Has creado el mundo donde
mis alas solo saben extenderse.
Tus manos edificaron templos
que se llaman hogar.
Tu amor terminó las guerras
del tirano,
dándome libertad.
Tu sudor nutrió la tierra que me
alimenta.
Tu espalda, escudo del necesitado.
Tus brazos, refugio del desamparado.
Tus manos, cura del enfermo.
Tu olor, guía del perdido.
¿Qué letras bastan para describir
un fuego inextinguible?
¿Cómo decirte que tu presencia se traduce
esperanza y salvación
en el Caos?
¿Y cómo decirle al mundo ingrato que un monumento
no remplaza tu sacrificio?
Padre, hijo, hermano, amigo, compañero
amante y héroe
mil títulos que no te hacen justicia.
Te escribí mi poesía para decirte
que aún hay manos en las que
estarás seguro.

(Por el Día Internacional del Hombre).

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