Magnus.

Después de un viaje en taxi, donde se había gastado casi el cuarto del pago que Jace le había dado, el moreno pudo llegar a fin a su hogar, donde no aguantó y pudo dejar escapar aquel sollozo que se había convertido en un nudo incómodo en su garganta.

Era como si el destino hubiese estado todo el día dándole pista que Alexander estaba cerca y que estuviera atento. Pero no estaba así por eso, se había alegrado tanto de verle, pero algo había cambiado cuando habían hablado.

— ¿Magnus?

Después de haberle pagado al taxi se había sentado en las escaleras y se había roto en medio de la noche, miró hacia arriba donde Simón y Fran, ambos, le miraban con sus pijamas ya puesta.

— ¿Qué sucedió?

Los dos chicos se sentaron junto a él, y Magnus apoyó su cabeza en el hombro de su cuñado llorando en silencio, sintiendo como el maquillaje que tanto había tardado en colocarse se fuera desintegrando para caer en sus mejillas.

— Alexander— susurró.

Era como si todo lo que había sucedido de niños volviera a recrearse bajo sus párpados como una vieja película, y dolía. Pero dolía más ver en lo que se había convertido ahora.

— Lamento si te hice acordar hoy— se disculpó Fran— no creí que te afectaría tanto ¿Qué excusa le diste a Izzy?

Magnus negó tratando de encontrar su voz otra vez y poder explicar lo que había pasado, podía sentir la mano de Simón sobar su espalda para que hacerlo tranquilizar.

— No, vi a Alexander— dijo Magnus.

Haciendo que los chicos le miraron sorprendido.

— ¡¿Qué?!

Taparon su boca por haber hablado tan alto, no querían despertar a la jefa, la mamá de Fran, si no se llevarían un gran reto. Magnus trató de comenzar a contar lo que había sucedido.

— Si, es el hermano menor de Jace e Isabelle.

Aún no podía procesar lo que había ocurrido, era como si la broma fuera hecha para él.

— ¿Y por qué lloras? Deberías estar contento a poder cruzarse de nuevo con el— opina Simón.

El moreno movió su mano tratando de hacerle callar para terminar su explicación.

— Sí, pero ahora es un activista contra la comunidad LGBT— agregó Magnus.

— ¿Y qué tiene eso? —volvió a preguntar Simón.

Fran le pegó un golpe por la cabeza a Simón, como dándole a entender lo obvio.

—Soy homosexual querido compañero— informó Magnus— que despistado eres.

Los tres rieron un poco, Simón era el más despistado de todos, siempre debía andar con su celular llena de recordatorio porque su cliente favorito había sufrido reiteradas veces una no cita porque el chico se olvidaba que debía trabajar.

— Y soy el que siempre está en las marchas de la comunidad—agregó.

Sintió los brazos de Fran comenzó a moverse hasta abrazarlo y sentirse protegido.

—Si Alexander es así es porque algo ocurrió en donde él vivió, y creo que muy en el fondo está su verdadera identidad, y capaz pueda demostrar esa parte algún día— dijo Fran— pero mientras tanto tú debes cuidarte, no quiero que nada complique tu estado.

El moreno se separó, comenzó a sacar su zapato y su peluca, no le gustaba hablar de su estado.

—Eso ya está resuelto, sabes que mi salud está bien.

Subió por la escalera, la puerta estaba abierta, se adentro hasta dirigirse a su habitación, ahí podría pensar en frío y rebobinar todo lo ocurrido.

Alexander estaba aquí.

Subió por la escalera de caracol, esperando que sus compañeros no le siguieran y a llegar a la puerta con calcomanías coloridas, se encerró ahí, sacando su disfraz, limpiando su cara, y guardando la plata que le quedaba para el medicamento siguiente.

Alexander estaba aquí.

Cómo si el destino le hubiera indicado a volver, y Magnus tuviera el trabajo de volver a traer al Alexander que conocía.

— Mi príncipe estás aquí, pero ahora tú debes ser rescatado...

Sonrió como solía hacer de niño.

— Y es mi turno de ponerme la armadura— agregó— haré lo que pueda.