(16)
Magnus.
Como había prometido Isabelle ahí estaba dando su mayor obra de caridad del año, había ayudado a Raphael con el seguro del hotel con un abogado cliente de ella y estaba mudando a Magnus de su casa, donde su familia adoptiva no podría darle las atenciones por el trabajo, para así llevarlo a su casa con Jace y Samuel prometiendo que Alexander no se acercaría aquella casa ni aunque quisiese, porque habían temido con todo lo causado de Alexander y lo que las cámaras del hospital habían mostrado, hasta Samuel que tenía una adoración de primera vista por su tío había cambiado de opinión, lo bueno de eso o capaz lo malo es que ni Raphael ni ellos dieron una denuncias ¿El por qué?
Ni ello lo sabían, pero Magnus quiso no prestar más atención a ese problema sabiendo que al día siguiente Raphael y Simón, con Fran y la madre de este se irían a otro lugar, para cuidar del chico por si Alexander cambiaba de opinión o alguien iba a terminar el trabajo, el moreno se había negado a la súplica de su familia y su amigo cuando le pidieron que se fueran con ellos, él tenía que quedarse ahí, aún más sabiendo que si se iba lejos de los Lightwood, Alexander iría en su búsqueda y no sabía en qué peligro metería a esa familia, no quería un homicidio más en su memoria. Tenía las esperanza de que Alexander cambiaría de pensar, lo había visto en las cámaras, si no fuera alguien con sentido de razón no se hubiese detenido cuando podía matar a Raphael, además se había visto a leguas que era mandado por alguien, que no era lo que él quería.
Después de lo que le había dicho el doctor y el día que había comenzado a estar en silla de ruedas, todo en él había cambiado, podía caminar pero sus piernas sabían doler mucho además siempre estaba supervisado, porque tenía ordenado no pararse de ahí, con sus brazos era más complicado, no tenía muchas fuerzas como para manejar la silla de rueda por sí solo, hasta una botella le estaba comenzando a pesar, cuando tuvo que ir de nuevo al doctor este se había preocupado tanto que le mandó a terapias para trabajar el cuerpo, eso costaba ni él vendiendo su cuerpo podría juntar todas esa plata, pero Raphael se había ofrecido a sustentar todos sus gastos, no había palabra para agradecer todo lo que sus queridos hacían por él.
Podía acordarse cuando su madre había padecido de aquello, sabían ponerse días para cuidar de ellas, Ragnor estudiaba y debía estar al máximo con sus estudios así que cuando savia ir Alexander a visitarlo estaban con ella y le leían libros, hasta que Ragnor se tomaba un descanso y le cuidaba él para así ellos ir a jugar, su madre se había recuperado con medicamentos y terapias que aún en la actualidad no sabía cómo lo había conseguido la mujer, pero había podido disfrutarla al igual que Ragnor de cada momento que se trataba de la familia.
Estar sentado en una silla de rueda, le hacía detenerse a pensar y recordar algunos que otros momentos que eran importantes en su vida, como la vez que todo con Alexander empezó, cuando sus sentimientos los hicieron convertirse en el primer amor del otro en la niñez, aunque el ojiazul tratará de olvidarse de aquello, Magnus sonrió sin darse cuenta que lo estaba haciendo porque las imágenes aparecieron bajo sus párpados como si hubiese apretado un botón para darle inicio a un video.
Todo había comenzado después de que su madre mejorará, Ragnor se encerraba con Fran, quien en ese tiempo era su mejor amigo, en su pieza diciendo que estudiarían y que no querían ser interrumpidos, Guadalupe se sentaba a ver la novela mientras cocía las prendas rotas mientras que el jugaba con Alexander dentro de casa hasta que su madre le dijeran que podían salir, ellos como pequeños que eran, tenían su curiosidad muy aumentado así que siempre estaban jugando a descubrir misterio, como el misterio del gato rechoncho que desaparecía y aparecía misteriosamente.
Su primer intento había fracasado entonces habían subido a la planta alta a averiguar si encontraban un ratón para cortar su cola y ver si podía crecer por segunda vez, pero encontraron algo mejor para su vista que hizo que sus mente se llenaran de preguntas y nuevas curiosidades, Ragnor y Fran estaban besándose frente a sus ojos, Magnus podía acordarse como su hermano sostenía la cabeza de su amigo haciendo que la cara de ambos se apretarán mientras sus bocas se abrían mucho y sus cabezas daban movimiento cambiando las posiciones, podían verse las lengua entrar a la boca del otro, haciendo que los dos, que espiaban desde la puerta entreabierta fruncieron el ceño y tiraran un sonido de asco, dejando la privacidad de ambos y yendo a jugar a las cartas.
Alexander sabía pasarse mucho tiempo en su casa, porque los padres del ojiazul eran muy gruñones y religiosos, así que siempre estaban en su casa donde los límites no eran tan exigentes, el día que comenzó todo Guadalupe había salido a la casa de una mujer amiga y Ragnor se encerró en su habitación a estudiar, mientras que el se quedaba con Alexander viendo televisión prohibidos de salir afuera, las películas eran la fascinación de ambos y las románticas parecían ser las más interesantes para la cadena televisiva así que solo miraban el proceso de aquello hasta que un beso apasionado de hombre y mujer llegó a la pantalla haciendo que Alexander, quien ya tenía confianza en su casa, tomará el control y lo apagará con un sonido de asco como la vez que vieron a su hermano, pero Magnus al contrario de él sentía unas cosquillas bajo su pancita moviendo sus manos nervioso.
"¿No sientes curiosidad a saber porque a todos le gusta juntar sus labios con los de otra persona?" Preguntó Magnus.
"Solo sé que me estoy aburriendo"
"Juguemos a descubrir misterios, en mi pieza hay una mancha negra verdosa que no he querido ver de cerca, es asquerosa"
"¿Por qué me lo dices ahora? Me he estado aburriendo cuando un misterio nos espera."
Los dos subieron a la habitación, casi corriendo para descubrir qué era aquella mancha, Alexander era el más emocionado por tocar aquello, usando un lápiz para hacerlo mientras que Magnus lo miraba desde la silla del escritorio esperando que dijera que era eso, aunque se acordaba como le había observado hasta que el ojiazul se aburrido y dio un diagnóstico de que solo era moho aunque no sabía concretamente, después de eso se quedaron jugando al tutti frutti donde sabía que ganaría, aunque a veces sabían tener empates. Pero como siempre se aburrieron quedando acostado en el suelo mirando el techo ya no sabiendo qué hacer.
"¡Ya se! ¿Por qué no descubrimos el misterio de porqué las personas juntan su boca con la de otra?" Preguntó Alec.
"Está bien, pero solo porque no hay más nada que hacer" Respondió Magnus fingiendo desinterés.
Los dos se sentaron frente a frente nerviosos por aquel misterio que debían descubrir, Alexander comenzó a acercarse viendo como esos ojos azules se acercaban más y más, cerró los ojos para no salir corriendo de ahí, cuando menos lo pensó los labios de su amigo estaban rozando con los suyos, solo estuvieron así unos minutos para después separarse y sonrojarse cuando se vieron.
"¿Y qué sentiste?" Preguntó Magnus.
"Cosquillas en mi panza ¿Y tú?" Respondió Alec.
"Lo mismo, creo que me gustó"
"¿Lo volvemos a intentar?"
"Claro que sí Alec, debemos sacar a una conclusión a esta investigación"
Volvieron a juntar sus labios esta vez intentando lo que habían visto al espiar a su hermano, moviendo sus labios con torpeza, nunca se había sentido tan bien como en ese momento y su conclusión sólo sería que los adultos habían creado algo maravilloso, pero el momento duró poco porque no se midieron por ser descubierto y Ragnor los había visto, le había dado una gran charla y les había hecho prometer que solo serían besos, que no lo harían frente a nadie y que sus sentimientos más que amistad solo fuera un secreto que ellos tres solo iban a saber, cuando en verdad solo era una investigación de una curiosidad. Aunque después de días siguieron besándose como si el descubrimiento aún no acabará.
— ¿Tío Magnus?
Magnus volvió en sí viendo al hijo de Jace delante de él, moviendo su mano frente a sus ojos para llamar la atención, trago con un poco de fuerza por la tristeza que le había dado a saber que solo sería el único recuerdo feliz que tendría de Alec, la niñez y la inocencia despertando sentimientos que aún Magnus tenía intacto, aunque no se podía decir lo mismo del ojiazul que tenía un odio y rencor bien grande.
— ¿Qué pasa Sam?
— ¿Por qué estabas sonriendo?— preguntó curioso Samuel.
— Porque estaba recordando cuando yo y tu tío Alec jugamos a los príncipes, en nuestra niñez.
— Cuéntame, quiero oírlo— dijo emocionado el chico— quiero saber de mi tío Alec, antes de que se volviera malo.
Magnus sonrió y el chico se sentó a su lado, trayendo una silla, y el moreno comenzó a contar, omitiendo partes de cómo él y el ojiazul entre medio de los juegos se daban un beso para sellar cada juego. Momentos pasados que aún seguían vivo, Magnus los guardaba en su mente con total cariño.
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