Jeongin miró la tarjeta en frente a él.

—¿Me estás invitando a tu fiesta?

—Sí, es justo lo que estoy haciendo.

Jeongin abrió la boca emocionado.

—¿Y lo estás haciendo personalmente?

—Supongo que sí —el rubio sonrió—. ¿Irás? Ya rechazaste mis rosas, no rechaces mi invitación.

—¡Sí, iré! —le dijo tomando la tarjeta—. ¿De qué rosas hablas?

—Ni siquiera lo recuerdas —Hwang Hyunjin pasó su mano por su cuello—. Hace tiempo te dejé unas rosas en tu asiento.

—¿De verdad?, no lo recuerdo.

—Bueno, sí, me rendí cuando estabas con Chan.

—¿Te rendiste?

—Contigo —explicó y Jeongin empezó a sonrojarse.

—¿Estás diciendo que te gusto?, vaya no lo puedo creer, me siento muy alagado, pero no sé si eso es bueno o malo.

Hyunjin sonrió.

—Qué lindo.

Jeongin se sonrojó más, casi nunca se había sentido atractivo, hasta que Chan se fijó en él y ahora este chico.

—¿Si te gusto por qué no me invitaste a ninguna de tus fiestas?

—Porque odiaría verte con tu novio, pero ahora que ya no están juntos...

—Seguimos juntos —Jeongin se apresuró a corregirlo—. Sólo nos dimos un tiempo.

—Aquí y en China eso quiere decir que ya no lo están.

Jeongin miró la tarjeta apretando los puños.

—Yo... te agradezco por la invitación.