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Capítulo 22

Pasado

May y yo nos miramos fijamente cuando oímos que tenemos que correr por el campo de Quidditch. Vamos en escobas, no tiene ningún sentido que tengamos que dar vueltas al campo. Aunque cuando veo como Flint empieza a echar a gente que se agota en la primera vuelta empiezo a entender el motivo. Planea agotar a todos los que no están verdaderamente interesados.

Sigo teniendo un ligero dolor en las costillas, que con cada vuelta va aumentando. May va a mi lado, sabiendo que sigo teniendo dolores de vez en cuando y sé que quiere vigilar que estoy bien.

—A las escobas —ordena Flint.

Resulta un caos cogerlas, y muchos acaban eliminados solo porque han empezado a volar cuando él no ha dicho nada. May y yo no somos las únicas que nos presentamos al puesto de cazador, Adrian también está presentándose, a pesar de que le hemos dicho que no pierda el tiempo.

—Vosotras, fuera —nos dice, mirándonos fijamente y yo frunzo el ceño.

—¿No vas a vernos jugar? —le dice May y él empieza a reírse.

—Ya sé que no sabéis, sois mujeres, no sabéis de esto —dice y el grupo que ya está en el equipo empieza a reírle la gracia.

—¿Pero tú eres imbécil? —le suelto—. May, vamos.

Nos montamos ambas en la escoba y May empieza a subir mientras que yo cojo la quaffle de la caja. Intentan impedirlo, pero no son capaces de cogerme en la escoba.

—¡Atrapad la quaffle si podéis! —grito cuando ya estamos en el aire.

—¡Quitad a esas niñatas la quaffle, vamos! —grita Flint y todos los que están presentándose a las pruebas suben a la escoba rápidamente.

Empiezan a volar hacia mi, que soy quien tiene la quaffle en estos momentos y entonces empiezo a volar, viendo que todos me siguen. Y cuando los tengo lo suficientemente cerca, le lanzo la pelota a May, que la coge rápidamente y sale volando en dirección contraria. Todos cambian de rumbo a por ella, que en el momento en el que ven que están muy cerca me devuelve la quaffle. Esta vez son algo más inteligentes y algunos se quedan cerca de May, intentando marcarla, pero ella es mucho más rápida.

No dejamos de pasarnos la quaffle en ningún momento, nadie es capaz de quitarnosla, ni siquiera Adrian, qué lo intenta con ganas, pero no llega a nuestro nivel. En una de las veces en las que le devuelvo a May la quaffle veo como Flint levanta el vuelo y va directo a ella, con lo que la quaffle vuelve a venir a mis manos y Flint se lanza en picado tras ella. Todos los aspirantes se dan cuenta de que no deben estar en el medio y se apartan para ver cómo mareamos al capitán del equipo de Quidditch.

—¿Te has cansado ya? —le grito una de las veces y él me responde con un gruñido—. ¡La gente quiere hacer su prueba, Flint, danos ya el puesto, no hay nadie mejor que nosotras!

—¡Unas chicas no van a entrar a este equipo! —me grita de vuelta cuando devuelvo la pelota a May.

—¡Somos mejores que tú, Flint, estás quedando en ridículo! —le grita May y él se lanza contra ella, totalmente enfadado. Pero de nuevo no llega a coger la quaffle.

—¡Tienen que ser cazadoras, Flint! —le grita uno de los que ya están en el equipo—. ¡Con ellas podremos ganar a Gryffindor, no importa si Weasley coge la snitch, ellas anotarán más puntos!

—¡Cállate, Higgs! —le grita Flint enfurecido—. ¡Dedícate a buscar la snitch!

—¡Qué se enfrenten a mí! —grita uno de los del equipo que reconozco como Bletchey—. Si me meten cinco tantos cada una, están dentro, es lo justo Flint.

Oímos gruñir a Flint, pero por fin deja de perseguirnos y sube Bletchey. Parece confiado en que no vamos a marcar nada, pero no nos conoce.

Cómo May tiene la quaffle tira primero. Le hace un amago que que la va a tirar al aro de la izquierda, pero Bletchey parece que se lo huele ya que tiene el cuerpo inclinado hacia la derecha. Veo a May sonreír y entonces lanza hacia el aro central, marcando ya que Bletchey se ha ido hacia la derecha. Oigo el bufido de Flint, que está en el suelo desde los quince metros de altura en los que me encuentro. Y sonrió. Porque vamos a estar dentro del equipo.

May marca los cuatro tantos engañando a Bletchey en todos ellos. Para cada uno ha usado una finta distinta y no ha usado todas las que sabemos.

—¡Va a ser fácil parar los tuyos, Avery! —me grita y yo sonrío.

Lanzo la quaffle y la marco limpiamente, no dándole tiempo a que reaccione.

—¿Qué estabas diciendo? —le digo con una sonrisa, borrándole la suya—. El puesto es mío, rindete antes de que te humille, Bletchey.

—Para estar en segundo eres bastante arrogante, Avery.

—Y esa arrogancia me va a hacer marcarte los cuatro tantos que quedan.

Tal y como he dicho, consigo marcar los cuatro restantes, logrando que Flint desde el suelo empiece a gritar a Bletchey de todo. May viene volando hasta mí y nos abrazamos en el aire, dando incluso un grito, lo que hace que el resto del equipo nos mire.

—¡Quiero el número uno, Flint! —le grita May, y él vuelve a gruñir.

—¡Estáis todos como testigos de que la plaza del equipo es nuestra! —grito, y veo como todos empiezan a bajar lentamente—. ¡Si comete alguna injusticia, espero que digáis la verdad!

—¡Bole, Derrick, o las dais con las bludgers o estáis fuera del equipo! —grita Flint y para nuestra sorpresa, ambos chicos bajan sus bates.

—La plaza es suya, Flint —dice uno de ellos, y el otro asiente.

—Le han marcado los tantos a Bletchey, tenemos que meterlas al equipo, son buenas, va a costar que las den con las bludgers —dice el otro.

—Además, son bastante pequeñas, eso les da velocidad y menos masa para ser golpeadas —dice el primero.

—Deberíamos elegir a los sustitutos, no buscar a las cazadoras principales —dice Higgs y May sonríe.

—¡Gracias, chicos, por fin alguien tiene criterio en este equipo! —dice alegremente.

—Quiero el número tres, Flint —le digo.

May me hace un gesto y ambas bajamos hacia los vestuarios, donde entramos volando. Vamos a tener el vestuario femenino solo para nosotras en los entrenamientos. May empieza a chillar cuando entramos y me abraza como loca.

—¡Estamos dentro, estamos dentro! —grita y yo sonrío, a pesar de que me está aplastando las costillas y me duele por todo el esfuerzo que he hecho. Y ahora que se me ha pasado la adrenalina del momento llega todo el dolor.

—Nos va a exigir mucho más que a los demás —le digo y ella se ríe.

—En el partido contra Gryffindor todos los tantos serán nuestros, les vamos a machacar y va a arrepentirse de haber querido echarnos.

Nos damos una ducha y dejamos las escobas guardadas en el armario de Slytherin, que está vacío y lleno de polvo, demostrando que hace años que no hay ninguna chica que lo utilize. Pero eso se ha acabado.

Cuando volvemos a la sala común, algunos de los que estaban viendo la selección nos felicitan por nuestro puesto en el equipo y May les sonríe mientras que yo les doy un asentimiento.

Alexa se lanza encima de nosotras en cuanto entramos en la habitación, gritando algo sobre estar espectaculares y que Adrian había dicho que no tenía nada que hacer contra nosotras. Pero a la mañana siguiente, cuando bajamos a desayunar, el bullicio que había en la sala común se transforma en un silencio sepulcral en cuanto May y yo ponemos un pie en ella.

Se abre un pasillo que lleva al tablón de anuncios, donde hay una hoja colgada que ayer no estaba. May es la primera en empezar a andar hacia ella, y yo la sigo. En pocos pasos nos ponemos a la vez y, según vamos acercándonos, las letras empiezan a ser más claras. Es la lista del equipo de Quidditch.

—¿Es en serio? —digo, nada más leerla.

—¿Dónde está Flint? —dice May, pero nadie contesta—. ¿Dónde está Flint?

—En el Gran Comedor —murmura uno de tercero, como si temiera nuestra furia.

Esta vez soy la primera en andar, pero May no se pone a mi lado, si no que se queda unos pasos detrás, apartada por toda la gente que ha decidido seguirnos, expectantes.

Antes de llegar al Gran Comedor, paro y May me alcanza. El resto de Slytherins que estaba siguiéndonos solo necesitan una mirada para dejarnos solas en el pasillo.

—¿A Flint, Snape o Dumbledore? —me pregunta May y por un segundo pienso en hablar directamente con Dumbledore. Siempre sabe que pasa en el castillo.

—Flint. Sí ha puesto al idiota de Montague y no a nosotras en el equipo va a asumir las consecuencias.

—Lo siento por Adrian —la mueca que hace May logra que piense en nuestro amigo, al que vamos a quitar la plaza con esto.

—Es nuestra, cumplimos lo que se nos pidió.

May asiente y veo como su mirada cambia a una fiera, con ganas de defender lo que es nuestro. Y con decisión entramos al gran comedor. La mesa de Slytherin guarda silencio absoluto según nos ven, caminando hacia el centro de nuestra mesa, donde Flint está haciendo el imbécil con el resto del equipo.

—Son nuestras plazas —digo, golpeando la mesa y logrando que todo el gran comedor de quede callado—. Le metimos a Bletchey los cinco tantos, no pudisteis quitar la quaffle, los puestos de cazadoras son nuestros.

—Yo no dije que lo fueran —dice y puedo ver su sonrisa torcida, una que nunca da buenas vibraciones.

—Es nuestra plaza, Flint —May levanta la voz, y esta vez llega hasta la mesa de profesores, quienes nos miran fijamente—. Quiero el número uno en mi túnica, te lo advertí ayer.

—No estáis en el equipo —dice y vuelve a su desayuno, logrando enfadarme.

—Estamos en el equipo —le digo, y cuando estoy a punto de coger su plato y estamparselo a su cara, veo venir al profesor Snape.

—¿Qué está pasando aquí? —dice, arrastrando las palabras.

—Ayer nos prometieron una plaza en el equipo de Quidditch, hoy no la tenemos —le dice May, y el profesor Snape cambia ligeramente su expresión para ser de enfado visible.

—¿Es eso verdad, señor Flint? —le pregunta cuando llega hasta donde estamos montando el espectáculo.

—Nunca se les dijo que la plaza era suya —dice él y yo bufo.

—Bletchey dijo que si le metíamos cinco tantos estábamos dentro, lo hicimos y le humillamos —le contesto al profesor Snape y veo como Bletchey baja la mirada.

—Todos los que estaban en el campo de Quidditch ayer pueden confirmarlo —dice May.

—¿Es eso verdad? —pregunta Snape.

—No —dice Flint, y veo como todos los demás le miran—. Nunca dije que estuvieran dentro si metían los cinco tantos.

—¿Se dijeron esas palabras? —insiste el profesor Snape.

—Sí —dice Derrick—. Cuando terminamos la selección se lo dijimos a Flint, pero no quiso escucharnos.

—Todos queremos a las gemelas dentro, menos él —añade Bole.

—Vuestras túnicas estarán listas esta tarde —dice el profesor Snape, y se da la vuelta para volver a la mesa de los profesores.

—Profesor —le llama May, y él se gira—. ¿Podría tener el número uno en mi túnica y April el tres? De esa forma será mucho más fácil distinguirnos en el aire.

—Flint, pasas a ser el dos —dice el profesor Snape y esta vez se vuelve definitivamente a la mesa de profesores y el ruido vuelve al gran comedor. Ya hemos dejado de ser de interés.

—Ya lo has oído, Flint, estamos dentro —le digo sonriente y noto su mal humor a distancia—. Gracias por decir la verdad, chicos, cuando podamos ir a Hogsmeade os lo compensaremos.

—Con que aplastemos a Gryffindor en el próximo partido me conformo —dice Derrick y Bole asiente. No son familia, pero se comportan como gemelos.

—Dalo por hecho —le contesto y May asiente.

—Lo único que tiene que hacer Flint es pasarnos la quaffle cuando la tenga, nosotras haremos el resto —añade May, ignorando el gruñido de Flint.

Nos vamos hacia dónde están Alexa y Adrian, que miran en nuestra dirección con curiosidad. Él está bastante pálido, como si tuviera miedo de algo y cuando se sobresalta porque me siento a su lado lo entiendo. Nos tiene miedo.

—April, de verdad, no sé de qué va Flint, sois vosotras las que tenéis que ser titulares, no yo, May tienes que hacerselo entender a April —empieza a decir nuestro amigo, suplicando a mi hermana y no puedo evitar sentirme mal.

—Sé que no es culpa tuya —le digo, dándole un golpe suave en el brazo—. Es ese cabeza hueca.

—¿No estás enfadada conmigo?

—¿Por qué iba a estarlo?

—Porque tienes mal genio, April —me contesta May, que se come una galleta mojada en el zumo de calabaza—. Sobre todo cuando no desayunas.

—Estoy desayunando —le digo, y frunzo el ceño.

—Ahí tenemos el mal humor, venga, come —me dice Alexa y me lanza un pedazo de bizcocho—. Tenemos clase en diez minutos, vuestra charla con ese inútil ha durado demasiado.

—Menos mal que hemos traído nuestras cosas —dice May—. Quiero aprender ya los hechizos convocadores, así no tendría ningún problema si me olvido algo en las mazmorras.

—Mientras que no te olvides unas tijeras o un cuchillo —le digo, imaginando el desastre que podría causar con eso—. Aunque si Flint está en el medio no me quejaría.

—Os va a destrozar en el entrenamiento —la voz sale de mi espalda y cuando veo la boca de May abierta de par en par me giro rápidamente.

Charlie Weasley está en la mesa de Slytherin, hablándonos. Los gemelos Weasley están a su lado, mirándonos y sé, por cómo se mueven, que quieren hablarnos.

—Enhorabuena por el puesto, os recomiendo que si se pasa con vosotras se lo comentéis al profesor Snape.

—Nuestros compañeros nos han defendido, si caemos nosotras caemos todos —dice May, pero Charlie niega.

—Flint no funciona así, May, le habéis humillado delante de todo Hogwarts.

—Que se atreva a hacernos algo —digo y el pelirrojo ríe.

No puedo evitar fijarme en los gemelos. Uno de ellos mira a May sin parar y deduzco que es George, mientras que el otro trata de mirarme de forma disimulada, pero no le sale muy bien.

—Si quieres una foto, Weasley, te la doy firmada si quieres —le digo y entonces es cuando me mira por fin, sin apartar la mirada.

—Si quisiera una foto tuya sería para hacerte algún maleficio, Avery —me contesta.

—Fred, me habías dicho que venías en son de paz —le regaña Charlie—. ¿No ibas a felicitarlas por su puesto?

—Nunca he dicho eso —contesta rápidamente.

—Nos encantaría seguir perdiendo el tiempo aquí, pero tenemos clase en cinco minutos y vamos a llegar tarde —nos dice Alexa y yo asiento.

Adrian sale rápidamente del banco y yo le imito, con la mala suerte de que se me queda enganchada la mochila en un hueco del banco y al tirar, de la inercia, caigo hacia delante. Cierro los ojos inmediatamente, esperando el golpe en la cara, pero nunca llega, así que los abro lentamente.

Adrian me ayuda a ponerme recta y me coge la bolsa. Intento cogerla de vuelta, pero no me deja por mucho que protesto y al final acaba agarrándome para que nos vayamos del gran comedor.

—Weasley está muy celoso —me dice al oído y me empiezo a reír.

—Será que está celoso de que estés conmigo, le debes de encantar —le digo y él niega.

—Creo que es porque quien le encanta eres tú —me dice y por algún motivo me empiezo a poner roja—. Mírale, está a punto de echar humo por las orejas.

Me giro disimuladamente, o al menos intentándolo ya que, cuando lo hago, puedo ver la mirada fija de Weasley en mí. Y parece realmente molesto.

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Pensaba que ayer era viernes lol

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