No está ambientada en el contexto de ningún arco en particular; diría que es incluso una mezcla de todos ellos y de ninguno a la vez. Es un mundo en el que todos llegan sanos y felices a los 16, así que es un mundo en el que puedo ser feliz.

A lo largo de la historia del planeta, durante decenas de años, durante milenios, los cumpleaños eran un festejo que se celebraba en cada rincón del mundo. Japón no era una excepción. Durante esas decenas de años, durante esos milenios, aún se seguía buscando una respuesta que respondiese a la incógnita universal de qué demonios debía de hacer el cumpleañero cuando las personas se congregaban a su alrededor con emoción, en medio de algarabías, risas y con un pastel en frente. El lapso entre el inicio de los cantos y el momento de apagar las velas era mortificantemente vergonzoso e insípido para cualquier ser humano. Chifuyu tampoco era una excepción.

—¡A ver si ahora que ya tienes quince mojas la galletita! —se escuchó por parte de Pah en medio de los gritos festivos.

—¡Eso! —soltó Kokonoi, sacudiendo una matraca de plástico que había seleccionado personalmente antes de que la chaviza fuera a comprarlos. Si iban a comprar idioteces, Koko debía de supervisar en qué se iría el dinero que habían juntado entre todos. Así era ante cada festejo. Cuando él cumplió diecisiete organizaron un evento a sus espaldas; cuando supo cuánto habían gastado por la cantidad de tonterías que habían comprado casi los ahorcó uno por uno. Desde ese entonces, ninguna fiesta de cumpleaños tomaba lugar sin el conocimiento de Koko.

Mientras todos en la sala cantaban como si fuese el himno, Baji se encontraba abrazando al cumpleañero por los hombros, sacudiéndolo de lado a lado mientras cantaba. Cuando la canción llegó a su fin como tanto ansiaba Chifuyu, la habitación se sumió en un alboroto superior. Comenzaron a rodearle y aplastarle entre todos los cercanos. No pudo evitar sonreír con júbilo al sentir el cariño que le rodeaba por todos lados. Literalmente.

Sin embargo, una vez cantada y celebrada la canción para soplar las velas comenzaba la verdadera fiesta; el momento en el que Mitsuya comenzaba a ordenarles mandatos a diestra y siniestra:

¡Bájate de la mesa, Smiley!

Baji, deja esas malditas botellas en su lugar; y de paso aléjalas, que la última vez que Angry tomó esa mierda se largó a llorar como alcohólico melancólico y terminamos todos noqueados.

Hakkai, suéltame un rato.

El volumen de la música subía cada media hora y el barullo le acompañaba. No solían tomar alcohol porque seguían siendo menores, pero siempre había una botella que paseaba de mano en mano y el humo de algún que otro cigarrillo furtivo.

No debían ser más de una veintena de personas en la casa de Mikey, mas la jarana parecía de un grupo mayor y la sala estaba repleta de aromas. Por un lado estaban Pah y Peyan tratando duramente de conquistar unos ligues que sabían de antemano que no conseguirían; por otro lado estaban Koko e Inupi apostando en el póker contra Yuzuha y una de sus amigas; en otro rincón estaba Mitsuya riendo con Hakkai y funcionando como niñero controlando que Smiley no buscase pelea contra uno de los compañeros de clases de Chifuyu; junto a la puerta que daba al patio estaban Emma y Hina charlando mientras Takemichi era la tercera rueda; en el centro de la sala se posaba Baji, que reía a carcajadas con el cumpleañero mientras le abrazaba una y otra vez, apretujándole aunque la bebida en su mano estuviese apunto de volcarse ante tanta efusividad, y un par de amigas de Emma que estaban coladitas por un alfa de primera como Baji.

Y, finalmente, en los sofás de la sala frente al televisor descansaban el dueño de la casa y Draken. El verdadero nombre que debía tomar aquel retrato era que Mikey dormía y Draken le hacía mimos obligado. Podía descansar plácidamente con la música, el griterío y las carcajadas pero se despertaba si Draken dejaba de tocarle la frente; podía dormir incluso sabiendo que le podían destruir la casa porque sabía que Mitsuya estaba presente.

—Vaya que Baji está hecho un revoltijo de hormonas ahora que Chifuyu ha cumplido quince —soltó Draken entre risitas.

—Solo le gusta ignorar el hecho de que estamos celebrando su cumpleaños una semana antes aprovechando que mi abuelo se ha ido de pesca y tenemos la casa disponible —se mofó Mikey en respuesta—. Esta fiesta es solo una excusa para echársele encima sin que lo tachemos de asaltacunas.

—Es verdad —se rio con más fuerza—. Chifuyu tiene catorce años por una semana más.

—Así es —se unió a sus risas con sutileza—, y Baji ya ha cumplido los dieciséis.

—De cualquier manera, ¿no es extraño que quiera echársele encima tan desesperadamente? —curioseó, observando al dúo en el centro—. Ya sabes, Chifuyu es un beta.

—¿Y qué? —le cuestionó, casi con un gruñido—. ¿Tú no saldrías conmigo porque soy un beta como él?

—Partamos desde el punto en el que yo no saldría contigo, en general —alegó, con una sonrisa que sabía que cabrearía a Mikey.

—Tú estás buscando que nos vayamos a los guantazos —sentenció, tratando de no ceder a las tentativas de molestia, con todas sus fuerzas—. ¿Sabes qué? Ya lo veremos.

—Bueno, pero con lo de Baji —retomó—, lo que quiero decir es que él es un alfa como yo. No es que a mí me importe que mi pareja no sea un omega, pero no creí que Baji pensara de la misma manera.

—Él es un extravagante que se excita con tan solo pensar en ir en contra de la marea, ya lo sabes —se encogió de hombros. Disimuló que la respuesta de Draken le había removido las tripas con dulzura—. Lo que todos quieren él no lo desea. Lo que todos tienen él lo desprecia. Lo que todos esperan de él se la suda.

—Sí, tienes razón.

—Además —acotó—. Está enamoradito de Chifuyu, eso también lo sabes. Lo sé yo, lo sabes tú, lo sabe Pah, lo sabe Mitsuya, lo sabe Takemichi, lo saben las señoritas. De seguro hasta la madre de Baji lo sabe.

—Medio Shibuya lo sabe —asintió Draken.

—Excepto Chifuyu —dijeron al unísono, con asentimientos y una notoria cara de decepción.

—En fin —cerró Mikey, incapaz de dejar pasar la ofensa de alguien—. Lo importante para concluir este asunto es que te haré tragarte esas palabras, Kenchin.

Antes de que Draken pudiese responderle con sorna, el sonido de un vaso siendo golpeado con la delicadeza de una cucharita se alzó entre la multitud.

Cuando Draken se volteó hacia el centro de la sala, Mikey se levantó de su regazo y miró hacia donde él miraba. Vieron a Koko parado con el vaso en la mano y una sonrisa de picardía atravesando su rostro sin vergüenza alguna.

—Ahora es cuando la verdadera fiesta comienza, muchachos —introdujo una vez que el barullo acabó por empequeñecerse hasta no ser nada más que leves murmullos. La astucia de sus ojos revelaba que estaba preparado para agregarle condimento al asunto hasta que las lenguas se quemasen—. Hora de jugar verdad o reto.

Bueno, antes que nada, gracias por estar acá ♥

Algo que quiero aclarar/WARNING: este trabajo va más por el lado de la exploración de la sexualidad, los primeros amores y el descubrimiento y consecuente comienzo de la vida sexual como tal de estos pibitos, razón por la cual elegí que, mínimamente, tuviesen 16/17 años en su mayoría. Pero eso no significa que se la van a pasar revolcándose en cada capítulo, para nada; amo construir la tensión y las relaciones progresivamente.

Obviamente aunque la pareja principal son Draken y Mikey,  también va a haber mucho (y quiero decir, mucho) de Hakkai x Mitsuya y claramente también de Baji x Chifuyu, pero estos últimos son los más calmaos y racionales en este circo.

Al igual que en mi ff anterior, las tres parejas se van a desarrollar simultáneamente y casi que en las mismas proporciones.

Elegí el omegaverse porque lo adoro y porque me encanta el tipo de vínculos que se pueden formar y la profundidad que conllevan; acá no va a haber nada sin consentimiento, como suele suceder en los demás omegaverses. Si alguien espera eso, ¡fuera de mi iglesia!