- La verdad es que había gran variedad - decía Ernesto sin darse cuenta de nada, muy animado apilando los paquetes en donde pudo.- Ya que tienes la marca me siento con un poco de envidia, lo reconozco. Pero esta bien, conoces ya al señor ¿no? Compre casi de todo ¿Qué dices? No escatime en gasto ¿Qué te parece? ¿Podríamos convidarle algo a su gusto? - Inti no entendía.

-Cuál señor? - pregunto.

-Pues con quién hablabas ¿Dónde está? - Ernesto se fijo entonces y vio la joven junto a Inti. La saludo y olvidando los paquetes. Tomó asiento enfrente, y le sacó plática. Se llamaba Coral, no había alcanzado a desayunar ¿Qué le gustaba? Ah, pues justamente lo he comprado. No era necesario, todo era para compartir ¿Viajaba mucho? ¿no? Y a donde iba? Coral contestaba y Ernesto parecía encantado. Volvió el señor del periódico, y al ver un montón de paquetes sobre su asiento. Se acercó a los víveres. Irritado, los lanzo a Inti pegándole a Rafito, que estaba en su regazo.

-¿No tiene delicadeza!?- reclamó Ernesto, al oír al perrito quejarse. El señor no le hizo caso. Acomodándose otra vez en su asiento abrió su periódico y pregunto como si nada:

-¿Usted sabe sobre el hombre que vuela? 

Ernesto no toleraba que le ignoraran una pregunta. Y era contrario a su carácter quedarse sin reaccionar ante un agravio. Menos aún, cuando una señorita estaba presente. Así que esta vez  fue Ernesto quién agredió al señor. Lanzándole un puñetazo que le hizo desviar la cara del periódico.

- Este Ernesto- se dijo Inti, rápidamente agarro al perrito y lo aseguro bajo la mesa. Indicándole que no saliera- Armaran un alboroto y nos sacaran del tren.

Cosas existen y se van, pero las habilidades quedan. Así pensó Inti y vio el empiezo de una pelea y acaso el de otra silla rota.- Puedo separarlos, solo necesito eso. - Y lo intento pero resulto golpeado, cayendo. Inti entonces los miraba pelearse desde el suelo y recordó la bola de estambre en su corazón. Y oro al dios de ese mundo : ...que si no lo tengo, reclamo a este mundo que se acuerde y me ayude permitiéndome cambiar momentos ...¡Que en un tris este evento sea normal! - De su cuerpo, su corazón soltó moronas, blancas como hojuelas de maná. La bola de estambre broto. Saltando de su interior, creo en el tapiz de la existencia otro momento. Paso junto a Ernesto y el señor dejando atrás hilos que se colgaban. Eran tan bonitos que Inti creyó ver en ellos el arcoíris.

Ernesto se quedo quieto, miro a Inti y luego a Coral. El señor en cambió estaba confuso. Como que recordaba, sin saber que.  Vio a Inti y sospechando algo enrollo su periódico en una espadita y le golpeo levemente por segunda vez.

  Se volvieron a sentar. Coral los miraba sin decir palabra, como si alcanzara a recordar. Ya estando calmados, Inti le hizo señas a su perrito, que viniese. Y este obedeció recostándose de nuevo sobre sus piernas. - Que lata- se decía Inti- por cualquier ocurrencia esos dos vuelven sobre lo mismo y me arrastran con ellos ¿Qué pasará allá afuera?- se pregunto.