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Magnus.

Habían sucedido las dos horas y esperaba afuera del hotel la presencia de Alexander, le había prometido venir con puntualidad, pero ahora estaba ahí esperando la tardanza del muchacho, algo que le estaba molestando porque no era mucho de esperar, quería ver a Rafael y jugar con él un rato, pero mientras tanto estaba ahí, esperando, cuando quiso ver vio un auto a toda velocidad frenado al frente del hotel, reconociendo el auto del ojiazul, lo vio bajarse mirando desde su lugar, estaba sucio, como si recién acabará de salir de un trabajo bien grande, le había sorprendió verle así.

—Lo siento por la tardanza, fue un día medio movido— dijo el ojiazul disculpándose.

Se adentró al auto, acomodándose en el lugar del acompañante tratando de que su bastón se acomodara con él, viendo como el ojiazul también se adentrará en su lugar y moviera el auto mientras una música suave resonaba dentro.

— ¿Qué pasó? Estas muy sucio Alexander.

Podía ver cómo el ojiazul a pesar del cansancio que se le notaba bajo toda esa suciedad, se le notaba feliz, como si a pesar de lo cansado que le ponía estuviera feliz por lo que estaba haciendo, algo que le causaba un poco de curiosidad, porque era la misma mirada que sabía poner cuando era niño y tenía algo preparado, una sorpresa, pero no podía ser cierto ¿Una sorpresa para él?

—Cuando estaba llegando a casa se me ocurrió un nuevo trabajo, y yo no dejó nada para después, así que comencé ahora mismo, y me olvide que debía venir a buscarte así que siento eso, pero es por una buena causa.

— ¿Y qué hiciste con Rafa? Creí que pasarías tu tiempo con él.

—Ya lo verás, el estuvo conmigo, solo espera un poco más— respondió Alec.

Que solo sonrió hasta que llegaron a la cuadra, en ese momento Magnus cerró los ojos, no quería desviar la mirada a su antigua casa, porque no era capaz de mirarla en las ruinas que se había convertido, no cuando su madre se había esmerado a construir y cuidar, ahora solo era algo destrozado que le hacía daño con solo observarla, así que solo no notaría, haría que no existía y entraría a la casa, cuando sintió el auto detenerse suspiró y se dedicó a salir para intentar caminar hasta dentro de la casa en busca de la persona que le haría olvidar ese pequeño dolor, pero no podía hacerlo, no podía caminar rápido para alejarse de aquello.

— ¡Papá Magnus!

Se dio vuelto escuchando a Rafael detrás no solo encontrando a él, si no a Jace, Isabelle, Sammy, Merliot y Clarissa en la misma condición que Alexander, pero no fue eso lo que le llamó la atención, si no que la casa donde pequeño vivía ahora ya no tenía tablas en la ventanas o en la puerta, y el pasto ya no estaba largo, si no que antes de ser una casa en ruinas, parecía estar construyéndose otra vez, aunque los vidrios de las ventanas abierta seguían rotas y la puerta, la cual tenía un gran agujero, no estaba.

— ¿Q-qué es esto?— balbuceó.

Podía sentir como los ojos comenzaban a nublarse y un nudo se formaba en su estómago, hace años atrás se había decidido a no tocar aquella casa, porque no podía aún superar el dolor que le causaba con solo volver a revivir aquel momento, y ahora estaba ahí, mirando aquello, y no era un dolor malo, si no que parecía volver a ver su familia reconstruyendo aquella casa, haciéndolo poner feliz.

— ¡Sorpresa!— dijeron todos a la vez.

Y él no pudo evitar dejar que las lágrimas mostrarán aquella emoción que sentía dentro, caminó hasta donde estaban ellos con una mano en su boca, Alexander se había esmerado a arreglar su vieja casa, y todos le estaban ayudando, no podía estar tan agradecido de lo que estaba viendo.

— ¡Papá mira lo que estamos haciendo! Es una sorpresa para ti ¿Te gusta?

Sintió como el niño lo abrazaba, pero aún no podía decir nada, estaba quieto sin poder sentir ningún control de su cuerpo al shock que estaba sufriendo, sentía que en cualquier momento podría caer al sentir como sus piernas temblaban. Vio como Alexander un poco preocupado se acercó sabiendo que no estaba ya reaccionando, y al verlo cerca, Magnus se dejó caer en sus brazos, ya no soportando más dejando que el llanto se tapara con el abdomen del muchacho.

—Shh, todo está bien, todo está bien Magg, es muchas emociones para ti— dijo el ojiazul.

— ¡Suelta a Magnus en estos momentos!

Entonces el moreno sintió como caía al suelo a sentir que los brazos del ojiazul se salían de su cuerpo, Isabelle había gritado sorprendiendo a ambos, aún no confiaba en Alexander y esas eran las razones de sus comportamientos, y a pesar de lo que había causado, Magnus la entendía, la vio llegar a él ayudándolo a pararse, sacudiéndole en el proceso.

— ¿Estás bien? ¿Te hizo algo? ¿Cómo te sientes? ¿Te gusta esto?— preguntó la chica— yo les dije que tú no querías esto, pero no me escucharon, si quiere podemos abortar este proyecto.

—Estoy bien Izzy, pero la última vez no grites, no puedo estar cayéndome así, no en mi estado.

La chica roja de la vergüenza asintió ayudándolo a acomodarse y estabilizarse, todos los demás estaban callados mirando la situación, Alexander tenía la mirada baja, los brazos detrás de su espalda como si acabara de ser retado y ahora estaba molesto por aquello que había pasado, la vergüenza que tuvo que pasar, sonrió a recordar que en esa misma postura sabía estar cuando era niño.

—Mi Izzy, estoy feliz por esto, Alexander se ha propuesto a retomar un proyecto que yo nunca me animaría a hacer, no te enojes con él ni con nadie, sino que te agradezco por esto, por colaborar en algo que yo nunca haría, arreglar aquello que causó la destrucción de mi niñez.

Pudo ver cómo el ojiazul subía la mirada sonriendo a aquel comentario, y era verdad, le había tomado como sorpresa y más cuando la persona quien le había tratado de destruir estaba ayudando donde su niñez se habían unido.

—Gracias a todos por esto, no hay palabras para agradecer este gesto.

Se dedicó a abrazar a cada uno, y a pesar de que no conocía a Merliot, el chico que había llegado con Alexander, también le abrazo, y con el ojiazul, a pesar de ser con quien estaba en una relación más tensa, le abrazo con cariño, porque era el principal que se había dedicado a ese proyecto, el proyecto de ambos a pesar de que no lo viera, podía ver un poco de cambio en los ojos del muchacho.

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