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Criofobia: Miedo irracional al frío o a las bajas temperaturas. Es una Psicopatologia donde la persona sufre ataques de ansiedad al estar en contacto con el frío, algunas le temen a las cosas frías o al mismo invierno. Otras simplemente le temen a la simple idea de pensar en ello.

Esas fueron las palabras que el médico le había dicho hace unos años, Jisung sufría de ello desde los cinco años cuando su padre lo encontró desmayado en medio de la nieve. Durante su infancia sus padres lo llevaron a vivir a Malasia, con la esperanza de que su miedo se perdiera. Pareció funcionar durante unos años hasta que los ataques de ansiedad se volvieron cada vez más fuertes.

Jisung se sentía patético cuando un simple vaso con hielo le provocaba que cada hueso sintiera dolor y las ganas de vomitar lo invadieran.

Hasta que su tío se enteró de su situación. El hermano menor de su padre era además su padrino y como tal había hecho hasta lo imposible para solucionar su estado. En su viaje a la casa de hermano se trajo consigo a un Jisung alegre a Corea del Sur.

El primer año no fue sencillo, los inviernos en Corea son demasiado fuertes para una persona como él. Aún así el Doctor Park Jungsoo le había aconsejado que era lo mejor, debía enfrentar su miedo o podría ser cada vez peor para el muchacho.

Así fue como su tratamiento empezó por primera vez, viviendo en una enorme casa diseñada para que el frío no entrara y Jisung pudiera realizar sus terapias, un patio lleno de flores para que disfrute de lo más bello de la primavera, una institutriz que le diera los conocimientos necesarios para su educación. Su tío había pensado en todo y parecía funcionar.

Pero el invierno pasado sus miedos habían regresado.

—Necesita de una motivación, algo que lo ayude a salir—

Oía como hablaban su médico y su tío en sala donde era atendido.

—Si no tiene razones para salir afuera en el frío. Nada podrá quitarle el miedo—

Durante los días de frío se sentaba a leer los libros de la biblioteca que se hallaba en la casa, sus favoritos eran los clásicos. En ellos los personajes eran felices, terminaban juntos. Parecía tan fácil. Había aprendido mucho en ellos, la lectura lo hacía viajar a otras realidades, entendiendo que el también podría ser valiente y vencer su miedo. El frío era el peor villano de todos, más temible que cualquier dragón cuidando de una princesa encerrada. Porque eso era el, así se sentía; encerrado en un calabozo llamado Criofobia y un ser malvado que lo encerraba.

Necesitaba de un príncipe.

—Si la bella durmiente consiguió un príncipe sin moverse de su cama ¿Por qué yo no encuentro uno?—

Como si sus preguntas fueran respondidas, el destino le trajo al chico más lindo que Jisung había visto.

Cabello negro, ojos pequeños, una tez blanca y delicada. Poco a poco caía frente a esa mirada llena de admiración que aquel chico le entregaba.

Jeongin era sin dudar el príncipe que lo rescataría.

Una ola de frío los había sorprendido, Jisung conocía el cielo y desconfiaba en el cuando las nubes tomaban esa forma. Una vez más había acertado. Pero esa vez fue diferente, había dejado una nota para que Jeongin supiera que no podría verlo. Se encontró a si mismo intentando salir fuera de la casa sabiendo que afuera el clima era bajo y su enemigo podría atacarlo. Está vez tenía una razón para salir.

Y aumentaron cuando Jeongin lo abrazó diciendo que lo extrañaba.

No sabía porque cuando el jardinero le hablo sobre las flores había pensado en él en ese instante. Busco en el libro que el hombre mayor le había regalado con cada mensaje que se podría regalar con las flores. "El lenguaje de las flores" decía la tapa.  Desde que se despertó hasta el siguiente día había estado buscando las flores correctas para dar su mensaje a Jeongin, había dudado, se sentía inseguro y por primera vez había cambiado de idea tantas veces.

Pero su príncipe no llegaba.

—Jeongin vendrá pronto—

Su tío lo miro con una mezcla de tristeza y orgullo. Decidió no hablarle sobre la fría noche que se estaba acercando, el Señor Park le había dejado claro que debía dejarlo que actuara solo.

Por eso aquella vez no fue regañado cuando una nueva crisis lo colapsó.

—¿No tienes nada que contarme?—

Era la primera vez que veía una sonrisa provenir de Jungsoo, un hoyuelo hacia acto de presencia y unos ojos brillantes lo miraban expectantes.

—Tu tío me dijo que estuviste afuera por tu cuenta y estaba fresco—

—Debía esperar a mi príncipe—

—¿Tu príncipe?—

—Jeongin, el chico que viene cada tarde a jugar conmigo—

Sonrió. Luego bajo sus comisuras al recordar que empezaba a ser frío y su cuerpo no lo soportaba. Apenas había empezado el invierno y ya extrañaba al muchacho.

—¿Lo extrañas?—

Asintió, sus ojos dirigiéndose a la ventana con temor. Las cortinas atentaban con abrirse y dejar paso al cielo triste del invierno.

—¿Quieres ver por la ventana?—

Jungsoo no se resistía a volver a subir su sonrisa. Creía que Jisung había encontrado ese algo, o más bien, ese alguien que lo motivara a dejar su miedo o hacer de él un problema menos grave. Qué Jisung se levantara por su cuenta y asomara su cabeza por la ventana fue suficiente para creer que podría empezar un nuevo tratamiento con el chico.

—Señor Park ¿Es posible que el corazón duela tanto al verlo sonreí?—

—No te entiendo Jisung—

El aludido se dió la vuelta y le sonrió.

—Quiero empezar ese tratamiento que hablaba la otra vez. Quiero estar ahí afuera también en invierno—

Todos los días a la misma hora, Jisung miraba por la ventana parecía esperar algo. Hasta que eso ocurría no despegaba su vista de la calle.

Jisung esperaba cada día ver pasar a Jeongin y que este le sonriera.

Unos de esos días, una semana antes de Navidad Jungsoo lo encontró en el piso. Estaba llorando, con una sonrisa en sus labios y sus manos temblando. Se hallaba en la puerta de la casa apoyado junto a la puerta. Jisung levantó su mirada al verlo y con un suave susurro le habló.

—Jeongin—

La navidad había llegado y como de costumbre su tío le había preguntado que era lo que quería. Grande fue su sorpresa cuando le dijo que su deseo era llamar al muchacho de pelo negro y dientes con metal. Pero lo había conseguido, luego de buscar por días en las escuelas, clubs o lo que fuese por fin había dado con el número de la casa de Yang Jeongin.

Jisung marco cada número con sus manos temblando, era una sensación extraña y a la vez agradable. Por primera vez sus manos sudaban y no era a causa del temor si no de todo lo contrario, se encontraba nervioso y ansioso de volver a escuchar su voz. Una mujer, bastante grande según pudo descifrar por la voz, atendió su llamada confirmando que era la casa del pequeño.

Le dijo todo lo que tenía para decirle, había deseado poder hablar más con él pero la abuela de Jeongin le había dejado claro que la garganta de este no se encontraba en estado para hablar.

—¿Por qué no puedo verte en invierno?—

La voz dañada le llegó a sus oídos y Jisung volvió a sentir miedo, sabía que eso había provocado sus gritos desde la calle hace unos días, también que el frío podía causar aquello. No sabía cuál de las dos lo ponía aún peor.

—Hasta la primavera—

Sonrió.

—Feliz navidad—

Su costumbre era bromear haciendo el sonido al cortar un teléfono. Su tío ya conocía sus trucos y no caía en ellos, llegó a pensar en hacerlo también con Jeongin y tal vez hablar un poco más con el.

—Me gustas—

Había esperado cualquier cosa, menos esas dos palabras. Ya las había escuchado, el se lo había dicho mediante las flores. Pero escucharlo de aquella forma era más sincero y su corazón se sintió valiente. Enfrentaría el invierno.

La llamada por fin fue colgada y con un suspiro Jisung soltó.

—Ten paciencia príncipe. Conquistare el invierno para tí—

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