29. Keisuke ||Final||
—Pah y su esposa vendrán, ten eso por seguro —respondió, asintiendo con la cabeza—. Y su hijo, también.
—¿Qué hijo? —le preguntó, desentendido totalmente—. Ellos no tienen un hijo.
—¿Y Peyan qué es?
—Qué buena pregunta —le respondió—. Hasta yo quiero saber, pero no sé.
—Tiene una habitación propia en la casa de Pah para cuando lo visita. Es su puto hijo.
Chifuyu se vio inhábil de negar aquello.
—¿Y Koko e Inupi?
—Ese par sigue en su puto crucero por Europa.
—Qué buen partido es Koko —suspiró Chifuyu—. Puedes pedirle lo que quieras y él te lo conseguirá de la manera en que sea. Lícito o no.
—Así es —se rio Baji.
—¿Y Smiley y compañía?
—Angry me ha confirmado que vendrá. Smiley se ha peleado con Mucho otra vez y se está quedando en casa de su hermano, así que supongo que también vendrá y, dicho sea de paso, se embriagará cual tío en bautizo. Mucho, bueno, dudo que venga teniendo eso en mente.
—Ese par es peor que Mikey y Draken.
—No es que sean mucho peor —se encogió de hombros—. Si Mikey pudiese irse de tanto en tanto lo haría.
—Sí, seguramente, pero es que Smiley y Mucho pelean cada dos por tres, incluso peor que ellos dos —dijo Chifuyu—. Porque, al menos, Draken cede demasiado para que aquello funcione, pero Mucho no cede tanto a los caprichos de su pareja. Y como Smiley siempre tiene un lugar adónde ir, se pierde por unos días hasta que Mucho va a buscarle o hasta que tiene demasiadas ganas de tirar.
—Así son, pero a pesar de todo siguen juntos y, en teoría, son exclusivos a pesar de vivir más días separados que juntos —respondió, restándole importancia—. Ellos no están hechos para una relación del todo seria y comprometida. Smiley se aburre rápido y se agobia con aún mayor facilidad, y la paciencia férrea que ha desarrollado Mucho a su lado tiene límites también. El hecho de que sigan estando juntos pese a eso es un milagro, y demuestra que se quieren aunque no se tengan paciencia.
—¿Por qué se han peleado ahora? —curioseó Chifuyu mientras continuaba en su labor de ordenar.
—Pues, hasta donde sé, discutieron por una idiotez, como siempre, pero la gota que rebalsó el vaso fue que, en el calor de la discusión, Mucho le dijo a Smiley que el ramen de Angry era mucho más rico que el suyo.
—De seguro Smiley se ofendió de sobremanera y le dijo lo mismo de "será la última vez que sabrás de mí, idiota".
—Y de seguro le mandará un mensaje mañana a las tres de la madrugada diciendo "estoy caliente".
—¿Y los Shiba?
—Mitsuya vendrá; su macho, no lo creo.
—No hables así —le regañó—. ¿Y Hakkai?
—Debería de llegar de su viaje hoy, supuestamente —respondió—. Vendrá solo, como el tío borracho solterón.
—Pero Hakkai no es tío ni borracho.
—Ah, pero en lo de solterón no lo defiendes.
—Pero y es que ¿cómo no negar lo demás? Yuzuha sale con más mujeres que a las que se ha acercado Pah en su vida, por lo que por ese lado no puede ser tío. El matrimonio Shiba no desea la paternidad; por ende, Hakkai no puede ser tío por ese lado tampoco —le cuestionó—. Y deja de llamarle Mitsuya, que para algo se ha casado y ha tomado el apellido.
—Sí, ¿verdad? —respondió, aún con sorpresa—. Para algo Taiju se ha cagado en su religión al hacer eso.
Chifuyu le reprendió con la mirada.
Ese no es el punto, Keisuke.
—Ya son demasiados Shiba —rezongó—. No pienso agregar uno más. Será Mitsuya y fin; así lo conocí y así morirá —respondió con un ademán—. Por cierto, no te vendría mal seguir su ejemplo.
—¿Qué?
—Lo que has oído —se le burló.
—Tú sabes que ellos dos no se han casado en Japón, por obvios motivos —le respondió— Y más allá de eso, no han presentado mayor problema al respecto porque son una pareja de alfa y omega. Se muestra tolerancia en ese caso.
—Ya lo sé.
—Por cierto, ¿por qué vendrá Mitsuya solo? No me sorprende, pero...
—Pues no debería sorprenderte —respondió—. Sabes que Taiju no nos soporta.
—Creo que a quien no soporta es a ti, Keisuke —contestó—. No desde que nos dejó celebrar tu cumpleaños en su restaurante hace un año y algo y te embriagaste hasta vomitarte el lugar entero, destrozaste un par de sillas y espantaste a los animalitos del acuario. Mira que ese tipo se ha calmado, pero si no te ahorcó fue porque Takashi le rogó que no lo hiciera y Takemichi se prendió de una de sus piernas y yo de la otra.
—Bah, es un exagerado.
—Ya no tienes catorce. Tienes veintisiete años; es aberrante que te embriagues como un puberto con una botella de sake.
—¡Cómo sabes eso!
—Mikey —respondió como la mayor de las obviedades.
—Ah, esa lacra —soltó—. No tolero ni a él ni a ese par de diablitos que ha tenido la desgracia de parir. Uno más insoportable que el otro. ¡Y son iguales a él!
—¡Son adorables! —exclamó con dulzura—. Aún no comprendo por qué los detestas. Solo son niños.
—Ese par de mocosos me van a dejar calvo del estrés —argumentó, a sabiendas de que aquello era algo inconcebible—. Teniendo tantas posibilidades, ¡por qué demonios tenían que ser igual a Mikey! Ambos, los dos, ¡ambos dos!
—Así funciona la genética, querido.
—Pero es que es una tragedia —continuó—. Es como que Mitsuya tuviese hijos y saliesen iguales a Taiju. Sería lo peor de lo peor. Me cago en la genética.
—Bueno, agradece que no quieran hijos, ¿no?
—Lo agradezco —asintió—. Igualmente, con el dinero que tienen esos dos, hasta podrían tener un equipo de fútbol.
—Sería tonto —le sonrió—. ¿Por qué un matrimonio tan pacífico, con buen pasar económico y una magnífica relación debería romper ese equilibrio con niños si no los quieren?
—A quién engaño —suspiró—. Yo haría lo mismo.
—Además —añadió—. Mitsuya ha sido una madre toda su infancia y su adolescencia. Nunca ha podido disfrutar su más tierna juventud sin cargar con responsabilidades ajenas a él. Él crió a sus hermanas. No me sorprende ni un poco que no tenga ganas ahora, y que quiera dedicarse a él mismo, a su crecimiento laboral y a su pareja.
—¿A su pareja? —le cuestionó—. Esos dos están juntos desde hace muchos años, y tampoco son unos recién casados. Ya tienen sus varios añitos; de dedicar, ya le ha dedicado demasiado tiempo a su relación.
—A ti tampoco te vendría mal seguir su ejemplo —le devolvió, levantando las cosas del suelo y acomodando los cojines del sillón.
—¿Qué?
—Pues sí —le sonrió, levantándose para mirarle—. En lugar de salir todos los fines de semana a perder en el bingo con Kazutora y las ancianas amigas de su tía, podrías dedicarte a tu pareja cada tanto.
—Yo te dediqué mi vida entera, Chifuyu —le sonrió, posando su mano en su pecho—. ¿Sabes qué mejorará esto? Que te sumes a los domingos de bingo. Las viejas se ponen violentas luego de las siete de la tarde; la pasarás de locos.
—No me parece una mala idea —tuvo que admitir.
—Ya te lo digo yo.
Los primeros en llegar, sorpresivamente, fueron Draken y Mikey, quienes, por la necesidad de sentarse a comer y tomar echados en el sillón, estaban hartos. Sus niños pasaron la puerta, saludaron a Chifuyu, ignoraron a Baji y se echaron a correr hacia la habitación donde dormían los gatos.
Mikey y Draken, mientras tanto, chocaron las latas.
Baji y Chifuyu se vieron obligados a sumarse al descanso, luego de haber gastado toda la tarde ordenando, limpiando, cocinando y comprando.
Fue, entonces, que llegó alguien más.
—Qué raro que no llegues cojeando, Mitsuya —fue como le recibió Baji una vez que arribaron a la sala donde se encontraban los demás.
—Qué raro tú, repitiendo el mismo chiste luego de once años cual disco rayado.
—Bueno, pero no es como si en estos once años haya dejado de pasar —se mofó—. No saliste con nosotros en este último Halloween porque tu esposito no podía quitarte las manos de encima.
—Ni que fuera un calenturiento como tú —le tajó—. Le cae el celo, por lo que yo no tengo manera de irme de la casa ese día.
—¿Y qué? —le interrumpió—. ¿Están buscándolo...?
—¡Que no! —exclamó, cruzando los brazos y sobrecogiéndose ante la idea—. No se trata de eso. Creo que no necesito explicar que Taiju es un alfa de naturaleza violenta.
—No me lo digas —dramatizó Mikey, sintiendo un leve efecto del alcohol que ya corría por sus vasos sanguíneos.
—Vaya, si no me lo decías es que no me daba cuenta —acotó Baji.
—La vida te da sorpresas —murmuró Draken—. Sorpresas te da la vida.
—Bueno, pues ustedes saben que los alfas, si no tienen pareja en el celo, pueden ponerse violentos cuando es así. Imagínense a él.
—Así es —asintió Chifuyu—. Kei se burla de ti, pero él es igual. Cuando entra en celo y no estoy con él, rompe cosas y se muerde a sí mismo.
—¡Chifuyu!
—Pero ustedes no... tienen ese tipo de relación —mencionó Draken, confuso, mientras se servía una bebida en su vaso, descansando de las lata de cerveza.
—No, no —negó Chifuyu—. No lo hacemos, pero a él le gusta que esté a su lado en esos momentos.
—Gracias por el aporte, Chifuyu —sonrió Mitsuya—. Así funciona el celo de estas bestias.
—Qué entretenido —suspiró Mikey—. Kenchin no hace nada de eso cuando pasa su celo solo. Se la pasa en cama llorando por cólicos y tomando tranquilizantes con una bolsa de agua. Aburrido.
—Podrá ser entretenido pero es algo que me limita a quedarme en casa —objetó Mitsuya—. Por suerte, son solo dos días al año.
—Gracias a Dios —murmuró Chifuyu—. De cualquier forma, en tu caso debe ser peor. Quiero decir, eres su omega. Si llegase a verte cerca de un alfa durante esos días, definitivamente repartiría puñetazos a mansalva.
—Quizás, pero ciertamente es peor para ti —aseguró Mitsuya con un escalofrío fingido—. Quiero decir, tienes que soportar a Baji siendo tú un beta y sin intercambio de sexo. Si Baji es pesado en el día a día, ¿qué esperar en esos días?
—¡Oye! —protestó el mencionado.
—¿Qué dices? Me compadezco yo de ti, que tu esposo mide dos metros —se burló Chifuyu, mirándole. No obstante, su mirada se desvió hacia un punto de interés en su amigo—. Por cierto, la marca de tu cuello está como enrojecida...
—Sí —murmuró, tapándose el cuello mientras se sonrojaba inevitable y sutilmente—. Lo sé.
—Ah, conque esas tenemos —se rio Baji.
—¿Recién ahora se dan cuenta? —preguntó Draken entre risas—. No es la primera vez que está así.
—Oigan, esperen, no estoy entendiendo nada —se quejó Chifuyu, dando una mirada panorámica.
—Que Taiju le ha vuelto a marcar en el mismo lugar —respondió Mikey con la boca llena, mientras se inclinaba sobre la mesa para tomar más bocadillos—. Otra vez.
—¿Y eso para qué? —cuestionó, ligeramente horrorizado—. ¿Qué, eso no duele?
—No, no duele —respondió Mitsuya—. Como es la misma marca que ya tiene años, no duele.
—Lo hacen los alfas muy territoriales —respondió Draken, escogiéndose de hombros—. No tiene una función ni una razón, simplemente les gusta marcar a su pareja infinidad de veces, como recordándoles que le pertenecen. Algunos lo hacen en situaciones de nervios o inseguridades —aportó—. Es satisfactorio y calmante; como si reafirmaran que no están solos, que tienen un compañero.
—Claro —asintió Mikey—. No los alfas aburridos como Kenchin.
—Yo no lo hago porque lastimaría a Chifuyu constantemente, pero confirmo que es así —comentó Baji, con la boca llena de aperitivos.
Chifuyu solo sonrió con la misma ternura que nacía en su pecho ante aquellos gestos de su pareja, como si aún fuesen adolescentes.
—De cualquier manera, siempre es un evento consentido —aclaró Mitsuya, tomando un vaso de agua y bebiéndolo—. A mí me gusta que lo haga. Siento como si volviese a elegirme una vez más como su compañero. Es una conexión difícil de explicar.
—Ah, ¡diablos! Me han estafado —suspiró Mikey, echándose hacia atrás en el sofá, dejando que su mirada levitara por el comedor—. Exijo un cambio de alfa. El mío es aburrido. Kenchin no hace nada de eso, ¡quiero más emoción!
—Creo que lo has dicho ya unas diez veces a lo largo del día —le rabió Draken.
—Si tú mismo te empecinaste en engatusarlo —alegó Baji—. Tú lo buscaste, no él a ti.
—¡Que ya lo sé! —respondió—. Es que yo lo amo, saben, lo amo muchísimo. Es, definitivamente y sin lugar a dudas, el amor de mi vida —dijo, haciéndole ojitos a Draken—. Pero es que eres aburridísimo como alfa, Kenchin —se giró hacia Baji y Chifuyu—. La vida rutinaria en pareja, en una relación totalmente seria, comprometida y de larga duración, es una maldita trampa. Cuando menos se lo esperen, ¡zas! Sus citas pasan de ser una cena bajo la luz de las velas a comprar vasos en el supermercado y pelearse porque uno quiere vajilla negra y el otro blanca. ¿Quieren mi consejo? Están bien así. No se casen ni tengan hijos. Dejen que se les arruine la vida a otros idiotas.
—Oye, que yo estoy felizmente casado —replicó Mitsuya, cruzando las piernas con elegancia—. Pese a agendas apretadas, nos guardamos un lugar para el otro en cada momento.
—Bueno, es que ese es otro factor —respondió Mikey—. Ustedes viven ocupados y trabajan incluso en distintos rubros. No se ven en todo el día ni cenan juntos todos los días. No se agobian bajo ningún punto de vista y, a su manera, se mantiene la esencia de la explosividad y la emoción —explicó, irguiéndose en su asiento y gesticulando con las manos, emocionado—. Quiero decir, se ven, tienen una cita romántica bajo la luz de la luna, follan y follan de nuevo. Eso es excitante, es maravilloso, ya sabes, la fogosidad de extrañarse, reencontrarse, sentirse y tocarse. Es como tener la primera cita una y otra vez. ¿Entiendes lo que quiero decir? La necesidad de verse el uno al otro, de verle y desvestirle con la mirada y llenarse del encandilador sentimiento del amor pasional. ¿Sabes qué es lo que hacemos Kenchin y yo cuando nos vemos luego de unas horas? "Pues tú le ayudas con la tarea a él, y yo le ayudo con la maqueta a él".
—Y créanme que las maquetas de Mikey dan pena —acotó Draken—. Tenía que ayudarle con una maqueta del sistema solar y se olvidó de poner a Neptuno y de los anillos de Saturno. Y, encima, utilizó la bolilla más grande para hacer al planeta Tierra. Ni siquiera puso a Plutón con el pretexto de que no lo considera planeta. Mi hijo y yo tuvimos que amanecer rehaciéndolo.
—Bueno —carraspeó Mikey ante las risillas que nacieron ante aquello. Observó a Chifuyu y le apuntó con el dedo—. Tú no te cases —se giró hacia Mitsuya—. Y tú no te embaraces.
—Ahora eres tan considerado conmigo, qué oportuno —siseó Mitsuya, esbozando una sonrisa agrietada.
—Tómalo como mi desarrollo de personaje, hombre —se excusó—. Acá vivimos y morimos por eso.
—Brindo por eso —dijo Baji, levantando su lata. Los demás no pudieron negarse.
—Bueno, me rectifico —dijo Mikey una vez que chocaron las latas, volviendo a mirar a los dueños de aquella sala—. No tengan hijos. Nunca. ¿Los amo? Por supuesto que sí. ¿Los cambiaría? A veces. ¿Daría un riñón por ellos? Ténganlo por seguro. Pero si quieren vivir una relación o un matrimonio de lujo, los niños sobran.
—Bueno, he de coincidir —asintió Draken, recostándose junto a Mikey luego de ver que sus hijos estuviesen lejos—. Tiene razón en todo lo que ha dicho. Es cansino. Es una decisión que la tomas y luego la agradeces, pero que definitivamente no volverías a tomar.
—Exactamente —dijo Mikey, moviendo la cabeza frenéticamente para acentuar su punto.
Cuando Hakkai llegó, fue una bomba de efusión y cariño.
—Oh, ¡querido Taka-chan! —exclamó, abriendo los brazos de par en par, arrojándose sobre él para aplastarle en un abrazo hasta que Mitsuya le golpease la espalda para que lo suelte—. No nos hemos visto en este último par de meses. Lamento no haber estado para el cumpleaños de mi hermano, pero les he traído una miríada de presentes desde Europa.
—A nosotros tampoco nos viste el último par de meses —alegó Baji, estirando sus manos hacia el recién llegado, a la espera de un presente.
—Lo sé, pero a ustedes no les extrañé.
—Qué amable eres —asintió Chifuyu.
—¿Eso significa que no hay regalos para nosotros? —se quejó Baji, dejando caer sus brazos y esbozando una cara de pan triste.
—Claro que no —negó, largando una risa irónica en un soplido—. En la aduana me revisan hasta el centro de la dignidad. Solo podía traer unas pocas cosas.
—¿Y con pocas cosas te refieres a diez para Mitsuya?
—Claro que no —negó—. Tres para Taka-chan, dos para él y Taiju, dos para Angry, uno para Takemichi y Hina, y cinco para mi hermana —explicó con naturalidad, como si no acabase de sonar como un demente—. ¡Ah! Y el regalo de cumpleaños para Chifuyu, pero ese lo he comprado aquí.
—A mí también podías comprarme uno aquí, que no había problema —le comentó Baji en tono juguetón, guiñándole el ojo.
—Deja de llorar, que para mi último cumpleaños me regalaste una soda.
—¡Al menos estuve para tu cumpleaños, no como tú, que encima de que te ausentas, no traes ni una maceta! Una maceta con los colores de Venecia, no me quejaba.
—No estuve en este, pero he estado en todos los demás —replicó. Acto seguido, volvió a reír con malicia—. Como el del año pasado.
—Ah, ahí vamos de nuevo.
—¡Hombre, que me has dado el mejor espectáculo de mi vida! —exclamó, largando risotadas sin piedad—. Ni en mis buenos años de modelo he visto tanta payasada desfilar frente a mis ojos. ¡Ni siquiera en los babyshower de Mikey me había reído tanto!
Mientras Hakkai lloraba de la risa, sus amigos no podían hacer más que sumarse a ello pese al visible fastidio de Baji.
Cuando Angry llegó, Hakkai volvió a convertirse en una bomba de amor.
—¡Angry querido!
—¿Y tu hermano? —le interpeló Baji a modo de saludo.
Angry, con las bolsas de los aperitivos que le tocaban traer en las manos, cerró la puerta y se echó junto a Hakkai de mala gana.
—Ah, ni me lo recuerdes —suspiró chinchudo—. Cuando íbamos a venir, Mucho llegó para buscarle. Mi hermano ni siquiera tuvo la decencia de persistir en su enojo; se arrojó a sus brazos en cuanto le vio, y tuve que echarles cuando en poco tiempo se pusieron demasiado cariñosos. No creo que vengan, cabe destacar.
—Deben estar ocupados con su reconciliación —se rio Draken.
—Gracias por añadir una imagen que no quería a mi galería mental.
Se echaron a reír con ganas, y así, entre chistes e insultos, pasó la noche. Fueron llegando los pocos demás invitados que faltaban y se sumaron a la mesa de aperitivos. Pah y su esposa, efectivamente, llegaron con Peyan. Emma, Takemichi y Hina fueron los últimos en llegar, aún sin ser tarde. Para ese entonces, Baji y Mikey ya estaban a mitad de camino de la ebriedad aberrante.
Charlaron de la vida, Hakkai repartió individualmente y en privado los regalos de los que habían venido, se burlaron de la ebriedad de los protagonistas de las noches de fiesta y lamentaron que Smiley no estuviese para empatar con ellos. Peyan, sin embargo, intentó llenar ese vacío. Pah lo habría hecho también, mas jamás en frente de su esposa.
Entre bailes, recuerdos y risas, cayó la medianoche y pasó inadvertida.
Solo se percataron de la hora cuando el diablo golpeó la puerta, y Baji fue quien corrió a abrirle. Pese a ser las casi las tres de la mañana, el marido de Mitsuya se imponía frente a él entallado en un traje carísimo y el cabello bien peinado. Un traje carísimo que, posiblemente, era uno de los tantos que le había hecho Mitsuya.
—Siempre eres tú quien viene a llevarse a mi amigo cuando se pone divertido. Maldito aguafiestas.
En un buen día y en todos sus cabales, Baji no le hablaría de semejante manera descortés a ese mastodonte sin una razón. Sin embargo, aquel Baji estaba más ebrio que una cuba.
El recién llegado chasqueó la lengua y tornó la mirada hacia la pared junto a él. No podía simplemente irrumpir en la casa ajena como le apeteciese, por lo que solo le quedaba esperar a que el dueño de la casa se moviese y le invitase a pasar; no se trataba de que Baji le importase un rábano, sino de que Mitsuya le regañaría. No era la primera vez que iba a buscarle a esas horas para que no acabase bailando desnudo en el balcón de Chifuyu, por lo que aquella circunstancia no era tan extraña, y no era la vez primera que tenía que lidiar con la ebriedad de quien le destrozó el restaurante. De solo recordarlo le hervía la sangre. Se mordió la mejilla.
Aunque no lo expresase abiertamente, Taiju era un alfa muy celoso; por lo tanto, que su omega estuviese rodeado de alfas embriagados hasta el culo, no le hacía ni media gracia. Especialmente, si Hakkai se encontraba entre ellos. No se trataba de un resentimiento entre ellos dos ni nada por el estilo; al contrario, su relación había mejorado mucho en esos años; sino de que, así como Hakkai no confiaba en él, él tampoco confiaba en Hakkai. Y menos aún cuando se trataba de Mitsuya. A pesar de que su hermano menor había madurado y superado sanamente su separación con Mitsuya y el hecho de que nunca sería correspondido, Taiju persistía en su duda de que hubiese superado su enamoramiento por él. Se había enterado a través de su pareja que Hakkai había salido con muchas personas durante aquellos años, mas que ninguna relación prosperaba. Incluso cuando salió con Angry por un tiempo, quedó en nada. Y Taiju solo atribuía aquellos fracasos al embotellamiento que su hermano tenía en Mitsuya; aunque ya no sufriese por él, definitivamente seguía queriéndole. Podía estar equivocado como no, mas confiaba en su instinto por sobre todas las cosas, y se sentía capaz de reconocer cuando alguien tenía a su pareja en la mira.
Como Dios siempre ha tenido favoritos y protegidos, el ángel que le cuidaba el culo a Baji desde hacía tantos años llegó más rápido de lo esperado, dándole la bienvenida a su humilde morada a Taiju. Aunque él ya hubiese colgado sus guantes y ya no se metiese en peleas ni atacase a nadie, Chifuyu no deseaba que su pareja fuese quien le sacase de su retiro y, por ende, el primero en comerse una paliza suya en años.
Ciertamente, Taiju prefería que Mitsuya saliera por su propio pie; es decir, esperarle en la puerta. De esa manera no tenía que verle las caras a los demás ni descalzarse para ingresar. No obstante, las limitadas veces que Mitsuya salía de fiesta, eso nunca sucedía.
Se descalzó y dejó los zapatos listos para ponérselos fácilmente al salir, ya que sabía que tendría las manos ocupadas.
Baji ya había retornado al grupo desde que llegó Chifuyu a recibirle, quien le guio hasta donde estaba Mitsuya, sentado junto a Hakkai y a Angry.
En cuanto le vio, respiró profundamente y le pidió paciencia al Señor.
—Pero mira nada más —balbuceó Mitsuya en cuanto sus ojos cayeron en él, extendiéndole sus brazos entre miradas somnolientas y una sonrisa facilonga—. Si es mi sol y mis estrellas.
Taiju no respondió. Inhaló y exhaló con calma una vez más y se agachó para enroscar su brazo alrededor de las caderas de Mitsuya para alzarle y colgarle de su hombro como un saco de papas.
—¡Eh, pero qué aburrido eres! —se oyó el coreo de los borrachos.
—Siempre te lo llevas temprano —se quejó Mikey con aquella voz más inestable que sus pies—. Déjale un rato más, vamos, toma un vaso. Mitsuya ha dicho que te gusta el whiskey. Bueno, esto no es whiskey, pero te gustará igual —balbuceó, tomando una lata de cerveza del suelo para ofrecérsela—. ¡Vamos, no te hagas el santurrón, que la carita de alcohólico la cargas igual!
Taiju, impasible ante la pasarela de improperios que se catapultaban hacia él cada vez que iba a buscar a su pareja y quien ya se encaminaba hacia la puerta cargando al otro, se volteó con lentitud.
—Hoy es viernes. Quizás ustedes no trabajen mañana, pero él sí —le respondió con cautela, a sabiendas de que sus palabras caían en saco roto—. Se ha desvivido la semana entera y ha trabajado el doble para poder tomarse el día libre hoy y venir aquí. Necesita descansar. Si ustedes quieren caer en un coma etílico, adelante, pero yo no me permitiré ese riesgo con él —concluyó. Una vez que llegó a la puerta, volvió a hablar—. A su vez, sus hermanas me asesinarán si algo le sucede; a ustedes podrá no interesarles una mierda eso, pero ellas tienen las llaves de nuestra casa y, ciertamente, me dan más miedo que cualquier otro demonio.
Mientras pasaban bajo el marco de la puerta, Mitsuya se removió sobre el hombro ajeno y exclamó con un temblor incapaz de pasar inadvertido en su voz:
—Adiós, niños —el júbilo en su voz contrastaba con sus ojos cansinos, levantando su mano para saludar, patinando en cada vocal—, nos veremos en navidad.
Adiós, adiós se escuchó sin sincronía alguna en respuesta.
Luego de aquel episodio, más de uno se fue. Pah y su esposa se llevaron a rastras a Peyan, que cayó dormido luego de hacer una competencia de shots con Baji y Mikey. Angry aprovechó para irse con ellos, argumentando que estaba muy cansado, y que quería volver por si su hermano también lo hacía. Ya había pasado antes que se fuese y volviese el mismo día.
Emma se llevó a sus sobrinos dormidos para que los gritos de Mikey no les despertasen y no generasen un trauma en ellos al conocer la vergüenza que era estando pasado de copas. Al menos, no desde tan pequeños.
Draken le agradeció infinitamente.
Una vez estuvieron solos los cinco, comenzaron los sincericidios y las obras dramáticas.
—¡Buah, qué lástima, Hakkai! —exclamó Mikey, más ebrio que Baji—. Ese podías haber sido tú, el que llevase a Mitsuya a casa y le calentase la cama. ¡Con lo mal que cae su maridito!
—¡Ah, sí, tan cerca! —exclamó Baji—. La vida puede ser tan no justa, y tan injusta. Me entiendes. La vida es confusa y difusa.
—Eso ha sido tan profundo, Baji —le respondió Mikey, echándose hacia adelante para apoyarse en su rodilla. Sus ojos brillaban ante la conmoción—. Es que me ha tocado, hombre, te entiendo. La justicia en sí no es justa, y es confusa y profusa, hombre, tienes razón.
Draken, que solo estaba picado, suspiró a la par de Chifuyu. Acababa de comenzar el horario de los desvaríos filosóficos.
—¿Ya lo ves? —le respondió Baji con las mismas emociones, dando un respingo—. Ya te digo yo que eres mi hombre de confianza, Mikey, tú siempre me entiendes. A veces peleamos, pero mentes superiores piensan igual, ya te lo digo yo. Dame un abrazo.
Acto seguido, Mikey arrugó su rostro como si estuviese por prorrumpir en llanto y asintió frenéticamente antes de echarse sobre Baji y aplastarle en un abrazo que, si sus funciones motoras no hubiesen estado disminuidas en aquellos momentos, podría haberle roto una costilla.
—La vida es tan injusta que hay hombres como Hakkai que aman toda su vida sin recibir nada a cambio. ¡Qué triste!
—¡Qué triste!
Hakkai, quien estaba ciertamente ebrio también, aunque no lo suficiente como para que su medidor estuviese ni por la mitad del de Mikey y Baji, clamó unos dramáticos lamentos.
—¡Es que es triste si se lo ve objetivamente! ¿O no? —exclamó, exagerando los movimientos de su mandíbula y echando su cuello sobre el respaldo del sillón—. Soy un hombre feliz, ¡feliz como una lombriz! Tengo lo que siempre he querido; he cumplido mis expectativas, tengo un buen trabajo donde tengo miles de personas que matarían por mi favor, viajo a todos lados, he tenido cientos de citas y tengo amigos que amo, una casa preciosa y una hermana aún más hermosa, he perdonado mi pasado y sanado mis heridas, y hasta he retomado mi relación con mi hermano ¡pero la persona que adoré toda mi adolescencia le pertenece a ese mismo hermano! ¡Tan triste, tan triste!
Draken y Chifuyu se miraron con una mueca de tragedia en el rostro. Ninguno más que ellos dos recordaría aquella conversación al día siguiente, y ciertamente sentían la necesidad de frenar aquello.
—¡Tan triste! —exclamó Mikey, asintiendo. Sus labios se torcieron en una trompa—. Kenchin, Kenchin, dame unos pañuelos, que se viene el llanto.
—¡Tan triste, Hakkai, mi hombre! —exclamó Baji junto a Mikey—. Tráemelos a mí también, Kenchin.
A Draken se le revolvieron las tripas al oír ese apodo proviniendo de alguien que no fuese su amante, más aún tratándose de Baji. Chifuyu no pudo evitar partirse de la risa.
—¡Es que, quiero decir! —volvió a clamar Hakkai, tomando otra lata de cerveza de la mesa antes de recostarse de nuevo en el sofá y mirar al techo. Sus manos se arrebataban de lado a lado cual actor teatral—. ¡Yo lo he superado! ¿Va? He dejado atrás todo ese circo de años atrás; qué va, hasta ya he olvidado la mitad, y les juro, les juro, les juro, les juro, les juro y les re-juro que me hace feliz que él sea feliz. ¡Que me hace feliz, de verdad! ¡Y hasta tengo ganas de ser tío, se los juro! —exclamó, comenzando a sentir unas risitas bailar sobre sus labios—. Pero lo quiero, ¡lo quieroooo, lo quiero tanto! ¿Está mal que desee a mi cuñado? No recuerdo un mandamiento que dijese "no desearás al esposo de tu hermano". Dice "no desearás a la mujer del prójimo", y Taka-chan que ni es mujer y ni es prójimo. ¡Que al final del día soy ateo, así que me importa un carajo si es un pecado o si es prójimo! —clamó cual grito de guerra. Alzó su lata cual grial en misa y siguió—. ¡En Alabama no está mal visto que los primos salgan, así que no habrá problema con que yo quiera a mi hermano político! ¿Verdad?
—¡Claro que no! —respondieron Baji y Mikey al unísono—. Tú dale para adelante. Sweet Home, Alabama!
Porque cuando se embriagaban, Mikey y Baji verdaderamente compartían la misma neurona. En singular.
—¿Adelante con qué? —les cuestionó entre risillas, meciendo su cabeza de lado a lado con una mueca hilarante—. Nunca he dicho que quiera hacer algo. ¡Así es la vida, muchachos, no justa e injusta! ¡Estoy bien así, aunque ahora no dé la impresión de no ser más que los despojos de un hombre rechazado! ¡No es más que la consecuencia de haberme tomado quién sabe cuántas latas! —largó un hipido y abrió sus ojos con gracia. Sonrió y sus mirada destacó por su brío—. En uno de mis viajes, un barman me dijo que la dama que me acompañaba era bella de más y que mi suerte era excepcional, ¡y qué tonto! Le respondí que ella era bellísima, ¡qué bellísima! Era una fantasía con labial y un vestido carmesí. Y le dije que podía presentársela si le interesaba. ¡Tenían que ver su cara! —exclamó antes de echarse a reír escandalosamente, sentándose de sopetón y palmeando la mesilla ratona frente a ellos—. Él me dijo que la única manera de que yo rechazara a semejante preciosidad era porque había alguien ocupando mi corazón. ¡Y le dije que sí, qué diablos, aunque no fuese verdad! ¿Y saben qué me dijo? Que para él el amor no correspondido era el más puro de ellos, porque yo no deseo más que su felicidad y no espero nada a cambio. ¡Miren qué tipazo soy, con todas las personas de las que me he enamorado!
—¡El mejor, mi estimado, el mejor! —lagrimeó Mikey, ya acomodado en el regazo de Baji. Este último, a su vez, le tenía abrazado cual peluche y también otorgaba la impresión de querer llorar—. Hombres como tú quedan pocos. ¡Pocos, te digo, poquísimos! ¿O no, Baji?
—Te juro, te juro, te juro que sí.
—¡Es triste eso! —exclamó Hakkai una vez más—. Porque a pesar de que no me entristece que esté en pareja con alguien que no soy yo, ¡me entristece volver a caer en sus encantos una y otra vez cada cierto tiempo! ¡Maldita sea, cuñadito querido, por qué has de ser tan maravilloso y perfecto en cada aspecto! ¡Maldita sea, corazoncito querido, que te encaprichas como un imbécil!
—Pero, Hakkai... ¿esto no te lastima ni un poco? —le consultó Chifuyu bajo la atenta mirada de Mikey y Baji, quienes comenzaron a lagrimear una vez más tras arrugar sus narices como si estuviesen presenciando una tragedia griega y acabasen de morir Antígona y su amante.
—¡Qué va! —respondió, sonriente—. Cada vez que veo lo mucho que Taiju lo cuida, me brinca el corazón —declaró, representando sus palabras con un respingo sosteniéndose el pecho—. ¿Quisiera ser yo? Por supuesto que sí, ¡por supuesto! Pero he aprendido que no lo soy. ¿Y me hace feliz? Por supuesto que sí, ¡por supuesto! Porque él es feliz. Le he amado hasta que su felicidad se ha convertido en la mía, aunque no sea conmigo. ¡Claro que sí! —exclamó, con unos ojos soñadores—. Si algún día se harta de mi hermano y me escoge de corazón, ¡bienvenido sea, aquí le recibiré con todo el amor que puedo ofrecerle! Y si ese día nunca llega, mis sonrisas y mis bendiciones seguirán siendo para él desde mi puesto de espectador, ¡claro que sí! Y no solo con él, ya lo saben.
—¡ESO ES TAN HERMOSO, HOMBREE! —exclamaron Baji y Mikey desde su sofá compartido haciendo aspavientos.
—Si Kenchin no me hubiese marcado y no me lo hiciera tan bien, ¡te juro que me casaría contigo! —exclamó—. ¡No! ¿Sabes qué? Definitivamente serás el padrino de mi tercer hijo, te lo firmo aquí y ahora.
La cara de Draken se distorsionó y el ojo casi le revienta por el tic que le generó oír la última parte.
—Eres un hombre maravilloso, Hakkai —chilló Baji entre tanta emoción—. ¡Te regalo a Chifuyu y a uno de nuestros gatos como muestra de mi aprecio, hombre, por favor!
—Mikey, habíamos acordado que la fábrica ya cerró —le tajó Draken en voz baja, sumamente consternado.
—¡Cariño, la fábrica nunca abrió y aquí tenemos dos bellos críos! —exclamó—. Siempre tienes que esperar lo no esperado.
—Lo inesperado —le corrigió.
—¡Exacto! —exclamó alborotado—. Así como me dejaste embarazado a los diecinueve, eso sí que fue no esperado. Y luego a los veintiuno, diablos, ¡que tú no paras!
—Ah, sí, ahora es mi culpa, ¿verdad?
—Ah, ¡Kenchiiin! —exclamó Baji, sumándose—. Que no te ardas, amigo, los bebés se hacen de a tres, no te culpes.
—¿De a tres?
—Ah, pues sí, ¡la cigüeña, hermano, la cigüeña!
—¡Claro, es un récord que llevemos seis años sin ningún embarazo! ¡Brindo por ello!
—¡Eso!
—Debo sumarme yo también aquí, lo siento —dijo Draken mientras alzaba su copa.
—Pero ¿sabes qué? —interrumpió Mikey, bajando su vaso—. ¿Sabes qué? Ahora tengo que hacer a Hakkai padrino, así que tendremos que quebrantar ese récord.
—¡Claro, si no seré tío, quiero ser padrino! —aportó.
—Vamos, Draken, déjate querer —exclamó Baji, alzando los brazos.
—¿Qué? No, no...
Mikey saltó sobre Draken y comenzó a repartir besos por todo su rostro, trepado cual koala, y Baji los abrazó con fuerza, haciendo peso sobre Draken, al borde de tumbarlo. Chifuyu tuvo que pararse de golpe para sostener la espalda de Draken antes que se estamparan contra el suelo.
Finalmente, Baji saltó sobre ellos y Chifuyu debió de hacerse un lado antes de que los tres cayeran sobre él. Se estamparon contra el suelo, y Chifuyu ya se resignó. Observó cómo el sistema de Mikey no parecía percatarse, y el de Baji menos aún, por lo que suspiró sopesando en las consecuencias de aquellos actos al despertar con su pareja el día siguiente, y decidió que estaba muy cansado para lidiar con aquello en ese momento. A paso lento, se estableció junto a Hakkai, quien observaba la escena entretenido.
Chifuyu, no obstante, vio aquel como un momento para reflejar sus preocupaciones previas y acercársele.
—Hakkai, ¿tú... de verdad estás bien con todo esto?
—¿Con ellos tres partiéndose entre sí? Pues, siempre es gracioso ver a Baji ebrio. ¡Toda una aventura!
—Me refiero a lo de Takashi, sabes, con todo ese monólogo que te has mandado me has dejado preocupado.
Su acompañante se giró hacia él y esbozó una sonrisa de lo más bonita.
—Yo de verdad soy feliz en este momento de mi vida. Solo me gusta dramatizar. Es como hacer chistes sobre las ex parejas. No soy un resentido y no desprecio a ninguna de ellas, pero ¡Dios, qué divertido es hacer chistes sobre las ex parejas! —le dijo entre risas. Acto seguido, se enserió ligeramente para transmitirle la seguridad que pudiese a su interlocutor—. El amor romántico ha pasado a segundo plano, y además, no es como si no me hubiese enamorado de otras personas en el camino; en pocos años he conocido de lo más bello. Lo que sucede es que cada vez que rompo con alguien, vuelvo a fijarme en él.
—No soy quién para criticarte —le dijo Chifuyu, comprensivo e indulgente—. Me parece de lo más razonable. Yo me habría quedado enamorado de Keisuke toda mi vida aunque él no me hubiese correspondido, porque eso es lo que sucede cuando una persona se convierte en tu todo —le dijo—. La única manera de desenamorarte como quién dice, es separándote de esa persona enteramente. Y cualquiera puede decirte "aléjate de Mitsuya", pero yo jamás me habría alejado de Baji. Sería hipócrita de mi parte proponerte una solución tan frívola cuando tú aprecias a Mitsuya, por sobre todo, como tu amigo, de la misma manera en que yo lo hago con Kei. Yo te entiendo, Hakkai, de verdad. Si tú dices que eres feliz, yo te creo de corazón.
—Lo soy, Chifuyu —replicó sin dudar—. Teniendo amigos que se preocupan por mí, como tú, me llena de felicidad. Y sí, como bien dices, Taka-chan siempre será mi gran amigo. No me daría la cara para echarlo de mi vida ingratamente y sin una razón de gran peso. Estoy feliz de que él sea feliz, y estoy feliz de tenerle de amigo, de la misma manera que a Angry.
—Sí, qué lástima que no haya funcionado entre tú y Angry.
—¡No te preocupes! —exclamó—. Hemos prometido casarnos en Las Vegas si no estamos casados a los cuarenta años. Sea como sea, ¡siempre estaremos juntos!
—Tiene que ser una broma.
—¡Que no!
—Pero es que ¿cómo llegaron a esa resolución?
—¡Es que lo amo!
—Sí, pero...
—¡Es que ellos son mis dos mejores amigos! —exclamó. Hakkai ebrio era manejable y no hacía idioteces como Baji y Mikey, mas era muy escandaloso y gritón—. ¿Sabes? Cuando estoy mal con Taka-chan, lo hablo con Souya; cuando estoy mal con Souya, lo hablo con Taka-chan. ¡Así funciona! Soy un hombre enamoradizo —declaró, risueño—. Cuando Souya me rompe el corazón, vuelvo a enamorarme del corazón tierno de Taka-chan, y cuando el efecto de aquello se me pasa o lo veo recibir con la luz en la pupila a mi hermano al volver a casa, vuelvo a enamorarme de la ternura de Souya. ¡Pero es que no tengo suerte! Uno se enamoró perdidamente de mi hermano, ¡y el otro me ha dejado por un Haitani!
—¿Cuál? —ciertamente, Chifuyu consideraba su pregunta importantísima.
—No lo sé, ¡no recuerdo, y es que siempre me los confundo! —clamó—. Rindou. No, Ran. ¡No, es Rindou! No lo sé, ¡debe ser Ran! Sí, me juego el pellejo a que debe ser Ran. Ya sabes, creo que es el de gafas.
—Ese es Rindou, Hakkai.
—Bueno, ¡pero si eso dije!
—¿Y por qué no sale con él? —curioseó—. O bueno, ¿por qué no lo sabemos?
—¡Porque Rindou es un patán! —dijo entre gritos—. Es el novio tóxico de turno.
—¿No se supone que Angry fue el primero en aconsejar a Smiley para llevar una relación sana con Mucho, allá en la adolescencia? —preguntó Chifuyu, dubitativo.
—Sí, bueno, Souya será muy bueno dando discursos que son de la boca para afuera, pero a la hora de ser referente de sus palabras o de tomar sus propios consejo, es el payaso de su propio circo.
—Bueno, Rindou me parece un tipo más decente que Ran, si puedo acotar mi opinión —analizó, ladeando la cabeza.
—Es que eso es como comparar a mi hermano con Mussolini, hombre, que hasta mi hermano parece un ángel al lado de ese tipo —le dijo—. ¡Esa es la misma diferencia entre ambos Haitani!
—Me parece una comparación sumamente desproporcionada, pero vamos.
—¡Chifuyu, es que te juro que Ran Haitani va al infierno y ni se quema!
—Sí, podría ser que sí —aceptó, asintiendo con la cabeza—. Sin embargo, no veo a Rindou muy lejos de eso.
—Rindou irá al infierno también, pero Ran hace chillar hasta al diablo —insistió—. Te juro que llega y Satán se para y le da la bienvenida.
—Pero a Rindo, no —objetó—. Es una mala decisión por parte de Angry, pero...
—Souya le pediría a Rindou que le pise la cara y le estaría agradecido.
—¿Tan así?
—Te juro que sí —asintió frenéticamente con los ojos cerrados—. Este muchacho le ha dejado plantado en más de una ocasión sin motivo alguno, le llama cada vez que está aburrido, le cela por mí, le trata como a un tonto y disfruta de tenerle a sus pies...
—Bueno, eres prácticamente su ex-pareja, es comprensible que sienta celos de su relación...
—¿Cómo que prácticamente? ¡Yo fui su pareja por muchos meses! —exclamó, ligeramente indignado—. Sin embargo, mi conclusión es que Angry debe dejar de leer Wattpad y esos libros nefastos norteamericanos como "El lado explosivo de Jude" y "Hush Hush". ¡Porque ahora busca a hombres como Jude y Patch! ¿Sabes cuál fue mi error, además? ¡Haberle llevado al cine a ver Crepúsculo tres veces seguidas!
—Bueno, coincido, ese no es mi tipo de literatura favorita —asintió, comprensivo—. Sin embargo, si me dejas recomendarle, mi libro de Orgullo y Prejuicio está disponible, mira que hasta Keisuke lo ha leído y ha llorado...
—¡No es el punto, Chifuyu!
—¡Es preferible que se enamore de hombres como Mr. Darcy! —exclamó—. ¡Todos amamos a Darcy! ¡Hasta el buen Baji!
—Creo que es mejor que te limites a leer mangas, Chifuyu.
—¿Quieres un manga de romance? —se entusiasmó—. Mars es uno de mis favoritos, y Rei es mi chico malo y trastornado favorito. Paradise Kiss también es interesante, y no hay tanta toxicidad. Y ¿sabes...?
—¡Chifuyu!
—Bueno, ya, lo siento —se disculpó—. Prosigue.
—Pero es que ya te lo he dicho yo —respondió, obedeciendo—. Los meses que viajo, me enamoro de nuevas personas; vivo un fragante amor fugaz hasta que llega a su fin o me tengo que ir. ¡Una vez intenté mantener un romance a distancia con un muchacho de Rumania! Sin embargo, esas cosas no salen bien, Chifuyu, ya te lo digo yo. Me enamoré también de una mujer parisina, pero rompí con ella porque no poseía tiempo alguno para darle debido a mis ocupaciones laborales. Es difícil, Chifuyu. Es por eso que el amor romántico es prescindible e intranscendental —concluyó—. Porque el amor es maravilloso, y poder vivirlo cuanto dure y sin encasillarte en el mismo lugar donde ya no funciona, también es un aprendizaje y es una gran experiencia. Es mejor un año de amor que una vida entera en soledad.
—Bueno, eso de ser un alma libre no es mucho mi estilo...
—Ya lo sé, Chifuyu —le respondió entre carcajadas—. Pero tampoco hablo de ese tipo de alma libre. Soy un hombre enteramente monógamo. Y no me malinterpretes; si Taka-chan no hubiese estado enamorado toda su vida del mismo hombre y me hubiese dado una chance auténtica, yo me habría quedado con él toda mi vida. Lo mismo se aplica para Souya; si él no se hubiese enganchado con ese tipo nefasto, yo seguiría con él y amándole a él —se sinceró—. ¡Pero las personas tienen gustos de ese tipo hoy en día! Nunca se fijarían en un corazón puro como el mío, ¡nunca! Les gustan los tipos fríos, difíciles y cerrados. ¡Y yo no soy eso! Mira a Mikey atrás de semejante seco como Draken, a Taka-chan con mi hermano, a Souya con Rindou, a Smiley con Mucho. ¡Es el mismo patrón de hombres descorazonados!
Chifuyu asintió irremediablemente. El único que podía rescatar a medias era a Draken, y solo un poco.
—Gracias por no meterme ahí —le contestó riendo.
—Es que Baji es un ex-fuckboy —fue su respuesta—. A ti te admiro. No comprendo cómo lo has logrado.
—Yo tampoco.
—Ya veo.
—Sin embargo, ¿qué es lo que ha pasado verdaderamente entre Angry y tú? —se animó a preguntar—. Quiero decir, yo no sabía esto del Haitani. Nosotros no sabemos nada más que rumores de lo que ha pasado allí. Sabíamos que a Angry le ha gustado Rindou desde hace muchos, muchos años, pero creíamos que era algo platónico.
—¡Ja! Es que el hermano de Rindou ha querido hacerle ojitos a Smiley y no ha salido bien —le comentó—. Por eso el asunto había sido minimizado, para que no se soltara ese chisme. Mucho y Ran casi se fueron a los golpes a pesar de haber sido socios en un pasado, ¡fue hilarante, un auténtico espectáculo! Una pelea de alfa treintañeros de las buenas.
—Pero ¿pelearon?
—Nooooo —balbuceó de repente, como si hubiese estado hilando demasiado bien las palabras para un ebrio y su cuerpo se lo hubiese recordado de golpe—. Rindo y Souya se metieron para que eso no sucediera.
—¿Y tú y Smiley?
—Yo estaba teniendo un tiempo de locos y no me quería perder la novela —admitió sin pudor alguno—. Y Smiley estaba igual; me decía que ver a Mucho enfadado y/o peleando le calentaba demasiado.
—Bueno, no me sorprende.
—Era una situación extrema de testosterona —le dijo—. ¡Era como querer ir a la guerra o desear un sable de luz! ¡Podía sentirlo!
—Ya veo —asintió, como quien le da la razón a un demente—. Sin embargo, ver a Keisuke enfadado es todo un show para mí también, he de admitir.
—¡A que sí! —exclamó, emocionado como si compartiese la excitación por Baji—. De cualquier manera, es una lástima que Ran no le haya soltado los perros a Smiley muchos años atrás, porque definitivamente habrían tenido una buena relación. Dos diablos agresivos, desalmados, sin ataduras ni responsabilidad emocional. Habrían congeniado fantásticamente.
—Definitivamente —le dio la razón—. Sin embargo, Smiley necesita un compañero que le mantenga con los pies en la tierra y que se acople a su comportamiento imprevisible. Ran y él habrían incendiado tres iglesias en tan solo una cita.
—Tienes toda la razón, mi querido Chifuyu —coincidió, patinando las sílabas en su nombre—. Pero el sexo habría sido de un nivel superior.
—Bueno, de cualquier manera, creo que podemos testificar que con Mucho no la pasa nada mal, así que dudo seriamente que se esté perdiendo de algo —razonó Chifuyu, con un ligero resentimiento de que se hubiese ausentado a su cumpleaños.
—Bueno, tal parece, ¡pero se ven bien juntos! Y sabes, me impresionó mucho que Smiley no le haya dicho nada a Ran Haitani. Lo ignoró como si supiese que en casa comía mejor. Jamás creí que presenciaría semejante acto de lealtad monógama por parte de alguien como él.
—¿Por qué te sorprende? Ya hace años que Smiley sentó cabeza —le dijo—. Me impresiona, de cualquier forma, que su primera relación durase tanto, considerando los serios problemas de compromiso que tenía.
Chifuyu estaba enteramente consciente de lo que decía, ya que, pese a que le costó años, comprendió que Baji jamás había tenido un problema con el compromiso; simplemente le esperaba a él.
—Pues me sorprende, porque Ran es ardiente —soltó, sin vergüenza alguna—. Yo le dejaría que me arruine la vida.
—Bueno, Hakkai, pero te sigues yendo por las ramas —le pidió de nuevo. Temía que Hakkai cayese dormido en cualquier momento y se olvidase de compartirle su historia. O peor aún, que comenzase a delirar con Ran.
—¡Oh! ¿Lo de Souya y yo? Bueno, supongo que he de ir desde el principio, ¿no?
—Pues, me gustaría.
—¡Bueno! —exclamó chocando las manos con emoción. Narrar los monstruos, las desgracias y las bellezas de su vida le maravillaban, le entretenían. Su voz y sus vocales, cada tanto patinaban por el alcohol en su sangre—. Estuve enamorado de Taka-chan desde que lo conocí, ¿verdad? Él jamás mostró ni medio interés en mí más que el que pone sobre todos los demás. Ni en mí, ni en mi hermana, ni en nadie más. Llegué a sospechar de que pudiera gustarle Draken, mas mis teorías carecían de fundamento alguno —comentó. En aquel momento, Hakkai había pasado a la fase de ebrio que revelaba toda su intimidad sin tapujos y que al día siguiente se arrepentía—. Jamás, jamás, jamás me imaginé la posibilidad de que le gustara mi hermano, puesto que ni siquiera conocía el hecho de que eran amigos en secreto. ¡Lo cuál es canon, Chifuyu! ¡Es canon, me lo han confirmado!
—¿Canon...?
—¡En fin! —exclamó, revoleando un manotazo al aire—. De haber sabido previamente que era así, o de tan solo haberlos visto juntos por medio segundo antes del día revelación, hasta un tonto como yo se habría percatado. ¡Ya te lo digo yo!
—Bueno, a decir verdad, la primera vez que los vi juntos fue demasiado obvio —confirmó—. Hasta un tonto como yo se dio cuenta.
—¡Lo ves! —gesticuló exageradamente y palmeó sus muslos para enfatizar—. ¡Así son! Cuando me confesó que, no solo se veía con él, sino que se había enamorado de él, sentí que el mundo se me venía encima. ¡Ya sabes, Chifuyu, los adolescentes son tan dramáticos! Cada dolor es una tragedia sin precedentes en su vida, son egoístas, chillan por todo y piensan que el mundo se va a acabar cuando al niño que les gusta, les gusta otro. Así son y así fuimos.
—Sí —asintió—. Sinceramente, no hay nada en este mundo que me dé más vergüenza que mirar en retrospectiva a lo que fui en mi adolescencia —dijo—. Quiero decir, fui feliz, fui inmensamente feliz, pero por Dios, ¿era necesario vestirme y peinarme cono un ridículo? O siquiera, ¿se podía ser más idiota?
—Bueno, hay gente en el medio como Takemichi.
—Dudo que haya sido más tarado que yo.
—Eso está por verse.
—Bueno, ¡de vuelta al tema!
—Bueno, ¡eso! —exclamó Hakkai. Juntó sus manos exaltado y su mirada quedó estancada en un punto fijo y su boca se abrió para permanecer así—. ¿En qué me quedé?
—En que fue catastrófico cuando Takashi te confesó lo de Taiju.
—¡Ah, sí! —exclamó a la par que le abordaban los recuerdos. Amplió su sonrisa y perdió su mirada—. Qué desastre fue aquel. Yo fui un idiota, y él también.
Chifuyu no pudo hacer más que asentir entre risas.
—Bueno, el tipo intentó olvidar a Taiju y, en compensación, creyó que lo mejor era si salía conmigo, que quizás así debían ser las cosas. ¡Qué estupidez! Parte de eso fue mi culpa, por ser un adolescente insoportable que no tomaba un no por respuesta y que se negaba a aceptar que no era correspondido —continuó—. Además, en la adolescencia tenemos menos amor propio que una almeja. Eso no ayuda, vamos, ¿quién carajo nos diseñó?
—No lo sé, pero siento que estás hablando de mí.
—Tú nunca fuiste un pesado con Baji —le defendió.
—No, pero tenía menos amor propio que tú —alegó, bajando la mirada, percibiendo la formación de una sonrisa amarga—. Al menos, tú tenías el valor de buscar aquello que deseabas, te quisiste lo suficiente para marcar límites y alejarte.
—No fue un quererme lo suficiente para marcarme límites —murmuró, contagiándose de aquel gusto agrio—. Fue un punto desesperado en el que ya no sabía qué hacer para dejar de sentirme mal. Estar con Taka-chan era todo lo que quería, y al mismo tiempo me dañaba horrores, y es que ¿qué resultaba en lo restante? Estar con él me dolía, y estar lejos de él, también.
—Te comprendo —asintió Chifuyu, pensando en sus propias experiencias.
—¡Entonces! —exclamó, reavivando la chispa—. Ahí es cuando Souya entra en juego. Ya sabes, desde el incidente de Tenjiku, descubrí que era un niño de lo más adorable y divertido, nos hicimos amigos, pero en ese entonces yo seguía devotamente enamorado de Taka-chan, por lo que tanto mi amistad como mi corazón lo tenían a él como dueño y señor —razonó como pudo. Pese a su euforia, el sueño estaba comenzando a acecharle—. Cuando me vi obligado a separarme de él, todo lo que tuve fue a Souya. Y sabes, me doy cuenta de que no puedo enamorarme de alguien si no es cuando estoy en la mierda. ¡Esa dependencia emocional es de lo más graciosa!
Chifuyu no supo si era adecuado reírse en aquel momento.
—Ya sabes —continuó—. Mi infancia fue una mierda, una puta mierda. Mi hermano fue una basura. ¿Hizo lo que pudo con nosotros? Sí, pero eso no quita nada de lo que hizo. Prefiero mirar hacia atrás en mi adolescencia, que recordar mi infancia —afirmó sin temor a equivocarse—. Estoy seguro de que a Taiju debe pasarle lo mismo. Ninguno de los tres quiere recordar esos años.
—Estoy seguro de que es así—quiso confortarle, pese a que no era necesario verdaderamente.
—Entonces, siendo yo un niño que no conocía el afecto, me aferré violentamente al primero que recibí.
—Quizás eso mismo le sucedió a Taiju —mencionó Chifuyu, reflexivo—. Quiero decir, él nunca tuvo un amigo, ¿no? Por lo que me han dicho, era un tipo inmanejable que no congeniaba con nadie.
—Sigue siendo así, solo que tiene a Taka-chan para equilibrar su odiosidad.
—Bueno, sí, pero él era muy solitario, ¿no? —le preguntó, sacando asunciones de la información suelta que había recopilado entre oídas—. Por tener que hacerse cargo de las cosas de la casa, nunca tuvo tiempo para hacer amigos, nunca aprendió a desenvolverse, y siendo un niño violento y cargado de odio, supongo que habrá sido peor —observó—. Para él, Takashi también fue una luz en su vida. También le sacó del pozo en el que se había metido él solo, y también había sido su primer amigo, su primera muestra de afecto, su primer amor. También en la vulnerabilidad lo encontró. Yo no... yo no habría hecho lo que hizo Takashi, sinceramente, hasta el día de hoy poseo cierto recelo al respecto, mas puedo comprender el vínculo que tienen.
—Así es —asintió, coincidiendo plenamente en todo lo que acababa de oír—, pero si lo pones así, tanto Taiju como yo estábamos en las mismas condiciones, ¿no? Quiero decir, a ambos nos conoció en situaciones de vulnerabilidad y ambos nos aferramos a él como nuestro norte. Y sin embargo, Taka-chan se enamoró perdidamente de él, y no de mí.
Chifuyu desvió la mirada.
—Hay personas que simplemente no son para nosotros, y eso está bien.
—¡Por supuesto!
—Taiju debía tener aquello que Takashi buscaba, aunque quizás no supiera qué era —continuó Chifuyu—. Si me preguntaran por qué me enamoré de Keisuke, no sabría qué decir. Él es maravilloso, por supuesto que sí, y pese a haber otras personas igual o más geniales que él, para mí no hay lugar para esas personas. No te desanimes; solo no eras tú.
—Tengo la autoestima demasiado alta en este momento de mi vida como para que eso me hiera de alguna manera —rezongó, cruzándose de brazos—. No obstante, hasta el día de hoy lo veo como pésimo gusto. ¡Pésimo, te digo!
—Bueno, lo importante es que saliste adelante y estuviste con muchas personas, y fuiste feliz al respecto.
—¡Claro! —asintió, de repente dejando de lado su estado medianamente somnoliento—. Tuve tantos momentos felices que no podría contarlos a todos.
—Espera, a todo esto, ¿no era imposible para ti hablarle a las mujeres?
—Pues, sí —asintió entre carcajadas—, pero eso se supera, maldita sea, ya estoy grandecito, ¡y vamos, Chifuyu! Trabajo en un rubro en el que el contacto con mujeres es inevitable.
El aludido escrutó su rostro por unos segundos.
—Aún te aterran, ¿no es así?
—Un poco, sí.
—Entonces... hablábamos de Souya. ¿Podemos ir al grano? —aceleró Chifuyu—. No falta mucho para que estos tres payasos se sumen de nuevo.
—¡Oh claro! ¿En qué...?
—En que te enamoras de la gente cuando estás vulnerable.
—¡Bueno, así! —exclamó antes de continuar—. Souya se aferró a mí para que no me desmoronara, mira, que le debo mi corazón entero. Porque mira que decepcionarme de la persona que previamente me había salvado de todas las decepciones que me había otorgado la vida, fue duro —le dijo—. Porque, bueno, el rechazo en sí fue difícil de aceptar, pero el hecho de que fuese por mi hermano, a quien yo adjudico la razón de todos mis males y a quien no soporté por años, fue... fuerte. Por decir poco. ¡Hoy por hoy está todo bien con él! —clamó de repente, insistente. Le encantaba quejarse, mas disfrutaba asimismo de aclarar que no guardaba rencores en su corazón. No obstante, su tono se hizo solemne por un minuto y su mirada se clavó en sus manos—. Pero no, no es fácil salir de una núcleo familiar violento. No lo fue para ninguno de nosotros.
Chifuyu solo le observó atentamente, rezando que no comenzase la fase de ebrio llorón y que aquello se desvirtuase enteramente.
—Taiju nunca perdonó la muerte de mamá, y la ausencia de papá solo lo empeoró y lo llenó de rabia contra la vida misma —continuó, cerrándose sobre sí—. Y siento que eso llegó a mí también. Ese odio, ese resentimiento contra la vida y contra él, también se formó en mí. Y cuando Taka-chan lo eligió a él, no pude evitar que esos sentimientos, en cierta manera, se tumbaran contra él. Eso no debía ser así. Taka-chan no tenía nada que ver con nosotros y nuestros conflictos.
Chifuyu, por primera vez, comenzó a creer que Hakkai fingía y exageraba sus episodios de alcoholismo, puesto que su porte, sus palabras y sus confesiones excedían las de una persona ebria. Baji, en su lugar, no sería capaz ni de contar hasta siete.
—Quizás, pero nadie puede decirte que estuviste verdaderamente mal en tu actuar —le respondió—. Tú también hiciste lo que pudiste con lo que tenías. Todos lo hicimos. Tu dolor siempre fue tuyo y de nadie más.
—Así es —sonrió—. Bueno, y cuando me vi obligado a separarme de Taka-chan durante esos meses, me sostuve en Souya. Nos hicimos tremendamente unidos, nos acompañábamos en todo. Incluso a pesar de todo y a día de hoy, podría decirte sin duda alguna, que es el mejor amigo que he tenido, y el mejor que voy a tener —le aseguró, ampliando su sonrisa significativamente—. Aunque mañana dejásemos de hablar, yo aún le amaría con mi alma entera, porque eso es lo que él significó para mí. Yo no sería lo que soy hoy sin él. Y me dirás que no, que nadie sería quien es sin las demás personas que le rodean; ya lo sé, pero yo no estaría orgulloso de ser quien soy hoy. Él fue el que no me dejó caer ante las bajezas y me obligó a seguir adelante para convertirme en quien soy ahora.
—Eso es muy bello —respondió Chifuyu, con una sonrisa que expelía dulzura, maravillado por lo que oía.
—Lo es —asintió—. Con el tiempo, esa personalidad de él comenzó a parecerme extremadamente atractiva, y empecé a verlo de otra manera, y ya sabes el resto —explicó vagamente entre risas—. Es una persona hermosa. La química afloró naturalmente y ¡bam! Salimos unos meses.
—¿Y ahí?
—Pues, así como Taka-chan nunca superó a mi hermano, Souya nunca superó su amor platónico por el demente de Rindou Haitani, y aquí estamos.
—¿Cómo fue?
—Pues, íbamos bien —rememoró, mirando el techo y torciendo los labios—. Hasta que la nación de los Haitani atacó. Se cruzó a Rindou un día por la calle y volvió a caer —se encogió de hombros—. Se dio cuenta de que no estaba enamorado de mí, y ahí acabó todo. Pudimos seguir siendo amigos sin problemas, sabes, yo ya no mantengo expectativas muy altas ni idealizaciones muy fuertes luego de lo ocurrido con Taka-chan, y bueno, con los meses empezó a conocerse con Rindou. Y desde ahí, van y vienen. Vienen y van. Se pelean y vuelven. Se ven y se evitan. Se reconcilian y lloran. O más bien, Souya llora.
—Qué peligro.
—Sí —coincidió severamente—. Ojalá un día de estos Rindou lo haga llorar y Souya le parta la dignidad a ese desgraciado.
Chifuyu solo pudo reír a carcajadas.
—¿Entonces cuál es tu lugar ahora?
—¿Mi lugar al respecto? —le preguntó—. Ninguno. En un inicio, cuando esa situación comenzó, me volví a encantar con Taka-chan luego de un tiempo, mas al escucharle hablar varios días sobre lo mucho que ama a mi hermano, recordé que ya es mi cuñado y se me pasó.
—Eso suena muy conflictivo.
—Oh, lo es —aseguró—. Sin embargo, luego de eso me fui de viaje por el trabajo y conocí todo tipo de personas, volví a enamorarme y a dar vueltas —le comentó, esbozando una sonrisa—. Sin embargo, por tal o cual motivo, las cosas no resultaban. Volví a ver a Souya luego de meses y recordé lo precioso que era, y ahí anduve revoloteando a su alrededor un tiempo, hasta que fui a visitarle un día y el que me abrió la puerta fue Rindou. Ahí, nuevamente, se me pasó —soltó una carcajada por solo recordar aquella situación incómoda—. Ahora mismo, no estoy enamorado de nadie, pero ¿cuánto durará? Mi próximo viaje es en un par de semanas. Ahí veremos. ¡Soy tan enamoradizo, y tan idiota!
—Eso me parece estupendo —le apoyó, asintiendo con la cabeza en gesto aprobatorio—. Puedo corroborar, al menos, que estás feliz.
—¡Claro que sí! —exclamó vivamente antes de echarse sobre Chifuyu y abrazarle con fuerza—. Esta es mi mejor versión.
Aquello llamó la atención de Baji, quien se acercó lentamente mientras arrastraba a Mikey tras de sí, y este a Draken, quien ya estaba hastiado de lidiar con ese par.
—¿Tú crees? —le cuestionó Chifuyu con ternura, ciertamente feliz de ver bien a la gente que le rodeaba.
—Te juro que sí —afirmó Hakkai. Acto seguido, se rio y acotó—. Si yo pudiera ver a mi yo de quince años y pedirle que no fuera tan pesado, quizás lo haría.
—Yo también —coincidió Baji, uniéndose a la charla por fin, aunque ni siquiera sabía ni con qué coincidía.
—Si yo pudiera pedirle a mi yo de diecinueve años que no se acostara con Mikey en su cumpleaños, también lo haría —dijo Draken, mitad broma, mitad quién sabía.
—Si yo pudiera decirle a mi yo de quince años que dejara de ser un imbécil, lo haría —acotó Mikey, quien pese a su ebriedad se mantenía de pie y medianamente cuerdo—. No me haría caso, ese hijo de puta, pero se lo pediría.
Chifuyu, embebido en la conversación que había llevado a cabo con Hakkai, que sabía que calaría en él durante días, dijo:
—Si pudiera abrazar a mi yo de quince años y decirle que el dolor pasaría, lo haría.
En aquel momento, los cuatro se miraron como si aquello hubiese sido un golpe de realidad y las risas resonaron en aquella sala. No eran las risas de pura gracia, sino de aquellas de festejo, alborozo, y una pizca de lástima. Como cuando oían un chiste de autoburla cuya gracia residía en que era completamente verdadero y acertado. Se reían de sus propias desgracias, de la historia detrás de cada cicatriz, de la realidad de sus sentimientos, de sus pasados, de sus primeras atracciones, de sus primeras decisiones.
Se reían porque se querían, porque se arrepentían, porque agradecían, por quienes eran y por quienes fueron.
Me tomé dos meses again, pero ahora ya vine con todo, skereeee
Sé que todo el mundo decía que Mikey iba a terminar embarazado después de la primera cogida, Y COINCIDO, pero la verdad es que los embarazos adolescentes me aterran de una manera que no se hacen idea, y no le deseo esa desgracia ni a los personajes ficticios. 😩 Por esa razón quería esperar a qUE MÍNIMO tuviesen 19. Sigue siendo una pesadilla, pero menos aterradora.
Pura charla bonita el capítulo, pero no me pueden decir nada de que las charlas son aburridas o infructíferas cuando a Bojack Horseman lo nominaron al Emmy por el bendito capítulo del churro🛐
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