(47)
Alec.
Los rayos de sol entraron por las rejas de la ventana, Alec no había podido pegar los ojos en toda la noche, se había abrazado por el fresco de la noche susurrando en silencio una oración para que llegará al señor, aquel que vigilaba a todos desde su lugar, esperaba que entendiera que estaba arrepentido y que sus pecados no debían afectar a nadie más, haría todo lo posible para aguantar sus castigos, pero no quería que aquello fuera a los demás, como aquel vínculo que Rafael estaba creando con la familia.
— Señor Lightwood, su abogado está aquí.
La uniformada se quedó a un lado mientras Alec se paraba hasta llegar a las rejas viendo a Jonathan frente a él, tenía unas ojeras bajo sus ojos y un traje negro bien arreglado, su maletín estaba en su mano derecha y una pequeña sonrisa en su cara mostrando que todo estaba bien, Alec se contagio con esa sonrisa.
— Queda poco— dijo el chico.
— Queda poco— repitió Alec— ¿Cómo están todos?
— He venido con Magnus, Jace y Clarissa, ella será una de mis testigos al igual que Magnus Bane— informó— están ansiosos y preocupados por esto.
— Tengo miedo Seba— dijo Alec— tengo mucho miedo.
— Tú salvaste a mi familia una vez, yo te salvaré está vez, confía en mí— dijo el chico— en unos minutos te llevarán, te estaremos esperando.
El chico se fue dejándolo solo, pero a los minutos ya venían los oficiales viniendo a buscarlo para llevarlo a una sala con un juez dos mesas separadas de donde estaba el más grande a donde se alojaban el juez y dos hombres de cada lado, en la mesa izquierda habían tres personas y dos personas detrás y en la mesa izquierda estaba Jonathan y una silla vacía donde debía ser su lugar, más atrás estaba el trío nombrado por el primer chico, Magnus le miraba con tristeza, algo que hacía que el ojiazul sintiera necesidad de darle un abrazo para que se dejará de sentir así pero solo se dejó guiar hasta su asiento viendo como aquel juicio comenzaba de una vez, observó a los hombres en la otra mesa, los reconocía, eran amigos de la organización, los que colaboraron por años con ellos, principales personas que iban a recibir aquella dosis de veneno si no fuera porque ahora todo estaba hecho trizas.
El juicio fue duro, aquellos hombres tenían muchos argumentos y manipulación para convencer a aquellas personas, además habían encontrado al supuesto padre de Rafael quien estaba siendo de testigo a la supuesta abuela materna, ambos suplicaban la tenencia del niño, pero Jonathan no se quedó detrás quien en el proceso estuvo sonriendo y cuando le tocó hablar comenzó a dar distintos puntos de la vida, primero dejando al descubierto que era aquella organización, que hacían, cada personal y cada acto, diferente denuncia de personas sobre aquel lugar, los daños que estaban causando y los planes que estaban llevando a cabo, cual le sirvió de testigo Clarissa la creadora de aquel veneno, no dijo su fórmula pero supo decir todo lo que aquellas personas querían lograr, después de eso Jonathan llamó a Magnus quien después de tanta tristeza se animó a contar la muerte de su familia y aquel signo que tanto calificaba la organización, Jonathan había logrado conseguir las imágenes.
Y para la bomba final entregó papeles donde indicaba cada gente que había colaborado con plata y personal, una de esas personas eran la que tenían a su lado y a su vez el acta de adopción de la madre de Rafael donde aquel papel señalaba que era madre soltera y que no tenía familia, y que su esposo había muerto, que los jueces comprobaron que no era falso, dejaba al niño en tutoría de Alexander Lightwood, a su vez Jonathan mostró otro papel válido donde el niño también pasaba a ser tutoría de Magnus Bane.
Después de un receso donde los otros hombres parecían coléricos hablando por sus celulares, donde los jueces habían salido del lugar y el estaba siendo supervisado por los uniformados, le dejaron acercarse a su familia, quien no dudó en abrazarlos, primero a Jace quien le abrazaba con fuerza diciendo que todo estaba bien, después a Clarissa quien a ser pequeña tuvo que alzar y después a Magnus, el abrazo ese le dio mucha paz, un sentimiento al que no pudo definir, solo se dejó llevar mientras el moreno le susurraba que todo iba a ir mejor. Aunque sabía que no lo sería, él y Magnus no tenían la probabilidades de no estar nunca bien, siempre algo los alejaba, más cuando estaban comenzando a ser cercanos una vez más.
— Prométeme que si mis años son muchos aquí, cuidaras de Rafael si lo dejan con nosotros y me esperarás hasta que salga— dijo Alec— me darás la oportunidad de que sea tu príncipe y yo tu principito.
— Lo prometo Alec.
— Vengan a visitarme ¿Si?— dijo esta vez para todos— no se olviden de mi.
Ya estaba resignado, no iba a salir de esta, la ley era dura y justa, todos debían enfrentarse a ella, esta vez era su turno de hacerlo. Media hora después todos estaban en sus lugares esperando el veredicto, Alec miró por última vez a su familia, sonrió a Jonathan, suspiró y cerró los ojos escuchando la decisión.
— Se declara a Alexander Lightwood culpable con condena de cinco años por sus cometidos...
El ojiazul no pudo escuchar más, no pudo saber porque le daban tan pocos años o enterarse que el caso iba a seguir abierto para buscar a todos los que estaban asociados a la organización para ir frente a ellos. Solo sonrió, solo eran cinco años cuando creyó que serían más de veinte, miró hacia Magnus sonriendo, solo cinco años, abrazo por última vez a su abogado, quien esté dijo que se encargaría que esos cinco años se redujeran por buen comportamiento, para que después los oficiales le colocarán las esposas y se lo llevarán de ahí, pues otro caso estaba entrando después de ellos. Solo cinco años. ¿Acaso el señor le estaba recompensando? Pues no lo sabía, pero le agradecería igual por aquella muestra de haber perdonado sus errores.
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