue interrumpida por una visión, por las ventanas de su habitación, percibió cómo esos hombres vestidos de negro se acercaban nuevamente, rodeando su casa. Se escondió bajo su cama esperando no ser encontrada allí, pero fue arrastrada por uno de sus pies y una vez fuera comenzó a ser golpeada sin parar. No tardó en quedar con la vista totalmente nublada, viendo cómo le asestaban un último golpe, que hizo que despertara al fin de su sueño.
Fuera de su sueño. Parecía muy extasiada, reía mientras sudaba, como si hubiera estado haciendo alguna actividad física, aún más, sentía que su cuerpo realmente estaba exhausto. Se sentó en la cama y parecía reflexionar sobre su sueño. Rápidamente sacó una libreta y tomó nota en ella de todos los detalles que recordaba de su sueño. Con una actitud demacrada y resignada mientras escribía sobre su sueño. En la libreta se podía leer claramente como en todos sus sueños, al menos los últimos, coincidían en una cosa: siempre la estaban buscando para hacerle daño. Esto ya comenzaba a originar la idea de que pronto no iba a poder ser capaz de dormir en paz.
Retomó el cuestionamiento de sus sueños; por más que no fuesen reales, para ella, este lugar era un muy importante. Fuera de la realidad que parecía querer evitar la mayor cantidad de tiempo posible. Sus muecas y ademanes de enfado, deja en evidencia lo mucho que ya le estaba hartando esta situación. También recordó que no tenía comida y se decidió a ir a la ciudad nuevamente.
Aunque sabía que ir a esas horas de la noche era un peligro, tomó un cuchillo debajo de su almohada y lo analizó, detenida y calmada. Tenía un gran brillo, tanto así que Soe era capaz de ver el reflejo de sí misma en él; cruzó miradas consigo misma para notar su cicatriz que la caracterizaba. Pero por alguna razón recordó a Akay, las palabras que le dijo sobre ella y que además parecía no entender por qué alguien que no la conocía en nada tuviera esa impresión de ella, le hizo cuestionarse nuevamente su estilo de vida, quizas de alguna manera aquello tenia relación con sus sueños. Se inundo con una idea: Tal vez por eso sentía ansiedad, tal vez por eso tenía esas pesadillas, tal vez el problema no eran los demás, tal vez el problema era ella, tal vez.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro