Capítulo 13
Presente
—April —susurra Fred cuando me ve bajar por las escaleras de La Madriguera, pero yo niego. Por mucho que hoy me parezca a mi hermana no soy ella.
Sé que la túnica que llevo le va a traer muchos recuerdos, por algo se la robé a April antes de irme de casa. Quería tener algo suyo de gala por la boda de Fleur. Ambas sabíamos que se casaba en julio, y nos había invitado. April le había escrito una breve carta, disculpándose con ella —sin que padre se diera cuenta, claro— porque no íbamos a poder asistir. La había escrito con padre delante, que no aprobaba la relación con ella por ser parte veela. Madre le había dicho que no era necesario montar tanto escándalo por una mísera amistad que quedaría en el olvido, pero padre la obligó. Desde que había escapado de Azkaban su carácter había empeorado notablemente, y cuando vio la invitación a la boda entró en cólera, no solo por leer el apellido Weasley si no también por Fleur.
—Tengo que decir que a ti te sienta mucho mejor esa túnica que a tu hermana —dice George, y no puedo evitar reírme.
—Somos iguales, nos queda todo igual, como a ti y a Fred —digo, y el niega.
—No lleváis las cosas de la misma forma. Mientras que en ti se ven dulces, en April se ven...
—Sexy—dice Fred, y George le mira fijamente—. Cuando la vi en el Baile con ese chico de Dumstrang me faltó el aire.
—Iba a decir amenazantes. April es jodidamente amenazante, ¿no recuerdas cómo fue primero? Tuve miedo por mi integridad física cuando os declarasteis la guerra. ¿Cómo hizo para distinguirnos?
—Creo que sencillamente sabe quién le pone de los nervios, nunca le expliqué lo que me contasteis en el tren.
—Nadie se fija en las voces —dice Fred dramáticamente, y por un momento pienso que vuelve a estar bien, que April está arriba, terminando de prepararse y la estamos esperando. Pero la realidad me golpea cuando es Gabrielle la que baja por las escaleras.
Mi hermana no está ni va a volver a estar a mi lado porque aunque ganemos ella estará en el otro bando y será juzgada por ello. Trato de desviar los pensamientos negativos, pero ya es demasiado tarde para ello, están ahí y no consigo eliminarlos.
—Vamos, es hora de que nos pongamos en nuestros puestos —dice Fred de la nada, y asiento. Mi puesto consiste en tomar poción multijugos ya que se supone que estoy muerta. Y para eso tengo que ir a donde está Potter.
—¿Dónde está Potter? Él sabe dónde está la poción —digo, y George me señala escaleras arriba.
—Dime que no me estás diciendo la habitación de Ron —suplico, pero George asiente y yo solo puedo emitir un gemido de queja—. Tu hermano me odia, no quiero subir.
—Bueno, en algún momento tendrá que dejar de odiar a mi novia, ¿no? —dice, haciendo que me quede congelada en el sitio.
—¿Qué? —consigo decir, aunque sigo sin ser capaz de pensar bien.
—Que tiene que dejar de odiarte.
—Se refiere a lo de novia, George —dice Fred, que empieza a dar pasos hacia la pueta—. Creo que tenéis algo de lo que hablar, te veo en la carpa cuando termines, George.
El aludido levanta uno de sus pulgares, y con la otra mano me coge y tira de mi escaleras arriba, hasta que llegamos a su habitación. Es naranja y morada, como los colores que tiene la tienda. Oigo la puerta cerrarse, pero ni siquiera me sobresalto. Sé que tenemos que hablar.
—Siento la nota que te escribí el verano pasado —dice, y por unos segundos no sé de qué me habla. Hasta que recuerdo el dolor—. Tenía que hacer que sonase creíble, April dijo que teníamos que hacerte creer que no íbamos a seguir con el plan por todo lo que pasó en la estación. Fred no estaba de acuerdo, pero April vino en un mal día y...
—Y a ti te sentó mal lo de la estación —digo, a lo que él asiente—. No puedes hacerte una idea de lo que me arrepiento de no haber hecho algo ese día, haber roto el compromiso o haberme ido contigo, no lo sé que hubiera hecho, pero te aseguro que me he arrepentido todas las noches desde ese momento.
—Yo también me he arrepentido muchísimo de haberte escrito esa nota —me dice, para luego abrazarme fuerte.
—El otro día pensé que te perdía —murmuro contra su pecho, y el solo me acaricia la cabeza—. Había tanta sangre.
—Pero estoy bien, Snape no me dio y ya puedes decir que tu novio es el guapo de los gemelos Weasley y sabrán quien es.
—¿Cuándo hemos vuelto a salir juntos? —pregunto, sin mala intención.
—Desde el mismo momento en el que escapaste de tu casa.
—¡Pero si ni si quiera me has hablado! —me quejo, y él ríe.
—Pensaba que me odiabas por no haber convencido a April de irse —me dice, a lo que me separo de él.
—Mi hermana es mayor para tomar sus propias decisiones, sé que está con los mortifagos por algo, George, sabe perfectamente donde estoy y no ha venido a por mí.
—¿Crees que te está protegiendo? —me encojo de hombros. Solo puedo suponer, no sé qué es lo que le pasa a mi hermana por la cabeza, nunca he sido capaz de saberlo.
—O la tienen engañada, ya oíste lo que dijo Fred el otro día, llevó mi cuerpo delante de mortifagos, pero yo estoy viva.
—¿Podemos volver al tema de nuestro noviazgo? Hablar sobre si estás o no muerta consigue ponerme los pelos de punta —dice, y yo asiento, por lo que él continua—. Siento mucho no haber estado aquí, contigo, todo este tiempo que llevas en La Madriguera. ¿Volverías conmigo, May Avery?
—Una y mil veces más, George Weasley.
Besar a George de nuevo es cómo volver a Hogwarts, donde todo era sencillo, no había guerra y estábamos a salvo. Es tocar las nubes con las puntas de los dedos. Los labios de George siguen siendo tan suaves como los recordaba, a pesar de todo el tiempo que había pasado. No puedo evitar subir una de mis manos a la mejilla de George y acariciarla. Él pone una de sus manos en mi cintura y me acerca, pero el beso sigue siento igual de tierno que al principio. No es desesperado, es solo amor. Entre nosotros siempre es calmado.
—Te he echado tanto de menos —murmuro contra sus labios, y vuelvo a besarle.
—Y yo a ti, May —dice, y aprovecha el momento para abrazarme.
No puedo evitar esconderme en la curva de su cuello y besarle el cuello. Eso le provoca un escalofrío, y se venga acariciándome la espalda, justo por la zona de la cintura.
—Creo que deberíamos volver para ayudar en la boda —digo, intentando ocultar el escalofrío que me ha provocado, pero sé que no sirve de nada cuando le veo la sonrisa.
—Por supuesto.
George me da la mano y abre la puerta, lo que sobresalta a Harry, que justo en esos momentos estaba bajando por las escaleras. Nos mira fijamente y puedo ver qué baja la mirada hasta nuestras manos y luego empieza a sonreír.
—La poción multijugos la tiene la señora Weasley —dice, y sé que su comentario va dirigido a mi, por lo que asiento.
—Gracias, Potter —digo, intentando ser cortés. No tenemos la suficiente confianza como para llamarnos de otra forma.
—Harry es de la familia, May, no tienes que llamarle así —dice George, y yo le miro.
—Que yo sepa rompió con Ginny.
—Sigue siendo de la familia, si sobrevive a esto estoy seguro de que volverán —dice y no puedo evitar golpearle al ver la cara de terror de Potter.
—Disculpale, perder la oreja le ha afectado más de lo que pensábamos.
—No importa, May —dice y sonríe de una forma que me recuerda a Draco. Ambos cargan con un peso que no debería ser suyo. Son demasiado pequeños para esto.
Harry empieza a liderar la marcha por la escalera, y luego le sigue George y finalmente voy yo. No puedo dejar de mirar los pasillos de La Madriguera, lleno de fotos y llenos de calor. Algo que en casa no había. Fotos serias, sin sonrisas, nada de cosas por el medio. Retratos, pintados por los mejores pintores magos.
—¿Vienes a ayudarnos en la carpa? —me pregunta George, y asiento. Él sonríe y se despide con un beso corto, que hace que empiece a ponerme roja.
Y más cuando veo a la señora Weasley con las dos copas en la mano y el ceño fruncido. Si antes no me soportaba ahora muchísimo menos. Me tiende la copa de mala gana, y puedo notar como está en contra de que esté con su hijo. Lo puedo notar yo y también Potter, que está terriblemente incómodo en esta situación.
Bebo de un trago el vaso, sin pensarlo mucho. El sabor me recuerda al barro que probé cuando tenía cinco años, y eso me hace querer vomitar, pero me aguanto. Puedo notar como todo mi cuerpo empieza a cambiar, y todo para con la misma velocidad que ha empezado. Un mechón azabache me cae sobre la frente y puedo ver qué vuelvo a tener el pelo largo, justo como a mi me gusta. Odiaba tener que habérmelo cortado. Sí que me gustaba el nuevo tono, me recordaba al verano y los días en un pequeño lago cercano a nuestra casa.
—Vamos, May —dice Potter, y yo asiento—. Creo que deberías cambiar de nombre.
—Claro, Barry, ¿qué tal si me llamo Tay? —le digo, intentando no sonar sarcástica, pero suena así.
—Siempre puedes escoger ese nombre —dice y se encoge de hombros.
—Prefiero Carina, gracias.
Harry asiente y se va de la cocina por la puerta trasera, la misma por la que salgo yo segundos después. Veo a lo lejos a Fred, hablando con unas chicas que tienen un parecido a Fleur, por lo que deduzco que son parte de su familia. Veo que se sientan en una parte más bien lejana a las primeras filas, por lo que deduzco que yo iré aún más atrás. Aunque si fuera por la señora Weasley no entraría a la ceremonia.
—¿Cómo tengo que llamarte ahora? —me dice George cuando me ve llegar.
—Carina —digo, y él asiente. Supongo que ha sabido unir los cabos.
—¿La echas de menos?
—Es mi madre, sé que si padre no se hubiera empeñado en hacer ese estúpido compromiso a ella no le hubiera importado que estuviera contigo —levanto mi mano para acariciarle la mejilla, algo que me relaja muchísimo.
—¿Y a April?
—No es momento de hablar de eso —murmuro, mirando a todos los lados—. ¿Quién se supone que soy? Porque Barry es primo lejano, pero yo no voy a colar, y menos con estas pintas.
—Mi novia, obviamente —dice George para luego cogerme por la cintura.
—¿Esa es tu novia? ¿No podía estar más delgada? Puedo verte las costillas, niña —dice una señora mayor que entra como si nada en la carpa—. Búscame un sitio, vamos, no puedo estar mucho rato de pie.
—Claro, tía Muriel —dice George, y coge a la anciana por el brazo y gesticula de forma exagerada un "lo siento" a lo que no puedo evitar reír.
—Deberías ir sentandote, creo que Bill y Fleur están a punto de llegar —Fred llega de la nada, con la sonrisa que tenía antes ya desaparecida—. Veo que has conocido a la tía Muriel.
—Es encantadora.
—Sí, encantadoramente mala creo que quieres decir, deberías ver cuánto se ha quejado de Fleur y lo de dejarle su preciada diadema.
—La he sentado bastante lejos de donde vamos nosotros, venga, vamos, ya veo a Charlie.
George nos guía por la carpa llena de gente hasta tres asientos que están en primera fila y yo empiezo a negar. No puedo sentarme ahí.
—Fleur ha dicho que te sientas ahí, vamos May —me susurra George al oído, y no puedo hacer otra cosa que obedecer los deseos de la novia.
Charlie y Bill entran primero, con sus túnicas impecables. Y a los pocos segundos entra Fleur, impresionante. Su túnica blanca es sencilla, pero le sienta como un guante. Y la tiara de la tía Muriel le queda hecha a medida. Detrás, Ginny y Gabrielle llevan unas túnicas doradas que contrastan con la túnica de Fleur, pero les quedan igual de bien.
Me esfuerzo por intentar atender a la ceremonia, pero en el mismo momento en el que Fleur coge la mano a Bill no puedo evitar echarme a llorar de la emoción de ver a mi amiga tan feliz. Ninguno borra la sonrisa de sus labios en toda la ceremonia, y cuando el mago libera la lluvia de chispas doradas ambos se besan y todos rompemos en aplausos o, en el caso de los gemelos, silbidos.
Las sillas desaparecen para dejar hueco a una pista de baile donde los novios bailan la primera canción y pronto se une todo el mundo, George y yo incluidos. Bailamos igual que durante el Baile del Torneo de los Tres Magos y, cuando veo a Fred con una chica rubia, vuelvo atrás en el tiempo. Al que tenía que haber sido el correcto.
—¿Estás bien? —George me habla al oído, y yo asiento rápidamente, volviendo a la boda y dejando de imaginar que es April quien está bailando con Fred—. Voy a picar a Bill bailando con Fleur, ¿le digo a Fred que baile contigo?
—No, no te preocupes, voy a ir a sentarme un poco, los pies me están matando —le digo, y él asiente para luego hacerle una seña a Fred, que parece entenderle a la perfección ya que ambos van directamente hacia la pareja de recién casados.
Me giro antes de ver el espectáculo que van a montar y miro donde puedo sentarme. Hermione está bailando con Ron y Ginny con Charlie así que no me queda otra que acercarme a Harry que está con tía Muriel.
—Hola, Barry, ¿qué tal te lo estás pasando? —digo, con un tono de diversión que hace que Harry me mire mal—. ¿Bailas?
Harry mira a tía Muriel y asiente rápidamente para levantarse. Le cojo la mano y nos adentramos dentro de la multitud, donde consigo llevarle a otra mesa que tiene mejores vistas, las primas de Fleur.
—En realidad no quería bailar, pero parece que Muriel te estaba atosigando a preguntas —le aclaro mientras que me quito los tacones. Estoy acostumbrada a llevarlos, pero no para bailar—. Pero si quieres bailar aviso a Ginny.
—No hace falta que la avises —masculla entre dientes—. ¿No tienes un novio al que pegarte?
—Está molestando a Bill —le digo, señalándole. Fred ha conseguido bailar con Fleur y mientras tanto George está intentando bailar con Bill, que no parece estar muy por la labor. Y en el momento en el que Charlie y Ginny cruzan por su lado, aprovecha el momento para bailar con Ginny—. Vaya, te han robado la pareja de baile, me voy a hablar con ellos, ¿te vienes?
—¿Descalza? —me dice, señalando los zapatos que tengo todavía en la mano.
—El frío me alivia el dolor de pies, es muy probable que los haga desaparecer ahora mismo —le digo, y parece que mi respuesta le convence ya que asiente—. Entonces, ¿vienes o no?
—Voy a ver si encuentro a Ron ahora que ya no está bailando con Hermione —dice mientras que mira a la pista de baile. Sigo su mirada y entonces veo la nueva pareja de Hermione, Viktor Krum.
—Como quieras, ¡nos vemos en otro momento!
No espero a oír la respuesta de Harry y me voy directamente hacia George y Charlie, que están charlando animadamente sobre algo que no llego a oír ya que un patronus aparece en medio de la pista de baile.
—El Ministerio ha caído, van hacia allí.
El caos es inmediato, la gente empieza a desaparecerse y a chillar. Incluso me parece oír a Ron llamando a Hermione, pero yo solo puedo pensar en que no tengo a dónde ir por mucho que salga de aquí.
—¡May! —oigo la voz de George y luego vuelvo a verle por lo que trato de acercarme a él aunque me llevo algunos empujones por el camino. Él saca algo de su bolsillo y, cuando estoy lo suficientemente cerca, me lo da—. No salgas del apartamento bajo ningún concepto, iremos a buscarte cuando todo sea seguro, ¿vale?
—¿De qué me estás hablando? —grito por encima de todo el ruido de la carpa y él solo niega, sacando la varita y apuntando al botón que me ha dado.
—Es un traslador, te llevará a nuestro apartamento, estarás segura allí.
—¿Tú no vienes? —digo y cuando él niega se me forma un nudo en el estómago.
Le beso rápidamente, y en ese momento empiezo a notar como vuelvo a cambiar a mí misma. El efecto de la poción multijugos se ha acabado. George se aleja un poco de mi cuando terminamos el beso, y entonces veo como mira en mi dirección, pero no me mira a mi por lo que me giro.
Y entonces veo a April, con su túnica negra mirándome fijamente hasta que desaparezco con el traslador.
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¡Beso, beso, beso! ¿Cómo llamamos a este ship? ¿Maroge? ¿Georay? ¿Sugerencias antes de que me pegue un tiro por lo malos que son?
Bueno, otra noticia, ¡he escrito otro fic en dos semanas! Este está completo —no como Primavera, que llevo sin escribir desde Febrero, pero vosotras no lo notáis porque avancé mucho en dos meses je— y es... ¡sobre The Umbrella Academy! Obviamente me queda corregirlo porque tengo cosas que cambiar y mejorar y demás, pero, ¿os parece que lo suba? ¿Querríais leerlo? ¿Queréis intentar adivinar con quien emparejo a mi OC?
Bueno, nos leemos la próxima semana, en comentarios o por mensaje privado, ¡hasta el próximo sábado!
PD: Hemos llegado a las mil leídas y estoy tal que así.
Meme de la rana Gustavo en 3...
2...
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