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🌹Capítulo 1

El sol llenaba con sus rayos al mundo mortal, algunos pajaritos se escuchaban cantar en los árboles. La tierra estaba húmeda, puesto que en la noche anterior hubo una gran tormenta. Varios charcos de agua se habían formado y aún eran notorios a simple vista. Uno de esos charcos fue pisado y salpicado por una joven de cabellos dorados, piel blanca como la nieve, labios rosados como los cerezos y ojos rojos como la sangre. Aquella joven saltaba de charco en charco con los pies descalzos con una sonrisa en su rostro mientras se divertia chapoteando.

—¡Señorita Persefone!—Grita una ninfa de los árboles, corriendo detrás de la joven.—¡Si sigue así mojara su vestido y su Madre se enfadara!

Persefone solo dedico a sacar la lengua y seguir brincando de charco en charco mientras ríe.  La ninfa de nombre Asteria, estaba a cargo de supervisarla por órdenes de su Madre. Pero la Diosa de la Primavera no más no hacía caso omiso. Ya no era una niña para que su Madre siguiese cuidándola y tratándola como una, recientemente había cumplido sus 21 años y Demeter no la dejaba explorar Midgard a menos de siempre estar acompañada. Inclusive en sus actividades como Diosa de la Primavera tenía que estar siempre supervisada por una ninfa o por la misma Demeter quién no dejaba de decirle que su deber era estar con ella y en la tierra para siempre, alejada de todos.

La rubia corrió lo más rápido que pudo en medio del bosque perdiendo de vista a la ninfa que tenía que supervisarla por órdenes de Demeter. Persefone rio cuando noto a Asteria en un estado de ansiedad, mirando por todos lados, podria sentir un poco de lástima por ella pero hace dos meses esa ninfa le fue con el chisme a Demeter que en una de las tantas fiestas de Zeus en el Valhalla, Persefone se puso un poco borracha junto con otros Dioses... Bueno, en realidad no fue un poco borracha, fue demasiado. Su Madre le habia dado permiso de asistir siempre y cuando no consumiera alcohol, pero obviamente Persefone hizo lo que queria. Ya estaba harta que su Madre la controlará todo el tiempo, así que se metió su primer borrachera junto con Budda, Loki y Artemisa.

Aquella ninfa que estaba cuidandola fue a avisarle a Demeter y ella de inmediato fue por Persefone al Valhalla a traerla de vuelta y ponerle el castigo de no salir a explorar Midgard por dos meses enteros. Le había dicho que no le dijera nada a su Madre y la ninfa hizo lo que quiso. Así que Persefone al ver a Asteria en crisis de ansiedad, rueda los ojos y se va por otro lado.

Persefone caminaba por la suave hierba del bosque con sus pies descalzos y disfrutaba de ver las hojas de los árboles moverse cuando ella pasaba. Había un árbol que no tenía hojas, estaba completamente seco, así que con su mano Persefone la agitó y del árbol crecieron varias hojas dándole vida nuevamente a aquel árbol con sus poderes de Diosa de la Primavera. La rubia siguió caminando por el bosque en línea recta.

Un conejito comía hierba tranquilamente en su lado derecho, se acerca al pequeño conejo para acariciarlo. Cuando el conejo detecto su presencia este la miro y salió corriendo despavorido entre los arbustos.

Un suspiro de decepción sale de sus entrañas y se endereza mientras sigue caminando en línea recta. Persefone le gustaba mucho su hogar, Midgard, pero había algo en ella que no le llenaba del todo. Su Madre apenas la dejaba ir al Valhalla y ni siquiera la dejaba tener amigos, los tenía en secreto. Los únicos cercanos eran las 13 hermanas Valquirias, Hércules, Artemisa, Atenea, Budda, Loki, un poco Thor y Shiva. Demeter siempre decía que hacer su vida lejos de ella seria un caos y que Persefone jamás sabría protegerse sola.

¿Como? Si a su Madre le daba tanto miedo que Persefone no sepa protegerse sola, como planea hacerlo cuando todo el maldito tiempo la tiene encerrada y aislada de todo los dioses. Las veces que le dijo que dejara de tratarla de esa manera, Demeter siempre decía palabras como "¿Acaso no te importa tu Madre?" "Todo lo que hago es por tu bien, deberías agradecermelo"  "Debes estar siempre conmigo porque eres mi hija y solamente una niña".

—¡Ya no soy una niña!—exclama molesta.

Deseaba con todas sus fuerzas tener el suficiente valor para enfrentarse a ella y decirle que la deje hacer su vida.

Choco contra una enorme roca y cayó al suelo debido que estaba distraída en sus pensamientos. Gimió de dolor y alzó la cabeza para ver que en efecto, era una enorme roca que desde arriba crecían grandes lianas.

—¡Estúpida!—se insulta a si misma.

Se levantó del suelo mientras se masajeaba la frente con algunos gemidos de dolor emergiendo de su garganta. Ya había caminado suficiente y luego con ese golpe sobre su cabeza la hizo sentir un poco mareada, lo mejor era descansar un rato y después volvería. Camino unos cuantos centímetros a lado de donde se había golpeado, Persefone alzo una de sus manos para recargarse pero en vez de que su mano se apoyará está se fue hacia adelante y la Diosa cae de nuevo al suelo, atravesando las enormes hierbas.

—¿Porque me tiene que pasar esto a mi?

Persefone resopló molesta, alzo la cabeza y no había nada de luz en frente de ella volteo hacia atrás y estaban las hierbas cubriendo la entrada. Estaba dentro de una cueva. Era la primera vez que veía una caverna como está, había estado en algunas antes en sus exploraciones pasadas solo que esas eran pequeñas y aunque oscuras eran fáciles de explorar, en cambio esta, la luz no llegaba y se sentía una sensación muy extraña. Como si alguien estuviese apretando su pecho con fuerza. No se escuchaba nada dentro, solo el eco que producía al moverse cuidadosamente.

Se levantó del suelo sacudiendo su vestido y su curiosidad pudo más, se acerco un poco más hacia el interior para observar, esa caverna le causaba escalofríos y adrenalina. Un olor a tierra y musgo desprendía de la cueva, no podia ver nada en su interior.

La chica dio unos cuantos pasos más en la caverna para explorar su interior pero un fuerte rugido emergió causando que Persefone gritara del susto y se hiciera para atrás lo que ocasionó que pisará una piedra y callera al suelo en estado de shock. Un fuerte estruendo se escucho desde el interior, inundada por el pánico, Persefone se levantó del suelo y salió casi disparada de la cueva atravesando las hierbas que la cubrían y volvio a caer al suelo boca abajo. Podía sentir su corazón bombear sangre a todo lo que daba, su piel se erizo por completo y su respiración se aceleró ¿Que fue ese rugido? ¿Quién provocó ese estruendo?

—¡Persefone!

El grito de lejos de su Madre, la saco de su estado de shock. Sin dejar de ver la cueva se gira lentamente para regresar por donde vino sin bajar la guardia por si esa cosa que estaba dentro intentaba atacarla por la espalda.

Su Madre estaba buscándola y gritándole, salió de los arbustos con un fuerte suspiro.

—Aqui estoy.—dice con una voz sería. Sus ojos rojos se encontraron con los hermosos ojos azules de su Madre, quien estos poseían lágrimas.

—¡Persefone!—exclama Demeter corriendo hacia su hija y le da un fuerte abrazo.—¿Que te he dicho de que no te alejes más de lo debido?—la reprende levemente mientras se separa sujetándola de los brazos.

—Lo siento Mamá, solo quería explorar.

—¿Acaso quieres que te castigue de nuevo?

—¡No!—grita.

—Entonces no te separes y no te pierdas de vista ante las ninfas ¿De acuerdo?

—Si Mamá.

Demeter sonríe levemente y mira de arriba a abajo a su hija, nota la suciedad de la tierra y lo mojada que está del bordillo de su vestido. Su sonrisa se desvanece y se convierte en una de desden.

—¿Que te he dicho de ensuciarte? Acabas de arruinar tu vestido.

—Solo es un vestido y tengo derecho a divertirme aunque sea por unos minutos.

Persefone se suelta de su Madre con amargura. Se cruza de brazos y se va caminando de regreso a la villa. Lo único que escucha de su Madre es un resoplido y como viene caminando atrás de ella.

No tenía ganas de recibir un sermón de Demeter ahora mismo, después de todo sus pensamientos estaban inundados sobre esa cueva y ese extraño rugido que se escuchó dentro. Sabía que dentro de estos días no podría volver a aquella cueva porque su Madre la tendría muy bien vigilada por mucho tiempo y si le contaba sobre lo que escucho en esa cueva, Demeter era capaz de no dejarla salir jamas ¿Que había dentro del interior de esa cueva? la adrenalina que llenó su cuerpo en esos instantes la hizo sentir viva. Era demasiado curiosa para ser una Diosa.

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Persefone había entrado a darse un baño en su habitación para retirar la tierra y las hierbas de su cabello rubio. Algunos suspiros de satisfacción salían de ella mientras dejaba salir todo el estrés, aquella cueva llenaba su mente y su curiosidad, quería explorarla y saber que cosa vive ahí dentro. Tenia que buscar de alguna forma burlar a su madre y a las ninfas que la custodiaban para ir a la caverna.

Al terminar de bañarse, Persefone se puso un vestido para dormir que llegaba debajo de sus rodillas. Agarra un cepillo de su tocador y comienza a cepillar su cabello frente al espejo.

Un golpeteo en la puerta capta toda su atención.

—¿Quién es?—pregunto sin apartar la mirada del espejo.

—Sera mejor que abra señorita Persefone, dudo que le guste que el delicioso pastel de chocolate que traigo en mis manos se eche a perder.—dice una voz femenina con diversión.

La Diosa de la Primavera dejo de cepillar su cabello y sonrió al escuchar la voz de sus pocas amigas que tenía en Midgard, una ninfa de Río de nombre Ericka. Se levanta y le abre la puerta a su amiga, dejándola pasar a su habitación. Llevaba su cabello azulado peinado en una media coleta, con un vestido de tirantes largo de seda color blanco.

—¿Veniste solo a traerme un pastel de chocolate o vienes a contarme de los chismes que ocurren en el Valhalla?—pregunta Persefone con diversión mientras se cruza de brazos.

—Yo diría que ambas cosas.—responde Ericka sentándose en la cama.—Si tu Madre no quiere mantenerte informada con todo lo que pasa a tu alrededor, entonces lo haré yo.

Persefone sonríe cálidamente y se sienta a lado de su amiga. Normalmente Demeter no le cuenta todo lo que pasa con los demás Dioses ya que según ella, es para protegerla y que no son importantes ¡Pero claro que lo son! Debe mantenerse informada de lo que ocurre o podría correr peligro si no se prepara. A espaldas de su Madre ha tenido que aprender a pelear por consejo de Artemisa ¿Porque Demeter la sobreprotege tanto? Ha tenido que aprender cosas por si sola para no sentirse como una Inútil. Lo único que puede hacer por su cuenta es encargarse de la Primavera, ya que obviamente a su Madre eso no le corresponde y Persefone debe ocuparse de eso. Pero de ahí en fuera, Demeter no le permite hacer más cosas como hacer amigos, aprender a pelear o ir a otros lugares por si sola. Apenas la deja explorar Midgard pero siempre con supervisión.

—Bueno ¿Que hay de nuevo?—pregunta llevándose una cucharada de pastel a la boca.

Ericka hace una mueca y chasquea la lengua, pensando por donde empezar.

—Pues no diría que mucha novedad, me enteré que Zeus hara una fiesta por su cumpleaños número 100000 tantos yo que se...—explica Ericka mientras come del pastel de chocolate.—Por cierto, Hércules y Budda te mandan saludos.

Al escuchar los nombres de Hércules y Budda una sonrisa aparece en su rostro. Se siente muy agradecida de que sus amigos le hayan mandando saludos a pesar de que no puede verlos a menudo por culpa de su Madre.

—Si los ves, diles que se los agradezco mucho. Dudo que vaya a esa fiesta de Zeus, ya sabes cómo es mi Madre.

Una sonrisa triste adorna el rostro de Persefone y deja el pastel aún lado. Lo único que desea es ser una Diosa normal como cualquier otra, no una Diosa que está custodiada por su Madre todo el tiempo. Ericka pone una mano sobre el hombro de Persefone para poder consolarla.

—Podemos hacer una fiesta aquí en tu habitación como la otra vez, cuando tú Madre te castigo por emborracharte en la última fiesta de Zeus.—dice en un tono divertido.

Las mejillas de la rubia se sonrojaron al recordar la tremenda borrachera que se metió en su primera vez asistiendo a una fiesta ella sola sin la presencia de Demeter.

—Ni me lo recuerdes.—se rasca la nuca con vergüenza.

—¡Oh vamos! Fue divertido. Jamás te vi tan feliz. Loki estaba más que muerto de la risa por tus ocurrencias.

—Si y eso provocó que mi Madre me castigará dos meses sin poder salir.

La ninfa solto una carcajada y le tiende un vaso de leche a Persefone quien esta acepta y toma un sorbo.

—Bueno en vez de recordar tu borrachera, volvamos al tema de la fiesta de Zeus.—dice Ericka limpiándose las manos con una servilleta.—Iran varios Dioses de todos los panteones, de echo se dice que irán sus hermanos mayores. Hades, Adamas y Poseidón.

Los tres hermanos mayores de Zeus no suelen asistir a las fiestas comunes de su hermano menor, se especula que solo asisten cuando se trata de su cumpleaños o de algo realmente importante.

—Nunca he visto a los hermanos mayores de Zeus, solo he visto a Adamas una o dos veces. Suele hablar con mi Madre respecto algunos negocios que tienen.—recuerda la rubia a aquel Dios de la conquista.

—Poseidón no le gusta convivir con ningún dios. Y Hades no suele abandonar el Infierno, a menos que sea algo importante.

No era la primera vez que escuchaba los nombres de aquellos dos Dioses. Había escuchado que Poseidón era el Dios más temido de todos y que despreciaba a humanos y Dioses por igual, siempre decía que nadie era perfecto como él. Era un completo narcisista de primera.

De Hades escucho que era el Dios más respetado, puesto que defendió el Infierno él solo de un ejército de Gigantes. Era un Dios muy intimidante y frío. De los tres hermanos mayores de Zeus, Hades era el que llamaba completamente su atención.

—¿Como es Hades?

Ericka al escuchar a su amiga preguntar por el Rey del Infierno, la mira con seriedad mientras traga el pedazo de pastel.

—Pues no he hablado con él en persona, ya que en verdad su presencia te intimida bastante. Cuando asiste a fiestas de Zeus solo está unos minutos y luego regresa al Infierno.

Persefone asiente con la cabeza en comprensión a las palabras de Ericka.

—¿Y como es físicamente?

Una sonrisa maliciosa apareció en el rostro de la ninfa era la primera vez que Persefone mostraba interés en algún hombre. Nunca la ha visto con uno, las veces que Persefone ve a un Dios que sea apuesto, se reprime y permanece sería.

—¿Porque me miras así?—pregunta la diosa con incomodidad.

—Es la primera vez que tienes interés en un hombre.—Ericka desvía la mirada de la diosa de la Primavera con una sonrisa burlona.

Persefone hace una mueca de incomodidad.

—¡No tengo interes en el Dios del Infierno!—Grita Persefone enojada con esta situación.—Solo pregunte cómo era físicamente porque nunca podre conocerlo en persona y si lo hago dudo que entable una conversación con él.

—Ok, ok, entiendo. No tienes porque enojarte.—rie nerviosa al ver lo enojada que Persefone se está poniendo.—¿Ya te había dicho que das miedo cuando te enfadas?

La Rubia simplemente rueda los ojos y se cruza de brazos. Muchos le dicen que da miedo cuando ella se enoja, sus ojos rojos como la sangre la hacen ver intimidante a pesar de su apariencia inocente.

—Hades es alto, cabello blanco, suele llevar una especie de parche metálico de color negro que brilla de azul en uno de sus ojos. Tiene la apariencia de un hombre adulto y suele usar un traje blanco.—La ninfa coloca un dedo sobre su boca mientras va describiendo la apariencia física del Rey del Infierno.—Aunque debo decir que es muy apuesto.

Los ojos de Persefone se abren de sorpresa al escuchar que Ericka describe a Hades como alguien apuesto. Lo imaginaba distinto.

—¿Apuesto?

—Si, es difícil de creerlo para ti por las cosas que has escuchado pero en verdad es muy apuesto. No más apuesto que Apolo, claro.

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Después de algunos minutos Persefone y Ericka se habían acabado sus rebanadas de pastel y guardaban lo que quedaba en un pequeño bolso.

—Y bueno dejando de lado a los demás dioses ¿Que hiciste hoy en tu día?—pregunta Ericka mientras se sienta en el sofá de Persefone.

La diosa la sigue y se sienta a su lado. Había olvidado por unos momentos aquella cueva que encontro en su exploración después de dos meses de castigo sin poder salir. Ericka era la única amiga en la que podía confiar sin que Demeter se enterará.

—Bueno encontré algo interesante...—comienza a decir, captando toda la atención de la ninfa de cabellos azulados.

—¿Y que encontraste? Déjame adivinar ¿Una nueva especie de planta o animal?—Persefone niega con la cabeza.

—No, encontre una cueva.

—¿Una cueva?—Ericka inclina su cabeza de lado confundida.—Ya has encontrado varias.

—Si lose, pero esta cueva no es como las otras. Esta es demasiado oscura y no se ve nada. Pero adentro de esa cueva se escucho algo raro como un rugido o un estruendo, no sabría decirte que pudo haber sido eso.

Los ojos de Ericka se abren de sorpresa y un poco atemorizados tras la descripción de Persefone. Una cueva donde en su interior se escuchó cosas raras dentro, no es buena señal.

—¿Le dijiste algo a Demeter?

—No, la creo capaz de no dejarme salir jamas.

—¿Y que quieres hacer al respecto?

—Quiero ver que hay ahí dentro, necesito tu ayuda.

—¿Estas loca?—reprende Ericka levantandose del sofá y viendo a Persefone con firmeza.—No sabes si hay algo peligroso ahí dentro. No tienes idea si esa cosa tenga la capacidad de asesinar Dioses.

—Lo sé, pero necesito saber que hay ahí dentro. Necesito estar prevenida. Que tal si algún día se sale de ahí y nos ataca a mi, a mi Madre o algunas Ninfas.

Persefone se levanta suavemente del sofá y se acerca a Ericka con nerviosismo.

—Sere cuidadosa te lo prometo, pero por favor no le comentes nada de esto a mi Madre.

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