🌹 Capítulo 7
Un último quejido doloroso salió de su boca cuando Hades terminó de huntarle en la pierna aquel tónico mágico que usaban los Dioses para curar cualquier lesión física. El corte que tenía en la pierna desapareció sin dejar cicatriz, sus ojos se abrieron de sorpresa por tal acto de magia del tónico.
—Ya está.—dijo Hades soltando la pierna de Persefone.
—Se lo agradezco.
Hades asintió con la cabeza y se puso de pie, su ojo purpura la miró de arriba a abajo.
—¿Piensas regresar así a Midgard?—la señaló con el dedo.
Persefone se miro así misma; su cabello, el vestido y sus brazos seguían manchados con la sangre de ese monstruo.
—Bueno...
—¿Te escapaste de Demeter?
—Yo...
—¿En que estabas pensando en volver a venir aquí abajo?
—Si me dejara hablar...
—¿Te gustan los problemas o qué?
Las constantes interrupciones y preguntas de Hades la estaban sacando de quicio. Tomo varias bocanadas de aire para mantener la compostura y espero a que Hades se callara, no quería gritarle por regañarla como si de una niña malcriada se tratara.
—Estoy esperando una respuesta.
—Intento darle una respuesta pero usted no deja de interrumpirme todo el tiempo.—apreto la mandíbula molesta.
—No es mi problema que lo permitas.
Persefone apretó los puños ¿Intentaba provocarla o que?
—En primer lugar...
—¿Que no tienes cuidado por donde vas?
—¡Callate!
Un silencio se apoderó de ambos, sin embargo, a los pocos minutos Hades sonrió y empezó a reír.
—No le encuentro lo gracioso a esto.
—Se que no hay nada gracioso en esto.
—dejo de reír y la miro con intensidad.—Pero no puedo negar que cuando te veo intentando ser dócil y sumisa, lo encuentro gracioso.
Persefone lo miro extrañada y se quedo callada, permaneciendo sentada en el trono de Hades.
Hades se observo la ropa sucia por la sangre ahora seca de aquel monstruo que asesino, así que deslizó su gabardina por sus hombros y luego por sus brazos. Arrojo la gabardina lejos de él. Los ojos de la diosa se abrieron ligeramente al ver los musculosos brazos del Rey del Infierno. Tenía un tatuaje de una rama y hojas en uno de sus brazos, ni siquiera había visto que Hades poseía un collar negro en el cuello, la mano del Dios fue hacia su cabello blanco y lo hecho hacia atrás para quitarse un poco de la sangre que tenía dándole un aspecto majestuoso.
—Es muy atractivo.
—¿Que dijiste?—volvio toda su atención a Persefone.
—¡Nada!
Persefone desvío la mirada a otra parte con el rostro sonrojado ¿Como pudo decir semejante cosa tan alto? Se maldecía en sus adentros, debería considerarse suertuda que Hades no la escuchara.
—Estoy esperando.
Hades se cruzo de brazos esperando algunas explicaciones de Persefone. Está vez parecía que no la interrumpiría más, así que la Diosa de la Primavera pensó muy bien sus palabras.
—Esque... El Infierno me da mucho curiosidad, me resulta fascinante.
—¿Fascinante?—una ligera expresión de sorpresa se manifestó en una de cejas.—Eres la primera Diosa que escucho decir aquello.
Hades tomo de la mesita de lado del trono la botella de vino y se sirvió una copa.
—¿Donde estan mis modales?—alzo la voz con una sonrisa y le señaló una copa vacía.—¿Gustas?
—Solo un poco.
El Rey del Infierno sirvió un poco de vino y se la tendió a Persefone, la rubia sujetó la copa con ambas manos temblorosas.
—Gracias.
Hades dio un sorbo y volvió a centrarse en Persefone.
—Y volviendo al tema —dejo la copa sobre la mesita de a lado.— ¿Porque el Infierno te resulta fascinante?
Persefone bajo la mirada y frunció los labios, sus ojos se movían de un lado a otro para encontrar alguna respuesta para Hades. Se tomó su tiempo bebiendo de su copa de vino y finalmente hablo.
—No sabría decirlo.—permanecio con la mirada abajo.—Pero lo encuentro entretenido y... con libertad.
Persefone miro a Hades un poco insegura por lo que dijo esperando que él se molestará. Pero en cambio se encontró a Hades impasible.
—¿A qué te refieres con libertad?
—Esque...—dejo la copa sobre la mesita y continuo.—aqui no me siento una prisionera. Aquí siento... que mi Madre no puede controlarme.
—Controlarte.—asiente el Rey del Infierno comprensivo.—Es razonable.
—¿Porque?
—Por que de tanto que te tiene aislada, tu Madre provoca que tú misma busques una vía de escape.
—¿Vía de escape? Pero yo no busco una vía de escape.
—No, no lo buscas.—Se acercó a ella, levanto su dedo índice y lo coloco en la frente de la diosa.—Pero aquí en lo más profundo lo anhelas.
Persefone jamás pensó en una vía de escape. No, en realidad si lo pensó. Demeter la encerraba tanto que de alguna forma buscaba una fuente de refugio. En el Infierno sentía que Demeter no la encontraría jamás, este lugar era su vía de escape. Un lugar peligroso le resultaba más seguro que los brazos y el cuidado de su Madre.
Hades tenía la habilidad de leer sus acciones como un libro abierto. Era cientos de siglos mayor que Persefone y ya tenía experiencia leyendo a Dioses y humanos por igual. Haciéndolo más sabio y listo cuando se trataba de leer las acciones de los demás.
Hades quitó su índice de la frente de Persefone y dio un paso atrás.
—Espero me disculpes pero yo no suelo dar refugio —se cruzo de brazos.— y este lugar no es apto para refugiados.
—No busco refugio.
—Tú misma dijiste que este lugar lo ves como tu libertad, es exactamente lo mismo.
—¡No es lo mismo!
—Me meterás en problemas si Demeter descubre que estás aquí.
—¿Le va decir que estoy aquí?—pregunto exaltada.
—No, pero si continuas aquí Demeter podría enterarse.
—Mi Madre regresará al amanecer, desde el cumpleaños de Zeus a estado saliendo constantemente.
Hades sonrió sarcástico y paso su mano nuevamente por su cabello blanco.
—Eso explica porque estás aquí como si nada.
Persefone frunció los labios y se levantó del trono insegura acercándose a Hades. Se planto unos cuantos centímetros, tomo aire y se armó de valor.
—Solo déjeme estar aquí cuando mi Madre no esté. Quiero aprender sobre él Infierno.
—Persefone —su voz se endureció.— este lugar es bastante peligroso, no puedo permitir que estés aquí solo por qué Demeter no te está vigilando lo suficiente.
Hades dio la vuelta, recogió del suelo su gabardina y se fue por un pasillo caminando. Persefone fue detrás de Hades a perseguirlo. Una idea apareció como un relámpago instantáneo en el cielo y no dudo en abrir la boca y decirla.
—Puede enseñarme a defenderme.—sugirio detrás del Rey.
—El Infierno es el lugar menos indicado para que aprendas a defenderte.—dijo él sin voltear a verla.
—Pero mi Madre no dejará que aprenda a defenderme, he estado aprendiendo a escondidas con Artemisa.
—¿Y porque no has seguido aprendiendo con ella?—se detuvo en seco y se giro hacia la Diosa.
Una ligera linea se hizo presente en los labios de Persefone, sus puños se apretaron en la ligera falda de su vestido.
—Porque mi Madre nos descubrió y me prohibió entrenar, dijo que no podía hacer algo peligroso.
Hades alzó un poco sus cejas sorprendido ¿Que clase de Madre no permite que su hija aprenda a defenderse? Todos los dioses tenían que aprender a defenderse por si sufrían cualquier ataque, desde que nacen tiene esa obligación. Bueno, más que obligación era un deber en si mismo ¿Demeter estaba loca o que? Hades sintió su pecho comprimirse de culpabilidad por haber pensado que Persefone era ingenua por no saber defenderse, no debió haber sido tan duro cuando ella no tenía la culpa de nada. Demeter estaba cometiendo muchos errores al criarla, no, más bien ya los cometió. Persefone estaba tan sometida a su Madre que le era imposible defenderse o revelarse.
No era su obligación enseñarle a defenderse porque era el deber de Demeter como su Madre, pero no quería que Persefone continuará arriesgando su vida en lugares peligrosos por no saber defenderse. Odiaba verla en peligro y ese instinto de querer protegerla salía a la luz.
Hades gruñó y soltó una pequeña maldición en voz baja y pasó una mano por su cabello blanco.
—No entiendo cómo puedes venir aquí sabiendo que no puedes defenderte.—gruño entre dientes.
—Porque me gusta explorar —acaricio su brazo avergonzada.— y como le dije el Infierno me resulta fascinante.
—Mal elección de lugar para explorar.—arqueo la ceja incrédulo.
Persefone no supo que más decir así que se quedó callada y bajo la mirada al suelo. Hades no pudo evitar soltar otro gruñido de fastidio por aquella acción, esas acciones sumisas por parte de la Diosa lo hacían perder los estribos con facilidad y Hades no era caracterizado por hacerlo enojar tan fácilmente como a su hermano menor Poseidón.
—Vamos a hacer esto —dijo en tono decidido.— como eres terca y no mides el peligro, puedes venir al Infierno a estas horas ya que dices que Demeter está saliendo a altas horas de la noche.
Persefone levanto la mirada con sus ojos brillando de emoción.
—¿En serio?—le pregunto con una ligera sonrisa.
—Si te esperaré en medio camino, en el mismo lugar donde nos conocimos.—se cruzo de brazos.—Y empezaremos con tu entrenamiento a partir de mañana ¿Entendido?
—Si claro.—dijo rápidamente en una sonrisa radiante. Se inclino hacia adelante como si de una esclava se tratase.—Se lo agradezco mucho de verdad.
—Primera lección ¡No te inclines! —grito sacado de quicio.
Persefone se enderezó pero no lo miro a la cara por el miedo que empezaba a inundarla. Sin embargo Hades se acercó a ella y tomo su barbilla y la levanto para que lo observará a los ojos.
—Deja de bajar la cabeza, recuerdo haberte dicho que no es propio de una Diosa como tú.— le mantuvo la barbilla sujetada por unos segundos y luego se las soltó suavemente para no asustarla más cuando se aseguro que Persefone no bajaría la cabeza.— Y no permitas que nadie te grite, ni siquiera yo.
El tono de Hades era duro y directo pero en una parte era suave. Como si él mismo intentará no perder los estribos con ella y no desesperarse cuando se comportaba de forma sumisa ¿Existían dioses que no les gustaba la sumisión? Un dios siempre se caracterizaba por querer que todos estén inclinados a sus pies y hagan las cosas más humillantes que uno podría imaginarse. Pero Hades era distinto, ya iban varias veces que él le recalcaba su desagrado a ese comportamiento dócil y complaciente. Una ligera calidez inundaba su pecho, algo extraño nacía en ella y provocaba que su corazón empezará a latir.
Hades la escaneo de arriba a abajo y finalmente hablo.
—Te daré un vestido de nuevo para que regreses a Midgard.—dijo en un tono más calmado.
Persefone se miro así misma y sus mejillas se sonrojaron, había olvidado que aún continuaba sucia con la sangre de aquel monstruo y su pierna aún seguía descubierta cuando Hades rasgo su vestido para atender su herida.
—Tambien puedes ducharte, y si te apetece puedes comer algo.
—Se lo agradecería mucho.—agradeció con una sonrisa.
Hades volvió a caminar por el pasillo y Persefone lo siguió sin pensarlo. La condujo hacia una puerta y al abrirla, en su interior se encontraba una habitación muy preciosa. Con una cama grande y espaciosa para varias personas, la habitación era de color rojo y negro con detalles blancos. Había un escritorio y un armario color marrón, un gran espejo con marco plateado se encontraba apoyado en una esquina. La ventana era grande y daba a un balcón.
—Esta será tu habitación cada que vengas aquí al Infierno —explico en tono serio.— y cada vez que terminemos de practicar puedes venir aquí a descansar y ducharte. Por allá está el baño.
Le señaló una puerta cerrada en el interior de la habitación con su dedo índice.
—Le diré a mis sirvientes que te consigan ropa nueva, no tardarán mucho en traertela. Son rápidos y eficientes.
—Gracias.—agradecio con una sonrisa.
—Me iré a duchar, te espero aquí en una hora.
Hades dejó a Persefone en la habitación y se iba a la suya propia. En cuestión de minutos los sirvientes habían traído a Persefone un vestido nuevo de color gris, unos zapatos bajos del mismo color y algo de ropa interior. Fue hacia el baño y descubrió que esté era inmenso echo completamente de mármol junto al lavabo, retrete y la bañera. El baño que tenía en Midgard si era grande pero no era muy bonito como este. Debía reconocer que Hades tenía muy buen gusto para la decoración.
Persefone preparo el baño y se dio una ducha, asegurando de lavarse bien el cabello y su rostro, que era lo más importante. Al terminar tomo la toalla y salió de la bañera, fue hacia la puerta del baño pero una presión en el pecho la oprimió ¿Y si Hades estaba ahí en la cama esperándola para hacerle algo inapropiado? Estaba siendo muy hospitalario para que esa probabilidad fuera real. Había dejado el vestido sobre la cama, era un hábito que tenía cuando se duchaba. Dejaba su ropa sobre la cama y salía cubierta con una bata o toalla para vestirse.
"Los hombres solo desean una cosa, tú cuerpo y solamente eso. No dudaran en tomar tu cuerpo si no cedes."
Las palabras de su Madre resonaron en su cabeza como un maremoto ¿Y si tenía razón? Si eso pasará Persefone No tendría como defenderse, los sirvientes no acudirían a su ayuda y dejarían que Hades tomara lo que quisiese con ella. Si, tal vez Hades le resultaba muy atractivo pero no deseaba que él la forzará a algo que no quería. De tan solo pensarlo le aterraba la idea.
No, Hades no sería capaz de hacer eso. Le ha demostrado ser educado y respetuoso ¿Y si era una trampa?
—¡Por un demonio Persefone deja de ser tan paranoica!
Persefone se armó de valor y salió del baño, la habitación estaba vacía y el vestido seguía ahí en la cama. La puerta estaba con seguro, ya que ella tenía la costumbre de poner seguro cuando iba a bañarse. Aunque eso no serviría de nada, Hades tiene la fuerza suficiente para derribarla de un solo golpe.
Regreso a la cama y se puso la ropa interior, el vestido y los zapatos. Fue al tocador y tomo el peine, comenzó a cepillar su cabello rubio frente al espejo. Al verse en el reflejo del espejo, notó que el vestido se cernía a su cuerpo muy bien y un ligero escote de sus pechos resaltaba. Si Demeter la viera con este vestido seguro le daría un infarto. Persefone no pudo evitar reírse de tan solo pensar en esa posibilidad.
El reloj que estaba pegado a la pared le marcaba que faltaban 10 minutos para que fuera la hora acordada para salir y encontrarse con Hades. Se aseguro de que su cabello estuviera bien peinado y finalmente fue hacia la puerta y salió.
Afuera ya estaba Hades completamente vestido con un traje nuevo. Era blanco pero las mangas era de color negro, el pantalón de la rodilla al tobillo eran igual de color negro. El chaleco debajo de su gabardina era negro pero con botones blancos. De sus hombros colgaba una gran capa blancas con los bordes del mismo color negro ¿Más guapo no podía verse?
—Justo a tiempo.—dijo él con una sonrisa.
—No me gusta a hacer perder el tiempo por mi impuntualidad.
—Valoro ese buen hábito.
Hades le tendió su brazo con elegancia.
—Ven vamos al comedor, te daré algo de comer para que puedas regresar a Midgard.
Persefone sostuvo el brazo de Hades suavemente y ambos empezaron a caminar hacia el comedor. Este pequeño gesto de llevarla él mismo, le resultaba tierno. La última vez que alguien fue tan educado con ella, fue Hércules. Cuando su Madre la había dejado ir a aquella fiesta donde se emborracho por primera vez, Hércules la escoltó asi mientras él no dejaba de hacerla reír.
Hades no la estaba haciendo reir pero valoraba mucho su cortesía, un auténtico Rey sin duda alguna.
Llegaron al comedor y se sentaron en la mesa frente a frente. La mesa era rectangular y larga, con la capacidad suficiente para que máximo unos veinte dioses se sentarán en las sillas vacías. Los lacayos se acercaron y pusieron platos solamente para Persefone y no para Hades.
—¿No va comer usted?—le preguntó suavemente.
—Por ahora no.
Sus lacayos le trajeron una botella de vino y una copa. Después se marcharon, Hades tomo la botella y se sirvió una copa.
—Mis hermanos vendrán en la mañana, comeré con ellos.
Persefone asintió ligeramente.
—¿Desayuna con ellos a menudo?
—Solo unas cuantas veces.—dio un sorbo a su vino y después la dejo sobre la mesa con una ligera sonrisa divertida.—Claro siempre y cuando Poseidon no este de mal humor, y le entre en gana asistir.
Persefone recordó aquella gran pintura pegada en lo alto de la pared en la sala del trono con Hades y sus hermanos. Poseidon era ese hombre rubio y muy corpulento. En esa simple pintura, el dios del océano imponía temor y respeto al igual que Hades. Aunque se veía que no era en lo absoluto nada cortes como su hermano mayor.
—¿No acostumbra venir el señor Poseidon?
—Un poco, pero prefiere comer solo conmigo. Según sus propias palabras, soy menos imbécil que Zeus y Adamas.
Persefone alzó las cejas y abrió la boca sorprendida mientras asentía con la cabeza.
—¿Entonces si lo considera?
—Ni yo mismo tengo idea en realidad. Poseidon siempre cambia sus palabras.—dio un sorbo a su vino y sonrió.
Los sirvientes entraron y traían en sus manos algunas cacerolas, le sirvieron un poco de estofado y en otro plato un filete de pescado con verduras y puré de papa como guarnición. Persefone agradeció amablemente y los sirvientes volvieron a dejarlos solos.
Tomo los cubiertos y empezó a comer.
—Y deduzco que el señor Zeus y Adamas son los que más lo visitan.—hablo mientras daba un pequeño sorbo a la sopa con su cuchara.
Hades se limpió los rastros de vino con un pañuelo y su sonrisa se ensanchó más.
—Un poco quizás. Pero si me visitan los tres al mismo tiempo, siempre el desayuno termina en el suelo.
Una risa se apoderó de Hades e inundó el lugar. Persefone notó que Hades debía tenerles un profundo cariño a sus hermanos por la forma en como se expresaba de ellos. Los describía como problemáticos pero a Hades no le molestaba en lo absoluto que sus hermanos fueran unos reverendos hijos de perra. Los quería de todas formas. Era un amor genuino de un hermano mayor a sus hermanos menores.
Minutos después, Persefone terminó su sopa y ahora se concentraba en comer del filete. Con cada bocado que daba, sentía la mirada de Hades sobre ella muy concentrado en observar cada uno de sus movimientos.
Persefone tomo aire y finalmente rompió el silencio.
—¿Estoy comiendo con malos modales o porque me mira tanto?
—Estas comiendo con buenos modales, pero simplemente observo si esque dejas algo de comida.—respondio con una sonrisa de lado.
¿Intentaba molestarla? ¿Acaso no puede comer tranquila?
—No soy mal educada si eso es lo me está insinuando.—dedico una mirada fulminante.—Y deje de molestar.
Hades se llevó la mano a sus labios para cubrir su risa.
—Lo siento, pero me es imposible no hacerte enfadar. Lo encuentro muy divertido y entretenido.—apoyo su codo sobre la mesa y recargo su barbilla sobre su mano.—Me alegra que finalmente te estés enfadando conmigo. Deleitame con eso.
Las mejillas de Persefone se pusieron rojas ¿Como esque tenía esa habilidad de hablarle con firmeza y cambiar drásticamente a una descarada? ¿Era su forma de coquetear con ella o que?
Persefone decidió ignorarlo y seguir comiendo. Intento hacerlo un poco más rápido para que Hades no se le fuera a ocurrir decirle una palabra más.
—Comiendo más rápido no te va a hacer escapar.
¡Con una mierda!
—¡Callate!
Hades soltó una última risa y finalmente se cayó como ella le dijo.
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Al terminar de comer, Persefone fue acompañada por Hades hasta la entrada a Hellheim para que no la pasará nada. Atravesaron las enormes lianas que tapaban la cueva y llegaron a Midgard. Apenas estaba amaneciendo así que Demeter aún no debía haber vuelto todavía.
—Sana y salva, debes irte.—se giro Hades hacia ella.
Persefone lo miro a los ojos.
—Se lo agradezco.
—Recuerda, te espero a mitad de camino cuando intentes venir al Hellheim. Misma hora ¿Quedó claro?
—Quedo claro.—afirmo Persefone.
Hades observo los ojos rojos de la Diosa de la Primavera, esos ojos sangre lo tentaban demasiado. Y ese cabello rubio como la luz, lo quemaba.
—Despues te veo Persefone.
—Igualmente Hades.
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Persefone entro por su ventana con dificultad, había sido difícil tratar de evitar a las ninfas que seguían de guardia. Piso mal y cayo de cara contra el suelo golpeándose la nariz. Gimió de dolor y se acaricio el lugar afectado.
—Vaya por fin llegas.
Se sobresalto del susto al escuchar esa voz de... No, falsa alarma era solo Ericka que estaba sentada en la cama con los brazos cruzados.
—Carajo Ericka me asustaste.
—Mas bien deberia ser yo la asustada.-se levanto de la cama y ayudo a Persefone a levantarse del suelo.-Si tú Madre se entera de esto...
—Pero no va enterarse si tú no le dices.—interrumpió la Diosa mientras seguía sobándose la nariz.
—¿Donde estuviste?—pregunto alarmada.
—Fui al Infierno y me lo dio Hades.
—¿Al infierno?—exclamo en voz alta.—¡Estás completamente loca!
—Baja la voz ¿quieres? Podrían oírte.
Le puso la mano sobre la boca a Ericka. La ninfa quitó la mano de la Diosa bruscamente.
—¿Viste a Hades? ¿Te hizo algo?
—Si, si lo vi. Y no me hizo nada, fue completamente amable conmigo.
Persefone fue hacia su cama y se subió encima. Tomo su almohada y la abrazó contra si misma.
—¿Y que hay con ese vestido?—señalo con su dedo índice Ericka.
De pronto, Ericka abrió la boca sin poder creerlo y sus ojos se expandieron completamente horrorizada.
—No me vayas a decir que te acostaste con Hades y por eso te dio un vestido nuevo porque él te lo destrozó.
Las mejillas de Persefone se pusieron rojas como un tomate por la suposición de Ericka ¿Ella en la cama del mismísimo Rey del Infierno? Que ridículo.
—¡Por supuesto que no! No hice nada con él, y él no hizo nada conmigo ¡No digas estupideces Ericka!
Ericka coloco su mano sobre su pecho donde estaba su corazón y suspiro aliviada. Conocia perfectamente a la Diosa de la Primavera para saber qué aún no estaba lista para su Primera vez. Y si Demeter llegará a enterarse que Persefone ya no era "pura", como ella decía siempre, estaría realmente furiosa y era capaz de hacerle lo peor a Persefone.
La rubia abrazo su almohada con fuerza, sus pensamientos estaban a todo dar. Su corazón latía rápidamente cuando pensaba en Hades, en su conversación y sus cuidados. Tan solo pensar en él sentia sus mejillas arder, tan solo era un hombre que no tenía mucho que lo conocía y ya se sentía completamente hechizada. Jamás había sentido esta clase de sentimientos, era peligroso verlo pero quería verlo.
Y no deseaba verlo porque era una vía de escape como él se lo habia dicho, deseaba verlo por ser Hades. Por como la hacía sentir, libre y auténtica.
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Observaba el techo de su habitación acostado sobre la cama, sus pensamientos volvían siempre a esa Diosa de la Primavera que no dejaba de atormentarlo hasta en sueños. Se suponía que debía estar sentado en su trono jugando ajedrez con su cacatúa y esperar a sus hermanos. Pero joder, tan solo pensar en Persefone le quitaba la energía. Sus ojos sangre lo derretían, estaba dispuesto ahogarse en ese mar de sangre.
Tenerla ahí sentada en su trono fue algo increíblemente deseable, y esa pierna ¡Mierda, esa pierna deliciosa! Desde que volvió de haber dejado a Persefone en Midgard, no dejó de preguntarse como esque tuvo suficiente autocontrol para no irse encima de ella y besarla. Esa Diosa lo estaba volviendo loco de deseo y jamás en su vida se habia sentido tan necesitado por una mujer. Hades no se consideraba un desesperado a tener sexo con cualquier mujer. Eso se lo dejaba a Zeus, pero él ¡Ni loco! Pero Persefone le provocaba un instinto primario de poseerla y hacerla suya.
Si que fue un imbécil al haber permitido que sus sirvientes le dieran ese vestido que no dejaba fuera a la imaginación. Se le pegaba muy bien a las caderas y a los senos. Era poco escote lo que la hacia ver ¡Pero mierda pudo notar que sus pechos eran grandes! Sus labios rosados y carnosos cuando la observo comer, le ponían ansioso por lamerlos y morderlos. Ahora mismo tenía altas ganas de abrirle las piernas y enterrarse en ella y tocar el universo. Y pensar que estuvo desnuda mientras se duchaba a unos cuantos metros.
Un gruñido de ira salió de su garganta al sentir que se ponía duro y su pantalón comenzaba a molestarle ¿Porque ahora maldita sea? Y peor aún ¿Porque con la hija de Demeter? No tenía opción.
Miro el reloj que colgaba en la pared a observar la hora. Sus hermanos llegarían en unas dos horas, así que sería tiempo suficiente para él mismo satisfacerse.
Su mirada volvió al techo, y Hades guío sus manos hacia su bragueta y lo desabrochó con cuidado. Odiaba tener que recurrir a esto, pero tenía que hacerlo. Vería a Persefone nuevamente al anochecer, y no quería perder el control ante su presencia y hacer una reverenda estupidez como un verdadero estúpido mental.
Saco de su pantalón su miembro ya erecto, acaricio la punta con sus dedos y después lo sostuvo por completo en su mano empezando a moverla de arriba a abajo. El placer lo inundó por completo y cerró los ojos, suspirando pesadamente junto a los latidos de su corazón. La imagen de Persefone apareció en su mente, la imagino debajo de él completamente desnuda. Besándola y mordisqueando su piel sensible mientras ella gritaba su nombre, hundiendo su boca entre sus piernas y saborear su dulce miel ¿Porque no algo mucho mejor? Persefone encima suyo y permitirle que hiciera con él lo que quisiese. Estaba más que dispuesto a emborracharse de ella y que ella se emborrachara de él.
Movió su mano un poco más rápido sobre su miembro con la idea de tenerla encima suyo ¡Eso sería increíble! Su miembro empezaba a palpitar sobre su mano, sus caderas habían empezado a sacudirse. Otra fantasía de Persefone lo inundó, tenerla de rodillas frente suyo con la boca sobre su erección ¡Mierda eso sería mil veces mejor!
—Persefone...—gimio el nombre de la diosa con urgencia.
Finalmente, Hades explotó de placer sobre su mano. Llevándose su otra mano hacia su boca para cubrir un gemido que amenazaba con salir de su garganta. Hades no gemía ¿Como esque aquella Diosa lo alentaba a gemir?
Se miro la mano donde se encontraba la evidencia de su placer y mordió su labio inferior. Por ahora estaba satisfecho y debía conformarse con simples fantasías con Persefone. Su hermosa y perfecta Diosa de la Primavera.
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