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14. ¿Has visto a Mitsuya?

I get a kick though it's clear to see
You obviously do not adore me

—Vamos, Chifuyu, que la navidad la pasas junto a la persona que amas.

—¡Lo sé! —exclamó en emoción, cerrando los puños y revoleándolos con emoción y delicadeza en movimientos que le hacían parecer una ardilla teniendo un arranque de ansiedad—. He esperado mucho para poder vivir algo así. Es emocionante.

—¿Con "he esperado mucho" quieres decir "lo he leído en muchos mangas"?

—Ah, claro que sí —no se molestó en negarlo—. Ya sabes, es un ambiente tan romántico. Sé que hemos decidido pasarlo todos juntos por primera vez porque es nochebuena y que recién mañana es veinticinco de diciembre, pero la víspera navideña es hermosa y es, efectivamente, una noche de parejas —asintió—. Incluso aunque hemos venido todos, cada pareja está por su lado. Mira —le dijo mientras hacía una ademán que le indicaba su alrededor.

—Pues sí —le respondió Baji, observando—. Es un evento muy bonito. Nosotros por aquí —dijo, abrazándole por la espalda y hundiendo su nariz en su cuello—. Mikey y Draken por allá, Takemichi y Hina por el otro lado.

—Sí, pero mira —acotó Chifuyu, rojo cual tomate por la cercanía de Baji—. Allá, Mitsuya está con sus hermanitas, Yuzuha y Emma. ¿No debería estar con Hakkai? Quiero decir, con esto de las parejas.

—No lo sé —admitió arrugando la trompa—. Asumo que se habrán peleado, o quizás Mitsuya le ha rechazado una vez más. A mi parecer, Hakkai jamás tendrá oportunidad, pero a veces me equivoco, ¿verdad? —preguntó retóricamente—. Quiero decir, me equivoqué cuando lo acusé de haberse acostado con Draken, así que mi intuición no está muy afilada cuando se trata de Mitsuya.

—Entiendo que pudiesen haber discutido, o que Mitsuya no quisiese venir con él como su pareja —razonó Chifuyu—, pero eso no explica por qué Hakkai ha venido con Angry y no con su hermana.

—Ah, es que Angry siempre viene con Smiley, pero ha sido plantado por él este año —respondió—. De cualquier manera, no vinieron solos. Vinieron con Pah y Peyan. Los cuatro solteros del apocalipsis.

—Espera, ¿Smiley le ha plantado? —le preguntó con una sorpresa indecible. Smiley podía ser tan promiscuo y charlatán como Baji, pero jamás le faltaba a su hermano por ningún ligue.

—Pero es que ¿no lo has visto? —le cotilleó, levantando el brazo para apuntar—. Allá está Smiley. Ha venido con Mucho.

—Eso es asombroso —respondió, elevando las cejas—. Quiero decir, es navidad. La persona que eliges como tu acompañante es quien te gusta, sabes, de quien estás enamorado.

—Bueno, pero hoy es nochebuena. Dales un descanso —dijo, encogiéndose de hombros—. Lo importante es con quién estén una vez que pase la medianoche y sea veinticinco.

—Bueno, tienes razón —analizó.

—De cualquier manera, Chifuyu, eres de las pocas personas que sería tan puntillosa con qué acompañante eliges para la noche del veinticuatro —objetó, meditabundo—. A la gente solo le importa la cita del veinticinco.

—Gente que ya ha perdido el sentido del romanticismo —suspiró—. Bueno, te tomo la palabra. A la medianoche estaremos todos juntos, pero si tu mano está junto a la mía cuando inicien los festejos de medianoche, es porque eres mi pareja. Lo mismo se aplica para ellos.

—Por las dudas no te soltaré hasta mañana al mediodía —le respondió, soltándole para posarse a su lado y enlazar sus manos.

—Si es por mí, no me sueltes nunca, Baji-san —le respondió, enrojecido a morir.

Baji se mordió los labios ante semejante ternura. Se aproximó a él, le sonrió con la mirada instalada en sus labios, le tomó del mentón con destreza y estuvo dispuesto a besarle. Hasta que Chifuyu comenzó a chillar y se alejó.

—Vamos, Chifuyu, ¿cuándo me dejarás besarte? —le rogó, echando la cabeza hacia atrás. Ya llevamos saliendo una semana y no me has dejado probarte.

—Ah, ¡cuando sea el momento, Baji-san! —respondió, lo suficientemente lejos para que sus manos quedasen unidas en el aire, tirantes—. Además, me has besado las mejillas y la frente. Es un gran avance. ¿No?

—Bueno, en fin, de lo que hablábamos —dijo Baji revoleando los ojos, dándole un tirón al brazo de Chifuyu para que volviese a acercarse a él y así sentir su calor—. Nosotros estaremos de la mano y eso ya nos convierte en parejas elegidas, como tú digas. Mikey se estará manoseando con Draken, así que ahí ya tienes una pareja. Smiley y Mucho estarán en el mismo plan aunque ni siquiera quieran admitir que son un algo. Y Koko e Inupi se aburrirán y se irán antes de la medianoche, posiblemente.

—¿Y los demás?

—Los demás seguirán igual de vírgenes que como han venido —respondió, revoleando su mano con desinterés—. Pah, Hakkai, Peyan, Angry. ¿Y Mitsuya? Bueno, pues virgen ya no ha venido, pero como no ha venido con Hakkai, supongo que tampoco será él su cita de medianoche. Pero ¡bah! Mira las tonterías que me tienes pensando, Chifuyu. A nadie le importa, pero yo te seguiré el juego. Ya veremos y nos reiremos de ello.

—Gracias, Baji-san —sonrió con dulzura, apretando el agarre de su mano y recostando su cabeza en el hombro ajeno.

Como habían acordado, Draken pasó a buscar a Mikey cerca de las veintidós horas para que se encontrasen con la pandilla en el santuario que, aquel día, estaba explotado de gente.

Cuando vio a Mikey caminar hacia él, sintió que su corazón saltó en su pecho como si le dijese "míralo, ahí está, y se ve tan bien como la última vez que le viste". Sentado en su motocicleta, se sentía como si hubiese estacionado frente a la entrada al cielo y un ángel le estuviese recibiendo. Sonrió embelesado y le esperó mientras no se perdía ni uno solo de sus pasos, gozando de aquella vista en la que le observaba en un caminar etéreo.

El momento en el que Mikey arribó a su lado con las manos en los bolsillos y una sonrisa victoriosa, Draken trató de recuperar la compostura.

—¿Me veo bien? —le preguntó a modo de burla. A su vez, jamás podría cansarse de los halagos de Draken, por más redundantes que fuesen.

—Te ves mucho mejor cuando te vistes como el verdadero Mikey, que cuando te fuerzas a apretujarte en aquellas ropas —le admitió, acariciándole la mejilla—. No me malentiendas, no es que no me fascine verte con otra ropa, pero ya sabes, a mí me ha gustado siempre el Mikey verdadero, el que se viste justo como estás ahora.

—Ah, qué cursi te pones —respondió, sintiendo un ligero calorcito hogareño invadir su rostro. Volteó su cara y se montó detrás de Draken.

—¿Tú crees? —dijo entre risas—. Me alegra que no te vayas a pescar una puta neumonía gracias a que te has dignado a ponerte ropa.

La medianoche les pisaba los talones, a tan solo media hora, y aunque Hakkai seguía ligeramente dolido con Mitsuya, deseaba compartir con él un momento tan bello como era la medianoche de la navidad. Al final del día, había tenido la semana entera para reflexionar al respecto; se había lamentado, había chillado, pero había llegado a un medio entendimiento de que, a pesar de todo, aún le adoraba y que no se rendiría con él, por más ridículo y terco que fuese. Y si Mitsuya podía olvidar lo que había pasado, él también. Al menos, lo intentaría.

Por primera vez en esos años, no habían concurrido juntos; Mitsuya había ido, hasta donde sabía, con Yuzuha, Mana y Luna. Hakkai, por su lado, había concurrido con Angry, quien fue plantado por su hermano. El camino entero, Angry le había proferido cada una de sus quejas y había despotricado con cada paso que había dado. "¿Cuál es el problema de que hubiésemos ido tú y yo, junto con mi hermano y Mucho? Quiero decir, ¡si no son nada!". ¡Quiero decir! ¿Sabes cuándo fue la última vez que vi a mi hermano? ¡Hace tres días! ¿Es que no pueden separarse ni medio minuto?". ¿Cómo puede disfrutar más de la compañía de un tipo tan frío y aburrido como Mucho, que la de su querido hermano a quien siempre acompaña en navidad?".

Definitivamente, Angry hablaba el triple cuando estaba con Hakkai. Especialmente, si eran quejas.

—Hakkai, ¿te encuentras bien? —le consultó Angry a su lado, observándole con cautela—. Quiero decir, con todo lo que ha sucedido estas últimas semanas...

—Estoy bien, estoy bien —le serenó con una dulce sonrisa—. A veces lloro, a veces grito, pero estoy bien.

—¿Seguro?

—Que sí —le respondió—. Me parece que el mayor traicionado hoy has sido tú, no yo, así que, ¿tú estás bien?

—Sí —asintió desganado—. Quiero decir, me duele que mi hermano diga que lo de Mucho "no es nada", si luego me deja por él. Me está dejando por nada, ¿lo entiendes? Mínimamente, agradecería que tuviera el tupé de admitir que no es un nada.

—Entiendo, pero quizás para Smiley esto verdaderamente es un nada —alegó, encogiéndose de hombros—. Quiero decir, quizás él lo ve de esa manera. Quizás, está porfiado en creer que no lo quiere. Dudo que sea adrede.

La conversación continuó por aquel cauce, con Hakkai tratando de apaciguar las aguas entre Angry y su hermano. No obstante, al cabo de unos minutos, recordó la hora que era y se disculpó antes de retirarse.

Comenzó, entonces, a buscar a Mitsuya entre su grupo de amigos para estar junto a él.

—¿Han visto a Mitsuya? —le preguntó al primer par del grupo que vio, los más alejados. No le gustaba llamarle así, mas le parecía vergonzoso referirse a él con su apodo tan cariñoso, especialmente si hablaba con ese par.

Hakkai no necesitaba ser una luz ni un genio de la NASA para comprender por qué Mucho y Smiley estaban ligeramente alejados, y no precisaba ser adivino para imaginar que Mucho no le estaba hablando del clima a Smiley mientras le susurraba al oído.

Ambos respondieron que no, pero Smiley tuvo la decencia de separarse ligeramente de su acompañante para rebuscar con la mirada.

—Pero me ha parecido a mí verle hace un buen rato charlando con Draken —le dijo, apuntando hacia la parte trasera del tumulto de gente.

Hakka agradeció y echó a andar. Las parejas se disponían con alegrías, entre risas y toqueteos, y no pudo eludir el sentimiento de incomodidad, tanto por las situaciones ajenas que no deseaba ver, como por el aguijonazo de la envidia. Se movió pidiendo permiso y con la vista como un radar.

Cuando se aproximó a Draken, lo vio con las dos niñas tironeando de su ropa.

—Draken, ¿y Taka-chan?

—¿Él? Bueno, no lo sé, podría estar en cualquier lugar, ya sabes —balbuceó, mirando de lado a lado—. Podría ir al baño o a un puesto de comida, o...

—¿Y por qué dejó a Mana y a Luna aquí? —le cuestionó, suspicaz.

—Quizás quiso ir a comer al baño —fue lo mejor que pudo producir.

—¿Qué?

—¿Por qué no vamos con Angry y lo esperamos? —le propuso, aproximándosele para tomarle del hombro—. Estoy seguro de que llegará pronto. Me parece mejor que no nos separemos del grupo, sabes, porque luego conseguir el lugar es...

—¿Buscas a Mitsuya? —interrumpió Mikey con indiferencia, llegando con las manos repletas de comida para posicionarse junto a Draken.

—Sí, ¿lo has visto?

—Lo vi hace un rato —asintió, devorando su manzana caramelizada y sintiendo la mirada de Draken fusilarle—. Se estaba yendo a la iglesia.

—¿Qué? —musitó Hakkai, desconcertado, sintiendo que su alma abandonaba su cuerpo.

—Así es —asintió—. Yo que tú movería esas piernas, porque en los veinte minutos que ya pasaron puede hacer más que arrodillarse y rezar.

En cuanto Hakkai echó a correr hacia su motocicleta, Draken se giró hacia él con lentitud y le regañó.

—¿Era necesario hacer esa maldad?

—¿Maldad? —le cuestionó Mikey, elevando una ceja.

—No tenías por qué meterte en esto —le tajó, negando con la cabeza.

—¿Yo no tenía que meterme? —contraatacó—. no tenías por qué meterte en esto. Porque es más que claro que tú sabías sobre esto, y lo estabas cubriendo.

—Yo no tomo partido por nadie ni me estoy entrometiendo, solo le estoy haciendo un favor a mi amigo —le dijo—. Yo no tengo por qué decidir sobre la vida de Mitsuya, y lo que él quiera o no quiera hacer me trae sin cuidado. Si me pidió que cubra su ausencia, me da lo mismo las razones que él tenga para ello, yo lo haré.

—Sí, sí, eres un excelente amigo —alegó con sarcasmo, haciendo un ademán para restarle importancia a su acto—. Pero así de excelente como eres, tú sabes perfectamente adónde va Mitsuya y qué hará; estoy seguro de que te habrá comentado lo que pretende hacer.

Draken carraspeó con solemnidad antes de responder.

—Sí, así es, mas yo no tengo voto sobre sus decisiones —respondió—. Yo solo me limito a hacer lo que me ha pedido con la mano en el corazón.

—Qué buen samaritano eres.

—¿Yo? Yo no soy un buen o mal tipo —le dijo, indiferente—. Pero tú no estás siendo un buen amigo en absoluto.

—Yo estoy siendo un buen amigo, solo que no para tu equipo.

—¿Pesa, acaso, más Hakkai, que tu amigo de hace tantos años? —le cuestionó—. ¿Tanto daño te han hecho tus celos para que le falles de esta manera?

—No voy a negar que mis inseguridades acerca de él han zanjado una línea entre ambos de mi parte, pero esto no pasa tanto por el lado de los celos —explicó, mirándole con seriedad—. Yo no sé lo que ha pasado entre Mitsuya y Hakkai, pero no necesito conectar dos neuronas para saber que estaba yendo a la iglesia por la hora que es, ni para saber a quién verá. Y desde mi ignorancia, eso no me da buena espina. Podrá ser mi amigo, pero no parece estar haciendo algo que yo aprobaría. Y si tan amigo mío es, debería haberme comunicado lo que está pasando, ¿verdad?

—Si tan amigo suyo eres, tú también podrías haberle revelado que eres un omega —alegó, frunciendo el ceño—, o no haber saltado a su yugular e incomodarle sin saber lo que ha vivido.

—¿Eres defensor de pobres y ausentes ahora?

—Qué irónico de tu parte —le incordió—, cuando eres tú quien está abogando por un ausente en contra de su amigo sin tener idea de nada.

—Lo dices como si le estuviese llevando la contra a Mitsuya por placer y de pura saña, y no por el bienestar de una persona más —le dijo, acercándosele y encogiéndose de hombros—. Una persona que también me ha jurado lealtad, y que también debo proteger.

—Me parece muy conveniente que justo hoy te preocupes por Hakkai, justo luego de tu drama con Mitsuya —le espetó—. Jamás moviste un dedo por él, pero ahora que perjudica a Mitsuya eres el primero en actuar.

—Te equivocas —negó, frunciendo los labios previo a esbozar una sonrisa sutil—. Siempre he querido que Mitsuya y él estén juntos; se ha dado la casualidad de que justo hoy puedo hacer algo por ellos.

Draken le escudriñó con desconfianza y, ciertamente, dolido.

—Me decepcionas, Mikey —le soltó, impotente.

—¿Ah, sí? Pero qué tristeza —le respondió ecuánime, con la frialdad de sus ojos calando en él—. Tú limítate a buscar tu motocicleta. Yo le avisaré a Baji y a los demás que iremos para la iglesia —le dijo—. Es momento del show, Kenchin.

Este me ha quedado medio cortito, pero es que el siguiente me ha quedado más del doble de largo que este, y cuando lo corrija y lo edite, pues será un poco más.

En fin, amog para ustedes<3

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