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17. Nadie te obligará, Chifuyu

There is no greater thrill than what you bring to me,
No sweeter song than what you sing to me

—Kenchin, esto es una mierda. Ya he pasado tiempo con Baji en navidad, y quiero tomarme un descanso de él luego del numerito que ha armado en el santuario. Me niego.

—No estará solo Baji —alegó—. Estarán todos los demás.

—Ah, sí, justo que me moría de ganas de ver a Mitsuya —su sarcasmo era tan mordaz como su lengua.

—Dudo que Mitsuya desee verte a ti tampoco, pero bueno —murmuró Draken mientras elevaba las cejas y largaba un suspiro—. Sin embargo, ¿no tienes ganas de ver a...?

—¿A Smiley y a Mucho echándose mano? Tampoco —le interrumpió antes de negar con la cabeza. Acto seguido, recordó algo—. Oh, pero ¿sabes qué? Ahora todo me cierra. Ellos habían ido juntos a la celebración de año nuevo del año anterior, y fue de pura casualidad que nos cruzamos. Habían ido solos, era una cuestión de tiempo que esto sucediese. ¿Coincidencia? ¡No lo creo!

—Iba a decirte que irán Hina y Takemichi —alegó, ignorando aquellas palabras que le dejarían sin dormir durante la noche.

—Takemitchy tiene miedo de acercarse a Chifuyu o a mí después de que Baji le hiciera tragar el agua del estanque —descartó. Jugueteó con sus pies mientras se lo imaginaba.

—Bueno, es que mira que te hagan eso por celos...

—Es Baji de quién hablamos.

—Tienes razón —asintió—. Me atemorizaría mucho ser una persona que tiene interés en Chifuyu.

—No te voy a mentir —le dijo con cautela. Levantó sus ojos hacia él y aseveró su mirar—. A mí también.

Se escudriñaron los rostros mutuamente y se echaron a reír por aquella sandez. Mikey intercaló su mirada entre él y el suelo, pensativo.

—¿Tú quieres que vaya? —le soltó, guardando sus manos en sus bolsillos y ladeando su cabeza con una sonrisa incipiente—. Si quieres que vaya, convénceme. Y no me importa quiénes vayan, quiero saber qué es lo que tú quieres.

—¿Cómo quieres que te convenza? Ya te he dicho todo lo bueno de ir. Será un breve encuentro...

—¿Por qué quieres que vaya? —le incitó.

—Porque quiero que vengas —respondió como si se tratase la mayor obviedad del mundo. Elevó ligeramente sus brazos para reafirmar su ridiculez.

—¿Por qué? —había una sola cosa que Mikey quería oír.

—Porque sí, Mikey, será más divertido así —respondió con total naturalidad.

—Es que como romántico das pena —suspiró, echando la cabeza hacia atrás para elevar su vista hacia el cielo y revolear los ojos—. Hasta saldría con Baji un rato, solo para tener una cita de lo más romántica, te lo juro, porque contigo me muero de hambre.

Draken entreabrió los labios, estupefacto.

—¿Qué debo decir?

—Que quieres estar conmigo.

—Eso ya lo sabes.

—Por supuesto que lo sé, pero aquello no implica que no desee oírlo —dijo. Era la única persona de la cuál necesitaba oír aquello cada vez que pudiese.

—Yo no sé expresarme a través de las palabras, Mikey —se justificó, avergonzado.

Draken no había tenido oportunidad de aprender a reflejar nada más que su ira y su frustración. Había tenido que madurar demasiado rápido como para poder cosechar los aprendizajes necesarios de cada etapa de su vida. Lo único que sabía era ser el hermano mayor del grupo, la consciencia y el corazón de Mikey.

Y la verdad era que Draken le había expresado su amor con acciones toda su vida, y no un amor romántico, sino su auténtico aprecio y admiración; estando a su lado, viviendo para él.

—Si no sabes hacerlo a través de las palabras, hazlo a través del tacto —le respondió, observándole fijamente. Recordó la manera en que se habían sostenido la noche de navidad, y sintió su corazón aletear en su pecho—. Sé que me aprecias, pero también necesito recordarlo.

Draken se detuvo en los ojos de Mikey, tan cautivadores pese al vacío que provocaba tantos ruidos dentro del mismo. Ruidos ensordecedores que hacían que Draken se preguntaba cómo su dueño podía dormir por las noches. Sin embargo, le gustaban. Desde el momento en el que decidió entregarse a él, le habían atraído con un magnetismo sin par, y cuando se enamoró sin saberlo plenamente, aquellos ruidos se convirtieron en un arrullo para él. Porque había aceptado cada parte de Mikey y las había asimilado dentro de sí, mutándolas en parte de él. En cierto punto, podía afirmar que había perdido parte de su individualidad, igual que Mikey. Sus almas se habían unido hasta el límite en el que no sabían dónde empezaba cuál y dónde terminaba la otra. Y cuando Draken lo recordaba, se cimentaban sus convicciones y lo reelegía una vez más.

—Lo tendré en cuenta si me acompañas hoy —asintió, esbozando una sonrisa que le ofrecía contención.

Mikey le sonrió a cambio, aceptando la oferta.

—No puedo creer que hayas noqueado a Baji, Mikey —se lamentó, frotándose el rostro con frustración.

—¡Estaba insoportable! —exclamó, golpeando el suelo con su sandalia. Se cruzó de brazos y frunció el ceño—. Faltan pocos minutos para medianoche, y me quitó mi ema y me dijo que no me lo devolvería hasta que le pidiese perdón por lo de navidad. ¡Tú lo viste, hasta tenía anotado mi deseo!

—Esa no era razón para dejar solo a Chifuyu durante la medianoche.

—¡Bah! Ni que hubiese besado a Baji a medianoche. No se habría atrevido —alegó con desinterés—. Si lo ves de ese lado, hasta les he hecho un favor: Baji no intentará ninguna maniobra vergonzosa, y Chifuyu no se desmayará de la pena.

Smiley y Mucho ni siquiera aparecieron en el grupo a saludar; anduvieron por su cuenta. Angry sabía que estaban en el mismo lugar que ellos, pero que se quedaron en otra parte. Hakkai y Mitsuya hablaron en unas ocasiones, mas se mantuvieron prudentemente en el grupo con Yuzuha y Emma. Pah y Peyan habían estado buscando comida toda la noche. Por otro lado, Takemichi y Hina estuvieron junto al grupo, mas guardando su propia distancia. Pese a estar juntos hacía bastante tiempo, seguían manteniendo actitudes pudorosas y aniñadas que hacían cuestionar la lentitud de sus avances, entre sonrojos exagerados y toques plagados de una timidez que obstaculizaban. Baji se impresionaba cada vez que los veía.

—Buen punto —asintió sin pensarlo mucho—. No obstante, sigue siendo innecesario, porque podías quitarle el ema sin problema.

—Él se lo buscó —alegó—. Además, no tenía ganas de sudar saltándole encima.

—Bueno, no lo puedo negar —contestó, liberando unas risitas. Pese a sus intentos de procurarse seriedad, esos caprichos de Mikey le partían de la risa cada tanto—. Sin embargo, si el problema ha sido tu ema, al menos dime que ya lo colgado en el santuario.

—Claro que sí.

—¿Qué has deseado? —inquirió, curioso.

—¿Qué te importa? —le increpó antes de mostrarle la lengua previo a inflar las mejillas y acentuar su cruce de brazos—. Los verdaderos sueños y los verdaderos deseos no se revelan. Si los comentamos, no se cumplen.

—¿Tú crees esa tontería?

—No seré el primero en probar que sea falsa —alegó, negando con la cabeza.

—Tienes razón —le sonrió Draken, solemne.

Luego de aquellas palabras, Draken permaneció en silencio, mirándole y profiriendo sonrisas que agradecían su compañía. Mikey ablandó sus facciones en cuanto se percató de ello. Suspiró y se descruzó de brazos antes de sumarse a sus sonrisas con dulzura. En momentos como aquellos en los que se envolvían en sus alianzas implícitas, Mikey podía perderse una y otra vez.

Sin embargo, recordaron su lugar en el momento en el que llegaron sus amigos a los gritos, echándose sobre ellos, contando los segundos para la medianoche. Emma, Angry y Hakkai trajeron a rastras a Hina y Takemichi y se arrojaron sobre Mikey. Mitsuya, Peyan y Pah, quien tenía las manos atiborradas de comida, se echaron sobre Draken entre risas. El grupo se movilizó hasta llegar a los escalones del santuario, donde se encontraba Chifuyu sentado junto a Baji, quien descansaba plácidamente por cortesía de Mikey. Koko e Inupi llegaron al final, cuando solo restaban los últimos diez segundos del conteo.

Mikey tenías las expectativas altas, altísimas. Cuando Draken le había dicho que oiría su petición si le acompañaba aquella noche, se armó el guión, el casting y la locación de la película que él mismo dirigió, en la que Draken le besaría a las doce. No obstante, en aquella situación en la que estaban, no solo era imposible, sino que Draken no parecía manifestar ni la menor de las intenciones de hacerlo.

Sin embargo, cuando quedaban cinco segundos, Draken le buscó con la mirada y le sonrió con todo el amor que llevaba dentro de sí para estirar su mano hacia él. Mikey le devolvió la sonrisa y sus ojos brillaron como las estrellas que tanto le gustaba mirar cuando le tomó la mano. Sus dedos se entrelazaron cuando todos exclamaron "¡uno!".

Cuando se oyó el grito multitudinario de "feliz año nuevo", se abrazaron entre sonrisas tan propias de la juventud y la alegría absoluta. Chifuyu se deshizo en abrazos con Takemichi, incluso atropellando a Hina en el camino. A falta de Baji, se iría con Takemichi; porque a falta de amor, siempre estaría la amistad.

Mientras Peyan insultaba a Pah por haberle ensuciado la yukata con la comida que llevaba, Draken aprovechó el momento para desenlazarse del agarre de estos mientras aún sostenía la mano de Mikey a la distancia. Cuando iba a encontrarse con él, oyó la voz de Mitsuya a su espalda.

—Feliz año nuevo, Draken.

—Espero que este año sea mejor para ti —le respondió de corazón. Contempló su expresión cansina mas agradecida, y le sonrió comprensivo.

Acto seguido, finalmente, se aproximó a Mikey, apretando el agarre. Este último levantó la mirada como si suplicase que le obsequiase lo que esperaba. Draken, sin embargo, se sintió incómodo ante la cantidad de gente que les rodeaba: Hina queriendo acogotar a Chifuyu, Angry reuniéndose con Hakkai y Mitsuya, Pah y Peyan peleándose por la última manzanita caramelizada, Baji tumbado mientras era cuidado por Emma y Yuzuha. Suspiró y se decantó por utilizar su mano libre para posarla en la nuca de Mikey, atrayéndole hacia él en un abrazo.

Junto a ellos y al margen a su vez, Inupi observaba la secuencia alborotada con suma calma. Sus manos se unían frente a su abdomen y su sonrisa tierna surcaba su rostro. Sus ojos apacibles admiraban aquellas alegrías que se veía incapaz de compartir. No se sentía triste, mas tampoco se sentía en condiciones de compartir esos momentos.

Sin embargo, dio un respingo cuando Koko, quien estaba silencioso a su lado, le tomó de improvisto entre sus manos para enrollar uno de sus brazos alrededor de su cuello y besarle con delicadeza. Los labios de Inui quedaron inmóviles por unos segundos, mas Koko no desistió. Se aferró a él von tranquilidad hasta que sintió una respuesta temblorosa.

—Feliz año nuevo, Seishu.

En menos de lo que esperaba Mikey, el evento había acabado y Draken le había llevado hasta su casa en su motocicleta.

Cuando Mikey bajó del asiento de la moto, sin embargo, lo hizo con delicadeza. Sus pies pisaban con timidez, sintiendo cada sonido originado por la suela de su sandalia.

No deseaba separarse de él, mas debía hacerlo. Cuando rodeó la motocicleta para ponerse al lado de Draken, estaba consciente de cada movimiento de su cuerpo. Levantó la vista por primera vez para acariciarle con la mirada, con aquellos ojos oscuros cuya profundidad quería absorber a Draken y llevárselo con él.

—¿Nos veremos en la semana?

—Nos vemos en la semana —asintió Draken, soltando el agarre de la motocicleta, admirando por milésima vez aquella noche, lo bien que se veía su acompañante en esa yukata.

Mikey imitó su gesto y se acomodó el cabello detrás de la oreja.

—Buenas noches, Kenchin.

—Buenas noches, Mikey.

Sin embargo, ninguno se movió. Ni Draken amagó a volver a tomar el manubrio de la motocicleta, ni Mikey movió un solo músculo de la pierna. Permanecieron mirándose, embebidos el uno en el otro, expectantes y enamorados.

—Buenas noches —volvió a decir Mikey, con la voz queda. No obstante, una sonrisa bailoteaba en sus labios.

—Buenas noches, sí —respondió Draken, maravillado por aquel tira y afloja que iba entre los dos, aquella complicidad que ensalzaba el encuentro y la espera. Ambos sabían lo que estaban haciendo, y no deseaban soltarlo.

Draken, entonces, amplió su sonrisa hasta que sus dientes desfilaron bajo sus labios, súbitamente atorrantes y confiados por la docilidad que le mostraba Mikey en aquellos momentos, y recordó el único impedimento que había tenido antes. Estando sentado sobre su motocicleta y Mikey parado junto a él, se percató de que la única presencia de vida se escapa por la ventana de la casa de Mikey, por una luz. Ellos estaban solos. No pasaban vehículos, no había transeúntes, no había barullo. Estaban ellos, la luna, la ventanita, el viento invernal y un grillo.

Se atrevió a estirar su mano hasta envolver la cintura de Mikey, y este último siguió con los ojos cada pequeño movimiento y se dejó hacer. Draken le apretó contra sí, provocando que Mikey chocase sus pies al acercar su cuerpo hacia el suyo sentado, y se miraron una vez más, como si no lo hubiesen hecho lo suficiente, y se buscaron una vez más. Draken sonreía, mas Mikey se veía ligeramente desorientado, como si la paciencia se le estuviese agotando a cuentagotas, por lo que, en respuesta, deslizó sus manos por los brazos de Draken hasta alcanzar su cuello y prenderse con fiereza. Este último, al sentirle tan cerca, sintió su aroma asfixiarle. Ese aroma tan débil a la lejanía era de lo más intenso cuando lo tenía a pocos centímetros, y le fascinaba; incluso sentía que le gustaba más que la última vez que le sintió.

Inhaló esa fragancia con fuerza y se sintió dotado de toda aquella energía que necesitaba para poder, finalmente, inclinar el rostro para besarle. Cerró los ojos y se echó hacia adelante, chocando sus narices en el proceso, sin roce, sin jugueteo, sin miraditas. Ya se habían mirado y mirado la noche entera, la vida entera. Sintieron las respiraciones del otro mientras sus labios se acomodaban sobre los del otro. Mikey le obsequió la misma intensidad en el beso, disfrutando del toque y haciendo más fuerza en su agarre del cuello para que no le soltase, para unirse más a él, entrelazando las puntas de sus propios dedos. Draken ladeó levemente la cabeza y torció su torso de manera que pudiese usar su otro brazo para atraer a Mikey hacia él. Le besó una y otra vez, pasando del labio superior al inferior con dulzura, como si no le alcanzase con quedarse en ninguno de los dos lugares. A diferencia de la primera vez, sus corazones latían siguiendo un ritmo que no era orquestado por los nervios, sino por la ternura y la adoración mutua. Sus toques y sus agarres se afianzaban como si los dictase la experiencia, y pese a que era su primer beso propiamente dicho, no eran las inseguridades las que temblequeaban en sus piernas, sino la excitación y el alborozo de quererse de esa manera. Era una mutualidad escandalosa, bellísima, emocionante y capaz de serenar la mayor oscuridad en el alma de Mikey.

Más allá de ello, en el alma de Mikey había una satisfacción inconmensurable. Su omega se sentía elegido e infinitamente querido. Sentía que había conseguido lo que había esperado por años, y no solo por años, sino durante aquella noche eterna.

Draken estaba seguro de que mientras más le sostenía, más quería devorarle, y cuanto más tiempo le besaba, más sentía su aroma, como si penetrase en él con el propósito de nunca irse. Sin embargo, el romanticismo de aquel beso se perdería si no decía lo que hacía falta. Se separó de mala gana y le sonrió, respirando agitado.

—Feliz año nuevo, Mikey.

—A ver, queridos esclavos —dio inicio Koko a la reunión que encabezaría él, aquel dos de enero—. Ya ha pasado año nuevo y ha pasado navidad; lo que significa que se ha acabado el tiempo para holgazanear. Es hora de que hagan valer su juventud y muevan su culo.

—¿De qué va esto, Koko? —cuestionó Draken.

—Me agradan tus preguntas, Draken, pero no las he pedido, ¿o sí? —le respondió—. Esperas a que termine, y ahí le preguntas a Inupi. Yo no tengo paciencia para lidiar con sus dudas cuando aún no he ni iniciado mi perorata.

—Pero si ya la has empezado —susurró Takemichi.

—¿Te estás rebelando, niño? —le increpó, ladeando la cabeza—. A la próxima le llamaré a tu madre para que venga a buscarte, que el horario de los niños de primaria ha terminado hace un rato.

—Vamos, Koko, córtala y habla —suspiró Mitsuya, percibiendo su agresividad y ya esperando un ataque a su persona.

—No te atrevas a apurarme, come-hermanos.

Al menos pude comerme al hermano que quería, dijo Mitsuya para sus adentros.

—Muy bien —retomó Koko, juntando las yemas de sus dedos y ampliando su sonrisa—. En marzo cumplo dieciocho, y quiero irme de reventón, pero irme solo no tiene ni media gracia, y menos cuando me divierto a costa de ustedes —explicó—. Saben asimismo que en marzo tenemos las vacaciones de primavera, ¿y recuerdan que siempre quisimos ir de mini-viaje juntos? Es el momento —anunció, recibiendo sonrisas de coincidencia—. Sin embargo, para eso, tendrán que aprovechar lo que resta de las vacaciones de invierno para conseguir dinero, y el resto del invierno en general con trabajos de medio tiempo. Ninguno tiene menos de quince años aquí, y si pueden follar, pueden trabajar.

—¿Eso no es... explotación? —cuestionó Chifuyu.

—Nadie te obligará, Chifuyu —negó con la cabeza—, pero nadie te pagará el viaje tampoco. Así que, tú decides si te quedas leyendo mangas, o si ves a Baji en traje de baño ondeando su melena al viento cuyo aroma se mezcla con la arena y el mar.

Los ojos de Chifuyu brillaron como si la imagen más bella de su vida acabase de azotar su mente. Koko sonrió con satisfacción y prosiguió.

—Les he conseguido unas changas.

Anunció, sonriendo ampliamente. Sus dotes charlatanes y manipuladores salían a relucir en ocasiones así. Inició con el mayor objeto de su entretenimiento maligno.

—A ti, Mitsuya, te he conseguido una como ayudante de diseñador. ¿No soy, acaso, un amor de consideración? —le preguntó—. Quién sabe, quizás hasta tienes suerte y aparece Taiju para encargarte un traje para la misa.

—Eso fue innecesario —le murmuró Inupi a su lado.

—¡En fin! —exclamó, chocando sus palmas antes de tragarse el regaño de lleno. Lo que Inupi le dijese era, quizás, lo único que podía afectarle—. Continuemos.

Sin mayores interrupciones, siguió comentando lo que había conseguido para cada uno: a Baji y a Chifuyu, amablemente, les consiguió unas labores menores de logística en unas competencias de perros que tendría lugar a un par de semanas, nada más.

Baji se quejó de que no fueran gatos, y Koko le echó la bronca con un monólogo cuya oración detonadora era maldito niño ingrato.

Mikey aseguró que no trabajaría ni por todo el dinero del mundo; que el único trabajo que tomaría sería el de catador de comida Gourmet. Koko no objetó nada al respecto.

Draken e Inupi acabaron confinados juntos en un taller de motocicletas como ayudantes de cuarta, cosa que a ninguno le importó ni un poco.

Pah, Peyan y Hakkai quedaron, de sobra, en un almacén de segunda mano. Hakkai replicó, argumentando que él quería trabajar con Mitsuya y que, de hecho, su gran atractivo le daba peso a sus palabras; y que si no era con Mitsuya, al menos fuese algo de su rubro o similar, debido a que ensuciarse las manos no le apetecía. Koko estuvo apunto de responderle con una broma de mal gusto que Inui previó y evitó pellizcándole el brazo. Koko se calló por medio segundo, adolorido, antes de responderle seriamente que si tenía interés en otra cosa, que lo buscase él por su cuenta. Finalizó su discurso de odio con un "pero sin dinero no hay viaje, niño caprichoso".

Angry y Smiley recibieron la oferta de ser meseros ilegales de temporada, y Angry agradeció abiertamente que Mucho no quedase con su hermano.

—Mucho, tú ya trabajas, así que para ti no he buscado nada —le dijo Koko, finalmente, escogiéndose de hombros—. Sin embargo, ¿estás siquiera interesado en ir? Ya sabes, no es como que disfrutes demasiado de nuestra compañía.

Mucho le observó estoico. Se mantuvo en silencio un segundo en el que torció los labios antes de mirar a Smiley, quien en devolución le miró de pies a cabeza.

—Sí, iré.

—¿Sabes si Sanzu tendrá interés en ir?

—Dudo mucho —respondió, deslizando su mirada hacia cualquier lado en el que no estuviese Koko, como si hasta las baldosas que reposaban a muchos metros de distancia le interesasen más que Kokonoi—. Si crees que yo no disfruto de la compañía que proporcionan ustedes, imagínense él. No podrían importarle menos; solo Mikey. Si él le pide que vaya, irá.

—Lamento informarte que el interés de Mikey no podría verse menos despertado por Sanzu —contestó Koko, sonriente.

—Entonces, no cuentes con él —le respondió, escogiéndose de hombros—. Y si no, pregúntale, que yo no soy su maldito mánager.

—Si él no va, ¿cuál es la razón para que tú sí? —le consultó—. Él es tu mano derecha, ¿no? Aunque bueno, tal parece que te motiva más la persona a la cuál le metes tu mano derecha.

—Eso no te incumbe.

—Por supuesto que no —coincidió Koko, elevando las palmas de sus manos a la defensiva—. Lo que pasa en el cuarto, se queda en el cuarto. ¡Un caballero no tiene memoria!

—Koko, ya basta... —murmuraron todos al unísono.

Si no hay viajecito, no es fanfic mío. Que sea como en las teen movies y que arda Troya en el viajecito.

Me lo iba a guardar, pero la vdd es que ya me he quejado con medio pueblo y no se me va. Hace como cuatro días anduve mirando el final de un ff que terminó hace un par de semanas para ver si valía la pena continuarlo, y grande fue mi sorpresa al encontrar puros comentarios asquerosos diciendo "pésimo final", "qué es esta mierda de final?", "qué decepción". No es la primera vez que leo comentarios así de nefastos o agresivos en ff ajenos (ni siquiera estoy hablando de mis trabajos), o recuerdo personas en mis propios comentarios diciéndome que tenían miedo de shippear x cosa porque les han atacado antes.

Hace un par de años, había visto que mi autora favorita de Wattpad había respondido unos comentarios y me pregunté a mí misma "por qué fue tan agresiva sin necesidad?", y hoy por hoy entiendo totalmente por qué. Es agotador que un 1/5 de los comentarios que vea o reciba al día sean desagradables; no con ella en particular, sino con su historia que ha hecho con tanto amor y esfuerzo.

Yo me pregunto en qué fandom han estado antes las personas que sostienen que el de TR es sano, en el de Boku no Hero? He conocido gente hermosa acá, pero también situaciones desagradables de más, especialmente ajenas. Un llamado a la reflexión, en nombre de las personas que tienen el amor, la paciencia y el valor de escribir y reciben esa mierda desconsiderada a cambio

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