Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 19

Pasado

—Ambur, ¿has cogido nuestras escobas? —grita April para llamar la atención de Ambur, quien asustado se aparece delante de nosotras.

—Sí, señorita, las he puesto al lado de sus baúles, señoritas —dice el elfo y por un momento temo que empiece a pegarse.

—¡Te he dicho que tienes que avisarnos! —se queja April y sale de nuestra habitación casi corriendo.

—¡No corra, señorita April, podría caerse! —chilla Ambur y sale corriendo detrás de mi hermana.

A los pocos segundos oigo el ruido y entonces la que sale corriendo soy yo, para encontrar a April al final de las escaleras, mirando al techo y tocándose el codo. Nos vamos a Hogwarts en apenas unas horas.

—¿Tenías que caerte ahora? —le digo desde la parte de arriba de las escaleras y oigo sus quejidos mientras que bajo—. Vamos, le diremos a madre que te mire.

—Me va a matar —murmura y yo solo asiento.

Madre no está muy feliz con nosotras. Desde que nos compraron las nuevas barredoras diez habíamos pasado todo nuestro tiempo libre en el jardín, practicando. Volvíamos totalmente sudadas y despeinadas, algo que a madre no le gustaba ya que estropeaba las clases de etiqueta que estábamos tomando junto con Daphne y Astoria. Ninguna de las cuatro disfrutábamos de esto, pero sin duda Astoria era la más perjudicada, solo tenía nueve años y ya estaba sufriendo esto.

—¿Y si no digo nada y voy a la enfermería cuando lleguemos a Hogwarts? —sugiere April y yo niego—. Venga, May, por favor.

—¿Por qué eres tan cabezota? —le contesto y la arrastro hasta el comedor, donde madre se encuentra terminando el desayuno—. Madre, April se ha tropezado en las escaleras y tiene el codo en una postura extraña.

Ambas vemos cómo deja la taza de té sobre la mesa y padre baja El Profeta para mirarnos. El brazo de April está en una posición antinatural, probablemente se haya roto el codo. Ella no llora, es como si fuera una mísera molestia que la ha obligado a venir hasta aquí.

Madre se levanta, con la varita ya sacada y coge el brazo de April. Un movimiento seco hace que el brazo recupere su movilidad normal y April no emite ningún ruido a pesar de cómo ha sonado.

—Cuando llegues a Hogwarts ve directa a la enfermería, tienen que revisarte ese brazo —ordena madre y April asiente—. Vamos, desayunad, tenemos que irnos.

Hago caso a madre y me siento en mi sitio, a su lado. April va al suyo, al lado de padre por ser la mayor y la heredera de la familia. Ambas nos movemos a la vez para coger un croissant y una pasta de chocolate cuando oímos el carraspeo de madre. No podemos coger ambas cosas. Suelto la galleta y cojo solo el croissant, que empiezo a comerlo con el cuchillo y el tenedor, pero April no have ningún caso y coge ambas cosas, a pesar de la mirada de madre. A pesar de todo no ha aprendido todavía a no desafiarles.

Es un desayuno tenso, como ha sido durante todo el verano. Desde que nos dijeron que tendríamos nuevas escobas no habíamos vuelto a hablar más durante las comidas y casi me atrevería a decir que no habíamos hablado en todo el verano. April estaba huraña e incluso alejada de mí y sabía que lo que había pasado en Navidades la había marcado más.

—April —la llama padre y ella suspira, se levanta de la mesa y sale de la habitación, seguida de padre.

Tengo el croissant está a medio comer, pero cuando oigo el primer grito de mi hermana se me quita todo el hambre. La está torturando de nuevo, por haber cogido comida de más. Me levanto de la silla, lista para ir a por April, pero madre me coge del brazo y me obliga a sentarme para terminar de desayunar acompañada de los gritos de April.

Vuelvo a ver la cuando nos vamos a King Cross por la red flu, como el curso anterior. Noto que le cuesta respirar con cada paso que da y temo que le haya vuelto a romper alguna costilla. El profesor Snape no había preguntado cunado le dije que necesitaba algo para curar unas costillas dañadas, pero sabía que no iba a volver a dar resultado justificar que había dañado al gato de Alexa.

—Te toca, May —me dice madre y me señala la chimenea.

—Pero April sigue aquí —le digo y ella da un paso adelante.

—Ya voy —murmura, tan bajo que pienso que me lo he imaginado. Ella sólo habla tan bajo cuando no es capaz de hablar—. Estación de King Cross.

Pronuncia las palabras claramente, pero no muy alto por lo que espero que llegue sana y salva. La siguiente soy yo, cojo un puñado de polvos flu y me meto en la chimenea imitando a mi hermana. Cierro los ojos, respiro profundamente y digo las palabras.

Siento como me muevo a toda velocidad por la red flu, como las cenizas dan en mi túnica nueva y, cuando salgo de la chimenea, solo puedo oír los susurros furiosos de padre. April está casi encogida sobre sí misma y la mano de padre está sobre su hombro, con los nudillos casi blancos. April no se queja, solo asiente cuando es el momento y el resto del tiempo se queda callada.

—Padre, necesito que la túnica esté perfectamente limpia antes de salir de aquí —levanto la voz un poco, logrando que Aprilia pueda escapar de las manos de padre y viene hasta mi. Noto el roce de sus dedos con los míos y sé que esa es su forma de agradecerlo.

El movimiento desganado de varita por parte de padre consigue limpiar nuestras túnicas, pero no las deja brillantes como cuando lo hace Ambur o madre. Él no pone ningún interés en el conjuro y eso es algo que se nota en el resultado.

—Vamos —ordena cuando madre llega por la red flu.

Ambur ya ha conseguido un carrito y lo ha dejado preparado para nosotros. Los dos baúles están perfectamente colocados junto a nuestras nuevas escobas y la jaula de Taya tapada con una funda. Pasamos cerca de varios muggles de camino al andén, pero ninguno parece darse cuenta de que llevamos escobas, una jaula tapada y grandes baúles. O al menos no quieren darse cuenta. Sus trenes parecen más modernos que el expreso a Hogwarts y todos van corriendo se un lugar a otro. Algunos tienen extraños y grandes aparatos pegados a sus orejas y no dejan de chillar, otros llevan maletines enormes que en cualquier momento van a explotar y no puedo evitar acordarme de la maleta del señor Scamander.

Vuelvo a centrarme en el carrito de los baúles que April está empujando y me pongo a su lado a empujar. Sé que quiere apoyarse en él para andar sin que se note que está dolorida, pero no creo que hacer fuerza sea lo mejor para sus costillas. Quizá puedo replicar la poción que me dió el profesor Snape, pero necesitaré mi caldero, que siempre que no lo estamos utilizando está en la clase de pociones, guardado en el armario del material.

Lo primero que veo al llegar a la pared de acceso al andén es un destello rojo chocando contra la pared. Noto como se me acelera el pulso y siento ganas de vomitar el croissant. No quiero cruzarmelos con padre delante. No quiero volver a ver la decepción en sus caras cuando vean que seguimos sin hablarles.

—Asquerosos muggles —oigo decir a padre antes de que se vaya contra la pared, saltándose toda la cola que hay de acceso.

—Vamos, niñas —nos dice madre y la seguimos, también saltandonos la cola.

Una chica asiática nos mira mal a ambas cuando pasamos por delante de ella y atravesamos el muro para llegar al andén nueve y tres cuartos.

—Ambur —madre llama al elfo, que se aparece rápidamente delante de nosotras con una reverencia—. Lleva los baúles a un compartimento, no los dejes solos hasta que no vayan las niñas.

—Sí, señora —dice Ambur y se desaparece con los baúles, las escobas y la jaula.

A mi lado April empieza a cambiar su peso de una pierna a otra, nerviosa. Sé que quiere irse ya, estar en el compartimento lejos de todo esto y con la escoba, no teniendo que ocultar nada.

—Subimos ya —dice y da un paso hacia el tren —. Nos vemos en Navidades si no tenemos muchos deberes.

—Vendréis en Navidades —dice padre en un tono que no admite replica.

—Solo si no tenemos muchos deberes —insiste April, sabiendo lo que le espera si volvemos a casa por Navidad. Algo que no vamos a hacer, claro.

—Adios —murmuro a madre y ella solo asiente.

En publico no damos demostraciones de cariño. Ni abrazos, ni besos. Ningún tipo de emoción. Nada de tocarnos entre nosotros. Subimos al tren y tal y como le habíamos ordenado a Ambur, tenemos un compartimento hacia la mitad del tren, con vistas a la estación. Podemos ver a padre y madre desde este sitio, pero también podemos ver a la familia Weasley. Ellos si tienen permitido el contacto, se abrazan entre ellos y se despiden. La niña pequeña llora cuando sus hermanos se van y Charlie Weasley tiene que volver a abrazarla para que se calme.

April, por su parte, ha corrido la cortina del compartimento, indicando que está ocupado y que no queremos ser molestado y se sienta justo en el asiento de enfrente. No mira por la ventana, tampoco se mueve mucho. Hasta que ve las cortinas que tenemos en los laterales de la ventana que da al exterior y se levanta para cerrar el suyo. Y yo decido imitarla.

—¿Estás bien? —le digo en cuanto la oigo un pequeño quejido—. ¿Las costillas otra vez?

—Tengo que ir a ver a Madame Pomfrey cuando llegue —me dice y yo asiento.

—Iré contigo, quiero saber que te ha hecho esta vez —April me mira, como si yo fuera tonta y no supiera la verdad y bufo—. ¿Te crees que me pasé todas las Navidades creyendo que habías caído por las escaleras? Te lo dije en la habitación cuando volvimos de las vacaciones, sé que te pasó, no te molestes en ocultarlo.

—A veces te odio —gruñe y no puedo evitar reír—. Lo digo en serio.

—Yo también te quiero —le digo.

Trato de abrazarla sin hacerla daño, apretando lo justo y sin acercarme a las costillas. No quiero que acabe peor. April se queja al principio, pero cuando el tren se pone en marcha se deja abrazar. Empiezo a acariciarle la cabeza y ella se queda dormida encima de mi hombro, en una postura nada cómoda. Me muevo lentamente para dejar su cabeza sobre mis piernas y que esté algo más cómoda durante el viaje y pueda dormir todo lo que no ha dormido en vacaciones.

April cree que no me he dado cuenta, pero sé que tiene pesadillas todas las noches. A veces chilla antes de despertarse, otras viene a comprobar que estoy en mi cama, pero la mayoría de veces se queda en la suya, totalmente congelada. Sé que le pidió a Ambur insonorizar la habitación, por eso ni madre ni padre se enteran de sus pesadillas. Pero yo sí lo hago, a pesar de tener el sueño profundo.

—No —susurra April y se mueve un poco. Puedo ver el gesto de dolor que hace, seguramente por sus costillas—. ¡NO!

El grito de mi hermana coincide con la apertura de la puerta de nuestro compartimento. Ella se sienta rápidamente y se pega a la ventana, tapándose la cara y yo miro a ver quién demonios nos está molestando ahora.

—Necesitamos un hueco —dice George y yo miro a April, que sigue pegada contra la pared.

—Tenéis el compartimento para vosotras solas, id con vuestras amigas las serpientes, tienen uno para ellos en el vagón de atrás.

—No nos vamos a ir de aquí, hemos llegado primero así que el compartimento es nuestro, ¿no tenéis amigos o qué os pasa? —April levanta la voz, todavía sin moverse de su sitio. A penas se mueve y eso me preocupa—. Largo, zanahorias.

—Que original eres, Avery, supongo que siendo rubia no tienes mucha inteligencia —le contesta Fred, supongo que esperando una contestación por parte de April que nunca llega.

—¿Podemos quedarnos o no? —insiste George y no puedo evitar morderme las uñas. Porque quiero decir que sí, pero April está mal.

—Esperad fuera —ordeno y George asiente y cierra la puerta, entendiendo que quiero hablar con April—. ¿Estás bien? ¿Puedes moverte?

—¿Quieres dejarles entrar? —me dice con un tono algo agresivo.

—No esquives mis preguntas —la contesto, haciendo exactamente lo mismo .

—Digo lo mismo.

—No tienen compartimento —digo en un tono de suplica y ella suspira.

—¿Por qué tienes que ser tan buena?

—No soy buena, April, solo me pongo en su lugar. Quizá podemos cobrarnos un favor por esto, ¿qué te parece que nos dejen el mapa ese del que me hablaste durante una semana?

—Si aceptan entran —me contesta rápidamente y temo que esté planeando algo malo—. Tranquila, solo lo quiero para evitar que puedan utilizarlo para espiarnos en las pruebas de Quidditch.

Asiento, no muy segura de ello porque no entiendo cómo puede evitar que espien, pero si April está tan segura de ello por algo será. Me vuelvo a levantar del asiento y abro la puerta

— Entráis si nos dejáis durante una semana el mapa —les digo y ambos se miran fijamente.

—Un minuto.

—Si aceptáis abrid la puerta y entrad —le contesto a George y él asiente.

Vuelvo a cerrar la puerta y me siento delante de April, qué por fin se ha movido un poco, pero sigue teniendo la misma cara de dolor. Ninguna de las dos hablamos durante los diez minutos de discusión que tienen los Weasley fuera del compartimento. Intento entender que dicen, pero susurran tan bajo que me resulta imposible. April, por el contrario, empieza a cerrar los ojos cuando empieza el quinto minuto de discusión y, cuando llega el décimo y abren la puerta, da un bote en el asiento por el susto. Se agarra las costillas y eso pasa inadvertido ni para mí ni para Fred, que la mira con preocupación. O al menos es la sensación que me da.

—Trato hecho —dice George y me tiende la mano, que acepto antes de que cambie de opinión.

Ambos arrastran sus baúles y sus escobas hasta las rejas donde los podemos guardar encima de nuestras cabezas y entonces se giran para sentarse, pero algo les llama la atención. Sus bocas de abren de par en par y por un momento creo ver cómo se les cae la baba.

—¿Esas son las nuevas barredoras diez? —dice George y yo asiento—. Aceleran de cero a ciento cincuenta en solo cinco segundos, ¿cómo las habéis conseguido?

—Con dinero, Weasley —le contesta April, que sonríe—. Si queréis tocarlas quiero una semana más de mapa.

—Hecho —le contesta Fred sin negociar con George, al que también le brillan los ojos.

April se levanta para coger su escoba, pero veo en su mirada que no se encuentra bien. Empieza a palidecer y cuando va a terminar de incorporarse los músculos le fallan y empieza a caer en el mismo sitio. Me muevo lo más rápido que puedo, pero no llego a cogerla y cierro los ojos para no ver el golpe. Que no llega.

—George, quita las cortinas y abre la ventana para que entre aire frío —dice Fred y entonces abro los ojos para ver cómo ha cogido a April prácticamente al vuelo—. ¿Qué la pasa?

—Se ha caído por las escaleras cuando salíamos de casa, le duelen las costillas desde entonces —le digo, sin mentir del todo. April se ha caído, no es la causa de su dolor, pero no es mentira del todo.

—Ya, ahora la verdad, May —la voz de George consigue que me de un escalofrío por toda la columna vertebral. Porque me gusta mucho cuando me llama por mi nombre.

—Es la verdad, Weasley —dice April y yo me muevo rápidamente a su lado para ayudarla a sentarse—. Me he dislocado el codo y ahora tengo moratones en las costillas, si necesitas pruebas te los enseño.

—No me habías dicho que tienes moratones —le digo, sorprendida por lo que ha dicho.

—No son para tanto —dice ella, y yo frunzo el ceño.

—¿Qué no son para tanto? ¡Podría haberte matado! —chillo por el enfado. Porque ella no le da importancia a una situación que lleva sucediendo desde Navidades. Porque por muy buenas que hubieran sido las notas de April, padre no olvidaba que se había relacionado con traidores a la sangre.

Tenía la sensación de que también sabía que yo lo había hecho y que April estaba pagando por lo que yo debería. Porque mi hermana tiene la estúpida manía de protegerme de todo y todos.

—¿Quién podría haberla matado? Se ha caído por las escaleras, ¿no? —Fred habla y April vuelve a ponerse pálida.

—He dicho podrías, no podría —digo, esperando que se lo crea y ninguno de los gemelos parece convencido—. ¿No queríais ver las escobas? Cogedlas, vamos.

Ambos se mueven rápidamente para bajar una de las escobas y se olvidan del tema, al menos de forma aparente. Sé que a George no se le ha olvidado por las miradas que me lanza de vez en cuando, y diría que a Fred tampoco por cómo mira a April. De nuevo parece una mirada de preocupación, y no me gusta verla. La preocupación deriva en sentimientos y que sienta algo por April será una tortura para él. Nunca podrán estar juntos, por mucho que quieran.

—Si queréis podemos hacer el mantenimiento de las escobas —dice George y yo arqueo mi ceja izquierda, incrédula—. No sé cuándo voy a estar cerca de una barredora diez, las nuestras son barredoras cinco.

—¿Y conseguís moveros con eso? —le contesta April.

—No necesitamos los últimos modelos para ser buenos golpeadores —le dice Fred con orgullo y April rie, aunque por su expresión después sé que se arrepiente.

—Gracias a los últimos modelos somos aún mejores, Weasley, no te equivoques. Tendrás suerte si consigues que una bludger nos roce —le contesto y George sonríe.

—Es bueno saber que cuentas con que seamos los golpeadores de Gryffindor —dice y yo río.

—Vuestro hermano es el capitán, ¿no? —digo y April empieza a reír, sabiendo por dónde voy—. Es obvio que vais a entrar, vamos.

—Charlie nos cogerá porque somos buenos, venid a las pruebas y lo veréis —dice Fred que sigue mirando la escoba—. Lo que dudo es que puedas ir a las pruebas, Avery.

—Podré ir perfectamente, gracias por decirme algo que no te he preguntado —gruñe April y él niega.

—Si no vas a ver a Madame Pomfrey y le cuentas lo que de verdad te ha pasado lo dudo —dice y April suspira.

—¿Pero qué te pasa? Ya hemos dicho que me he caído por las escaleras, ¿por qué sigues insistiendo? —insiste April, bastante molesta porque no nos creen. Aunque tienen razón en no hacerlo.

—Porque sabemos cómo son los golpes por caídas en la escalera, vivimos en una casa con cinco plantas y las escaleras, cuando llueve, son el mejor lugar para jugar—dice George y no puedo evitar escucharle con atención. En la mansión si llueve, además de no poder salir, tenemos que estar en casa sin hacer ruido.

—¿Y cuál es vuestra teoría? ¿Qué me han torturado? —dice April y yo me asusto, porque se lo ha dicho. Trato de hacerla un gesto para que se calle, pero ella sigue—. ¿Qué me han dado una paliza a lo muggle? ¿Cuál es vuestra gran teoría?

—Sin duda alguien te ha tenido que dar una paliza a lo muggle, eres insoportable, Avery —dice Fred y ella le quita la escoba de golpe, logrando que él se ponga de pie—. ¡Oye!

—Las manos lejos de mi escoba, Weasley —le dice con un tono que trata de resultar amenazante y en su lugar es como si fuera una cría de kneazel.

—Vamos, Avery, déjame la escoba —le dice y ella niega, levantándose en el momento para dejarla en su sitio.

Fred trata de impedir que se levante, pero ella insiste hasta que pasa lo obvio, ambos gritan porque se caen. April lanza la escoba al asiento y cierra los ojos con fuerza, temiendo el golpe. Y yo temo con ella por lo que pueda hacerle.

Para suerte de mi hermana, quien cae en el suelo con la espalda es Fred y no ella, que cae sobre él porque la ha agarrado en el aire y se han girado. April cae sobre Fred, que la tiene abrazada para reducir el impacto, o al menos es lo que supongo que ha hecho.

No llego a entender el susurro de Fred, pero April se aparta rápidamente y vuelve a su asiento para mirar por la ventana. A penas llevamos dos horas de viaje y ya sé que ella no va a volver a hablar en las cinco horas que nos quedan. Me subo al asiento y abro mi baúl cómo puedo para sacar el kit de mantenimiento de escobas. Sé que hice su mantenimiento hace una semana, pero necesito hacer algo.

A los gemelos le brillan los ojos cuando ven el kit y les hago un gesto para que cojan mi escoba. A George le falta tiempo para levantarse, cogerla y entregarmela como si fuera un cetro de poder. Y no puedo evitar reírme al verle arrodillado, con la cabeza baja y levantando la escoba.

La cojo y cuando se levanta me echo a un lado para que se siente conmigo. Y cuando lo hace le tiendo el kit para que me ayude. George empieza a sonreír y puedo ver de reojo como April nos mira. Sé lo que piensa. Sé que tendría que hacer y qué no.

Mantener la escoba nos lleva dos horas ya que lo hacemos con calma. April se queda dormida contra el cristal y Fred llega un momento en el que no deja de dar vueltas sobre el asiento. Hay un momento en el que tiene la cabeza colgando y las piernas totalmente paralelas a la pared del compartimento. Y ese es el momento en el que April se despierta con un grito.

No me da tiempo a levantarme y seguirla cuando ella ya ha me ha cerrado la puerta del compartimento en la cara.

—¿Qué es lo que la pasa de verdad? —insiste Fred.

—No duerme bien desde hace un tiempo —digo y esa respuesta parece que sí que la cree—. Ahora que volvemos a Hogwarts dormirá bien, estoy segura.

—¿Y si no? —dice George y me encojo de hombros—. Debería decírselo a Madame Pomfrey, quizá puede ayudarla.

—Es decisión de April.

Ninguno de los dos parece contento, pero lo dejan estar. Ni siquiera somos amigos, los hemos ignorado. No entiendo que pasa.

April vuelve a la hora, con los ojos totalmente rojos, como si hubiera estado llorando. Y por un momento dudo en sí ha estado llorando o no. Pero veo sus ojeras, aún más moradas que antes y entonces entiendo que es por la falta de sueño.

Pasamos el resto del viaje en silencio. Cuando la señora del carrito pasa por nuestro compartimento compro un par de ranas de chocolate para intentar convencer a April de comer algo. Y ella accede después de que no me calle durante diez minutos.

La estación de Hogsmeade está desierta cuando llegamos bajo la lluvia que había empezado de repente. Como pudimos salimos corriendo hacia los carruajes y logramos encontrar uno vacío, dejado atrás a los gemelos Weasley después de las siete horas de tren juntos. Solo esperaba que nadie se hubiera dado cuenta.

—Voy a ver a Madame Pomfrey —dice April cuando nos bajamos del carruaje y no me da tiempo a responder cuando ella ya se ha ido, diciéndome sin palabras que no quiere que vaya.

Y yo la hago caso, sin estar muy segura de ello, y me voy a la ceremonia de selección y al banquete de principio de curso.


_________________________________________________________________


He hecho una mención a Harry Potter en mi Proyecto de Fin de Grado (que es de informática, o sea, tienen lo mismo que ver que un murciélago con una lavanda), mi vida está completa, la verdad. Y parte de la culpa de que no suba a tiempo es del maldito proyecto.

¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Qué creeís que le ha dicho Fred a April al oído?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro