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XI El periódico escolar

—Basta... Detente ya...—balbuceé cuando recuperé la cordura —. No está bien...

Sentí a Kentin alejarse lentamente y después de abrir sus ojos me observó con una intensidad que nunca antes había experimentado.

— ¿Qué... sucede?—preguntó en un susurro —. Quisiera alejarme pero no puedo...

Nuevamente sentí sus labios ávidos dirigirse a los míos, posándose en ellos por una fracción de segundo, sólo para después descender por mi mentón hasta deslizarse con suavidad sobre mi cuello, regalándome caricias que deberían ser ilegales, que rozaban lo celestial.

—Kentin... no... tengo que irme...—murmuré con un tono de suplica en la voz.

Él pareció notarlo y se separó, aunque a regañadientes, pero con la firme intención de no hacerme sentir más de ese modo.

—Lo siento...—musitó —, desde siempre había querido... Hacer esto. Siempre soñé con probar tus labios y... Ahora que al fin pude hacerlo... Lo prometo, son incluso más maravillosos de lo que hubiera llegado imaginar.

Creo que toda chica alguna vez en su vida habría deseado escuchar esa frase. Y ahora que me sucedía a mí ¿de qué otra forma podría reaccionar que no fuera devolviéndole al menos una sonrisa? Vi como las comisuras de sus labios se curvaban, imitando mi gesto, pero con una inocencia y transparencia arrolladoras. El castaño era una bomba de franqueza inverosímil.

—Dejaré que te vistas...—farfulló tomando la puerta de la ducha de la parte superior y abriéndola poco a poco como si deseara que lo detuviera. Dándome el tiempo necesario para arrepentirme y pedirle que no se alejara.

—Gracias... —Fue la única palabra que pude pronunciar porque de pronto una culpa invadió mi corazón.

Escuché sus pasos poco a poco alejarse de los vestuarios, y entonces me dejé caer derrotada por el cúmulo de emociones que me asaltaban el pecho. Me deslicé por la pared y terminé allí sentada pensando en todo lo que había sucedido: Por un lado, la sensación de temor al salir a las calles estaba volviéndose más intensa; y por el otro, me inquietaba la recuperación de Castiel. Sabía bien que él era bastante fuerte, pero aún me quedaba parte del miedo que, en mi opinión, cualquiera sentiría al enfrentarse a un acontecimiento de esta naturaleza.

No todo era oscuridad, a pesar de que estuviera preocupada y de que miles de cuestionamientos ahora mismo estuvieran revoloteando como aves danzarinas en mi pecho, tenía que ver la luz en ese túnel frío y desierto: Había vuelto al instituto, mi deseo respecto a esto estaba completamente cumplido. El siguiente rastro de luz en la lista era el saber que Castiel estaba bien, porque en medio del caos, todo había salido a la perfección. Seguí enumerando las buenas cosas, hasta que algo nubló mi visión optimista y me obligó a prestarle más atención: se trataba de Nathaniel. ¿Qué había sucedido? ¿Por qué de repente dejé de pensar en él y en su lugar la imagen del pelirrojo se presentó súbitamente? Moví mis ojos hacia la pared perdiéndome en ella como si tuviera escritas las respuestas que tanto necesitaba, y después de un momento de reflexión, me di cuenta que estaba queriendo a Castiel de una manera mucho más intensa que antes, pero que, aún así, no podría compararse con lo que Nathaniel despertaba en mí.

Suspiré, y traté de visualizar al guitarrista como novio, pero aún imaginándolo, no lograba cumplir con mis expectativas. Toda la vida había soñado con el estándar de chico atento, romántico, atlético, detallista, honesto, responsable y adorable. Podría decirse que Castiel estaba muy lejos de varias de esas categorías. Nathaniel en cambio era tierno, responsable, inteligente, honesto y guapo, pero indiferente... Para el chico yo no existía, porque... Después de todo, él estaba con Melody. ¿Cuánto tiempo llevaban saliendo? No lo sabía, pero lo averiguaría pronto.

Me vestí tan rápido como pude, y salí del baño con el objetivo de averiguar más sobre esa relación, porque de esa forma, sabría a qué atenerme con Nathaniel. Si realmente amaba a Melody, no sería yo quien le arrebatara la felicidad, de hecho... Lo quería tanto que sería capaz de ayudarlo para que su sonrisa jamás se desvaneciera.

Caminé por el gimnasio y vi a Dajan dirigiendo el equipo de básquetbol que se encontraba calentando; me regalaron una mirada de desconcierto cuando me vieron pasar, debía resultarles extraño que una chica estuviera allí tan temprano. Traté de ignorar la atención que provenía de ellos y llegué al patio con rapidez. Me adentré al instituto y tuve la fortuna de encontrar a Peggy en el hueco de las escaleras. Si tenía suerte le podría sacar algo de información.

—Me alegra encontrarte, Kim—la reportera dio un paso hacia mí con la mirada llena de una expectación que no comprendía. Fruncí el ceño un momento como una simple reacción a su miramiento —. Escuché algo interesante sobre una situación que seguramente sabrás mejor que nadie, y me gustaría obtener la información de primera mano.

Analicé un momento sus palabras y con desconfianza dirigí mis ojos a ella sopesando las opciones de cuáles podrían ser esas nuevas noticias de las que pudiera estar al tanto, y fue entonces cuando acudieron a mi mente las imágenes de lo ocurrido con Kentin. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y sentí a mi corazón dar un brinco por el sobresalto.

— ¿Y de... qué se trata?—inquirí arrastrando las palabras, con el miedo vivo en cada sílaba.

—Nathaniel estuvo hablando sobre una clase de accidente que sufrió Castiel justo anoche, y Alanis tuvo algo que ver en el proceso ya que según las palabras del delegado "la chica está loca"—simuló las comillas con sus finos dedos y continuó viéndome con interés—. Además, mencionó algo sobre ti...

Había salido de mi estado de nerviosismo al saber que Peggy ignoraba todo lo que pasó en las duchas, sólo para entrar en aquél agonizante éxtasis que me robaba la cordura cuando hablaban sobre Nathaniel. Quise saber de inmediato lo que había dicho de mí, y estúpidamente sonreí; gesto que no le pasó desapercibido a la oji-azul.

— ¿Qué fue eso que dijo?—pregunté tratando de mantener la compostura.

—Bueno, tendré que pedirte la información que tienes, y a cambio te diré todo lo que quieras saber acerca de lo que dijo Nathaniel, ¿qué opinas? Es lo justo.

Lo pensé un momento, de verdad quería enterarme y además era la oportunidad perfecta para lograr averiguar más sobre el delegado.

—Está bien—acepté—, te diré lo que quieras, pero deberás decirme eso que dijo Nathaniel y hablarme un poco más sobre su relación.

—No será difícil—accedió muy dispuesta —. Entonces empecemos con esto. Te escucho...

Me senté en la escalera dado que mis piernas aún no estaban del todo recuperadas y entonces procedí con la explicación.

—Anoche Nathaniel, Castiel, Melody e Iris se encontraban de visita en mi casa. Cuando estábamos por salir, nos encontramos con Alanis apuntándonos con un arma... Nathaniel intentó calmar las cosas, Castiel por otro lado, no creyó que fuera un arma de verdad, así que se acercó para detenerla, pero en el calor del momento, ella accionó el gatillo, haciendo que Castiel resultara herido. Lo remitieron al hospital, pero por suerte la bala no impactó en un lugar importante así que está recuperándose.

Peggy me miraba entre agradecida y fascinada, no parecía importarle mucho lo que le sucediera a Castiel, de hecho sólo divisé emoción avivándose en sus pupilas.

—Entonces es cierto...—dijo luego de un momento en el que su mirada incrédula continuaba escrutándome.

— ¿Crees que mentiría con algo así?

—Después de que Castiel fuera atacado fuiste con él, ¿verdad?—cuestionó con interés.

—Sí, estuve con él—afirmé con algo de inseguridad.

— ¡Eso confirma que ustedes dos están saliendo!

— ¿¡Qué!?-exclamé a todo pulmón.

—Eso fue lo que escuché diciendo a Nathaniel, él decía que Castiel y tú mantenían una relación secreta y que eso explicaría el porqué él rechazó a Alanis.

No podía creer que Nathaniel creyera algo así. Desde siempre había temido que esto ocurriera, desde el primer momento en el que Castiel me obligó a hacerme pasar por su novia temí que esto pasara, y cuando creía que todo había quedado olvidado, sucede lo inesperado.

—Castiel y yo no tenemos nada...—negué rotundamente porque a ese punto estaba dolida y mi tono de voz lo denotaba.

—Ya Kim, deja de negarlo, Castiel mismo se lo dijo a Alanis y Ámber lo confirmó también—una amplia sonrisa se formó en la comisura de sus labios —. Bueno... Ya te dije lo que querías saber, así que fue un placer hacer negocios contigo.

—No... Espera, aún falta algo—la detuve antes de que no me permitiera averiguar lo que quería. Ella sólo me miró y la impaciencia se hizo presente en sus facciones.

— ¿Qué pasa?—preguntó Peggy.

—Nathaniel y Melody... ¿Ellos están juntos hace mucho?

Dio un paso hacia atrás y su introspección pareció intensificarse.

—Melody lo conoce desde hace tiempo, supongo que su relación es bastante larga—respondió con tranquilidad y luego me dedicó una mirada inquisidora —. ¿Te interesa? ¿Castiel no te da lo suficiente?.

—No tengo nada con Castiel, Peggy, y no, Nathaniel no me interesa, sólo era curiosidad, nada más que eso—di la vuelta sobre mis talones para regresar a cualquier parte lejos del escrutinio que la reportera me dedicaba.

— ¡Esta tarde estará listo el periódico, Kim, no te lo pierdas!—dicho eso se marcho bastante satisfecha con la información que había adquirido.

Caminé hacia mi primera clase y al entrar al aula B me senté en uno de los asientos delanteros. Faltaban unos minutos para que iniciara así que estaba casi completo el número de estudiantes. Escuché los mismos cuchicheos que no se detenían cuando estaba cerca y entonces la voz que tanto detestaba emergió tan fuerte y clara que me alertó al instante.

—Miren nada más quien llegó... Nuestra querida Kimberly...—giré mi rostro hacia la dirección de donde provenía la voz y me topé con dos ojos verdes y una cabellera rubia envuelta en fijador —. Mi hermano es un idiota, no debió dejarte volver, no sé qué tienes que atrae tanto a los hombres pero ten por seguro que todo eso cambiará pronto.

— ¿Crees que te tengo miedo, Ámber?—jamás había sentido tantos deseos de golpear a alguien, ni de querer asesinar con la mirada, pero ahora que había regresado no iba a darle el gusto de que volviera a creer que me dejaría maltratar.

Ella frunció el ceño y su rostro se tornó rojo de ira.

— ¿sabes tú con quién hablas, estúpida?—se acercó a mi lugar y se detuvo cuando mi asiento no le permitió avanzar más.

Me levanté sin dudarlo y la enfrenté quedando cara a cara con ese rostro lleno de iracunda exasperación.

— Sí, sé muy bien con quien estoy hablando, Barbie descerebrada, desde que llegué al instituto supe quién eras, y me di cuenta de lo hueca y tonta que eres, así que tengo muy claro a qué tipo de persona estoy hablándole ahora.

El color carmesí presente en su rostro se intensificó al escucharme hablarle de ese modo. Observé a Li y a Charlotte mirarme con repulsión.

— ¿¡Cómo te atreves!?—la rubia apretó los puños tan fuerte que sus nudillos se tornaron blanquecinos.

Seguí frente a ella y me percaté de que jamás había enfrentado a alguien de ese modo. Era una señal clara de que los límites, cuando eran cruzados, podrían detonar muchos inconvenientes. Sin embargo, por muy claro que mi deseo por darle una lección me incitara a continuar, mi sentido común fue más poderoso.

Escuché a Ámber decir palabras soeces dirigidas especialmente hacia mi persona y fruncí mis labios en señal de impaciencia.

— ¿Terminaste?—cuestioné enarcando una ceja y fingí bostezar, acto que pareció aumentar su cólera.

—Eres una...—levantó su mano dispuesta a abofetearme, pero para su desgracia ese era un truco que yo que ya conocía, así que esquivé su golpe.

—Ya fue suficiente—una voz gélida acompañó un agarre que se tensó ligeramente en mi hombro, separándonos tentativamente —. Ambas van a tranquilizarse y a explicarme qué sucede aquí—ordenó Nathaniel.

—Hermano, esta chica está diciendo palabras inadecuadas—murmuró la oji-verde

Nathaniel centró su atención en mí.

—Creo que Castiel está influyendo de manera negativa en ti—pronunció con algo de recelo invadiendo su voz—. Eres buena chica, Kim, no olvides eso.

Era difícil saber que él creía que Castiel y yo teníamos algo, pero nada era peor que el hecho de escucharlo hablarme tan fríamente. Era un gesto que simplemente dolía demasiado, como si mil navajas se incrustaran en mi pecho desgarrándome el alma.

—No, Castiel no está influyendo en absolutamente nada, tu hermana fue quien vino a molestar.

—Parecía al contrario, Kim.

Sus palabras eran serias y su faz era ininteligible, no podía saber a ciencia cierta lo que pensaba o sentía, era completamente inexpresivo.

—Pues, tengo que defenderme y justo llegaste en ese momento, ademas, por si no lo notaste, ella iba a agredirme—me sentía más diminuta que nunca en mi vida y al ver la sonrisa de triunfo de Ámber no pude más que sentir repulsión.

Mantuve mis párpados fijos en los dorados del delegado y cedí ante la frialdad de estos. Ladeé mi rostro evitando el contacto visual.

—Vuelve a sentarte, Ámber—le ordenó el rubio.

—Claro, hermanito.

Nathaniel miró hacia la entrada y al ver que el profesor aún no entraba al aula dio un paso y se acercó a mí. Sentí el calor que desprendía su cuerpo cuando estuvo a centímetros de donde me encontraba, y entonces se inclinó ligeramente hacia un costado y su aliento rozó mi oído.

— ¿Cómo está Castiel?

Me quedé rígida un momento y sentí como mi corazón se aceleraba.

—Bien... —Murmuré con nerviosismo—. Él... Tuvo suerte, la bala no daño ninguna parte importante...

Él se alejó despacio y no sé si se dio cuenta del rosa que cubría sutilmente mis mejillas.

—Me alegra—susurró—Alanis no parece querer ser vista luego de lo que sucedió, me tiene un poco consternado el hecho de que venga y te vea aquí.

Sentí un alivio recorrerme el alma al escucharlo hablar así y sonreí un poco al saber que no era tan malo como pensaba.

—Sí...— repuse con sencillez, ya que mi cerebro no se dignaba a enviarme una buena contestación cuando lo tenía cerca. Odiaba el hecho de parecer un poco tonta delante de él, y odiaba aún más saber que no podía pensar con claridad.

El profesor finalmente arribó al aula y Nathaniel tomó asiento al lado izquierdo de mi lugar. Debo confesar que no tuve mucha concentración durante la clase y que todo el tiempo estuve mirándolo de reojo, pero luego de que el maestro decidiera ponernos juntos como grupo disfruté enormemente de la compañía de Nathaniel.

La clase terminó entre risas y cotilleos propios de una conversación cualquiera y me sentí dichosa por haber pasado aquel tiempo con él. Creo que jamás me cansaría de sentirlo cerca. Mi alma me imploraba a gritos buscar alguna excusa para prolongar la grata experiencia, pero desafortunadamente tuve que dejarlo ir al saber que debía ultimar algunos detalles de algo que según él, no podía comentar, pero que se trataba de una sorpresa que seguro me agradaría. La curiosidad era apremiante, pero no podía hacer nada más que esperar.

El aula fue quedándose vacía y al ser Iris una de las últimas estudiantes en salir, se acercó a mí con la intención de que saliéramos juntas. Le pedí que se adelantara ya que aprovecharía el momento para dedicarme a escribir. Hacía bastante tiempo que no lo hacía, y ya estaba sintiendo que miles de ideas me pedían a gritos poder escapar de mi cabeza.

El bolígrafo se movió rápidamente sobre el papel, como si lo extrañara, casi como si hubiera agonizado para encontrarse con el elemento que tanto lo necesitaba. Era tan benévola la sensación que podía compararla con aquel sentimiento que experimentabas al permanecer mucho tiempo dentro de una edificación que se incendiaba y posteriormente, salir y respirar aire fresco.

Escribí varias cosas, muchas de ellas no tenían conexión alguna con mi vida, tenían más que ver con las personas que, tal vez, han amado a alguien, pero que con el tiempo otra persona les roba el corazón y entonces la relación pende de un hilo al tener que tomar una decisión, aún sabiendo el dolor que le causarás a tu actual pareja.

"Sólo en una ocasión tuve el valor para decir "basta"; para iniciar una nueva vida con quien amaba más allá de todo razonamiento, lógica o probabilidad. Fue en ese momento en el que juré que no volvería a suceder.

Rodeé mi corazón con una dura carcasa protectora, nadie nunca iba a poder traspasarla, ningún otro hombre volvería a robar el lugar que por la eternidad le pertenecería a él.

Pero la eternidad dura lo que un suspiro y mi infranqueable coraza protectora se derrumba poco a poco, golpeándome con cada trozo y dejando expuesta hasta la más vieja cicatriz.

De nuevo esa sensación de hacer mal sin poderlo evitar, de no encontrar la manera de poner fin a este viento huracanado que me ataca sin piedad y me lleva con él, moviéndome a su merced.

De nuevo me hundo en ese profundo mar de arrepentimiento y falsedad, una vez más vuelvo a dudar... Vuelvo a llorar... vuelvo hacia atrás..."

—Me gusta...—murmuré al releerlo e inevitablemente recordé a Kentin ¿sería que acaso, él me ayudaría a olvidar al rubio que me robaba el sueño? ¿Sería su llegada una señal de lo que debería suceder entre nosotros?

Di un ligero suspiro y fue allí donde me levanté con mi cuaderno y me acerqué a la ventana. El aire se veía fresco, y arremolinaba las hojas de los árboles de una manera tan armónica que regalaba tranquilidad al instante. Las hojas secas, se acumulaban bajo los frondosos pies del árbol creando todo un espectáculo a la vista.

Sonreí por la paz que brindaba la exhibición de colores y movimiento que la naturaleza presentaba y fue entonces cuando deje que mi mente vagara con libertad por los rincones que aún no había explorado.

El destino; hay quienes dicen que ya está trazado y que sólo seguimos los senderos que ya se nos especificaron. Otros creen que es mejor vivir el día a día sin preocupación alguna por el futuro, por lo que la vida nos deparará, porque después de todo, el presente es lo único que tenemos, que vivimos, que palpamos. Estaba de acuerdo con ambas versiones, en un punto medio, porque siempre nos fascinará saber qué pasará con nosotros en algún aspecto, siempre tendremos ese morbo por enterarnos del mañana; y por otro lado, tendrás siempre el presente para disfrutar del momento, para hacer los cambios pertinentes, para vivir, para disfrutar...

Pero... ¿Si el destino estaba escrito te dejaría señales para que salgas o superes alguna situación particular? Sí, creía firmemente en esa teoría, en el "todo pasa por algo" y en el "nada es casualidad" así que de ese modo era como veía a Kentin. Si se trataba de olvidar a Nathaniel por mi bien, sabiendo que él estaba perdidamente enamorado de Melody, aquello significaría que Kentin había llegado a salvarme, a enseñarme un nuevo camino. Tal vez es así, tal vez es eso lo que significa nuestro reencuentro...

Apreté mis párpados tratando inútilmente de borrar la imagen del delegado, pero era en vano... Entre más deseaba no pensar en él de ese modo, más eran mis deseos por retenerlo allí.

¿Cómo luchar contra algo que tenías incrustado hasta lo más profundo? Ignoraba la respuesta, pero tendría que encontrarla para ayudarme a detener este incesante querer que amenazaba con enloquecerme.

Me levanté de mi asiento al escuchar el timbre sonar. Caminé al pasillo en donde los estudiantes empezaban a aglomerarse para retirar sus pertenencias de los casilleros, y al abrir mi taquilla algo cayó al suelo, lo recogí y lo observé con atención; se trataba del periódico escolar. Giré el pequeño paquete de hojas y no tardé mucho en leer un título en la primera página hacia un costado, que se alzaba imponente en la sección "Cupido".

"Dos caballeros, un corazón"

Busqué la página nueve que indicaba el anuncio y cuando llegué al apartado, me encontré con el mismo título en letras negras y bajo éste, se apreciaba una foto de Castiel, una de Nathaniel, y allí, en el medio de ambos, yo. Abrí mis ojos desmesuradamente y leí con desesperación lo que estaba escrito.

"Todos conocemos al rebelde pelirrojo y su temible carácter, producto de una vida nada fácil y de una crianza llevada por su propia cuenta. Aquél muchacho de corazón de piedra parece haber encontrado a alguien que logró en tan sólo unos meses, comprender su inestable carácter y hacer trizas su coraza protectora. Sin embargo, aquella doncella de sin igual talento como caza-chicos, no sólo logró atraer al indisciplinado pelirrojo si no que también atrapó en sus redes a nuestro respetado y querido delegado, Nathaniel Jones. Se dice que Kimberly Evans mantiene una relación secreta con Castiel Walker y que fue descubierta la noche anterior por Nathaniel, quien muy amargamente tuvo que desahogarse con su cómplice y compañera de oficio Melody Lewis. La trágica situación en la que se ve envuelta nuestra protagonista con este triángulo amoroso, nos deja a todos absolutamente consternados, y al tanto de su difícil decisión. Los estudiantes del Instituto Sweet Amoris le deseamos toda la suerte para que elija al mejor."

Levanté la vista del periódico y vi como todos los demás me observaban con atención. Estaba en shock y llena de una incredulidad y coraje que no tenían precio. ¿Cómo había podido caer en la trampa de Peggy? ¿Cómo fue que no me di cuenta de que ella intentaría filtrar la información?

—Genial...—susurré evitando las cientos de miradas que me atravesaban como flechas, y continué mirando el periódico simulando que nada me importaba. Me di cuenta de otra de las primicias que contenía la primera plana y me llamó la atención el título del artículo: "Baile escolar" busqué la página que comprendía toda la información y leí lo que decía.

"'¡Hemos estado trabajando muy arduamente para este momento, y debo decir que me encuentro extremadamente ansiosa por este acontecimiento!' fueron las palabras de la directora del Sweet Amoris para describir la gran noticia del baile estudiantil que se realizará en 3 semanas. 'Este baile tiene el objetivo de reunir fondos para otra sorpresa que se realizará más adelante y de la que hablaré con más detalles en cuanto todo esté confirmado' comentó con entusiasmo.

El baile estudiantil, se llevará a cabo en las instalaciones del colegio y se procederá a cobrar una cuota moderada por cada pareja que decida participar. Las entradas estarán en venta desde el día de mañana, y se podrán adquirir con el delegado Nathaniel Jones. Los estudiantes que deseen participar, deben venir perfectamente vestidos para la ocasión y se les implora tener en cuenta la puntualidad.

Se estarán vendiendo distintas clases de bebidas (no alcohólicas) durante el evento, así como snacks y demás comestibles.

La entrada por pareja consta de 5 dólares, que no incluyen comida o bebidas."

—Entonces... era esto a lo que se refería Nathaniel—susurré y continué observando el periódico para no tener que ver a los ojos a ninguna persona en específico.

Sentí pasos acercarse y me aventuré a mirar hacia esa dirección encontrándome con Kentin que venía con una expresión de molestia absolutamente notable. Se acercó a mí y puso con fuerza su brazo en la taquilla, sosteniendo el periódico en la página que hablaba de mí.

— ¿Qué significa?—cuestionó con frialdad clavando sus orbes esmeraldas en los míos que luchaban por mantener fija la mirada en aquel par de belicosos iris.

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