(26)
Magnus.
Al día siguiente ya estaba despierto y la chica de los rizos rojizos ya estaba en la habitación, sentada de piernas cruzadas en la silla que estaba al lado de su cama, parecía estar concentrada en algún juego en su celular, la música le daba a indicar que era uno infantil ya que ella se estaba divirtiendo por las risas pequeñas que dejaba escapar para no meter ruido, Magnus se acomodó mirando si Isabelle estaba en la habitación, necesitaba ir al baño, y ella le había llevado en medio de la noche horas atrás, pero no estaban, así que solo tenía que aguantar, aún le sorprendía la fuerza como la paciencia para ayudarle. Las ganas de ir al baño se fueron de inmediato cuando sintió algo puesto en su cuerpo, frunció el ceño.
— ¿Quieres que llame a las enfermeras? No debes retener la orina cuando estás despertando— dijo la chica sin levantar la vista— aguanta un poco, iré a buscarla.
Vio como la chica guardaba su celular para mirarle, pero él solo levantó un poco su bata, con las manos temblando, para mostrarle avergonzado que llevaba un pañal de adultos, ya que Jace no estaba para ayudarlo a ir al baño y las enfermeras andaban haciendo otros trabajos, así que le debían haber puesto eso cuando Izzy se fue, la chica levantó las comisura de su labios asintiendo tratando de no reír, Magnus volvió a bajar su bata y dirigió su mirada hacia adelante, donde un televisor de la pared estaba transmitiendo las noticias.
— ¿Desde cuándo estás aquí?— preguntó el moreno— ¿Dónde estás Izzy y Jace?
— Llevo dos horas aquí, duermes como una chica ¿Sabes? No roncas, es adorable verte— respondió— Jonathan está custodiando a su hijo, está muy pegado a él y Isabelle se está encargando de un trabajo.
La chica acomodó su pelo y comenzó a arrimar la silla hasta la camilla, después de eso se levantó para ayudarle a acomodarse, y así poder comenzar a hablar como habían quedado el día anterior, parecía ansiosa por querer escuchar las historias que compartía con Alexander, sonrió a saber que por lo menos podría recordar al ojiazul con sus recuerdos.
— ¿Quieres empezar?— preguntó el moreno— ¿Qué te gustaría saber?
— Lo que tú quieras, por favor Magnus.
Y recordando comenzó a contar desde cómo se habían conocido, no diría todo detallado, solo una parte para que la chica se conformará.
— En el lugar donde ambos vivíamos era un barrio para toda clases de persona, había sido muy costoso para mí familia llegar a tener la casa propia cuando solo era una madre soltera y dos hijos, pero pudo conseguirlo, logrando volver a levantarse después de la huida de mi padre, pudo mantenernos y éramos una familia humilde, creí que era importante recalcar eso— dijo el moreno— los Lightwood era todo lo contrario, sus padres eran de plata, pero a pesar de las oscuridad que ellos tenían salieron unos buenos hijos, yo tuve el placer de poder congeniar con él menor, con su edad y sus conocimientos.
— ¿Cómo te sentiste cuando conocieron? ¿Cómo pudieron congeniar a pesar de sus familias?
— Me gustaba jugar fuera de casa, mirar los autos y adivinar las vidas que llevaban, hasta que sentí una piedra caer en mi cabeza— dijo riendo Magnus al recordar esos momentos— en esos momentos era muy sensible, así que lloré al instante, el culpable vino hacia mí para pedirme disculpas porque yo estaba haciendo un gran escándalo, en esos momentos sentí solo que ese niño era lo más hermoso del mundo, sus ojos azules con sus pequeños rasgos de niño pequeño de su cara, su pelo negro estaba mucho más corto de lo que es ahora, pero era hermoso.
Vio como la chica tenía una maquinita rectangular entre sus manos, mientras tenía una sonrisa a lo que escuchaba, nunca iba a saber que podría estar pasando por su mente, algo confundido el moreno dejo de hablar mirando a la chica y después al aparato reiteradas veces, era un grabador de voz, estaba grabando.
— ¿Qué haces con eso?— le preguntó.
— Solo estoy grabando, es algo que quiero recordar y tenerlo como una historia que podré escuchar para cuando me sienta mal por no tener una pareja— excusó.
— Oh.
El moreno sonrió de medio lado, no sabía qué estaba tramando la chica pero se lo dejaría pasar, no es que fuera a hacer alguna maldad con una historia de dos niños pequeños que se querían y había sido separado por una injusticia, vio a la chica pedirle con la mirada que siguiera y él obedeció.
— En lo que estaba, Alexander era un chico que emitía su energía aventurera, le gustaba jugar a los investigadores, cuando vino a pedirme perdón me ofreció jugar con él, su conocimiento sobre animales y plantas era muy avanzado para mí ¿Sabes que me regaló por nuestra amistad? Hojas de menta como aromatizante de mi habitación— siguió el moreno— después de eso, comenzamos a juntarnos, pero solo en mi casa, los padres de Alec no le gustaba que yo fuera a su casa, una vez pude escuchar que decía que mi familia era pecadora por no haber una figura de hombre, ya que ellos creen que debe ser el matrimonio o nada, a esa edad no entendía, pensaba que ellos no conocían que Ragnor lo era, así que solo invitaba a Alexander a mi casa y jugábamos ahí, era más divertido, me sentía más cómodo y podía sentir que él también lo estaba, aunque siempre trataba de agradarle a los padres para que Alec me quisiera.
— ¿Y cómo surgió eso del príncipe y el principito?
— Oh eso, debería contarte del principio ¿No crees? Todo empezó cuando estábamos jugando, Ragnor, mi hermano, tenía un amigo con el cual siempre estaba en la habitación y nos tenía prohibido entrar, no me acuerdo muy bien lo que estábamos haciendo, a veces mi memoria falla así que lo siento por eso, así que te diré que solo por estar de chismoso vimos con los más grande se estaban besando, nos habíamos quedado sorprendidos por lo que habían hecho.
— ¿Les molesto?— interrumpió la chica con una pregunta.
— Claro que no, fue extraño, despertó nuestras curiosidades, aunque ese momento no le dimos importancia y fingimos asco a la situación— dijo entre risas— unos días después estábamos sacándonos la dudas a qué sabían los besos.
— ¿Y a qué te sabían a ti?— volvió a interrumpir la chica.
— Felicidad, tenía a la persona que me gustaba en secretos, besándome, mi primer beso a decir más— sonrió el muchacho recordando ese tiempo— siempre encontrábamos tiempo para besarnos a escondida, aunque éramos torpes ya que Ragnor nos había descubierto y avisado de que teníamos que tener más cuidado, a pesar de eso con los días pasando, entre medio de un juego de investigaciones él me lo pidió, me pidió ser su principito y yo acepté mientras que el fuera mi príncipe, solo eran juegos de niños, pero ya sabes las mentiras y ocultar temas importante tienen patas cortas, así que nos descubrieron.
— ¿Cómo?
— Alexander iba a una escuela católica privada, y en unas de sus clases nos dibujó a mí y a él, o eso me enteré, se lo llevaron al instante sin antes yo tener que escuchar cómo sus padres gritaban a mi madre y Ragnor trataba de meterse para defenderlo, pero esa misma tarde todo se esfumó, como si nunca hubiese estado ahí ¿Te dije que yo y él íbamos a tener una cita ese día? Ya tenía todo planeado, íbamos a compartir un helado mientras nos contábamos cómo había ido el día del otro en la escuela, temas de niño, pero le perdí, y mi vida fue un infiernos después de eso.
— ¿Quieres hablar de eso Magnus?
La puerta de la habitación se abrió mostrando a Isabelle cruzada de brazos apoyada en el umbral, tenía el ceño fruncido y estaba negando mientras entraba hasta llegar a lado de la chica, tomando el grabador de voz para apagarlo, cuando comprobó que ya no estaba prendido y ninguno de los dos hablaba por la situación, ambas chicas se miraron, le devolvió el aparato.
— No, Magnus no va a hablar de eso Clarissa— musitó Izzy— Jace te está esperando afuera, ve y no te desaparezca, debo hablar contigo, otra vez.
— ¿Jonathan?
La chica sin despedirse salió de la habitación quedando ellos dos solos, Isabelle acomodó su almohada, le arropó con las sábanas a pesar de que hacía calor y sonrió sintiendo sus manos en su mejilla, le hacía acordar tanto a su madre cuando le hacía cariño de niño cuando estaba enfermo.
— Aún para mí, eres el pequeño Magnus— susurró— inocente y adorable, así que como tú amiga debo advertirte que no confíes en Clarissa, después de todo lo que hemos pasado no quiero a esa chica cerca ¿Entendido?
— Si Izzy, lo siento.
— Ahora descansa, en una hora te toca hacerte estudios.
Asintió viendo como la chica besaba su frente y salía por la puerta, suponía que al no tener a su hermano menor para hacer eso lo estaba poniendo a él como suplente, ya que la chica lo trataba como un pequeño, como si fuera parte de su familia a pesar de que no lo fuera, y no podía decir nada al respecto porque estaba agradecido de aquello que estaban haciendo por él, a pesar de que de una manera u otra estaba ocupando el lugar del ojiazul.
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