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2. Conoce tu lugar, Inupi

Do you ever wonder if the stars shine out for you?

Si tuvieran que ponerse a contar cuanto virgen había en la sala, no alcanzaban los dedos de ambas manos. Con suerte, de la veintena de personas, quizás siete u ocho no lo eran, contando a alguna que otra amiga de Yuzuha. Y adivinar quiénes eran los que no formaban parte del grupo de puros y castos no era muy complicado, especialmente dentro de la Touman.

Sin embargo, nada de eso les detenía de hacerse los picantes y burlarse, hacerse jugarretas subidas de tono, acusarse de vírgenes los unos a los otros dotando al término de algo peyorativo solo por haber tocado una teta más que el otro, aunque solo hubiese sido por accidente y con el codo.

Con todo aquel rollo se podía decir que el grupo se dividía en los vírgenes que no molestaban a nadie, como Chifuyu y Hakkai; los vírgenes que eran un fastidio, como Peyan y Takemichi. Y a su vez lo mismo aplicaba para los que no lo eran. Los no vírgenes que no se entrometían en la vida sexual de nadie, como Inupi y Smiley, y los no vírgenes que eran un grano en el culo como Baji y Koko.

Las palabras dichas revolucionaron a los presentes en la sala. Todos tenían asuntos pendientes que saldar y ganas por sacar a flote. El barullo aumentó mientras la gente se movía de sus lugares para acomodarse en una ronda improvisada alrededor de Koko.

Mikey y Draken se miraron con curiosidad. Les gustaba ese tipo de cosas, pero en aquel momento tenían flojera hasta de hacer aquello. Además, sabían lo que verían.

Mikey sabía que las damas iban a hacer lo que fuere por retar a Baji a que las bese; sabía que Koko haría un millar de chistes sexuales y sabía que Mitsuya le regañaría por ello; sabía que Takemichi estaría arrimado a Hina todo el rato, que Baji estaría fantaseando con el cumpleañero con ahínco y que le echaría la cara en cuanto le diesen la oportunidad; sabía que Chifuyu haría preguntas estúpidas que nada calzaban con el tipo de ambiente que les rodeaba, tales como "¿Prefieres el chocolate caliente con azúcar, o sin azúcar?", "¿Cuál es tu manga favorito?", "¿prefieres morir ahogado o incendiado?

Sabía también que a Draken le daba pereza ese tipo de situaciones, tanto por las mismas razones como por la carencia de ganas de tener que exponer su dignidad para que saciaran su sed de sangre y chisme con ella.

La gente comenzaba a arremolinarse en el centro, rodeando a Koko, quien se autoasignó el rol de host de la fiesta. Tras unas indicaciones se formó una gran ronda y se dio inicio al teatro.

—Nada que involucre alcohol, Koko —advirtió Draken, quien se había acomodado entre Mikey y Smiley—. Al menos, no cuando retes a ya sabes quién —aclaró, mirando de reojo a otro integrante de la ronda.

—No es necesario que me mires así, Draken —se atajó Smiley.

—Siempre es necesario desde que tú y Angry alcoholizados son un peligro —aseveró—. Nunca se es demasiado precavido cuando se trata de ustedes.

—Ya pasó mucho tiempo desde la última vez —aminoró con un gesto despectivo.

—Desde la última vez en la que Angry nos reventó y tú rompiste el sofá de Mitsuya cuando quisiste taclear a Mikey y te llevaste puesta una lámpara.

—Qué rencoroso eres.

Koko rio y negó con la cabeza, interfiriendo en aquel sermón.

—No haría algo tan burdo como eso —le respondió—. Si quisiera alcoholizarlos habría propuesto un "nunca, nunca" —aclaró; sabía que alcoholizarlos era una manera de sonsacarles aquella información picante que él quería, pero para eso iba a tener que beber él también—. Solo quiero divertirme un poco a costa de ustedes.

Luego de un par de vueltecillas aburridas en las que sucedieron un par de las predicciones de Mikey, como por ejemplo, más de una beta intentando echarle el rostro a Baji infructuosamente; que él se negara a algo de contacto humano era sorprendente, pero si se tenía en cuenta que tenía a Chifuyu en frente, cobraba sentido que escapara de los labios impuros que querían corroer sus esfuerzos de castidad; finalmente, tocaron rondas más entretenidas.

—Te reto a que la próxima vez que vayamos a una discoteca tú y Mikey bailen sobre la mesa del centro —le desafió Pah a Smiley.

—Lo que hacemos siempre, quieres decir —le respondió el aludido.

—Así es, pero la última vez nos dejaste a la media hora de llegar para irte con una chica —le enrostró. Pah podía ser igual de fastidioso que Peyan cuando quería ligar, mas las salidas con amigos eran sagradas para él, y no había genital que quebrase eso—. Y a Mikey le aburre bailar solo.

—Pues, si no le está refregando el culo a alguien se aburre —se burló Baji desde su lugar con una risa dañina.

—Y si tú no tienes la espada clavada en una piedra tampoco eres muy divertido. 

—¡Baji lo hizo a los quince minutos! —abogó Smiley por sí mismo, apuntándole con el dedo al mencionado, irrumpiendo en la respuesta ensañada que Baji iba a otorgar.

—Ya, pero Baji es Baji —intervino Draken.

—Oigan, ya han pasado dos meses desde esa noche —se defendió Baji, sintiendo la mirada de Chifuyu sobre él. Mataría al mayor de los Kawata—. Además, volví a las tres horas. Smiley no volvió nunca.

—Tú volviste a irte media hora luego al percatarte de que Chifuyu ya se había ido —objetó Pah.

—Mikey ya se había ido también —se excusó, echándole los muertos a su amigo.

—No es cierto —desmintió Mikey—. Me había colado en el sector VIP para dormir en uno de los sillones.

—Es lo mismo que irte —reclamó.

—¿Estaba en la disco, o no?

—Seguro entregaste el culo para que te dejaran pasar —siseó, cruzándose de brazos. Sus ojos destellaban.

—¿Acaso te crees que necesito abrirme de piernas para seducir a alguien? —le cuestionó con una sonrisa ladina—. No soy un cavernícola de tu calaña.

—Bueno, ya entendimos, muchachos —apaciguó Mitsuya, riendo, al oír el gruñido de Baji.

—Por supuesto que lo haremos —aceptó Smiley, completamente ajeno a la obra de teatro de agresión que estaba desarrollando ese par—. La próxima que vayamos prometo un show de verdad, muchachos.

—Mientras no rompas otra mesa me alcanza —le respondió Draken—. La última vez nos hicieron pagarla antes de echarnos.

—Sí, en verdad son unos imbéciles —añadió Koko, recordando aquella noche.

Cuando las rondas se retomaron, Mikey comenzó a cansarse.

—Mikey —le llamó la atención Chifuyu en voz baja—. Tu cara está un poco colorada. ¿Te encuentras bien?

Ante aquella pregunta, Mikey asintió con calma y se excusó para desaparecer de la ronda. Draken le vio irse y se preocupó acerca de lo que podía tener a Mikey así, pero supuso que no era nada de relevancia, puesto que no le había notado decaído ni mucho menos.

Mientras Draken permanecía con la duda latente no se había percatado de que la botella le había apuntado a él.

—Y tú, Draken, cuéntanos —inició Koko de manera sugestiva, llamando su atención—. ¿Eres así de largo en todo el cuerpo, o solo de altura?

—¿De veras me preguntas eso frente a tu pareja? —le cuestionó Draken, mirando de soslayo a Inupi una vez que se incorporó a la ronda nuevamente.

—No es como si yo fuese su omega ni nada por el estilo; los betas como nosotros dos no nos debemos ningún tipo de lealtad exagerada como sí se deben los alfas y omegas —le sonrió con una malicia palpable y le dijo—. Tampoco es como si tú fueras un alfa que ya tiene a su omega, ¿o sí lo tienes?

Ahí estaba. Había sido ese el verdadero motivo detrás de aquella pregunta indecorosa. Era algo que todos querían saber, una duda global que se susurraba de boca en boca y que Koko había tenido la audacia de averiguar por su cuenta.

—Claro que no —negó con la cabeza, despejando las dudas de media sala.

Se aproximó a tomar la botella para girarla, pero le interrumpieron nuevamente.

—Espera, aún no has respondido lo otro —le guiñó, socarrón.

—Soy largo en todo el cuerpo —le sonrió, sintiendo cómo su paciencia se agotaba con cada pestañeo de Koko—. ¿Estás feliz?

—Yo no, pero Mikey seguro que sí.

—¿Mikey?

—¡Gira la botella! —exclamó, interrumpiéndole. Los demás se sumaron para incitarle a girar.

Draken evitó el asunto e hizo lo que el público exigía. Su sonrisa se amplió al ver que le tocaba a Kokonoi de nuevo.

—Koko, ¿verdad o reto? —le preguntó Draken, ansioso por devolverle el golpe.

—Verdad —contestó luego de pensárselo un par de segundos con la lengua afuera—, pero porque me da flojera moverme para hacer un reto.

—Muy bien —asintió Draken, sintiendo el retorno de Mikey a su lado, quien se sentó y recostó la cabeza sobre su hombro.—. ¿Venderías a Inupi por doscientos mil yenes?

—No —negó, seriamente—. ¿Qué te crees, que lo regalaría tan barato? Un millón y hay trato.

—Gracias, cariño —habló el sarcasmo de Inui a su lado, palmeándole el brazo.

—Conoce tu lugar, Inupi —le respondió, riendo, antes de echársele encima para comerle la boca.

—Koko, por favor... —le regañó Mitsuya como si Kokonoi acabara de dibujar el kamasutra en la cúpula del Vaticano en medio de la misa de Pentecostés.

—No te hagas el mojigato aquí, Mitsuya —le dijo en respuesta una vez que soltó a su pareja. Su mirada perspicaz cabreaba de sobremanera al otro, quien le miraba imperturbable—. No eres el indicado para ello.

Hakkai observó a Mitsuya desde su lugar, extrañado por aquel encontronazo camuflado que no notó nadie más que él e Inui. Las miradas tensas entre Koko y él se rompieron súbitamente y todo volvió a su cauce. Por otro lado, en medio de risotadas y griterío, Mikey se desapareció de la ronda nuevamente. En aquel momento Draken se decidió a seguirle, abandonando la ronda a su par.

Si había algo que cabreaba de sobremanera a Kokonoi eran los santurrones, y Mitsuya era justamente eso. No encontraba mérito en sus nobles acciones y en su estricta rectitud moral como si no tuviese nada que esconder; le disgustaba que por ser el único omega abiertamente presentado de Touman se creyese el único capaz de ponerlos en línea como una madre; que lo hacía, pero ciertamente le molestaba que se enorgulleciese de eso. Tampoco era de su agrado su actitud inmaculadamente virginal cuando era quien menos debía de tenerla; que no le gustasen las muestras de afecto públicas era aceptable, mas que se escandalizara cada dos chistes sexuales era un comportamiento hipócrita como mínimo.

Por lo tanto, decidió aguardar en un silencio que suscitó un recelo evidente en Mitsuya, quien le miraba con la clara sospecha de que Koko se encontraba al borde de hacer una maldad.

Y qué acertada que era su sospecha.

En el momento en el que la botella volvió a apuntar a Koko por aquellos azares del destino que acompañaban a uno y a otro maldecían, Mitsuya tragó duro. Ni siquiera pudo distribuir su atención para oír la pregunta que le hicieron a Koko ni lo que respondió; su foco estaba en la botella en el centro; sabía que el otro lograría que la botella le apuntase a él cuando le tocara girarla. Simplemente lo sabía, porque Kokonoi era de los que siempre se salían con la suya. 

Milagrosamente, la fortuna le besó la frente a Mitsuya cuando Koko tomó la botella entre sus manos, puesto que Yuzuha, que no estaba jugando, llegó junto a él para tomar a Hakkai y arrastrarlo hasta el jardín con la acuciante necesidad de tomarle fotos, objetando que la noche tenía demasiadas estrellas.

Sin embargo, Koko giró la botella con una sonrisa que nada mitigaba; incluso se atrevía a a firmar que el hecho de que Hakkai no estuviese le ayudaba asimismo. Podía ser venenoso, pero no tenía tanta maldad en su torrente sanguíneo como para desear fastidiarle adrede. Cuando el pico de la botella se detuvo frente a Mitsuya, no pudo evitar sonreír ante su precisión y la bendición de la casualidad.

—Mitsuya, ¿qué eliges?

El aludido lo observó en silencio durante unos segundos debajo de los ojos de los demás; la riña entre ellos dos era conocida únicamente por ellos, Inui y Hakkai, por lo que nadie le dio mayor importancia al rollo que se llevaban ellos dos. Pensó en las posibilidades y supo que si elegía la verdad, Koko le arruinaría la vida, por lo que encontró una mayor cantidad de probabilidades de escape eligiendo la otra opción.

—Reto.

Koko ya sabía que elegiría aquello para irse por la tangente, pero ya había maquinado una serie de soluciones para ello.

—Te reto a que reveles...

—Eso no vale —le paró Mitsuya, estoico—. Y lo sabes bien.

Koko rio con malicia al descartar su primera opción. Inupi comenzó a incomodarse con el ambiente y al notar las facciones endurecidas de Mitsuya, por lo que comenzó a codear a su pareja para que cortara lo que estaba planeando hacer. Por otro lado, el resto comenzó a interesarse por aquel tira y afloja.

—Muy bien, entonces —inhaló con determinación y la astucia de sus ojos se clavó en las costillas de Mitsuya—. Te reto a que llames por teléfono a la persona con la cuál perdiste la virginidad. Ahora.

Aquel misil cayó y destrozó todo a su alrededor. El griterío se alzó y el revuelo comenzó; porque Mitsuya era del tipo que sabía todos los secretos de los demás pero cuyas verdades nunca eran develadas. Chifuyu se sorprendió y Baji comenzó a vociferar vulgaridades mientras que los demás se exaltaban ante el chisme del año de que Mitsuya había jugado callado todo ese tiempo. Comenzaron a superponerse exclamaciones de sorpresa y reclamos.

¿Quién es?

¿Cuándo sucedió?

¿Por qué no me has contado nada, maldito, cuando yo te he contado todo?

Cuenta, cuenta, ¡cuenta!

¿Era un alfa?

—Yo no...

—Me imagino que el todo correcto Mitsuya no irá a mentirme en las narices, ¿verdad? —le interrumpió de manera inmediata. Su sonrisa era amplia e impía; Koko estaba exclusivamente sediento de su sangre, y podía sentir la suya propia correr a toda velocidad.

Mitsuya se mantuvo estático, ecuánime, con sus ojos clavados en la yugular de Koko. Nunca dudó de que Koko supiera todo, porque, en efecto, siempre estaba enterado de todo lo que sucedía tanto en la Touman como fuera de ella; era un tipo de negocios con un ojo afiladísimo al cual no se le escapaba nada. El conocimiento que poseía no lo había adquirido por ser el confidente de turno, sino por sus propios méritos y su propia observación.

—No me has dejado terminar —carraspeó ligeramente para recuperar su aplomo—. Yo no tengo mi teléfono aquí conmigo —respondió.

—No te preocupes —exclamó, con la adrenalina fluyéndole a mil—. Yo tengo mi teléfono justo aquí, úsalo —le extendió el móvil, alterado, con una sonrisa aún más sanguinaria que antes.

—Detente, Koko —le murmuró Inupi con brusquedad a su lado, tomándole del brazo firmemente para que le prestara atención—. Estás yendo muy lejos.

—Yo no tengo su número de teléfono —le respondió, imperturbable, escrutando con desprecio el aparato que Koko le ofrecía.

—No te preocupes —le respondió—. Su número debe estar aquí, solo tienes que echarle una mirada a la agenda —añadió con cizaña—. No hay contacto que yo no tenga.

Cuando Mitsuya quedó en blanco y entreabrió los labios para soltar un suspiro, oyó los pasos de Hakkai, quien volvía para sentarse a su lado. En aquel momento, el pánico le invadió e Inupi le quitó el teléfono a Koko y le tironeó hacia atrás, susurrándole que ya había sido más que suficiente.

Koko suspiró en resignación al notar que Hakkai ya se había acomodado en su lugar y que estaba colgado de Mitsuya. Se reincorporó, carraspeó, sosegado, y se reivindicó.

—¿Y, Mitsuya? —le preguntó—. No me has respondido si prefieres que te lo hagan de perrito o tú arriba.

Inupi sintió el toque del alivio en su corazón y respiró con tranquilidad. Mitsuya se sorprendió ante aquel salvavidas y se contagió de las sensaciones de Inui. Aunque la pregunta no era su favorita, no se quejaba.

—Supongo que prefiero ir arriba.

Si había algo seguro era que la paz se había consensuado y que habían dejado de lado sus diferencias por el bien de la psiquis de Hakkai, quien acababa de obtener material de fantasías.

Cuando Draken lo alcanzó unos segundos luego, lo vio junto a la puerta, en el patio, mirando el cielo nocturno con parsimonia. 

—¿Qué te sucede, Mikey?

Al oírlo se sobresaltó, rompiendo su calma fachada. Sabía que Draken le había seguido y había intuido que lo haría, mas aún así no pudo evitar que su presencia y su voz le afectasen de sobremanera, en especial en aquella noche y en ese momento. Sin embargo, se volteó con desinterés y le sonrió imperturbable.

—No es nada —le dijo—. Solo he venido a tomar aire. Sabes que me gusta el aroma que lleva el viento en la noche.

—Lo sé —asintió—, pero no es muy propio de ti perderte el salseo en las fiestas, a no ser que sea por irte a dormir.

—De hecho, también tengo sueño —rio, abrazándose a sí mismo y frotándose los brazos en busca de un calor que contrarrestase la violencia del viento contra su piel, no porque verdaderamente sintiese frío dentro de él.

—¿Tienes frío? —le preguntó al percibir sus ligeros escalofríos—. Estás abrigado de más, y tú no eres alguien que sufra el frío.

—Yo también puedo sentir frío, Kenchin —señaló la obviedad aunque fuese, en aquel momento, una mentira enorme. Aprovechó la circunstancia y añadió—. Si tú tanto te quejas de que no hace frío, ¿me das tu abrigo?

Draken se encogió de hombros y le entregó lo que le fue pedido. Mikey lo tomó casi arrebatándoselo de las manos, teniendo la prudencia de no acercarse mucho a él, y lo pegó a su cuerpo. Como era claramente enorme para él, se lo encimó al revés sin colocárselo, tapándose el pecho y los brazos con él y dejando su nariz justo por encima del mismo.

—¿Y ahora cómo voy a volver sin mi abrigo? —le preguntó—. Me puedo quedar a dormir aquí, ¿verdad? No puedo montar mi moto sin un maldito abrigo.

—No, no puedes quedarte —le denegó de manera automática, negando con la cabeza—. Ve a la casa de Baji o de Pah.

—¿Por qué no? —le cuestionó, irritado.

—Porque las amigas de Emma se quedarán —le dijo—. No puede haber un alfa rondando alrededor de ellas, ¿no?

—¿No es más fácil que me devuelvas mi ropa?

—Olvídalo.

Draken suspiró y se aproximó a él, mas aún respetando su espacio personal. Mikey dio un pequeño paso para guardar las distancias; aquello sorprendió irremediablemente a Draken, pero no dijo nada. Si lo analizaba atentamente y escarbaba en sus recuerdos, no era la primera vez que le notaba de esa manera. Al final del día, Mikey era impredecible.

—Te sigue gustando mirar las estrellas —señaló, mirando al cielo, a su lado.

—Así es —asintió—. Me gusta todo aquello que le devuelva el brillo a mis ojos —le respondió, bajando la mirada para mirarle de reojo antes de sonreír con dulzura al verle concentrado en el cielo.

Koko es la manzana de la discordia siempre. Gracias por serme de utilidad como recurso, Koko, te amamos.

Quiero aclarar que mis personajes favoritos son Mitsuya, Draken y Hakkai, así que... lo que pase de acá en adelante no es personal con ellos(?)

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