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Capítulo 104

Presente

—Estoy jodidamente orgulloso de ti.

Fred no deja de darme besos por toda la espalda, haciéndome cosquillas con su respiración en cada uno de ellos. No hace frío en su habitación, pero cada beso me provoca escalofríos a pesar de estar medio tapada con el edredón y notar su piel contra la mía. Si esto es lo que voy a tener cada vez que haga algo fuera de mi zona de confort, bueno, quizá intente salir de ella mucho más a menudo.

Quizá lo que me da escalofríos es que estemos los dos en el apartamento a solas. En su cama. La última y única vez había acabado mal, a Bella no le había gustado que llegase tarde. Tampoco le había gustado ver el pequeño chupetón justo debajo de mi oreja izquierda y que hubiera sido un traidor a la sangre quien lo hubiera hecho. Porque lo sabía perfectamente que había sido él, pero al menos no sabía cual de los dos. Aunque luego le gustó que fuera capaz de llegar tan lejos solo para obtener información sobre Harry y su traslado.

Fidelidad al Señor Tenebroso lo llamó.

— ¿Para cuando pensáis abrir la tienda de Hogsmeade? —necesito cambiar de tema antes de que vuelva todo y no quiera salir de la cama en una semana. Aunque no me importaría quedarme una semana en la cama con Fred.

— Queríamos abrirla después de las Navidades, pero estamos teniendo algunos problemas con el local —levanto la cabeza de la almohada y le miro, pero él solo se encoge de hombros—. Resulta que el edificio de Zonko era más viejo de lo que pensábamos, así que tiene goteras en el almacén y hemos tenido que cambiar todas las estanterías porque tenían termitas. Ah, y todo el cambio de propiedad está siendo una completa locura.

— Creo que eso explica por qué os vendió tan fácilmente el local.

— Lamentablemente sí, nunca nos imaginamos lo de las termitas, siempre que hemos ido hemos visto bastante bien todo. Y obviamente lo del almacén era imposible que nos diéramos cuenta...

— La conseguiréis abrir, quizá solo un poco más tarde.

—Exacto, y podré dejar este piso para los tortolitos y tener uno más pequeño para mí —se que ese mí me incluye, lo sé por como sube el edredón para que nos tape un poco más y por como se pega a mí lado y me acaricia la cintura—. ¿Crees que Harry me conseguirá una televisión?

— ¿Para que quieres una si Harry ya tiene? Sabes que no le importa que vayas a su piso, sobre todo cuando están en la academia.

— Porque a ti te gusta.

Quiero sonreír y besarle porque es demasiado para mi. Pero en su lugar me echo a llorar. Porque es demasiado. Habíamos pasado de estar juntos de forma oficial a estar de nuevo como en quinto curso, luego habíamos pasado por la fase de falso odio y habíamos llegado a la de vamos a casarnos. Y luego habíamos roto, tanto la relación como el compromiso. Y ahora volvíamos a estar medio juntos.

— ¿Podré ir a las tres de la mañana cuando tenga pesadillas para ver la teletienda? 

— Puedes quedarte venir siempre que quieras, no solo cuando tengas pesadillas —Fred vuelve a moverse hasta que sus labios quedan a la altura de mi frente. Solo es un beso suave antes de que se levante de la cama y vaya hacia la puerta—. ¿Quieres algo de comer? Me ha entrado hambre.

— No, nada.

No sé hasta que punto que vaya por el apartamento desnudo es buena idea, pero sí de verdad confía en que vamos a estar solos durante toda la noche —y lo que duren las vacaciones de nuestros hermanos— yo no me voy a quejar. Como tampoco me quejo cuando vuelve quince minutos más tarde con algunas galletas que deja junto a Ivy, que duerme tranquilamente en la mesilla. Detrás de él vienen dos tazas de lo que, por el olor, debe de ser chocolate caliente.

— Si no te las comes se las comerá tu micropuff —me advierte y acabo cogiendo una después de abrigarme aun más en el edredón. La puerta se había quedado abierta cuando Fred había salido y la temperatura de la habitación se había equiparado a la del resto de la casa.

— También tiene que comer, ¿no? —Fred vuelve a meterse dentro del edredón y luego mueve la varita para que las tazas se mantengan delanate de nosotros—. ¿Si la cojo podré dejarla flotando luego?

— Eres bruja, April, claro que puedes.

En resumen, no, si la cojo la tendré que hacer flotar luego. Pero merece la pena cogerla solo por el calor que desprende. No habíamos cenado como tal después de cerrar la tienda, al igual que tampoco habíamos comido. Molly se había asegurado que mientras que atendíamos a todo el mundo tuvieramos algo de comer en todo momento, a la vez que vigilaba la entrada a la tienda y no sabía como era capaz de hacerlo si ya solo con tener que estar reponiendo los artículos me había vuelto loca. Aunque el momento de la caja había sido mucho peor, la verdad, ¿por que iba alguien a querer ocuparse de la caja? Aunque me tocó hacerlo cuando George se dio cuenta de que May no andaba por ningún lado. Le había estado evitando durante toda la tarde, sabiendo que en cuanto se diera cuenta iría a buscarla sin dejarme ni hablar, pero cuando faltaba una hora para el cierre tuve que pasar por delante de él. Lo siguiente fue estar detrás de la caja, aguantando a la gente que no dejaba de quejarse de que no quedaran artículos. Que no hubieran venido a última hora.

— Sé que hoy solo has salido del almacen porque May necesitaba tu ayuda, pero... —no sé si me gusta a donde quiere ir con eso— ¿podrías ayudarme hasta que George y May vuelvan?

— No estoy capacitada para ayudar. Además, ya está Verity.

Cuando estabamos cerrando George había vuelto a aparecer por la tienda. Había dicho que se iban a tomar unas vacaciones y que volverían en un mes como mucho. Yo calculaba que en una semana estarían de vuelta y que cada uno se pondría a lo que de verdad quisieran. Esperaba que May empezase con la fotografía y que dejase de una vez la tienda. Ya les había ayudado bastante, era su momento para empezar a hacer sus planes.

— Venga, April, te he visto manejar el almacen, solo es colocar cosas, Verity estará arriba con los pocos clientes que queden y tú y yo ordenando el almacen.

—¿Tú y yo ordenando el almacen?

— Bueno, sabes que Verity sigue teniendote miedo, creo que es porque no te ha visto todavía con el micropuff encima o con las gallinas.

— La próxima vez que vengas a La Madriguera le diré a Dodee que vaya a por ti.

— Sí, sí, lo que tú digas.

Me quita la taza de chocolate caliente ya vacía de las manos para dejarla en su mesilla, junto a la suya y pronto estamos otra vez tumbados y abrazados.

— Piensalo mientras que duermes, ¿vale? Solo serían unos días, lo justo para que podamos volver a reponer todas las existencias, a partir de ahí nos ocuparemos Verity y yo de todo lo demás.

— No prometo nada —le advierto, pero a él no parece importarle, supongo que porque he pasado de una negativa a un puede.

***

Nunca llego a ayudar en la tienda. No porque, al día siguiente, decidí escribir a Fleur para que me hablase de la famosa universidad mágica de la que había hablado tantas veces. Y por la tarde apareció en el apartamento, con unos papeles en la mano. Supongo que ella sabía perfectamente que los iba a rellenar y que iba a enviar la solicitud esa misma noche. Algo que ni siquiera yo sabía que iba a hacer. Pero de nuevo llegó la pregunta sobre ayudar en la tienda y decidí mandar la solicitud.

Habían respondido pocas horas después; la magia era algo asombroso.

El sobre era de color burdeos, decorado con toques dorados y un sello de lacre gigante en la parte de atrás. Había aparecido delante de nuestras narices mientras que estabamos en el sofá, tumbados sin hacer nada y casi a punto de quedarnos dormidos.

— Va a tu nombre, April —las caricias en la espalda paran prácticamente de golpe. Supongo que ya se ha dado cuenta de donde es—. ¿Cuándo has rellenado esto?

— Mientras que hacías la cena —estiro el brazo para coger el sobre y lo abro rápidamente. Tiene muchos papeles, demasiados. Leo alguno de ellos por encima, intentando entenderlos, pero tiene que ser mentira.

— Enhorabuena —no puede ser. No puede ser una carta de aceptación. ¿Por qué iban a aceptarme así de la nada?—. Y empiezas en febrero si quieres, que bien.

— ¿Qué?

— Si no querías ayudar con la tienda haberlo dicho, no tenías que escribir a una universidad francesa para tener una excusa.

— ¿Crees que es una excusa? —me giro para mirar a Fred, que de golpe ya no parece estar igual. Ya no está relajado, no está tan contento como estaba cuando estabamos cenando o como cuando nos hemos venido al sofá—. Y te dije que no.

— Dijiste que lo pensarías.

— Porque no me hiciste caso, la respuesta iba a seguir siendo que no. Es tu trabajo, no el mío.

— ¿Y cuál es el tuyo? ¿Cuidar de las gallinas? Porque se cuidan ellas solas.

— ¿Y qué si es cuidar de las gallinas? ¿Tanto te molesta que quiera hacer algo con mi vida a parte de estar siempre encerrada en casa?

— Estás encerrada porque quieres, April, hemos hecho de todo para sacarte de casa y nunca te viene bien.

— ¡Discúlpame por no querer que os pase algo!

— ¡Siempre podemos ir al mundo muggle!

— ¡Yo quería mudarme al mundo muggle por eso!

— ¡Y como te dijimos que no ahora te vas a otro país solo para poder hacer lo que quieras!

Me muevo para intentar manter una conversación normal con Fred, pero no parece que él opine lo mismo porque se levanta del sofá y se queda de pie allí al lado.

— ¿Pensabas contarmelo?

— Claro que iba a hacerlo, cuando llegara la carta de rechazo, que es lo que tenía que haber llegado. Te lo iba a comentar, te iba a hablar de las posibilidades que había y...

— ¿Posibilidades? ¡Te vas a otro país!

— ¡No me voy a ningún lado, no he aceptado! —yo también me levanto y voy hacia él, pero Fred retrocede. Y eso duele.

— ¿He estado en tus planes alguna vez, April? —esta vez, cuando avanzo, sí que se queda quieto en el sitio y puedo cogerle perfectamente de la mano. Se la aprieto suavemente, pero él no me devuelve el apretón.

Está dolido.

— Ahora sí estás en ellos —es la verdad. Quiero que funcione, que lo nuestro salga bien. Que haya merecido la pena todo lo pasado.

— ¿Estoy como? ¿A kilómetros de distancia? ¿Con solo los fines de semana?

— ¿Y cómo hemos estado hasta ahora, Fred? ¡Vivo con tus padres, tú vives en Londres!

— ¡Al menos es el mismo país! —Fred me suelta la mano y se da la vuelta. No sé si quiero que siga hablando—. Creo que deberíamos...

—Si terminas la frase me iré de inmediato —le corto antes de que termine. No puede ir en serio, no puede querer esto solo por unos kilómetros de diferencia y una hora—. ¡Somos magos, no es ningún problema que esté durante el día en Francia y por la noche aquí! Tendré un apartamento allí, se puede conectar por la red flu y...

— Y volveras a casa de mis padres por las noches, ¿para que vuelves entonces?

— ¡No iba a volver a La Madriguera, volvería contigo!

Fred se gira rápidamente y todo en su mirada ha cambiado. Ya no parece estar enfadado, no, de hecho parece estar tan contento como antes de que llegara el sobre.

— Iba a volver contigo, cuando llegara el sobre con el rechazo te lo iba a enseñar, te hablaría de la idea y volvería a enviarlo para septiembre. Te iba a proponer compartir el piso de Hogsmeade, tener otro en Francia para cuando queramos escapar de todo. Me tendría que quedar allí para los exámenes, pero quizá podrías venir tú esas noches y...

— Oh, por Morgana, April, sí a todo, como si quieres que vaya toda las noches hasta allí —habla mientras que pone sus manos en mis mejillas, y cuando termina de hablar, me besa una y otra vez.

— Quiero vivir contigo, bobo —le digo entre besos y él se ríe.

— Y yo contigo, amor.

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Perdón por la peleaaaaaa había pensado en hacerles romper pero nah no iba por buen camino así que ahora se van a vivir juntos. La magia del amor o algo así, igual que la magia del papeleo, ojalá todo funcionase tan bien como esa universidad la verdad. 

Nada más que decir, solo que hoy también a contrarreloj, si algún domingo no subo ya sabéis el motivo jajajaja

Mil gracias por todo ♥

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