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Magnus.

Estaba jugando con Rafael y Samuel afuera de la casa, una vez a la semana sacaba al niño fuera para que disfrutará del clima y el cambio de ambiente que se diferenciaba de adentro, teniendo muchas precauciones de que nadie le reconociera, no quería meterse en problemas cuando se enterarán de que era el hijo de una de las personas que había muerto en el salón "El círculo" y había sido adoptado por el chico Lightwood, no sabría que explicar si los encontraban, tampoco no quería separarse del niño, era un recordatorio de que Alexander volvería a buscarlo, que ese niño ahora era hijo del ojiazul significando que volvería a verle, no sabía que reacción iba a tener cuando le viera de nuevo pero solo esperaba.

—Papá Magnus tengo hambre— se quejó el niño.

La confianza en ellos había sido rápido, desde la vez que llegó, compartían habitación cuando se había enterado que el niño tenía pesadillas, le contaba cuento, lo trataba como un hijo, no pudiendo evitar sentir tristeza cuando ya no hicieran aquello, estar juntos, no cuando había escuchado esas palabras, "padre", nunca se le había cruzado por la cabeza tener un hijo, pero ahora aparecía aquel niños que era pertenencia de la persona que lo odiaba, y ya se había encariñado.

—Muy bien entremos, veremos qué habrá en la nevera.

Los niños entraron casi corriendo, pero para Magnus aún era costoso, andaba con bastones, aún sus piernas eran débiles así que debía acostumbrarse aquello, habían veces donde se agotaba mucho más rápido y maldecía por no ver mejoras, pero no todos los días eran así, otra veces se sentía invencible, que podría caminar mucho si lo quería y no necesitaría de aquellas cosas que le ayudaban, pero cuando lo intentaba se daba cuenta que no era tan invencible porque caía en la realidad de un gran golpe. El celular en su bolsillo comenzó a sonar teniendo que parar de sus pasos para sacarlo de su bolsillo, viendo el número de Isabelle en la pantalla, atendió para apretarlo entre su hombro y oreja para comenzar a caminar de nuevo.

— ¿Hola?

— ¡Cierra todo con llave! No permitas que los niños salgan, Alexander va hacia allá.

Como si acabaran de tirarle un balde de agua fría en todo su cuerpo, sintió cuando el celular cayó contra el piso haciendo ese ruido cuando se rompía comenzando a temblar, Alexander estaba en camino hacia ellos y se sentía como un tabú, cuando el ojiazul se había enterado de la broma y que él era Maddy.

— ¿Papá Magnus?

Vio como el niño alzaba el celular para mirarle preocupado, cómo Samuel que había llegado a su lado, el moreno miró hacia todos lados y comenzó a empujarlos hacia adentro como podía.

—Vamos, vamos adentro.

— ¡Papá Alexander!

Se tenso cuando vio al niño salir corriendo, se dio vuelta viendo a dos chicos salir de un auto, el ojiazul había abierto sus brazos para darle un abrazo al otro niño, había tenido que arrodillarse por lo alto que era y parecía susurrar unas que otras palabras a su oído, a su lado había un chico con pelo largo y una vestimenta algo informal, que les miraba un poco curioso.

—Tío Magnus ¿Por qué ellos están aquí?

Miró a Samuel, se había tensado también a ver a Alexander agarrándose a su brazo como una forma de escudo, pero el ojiazul no les estaba prestaban atención si no que estaba atento a Rafael presentándole al otro chico y sacando de su mochila algo envuelto en papel de regalo que el niño sonrió y recibió emocionado por aquello, era inocente y solo veía a Alexander como su salvador, mientras que Samuel y él se sentían amenazados a su presencia.

—Tu tío es el padre de Rafael, Samuel creo que viene en su búsqueda.

De adentro de la casa salió Jace, quien había estado concentrado en la televisión, sonriendo por ver a los nuevos visitantes Magnus no podía entender porque estaba así, ese chico casi había matado a su hijo ¿Acaso no notaba cómo Samuel estaba? El rubio se acercó hacia ellos estirando la mano a su hijo esperando que fuera tomada, pero el niño no lo hiciera.

—Vamos Sam, saludemos a tu tío.

— ¡No!

El niño comenzó a correr dentro de la casa y Jace lo miró a él, Magnus estaba de acuerdo con los comportamientos de Samuel, si fuera por el también hubiese hecho lo mismo, pero como era adulto y Rafael estaba ahí afuera viendo cada acción que se cometían que no podía irse así sin más, no quería demostrarle al pequeño que le temía.

—No puedo odiar a mi hermano menor, el ha estado esforzándose para cambiar, el no es malo nuestros padres le hicieron así, el lamenta todo lo que ha querido hacer, sus actos eran controlados por ellos.

—Pero no puedes obligar a que tu hijo o personas que hemos sufrido sus acciones hagamos que no pasó nada Jace— dijo Magnus— yo, ni Isabelle, ni Samuel confiamos en el, tú lo has hecho y casi pierdes a tu hijo por un descuido de él y mío, es difícil amigo. Ahora iré a ver a Sam

Comenzó a caminar hacia dentro de la casa, se imaginaba como debía estar Sam, si él estaba aterrado el niño debía estar llorando en su habitación encerrado o haciendo algo parecido.

— ¡Papá Magnus! Saluda a mi papá Alec.

Se detuvo sintiendo que la respiración se aceleraba, se dio media vuelta viendo como el niño traía arrastrando de la mano al ojiazul hacia él, se tenso apretando con fuerza los bastones.

— ¿Papá Magnus?— preguntó el ojiazul al niño.

—Si, quiero tener como apellido a las dos personas más importantes que he encontrado después de lo sucedido— dijo el niño feliz— quiero ser un Lightwood-Bane.

Al escuchar eso el moreno miró al ojiazul para ver si estaba molesto, esperaba ver su mirada donde le mostraba que quería matarle, comenzando a amenazarlo por haberle metido en la cabeza al niño sobre unir apellidos, estaba aterrado por lo que pasaría después de eso, pero al esperar no encontró nada, solo vio como el chico le daba una sonrisa al niño y después revolvía un poco su cabello.

—Si tú quieres eso mi pequeño, entonces se hará, seremos tus tutores— dijo el ojiazul— Hola Magnus.

Vio detrás del chico como Jace hablaba con el otro joven que había llegado con el ojiazul, tragando con dificultad miró al niño y le sonrío para volver la mirada a Alexander.

—H-Hola Alexander.

— ¿Dónde está Samuel?— preguntó Alexander— le vi aquí hace un instante.

—Iré a ver dónde anda— dijo feliz Rafael.

Que comenzó a correr hacia dentro en búsqueda del otro niño, quedando solo ellos dos.

—Lo cuide bien Alexander, es un buen niño, por favor cuídalo bien.

—Lamento todo lo que he hecho, lo siento, lo que he dicho, lo que he planeado y hasta lo que he pensado, después de deshacerme de mis padres de ir a muchos profesionales me he dado cuenta el camino que estaba tomando, espero que seas un buen tutor también para Rafael y que puedas aceptar unas disculpas.

—Lo siento por nuestro señor Alexander, pero no puedo creerte ni aceptar tus disculpas.

—Ya lo sabía, no pido que me creas solo quería decirlo.

— ¡Papá Magnus no encuentro a Sam por ningún lado!

—Iré de inmediato a buscarlo.

Se dio vuelta y comenzó a caminar hacia dentro de la casa sintiendo su corazón palpitar con fuerza, Alexander se había disculpado por lo que había dicho, hecho y pensado, estaba mejorando por cuenta propia y quería creerle, pero nadie después de haber hechos tales cosas podía cambiar para bien.

—Lo siento Alec, pero la confianza no se gana tan rápido, no después de todo lo que nos hiciste pasar— susurró— no después de lo que pasó con Raphael o conmigo y Samuel.

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