(41)
Alexander
Sentir los brazos de su hermana abrazándolo era como volver al tiempo atrás, donde era un niño y su hermana buscaba cualquier escusa para hacerlo, era muy pegados como hermanos y ahora tenerla de de nuevo, dándole una oportunidad para ser lo de antes, lamentaba tanto haber creído en las palabras de sus padres sobre ellos dos, porque sabía que no era así, ellos eran personas dignas de ser respetadas y ahora quería ser parte de ellos.
— ¿Te acuerdas cuando hablamos por última vez? ¿Lo que te dije?
— Tú eres diferente y no debes cambiar por lo que diga papá y mamá, no cambies lo que sientes en tu corazón para satisfacer a los demás— repitió Alec lo que recordaba— porque los sentimientos buenos es lo que hace a una persona feliz.
— Si, y ahora puedes comenzar de nuevo, ser feliz— dijo la chica— tener sentimientos felices una vez más ¿Lo harás?
— ¿Acaso ya no es lo que estoy haciendo? Tengo a Rafael, a ustedes, a mis amigos y a Magnus, tengo más de lo que he tenido antes y estoy tratando de hacer que todo mejore, como la casa de los Bane.
—Lo sé y estoy orgullosa de lo que estás haciendo ¿Pero quién me dice que no te canses y vas a extrañar el camino que mis padres te han implementado?
—Nadie quiere volver a ese camino, por eso maté la raíz de los problemas.
—Alexander— susurró su hermana.
— Los maté por ustedes, porque querían dañar a la familia, lo hice por ustedes, les decidí a pesar de que pase tiempo con ellos— musitó Alexander— ¿Acaso crees que no puedo volver al camino?
Suspiró para calmar el impulso que había subido por su cuerpo, y corrió la mirada de su hermana decepcionado de que aún siguiera con aquellos prejuicios, aunque no podía decirle nada, entendía que después de todo aún pensaría que volvería al lado malo, al cual estaba evitando de ir.
— Mírame, no estoy diciendo eso, solo que Alexander, soy la mujer de esta familia, cuido a cada uno de ellos como si fueran mis hijos, Sam, Jace, Magnus— dijo— y llegó este peligro y el miedo está aquí, en mi corazón, de que todo vuelva a ocurrir. Eres mi hermano, mi sangre y confío en ti, si tú prometes el cambio, sé que no me vas a decepcionar.
—Nunca lo volvería a hacer.
— Confío en tus palabras, confío en ti.
Un mes después la casa ya estaba armada y la relación de la familia se había fortalecido, excepto el vínculo suyo con Raphael y su familia, quien aún no confiaba en él, pero quienes habían colaborado con plata para la construcción de la vivienda Bane desde el hotel. Alec podía ver la sonrisa de Magnus todos los días, cuando los ojos brillaban a ver la casa de pies para ser habitada, podía ver su niñez pasando por sus ojos y el agradecimiento de poder recibir aquello una vez más. Pero no todo estaba bien, porque el ojiazul había comenzado a sentirse extraño cerca de la presencia del moreno, algo que le hacía alejarse sin estar consciente, algo que habían comenzado a verse en los demás de la familia alarmando a Isabelle quien estaba atenta a cada paso que daba, reviviendo lo mismo que había sucedido una vez en su niñez...
—Años atrás—
Isabelle estaba sentada en su habitación, estaba hablando por su celular mientras tomaba apunte de lo que su amiga le dictaba mientras él le miraba desde la puerta como ella hacia sus deberes, había querido hablar sobre algo que estaba comenzando a incomodar, quería la opinión de alguien sabiendo que su hermana podría hablar sin retarle. Sucedía que ya llevaba semanas compartiendo besos con su vecino y le estaba comenzando a gustar tanto que quería repetirlo todas las veces que podía, quería a Magnus con todo su corazón. Pero sabía que era un gran problema en casa si se lo decía en voz alta, así que cuando vio a Isabelle dejar el celular caminó hasta dentro de la habitación, cerrando la puerta para llamar su atención.
—Alec, ven siéntate aquí junto a mi ¿A ocurrido algo?
Comenzó a jugar con sus manitas en un modo nervioso mientras trataba de no mirarle, si no las preguntas no saldrían y la respuesta a lo que sentía no llegaría.
—Hoy Magnus me ha dicho que me quiere mucho— dijo.
Viendo como su hermana sonreía dejando todo con lo que estaba trabajando para dedicarle toda su atención.
— Claro, son mejores amigos, él te quiere mucho ¿Y tú lo quieres?
— Pero no con ese tipo de cariño Izzy— susurró.
— No entiendo pequeño ¿Puedes explicarme?
— Es como la chica y el chico de tu película favorita, que se quieren mucho, él la quiere tanto y le da besito en la boca, y yo lo hago— susurró— pero yo quiero que sea mi novio Izzy.
Vio como su hermana sorprendida y alarmada le cerró la boca mirando hacia todos lados asustada.
—No digas eso acá en casa— susurró— y mantén en secreto esto, se feliz pero ocultarlo hasta que sea mayor y las garras no te destrocen. Te amo y te apoyaré en cada decisión que tomes, siempre, pero no todos los harán y ellos son mamá y papá.
Y ahora como los viejos tiempos recurrió a ella, reconociendo que una parte interna sentía un enamoramiento por su compañero y amigos de su niñez, algo que ella decía que nunca se había esfumado de ninguno de los dos, alentando dar una oportunidad, la cual nunca pudo tener, a su corazón. Pero él no quería eso, Magnus Bane parecía más concentrado en otros temas antes de dejar abrir su corazón, hasta ya debía haber pasado años que el moreno había dejado abierto su corazón para enamorarse, pero su hermana le había indicado intentar, por lo menos despacio, siendo amigos para avanzar.
—Alexander ¿Tienes un momento?
El ojiazul estaba siendo jardinero en la casa Bane, aprovechando que Merliot había llevado a Rafael a casa de Isabelle con la escusa de que los niños se querían ver y Clarissa estaba con Jace, solo estaba él y Magnus, pero el moreno había estado concentrándose en otros temas en la casa Lightwood para no darse compañía, y lo agradecía, no quería tenerlo cerca estando así.
—Sí, dime Magnus— dijo sin mirarlo.
No podía creer que había odiado a los de la comunidad LGBT la mitad de su vida y ahora estaba sintiendo lo que una vez de niño sintió, había tratado de arruinar muchas vidas de personas por aquello que tenían y ahora estaba comenzando a enamorarse de un chico, una vez más. No sabía qué hacer.
— ¿Acaso está molestándote algo que tenga que ver conmigo?
No sabía si era culpa de las grabaciones con las historias que Magnus relató una vez o tener su presencia cerca. Pero ahí estaba, ese sentimiento.
—Claro que no ¿Por qué lo dices?
— No, por nada— respondió el moreno— solo tonteras, solo estoy un poco paranoico, pero me alegra saber que somos amigos.
— No somos amigos— dijo.
Viendo como Magnus se quedaba asombrado a aquellas palabras. El ojiazul le dedicó un guión de ojo y una sonrisa.
—Yo soy tu príncipe y tú eres mi principito.
Viendo como el moreno se sonrojaba y asentía para alejarse a pasos rápidos pero costosos con la compañía de su bastón. Alexander creyendo que había hecho molestar al chico se dio una palmada en la frente y negó a ser tan estúpido por haber dicho aquello ¿Y si se había acelerado a decir aquellos apodos? Ya no eran niños, todo había cambiado.
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