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Alexander.

Miraba a Magnus Bane, a aquella persona enferma, con una sonrisa queriendo que notará que él no había cambiado, que no tenía ninguna pizca de querer ayudarle como se lo había dicho y prometido a Jace, solo había hecho aquello para deshacerse de la peste de la casa de su familia, de sus hermanos y así poder estar él con ellos, y su sobrino, sin aquella persona que estaba arruinando a cada integrante de la casa que estaban dependiendo de su enfermedad, pero se le haría difícil, Isabelle no confiaba en él, cada mirada que le dirigía era de desconfianza, igual que Samuel, no confiaban en él excepto Jace que estaba feliz de ver su rápido cambio, pobre de él de hacerlo porque si supiera lo que estaba pensado jamás lo hubiera hecho. 

Después de la misa fueron a un restaurante donde compartieron mesa, no estaba feliz de ello, de estar en la misma mesa que ese chico como si fuera parte de ellos, de la familia Lightwood, pero debía mantenerse tranquilo a pesar de sus impulsos.

— ¿Y vas a buscar algún trabajo aquí Alexander?— preguntó Isabelle.

La chica le hablaba con su voz firme, le miraba atenta y su postura era derecha en su silla, como la de su madre, pero no era ella, Isabelle era un mujer con un pelo azabache como el de él, lacio y que caiga entre sus hombros para finalizar en sus caderas, siempre andaba maquillada, cada vez que la veía podía notar un fuerte delineado y un pintalabios oscuro, su vestimenta no pasaba de vestidos o a veces pantalones y top que ahí siempre usaba más colores claros que oscuros, ella ya era una mujer pero diferente a su madre y desde la última vez que la había visto sabía que era más inteligente que la última vez, más capaz de descubrir lo que él escondía, pero a pesar de eso, de hacerle ver a la Lightwood mayor, la extraña como alguien que era cómplice de sus secretos, ya que como Ragnor Isabelle también sabía de aquello que había pasado en su niñez.

— No lo sé, no tengo el permiso de trabajar aquí, por eso papá y mamá me pasan plata—respondió.

Podía ver a Samuel conversando animadamente con Magnus, parecían tener confianza y el chico había hecho caso omiso, como la peste, de las conversaciones de ellos, hablando al parecer de la escuela, las materias y los compañeros, el niño parecía prestar mucha atención cuando le tocaba al moreno de hablar sobre su poca experiencia en una escuela, ambos compartían algo en común, los dos eran de escuelas públicas. Pero le molestaba, no poder tener la relación que ellos tenían, que Magnus le haya arrebatado ese lugar.

— Si quieres puedes comenzar en la empresa de Nathan, darte a conocer como independiente a tus padres y comenzar a ser un adulto.

Volvió la mirada a su hermana, ella la que le había enseñado a atarse los cordones de su zapato, a andar en bicicleta, la que lo llevaba a cada parque que había en esa ciudad antes de irse, Isabelle le había enseñado muchas cosas y la quería, pero no iba a permitir que viniera, a pesar de que estaba molesta, a tratar de acabar la relación que él sí había podido conseguir tener y seguir con sus padres.

— Lo pensaré.

Siguió comiendo en silencio escuchando como Jace al momento incómodo comenzaba a contar sobre anécdotas y otros temas, incluyendo en él a Samuel quien parecía encantarle escuchar aquello, a su padre hablar, corrigiendo cuando en verdad el chico rubio exageraba, Isabelle reía a cada anécdota y Magnus solo revolvía con el tenedor su comida haciendo que Alec a pesar de estar sonriendo sintiera la irritación por lo que estaba haciendo el moreno, tosió falsamente y se levantó mirando que en una orilla de la habitación había uno de esos video juegos que él sabía jugar de pequeño.

— ¿Samuel me sigues? Quiero compartir contigo algo de mi niñez.

El niño asintió sin antes de dirigirle una mirada alarmante al moreno, pararse e ir con él hasta donde estaban los videojuegos, Alexander fue la primera vez en aquel día que había sonreído en verdad, porque aquello lo había dejado de usar después de irse y no había tocado ni había visto video juegos en todo su desarrollo de vida hasta ahora, quería compartir eso con su sobrino y así recuperarle, para convencerle de que Magnus Bane no era lo que él quería cerca. Hizo un cambio de plata por fichas y dio el primer inicio del juego viendo que se trataba de los guerreros que peleaban, amaba aquello, vio de reojo a Samuel que miraba aquello con curiosidad.

— ¿Quieres intentarlo?— preguntó el ojiazul.

El niño negó sin dirigirle una palabra, Alex siguió jugando animado con concentración, era como estar de nuevo en su niñez.

— Tío ¿Puedo preguntarte algo?

El enemigo le estaba ganando y eso le ponía un poco molesto, porque él no perdía, el debía ganar y ser bueno en todo, si le ganaban entonces era un signo de debilidad y él no era débil, había dejado de hacerlo en tanto tiempo.

— Si, puedes.

— ¿Por qué dices ser un siervo del señor cuando en verdad estar incumpliendo lo que en verdad quiere el señor?— preguntó el niño— papá me ha enseñado de la biblia, y se lo mismo que tú, pero a pesar de eso, tu tío estás haciendo algo mal.

— ¿Por qué lo dices?

Había comenzado a recuperarse y estaba dándole palizas al enemigo, demostrando que él no era débil, él era fuerte, nadie volvería a hacerlo caer.

— Dios creó a las personas y él le dio su propia personalidad, hay muchas culturas y años antiguos donde la homosexualidad, la transexualidad y todo lo de la comunidad LGBT que tú quieres derribar existía— explicó Samuel— la iglesia o los muy creyentes solo tratan de derribar lo que ven extraño, pero lo que no saben es que esto está mucho antes desde su odio, ni el mismísimo señor les odia porque fue su creación.

La partida acabó y Alec miró a su sobrino sonriendo, a pesar de tener un poco de más edad de la cual tuvo él cuando se fue, podía ver que hablaba como alguien adulto, Samuel era inteligente, sabía ver más de lo que querían ocultar y aunque quisiera cambiarle la opinión el niño no iba a ceder, cuando uno ya tenía la mente llena de basura que lo de la comunidad le implantaron no era fácil de sacarle.

— Bueno Sam, todos tenemos pensamientos y opiniones diferentes, yo respeto la tuya pero no la comparto y viceversa ¿Quieres pedir alguna bebida, algún postre?

El niño bajó la mirada y suspiró, después la levantó, esa mirada donde reflejaba que estaba decepcionado pero que no diría más, se movió un poco y le tocó el brazo.

— Solo quiero que no le hagas nada a Magnus, con eso seré feliz.

Después de eso el niño volvió a su mesa dejándole ahí quieto por sus palabras, no sabía hasta qué nivel Samuel quería a Magnus, pero debía deshacerse de él antes de que su vínculo comenzará a crecer más, él quería ser el tío preferido, que el niño le admirara, pero todo lo que había podido ver desde que había llegado es que Magnus Bane le había robado su vida, y eso le molestaba más, hasta el punto de querer matarlo ahí mismo, pero se tranquilizó, caminó hasta el baño y gritó mientras mordía su mano para que nadie le escuchará, insultó en silencio al moreno y dejó escapar algunas que otras lágrimas por el enojo, cuando Magnus ya no estuviera entonces seguiría con los demás, porque debían haber mucho como el moreno fuera. 

Salió del baño y se sentó en la mesa relajado, no le dirigió la mirada a Magnus porque era tanto el asco y el enojo que si lo miraba se le lanzaría arriba para golpearlo, solo converso con Jace hasta que la hora de irse llegó y él retomó su camino a su casa con la compañía de su hermano, necesitaba unos días para pensar y después ir a la casa de sus hermanos porque si no se dejaría llevar por los impulsos y lo mataría. 

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