Pleito
-Papá, un señor quiere llevarse a mi Rafito.
Entonces se oyeron pesados pasos dentro de la casa.
El padre- se dijo Inti. Se paró como resorte, llevando en brazos el cachorro. Vio ambos lados de la calle, pensó en correr; pero el perrito volvía sus gemidos. Inti se sintió traicionado, teniéndolo en brazos, sintió en su mano la patita hinchada y la sangre correr caliente. Pronto el animal tendría fiebre. Y comprendió que si huía corriendo, acaso lo haría sufrir más.
Se detuvo. Desde dentro de la casa alguien descendía.
- Ni se le ocurra irse- rugió dentro una voz.
Desde afuera se podía contar los escalones. Inti contó 8 ¿Se estará bajando a saltos? pensó. No tuvo que esperar más, la puerta se abría. Era alto, tenía la piel blanca como su hija y los ojos chispeantes como los del comandante.
- Que husmeaba en la ventana de mi hija- le espeto, pero la voz ya no rugía.
-Yo me preguntaría lo mismo si fuera usted - contesto pensando en sus palabras- oí al perro llorando, y asumí que presentaba algún aprieto. No conocía que era de la niña.
-Mi hija no es una niña, ya es mujer- fue la réplica.
-Ah, este hombre- pensó Inti- quiere casar a su hija y no encuentra con quién.
-Además- dijo de pronto la muchacha, desde lo alto, queriendo dar su parecer - no haga supuestos. El perro es nuestro, como marca la placa que cuelga de él. Si llora, gime o le cae un rayo es nuestro.
Inti se indigno. Recordó que antes de naufragar. Había tenido canario. Rubio y rojo hacía recordar a las hojas de otoño. Le quería mucho, le quería tanto que temiendo le ocurriese algo en el viaje. Lo dejo en encargo con una familia acaudalada que recién conocía. Un leñador amigo suyo, se había ofrecido antes. Prometiendo cuidarlo. Pero Inti no se confío. Recelando, llego a pensar que, en necesidad, se lo zampasen. Por eso lo encargo con la familia... Dos semanas antes de que el barco se fracturase por fuga de gas, combustionando dentro. Recibió una larga carta. La señora escribía. Su canario estaba muerto. El muchacho, un mocoso de diecisiete, había jugado con él. Atando muñecos y cochecitos de juguete sobre el pobre canario. Lo obligaba a emprender vuelo. Lo hacía comer carne y no semillas - Usted comprenderá- le explicaba la madre efusiva- que mi hijo ya es un hombre. Tiene curiosidades propias de su espíritu. Es venturoso y se lanza sobre sus propias ideas igual a su abuelo...Lo llamaba "mi canario". Habría muerto horriblemente sin nuestros cuidados. Estoy segura de ello...La carta seguía, Inti lloró amargamente aquel entonces.
Irritado, vio en la muchacha, al mocoso aquel:- ¿y eres tú, mujer?- le dijo- ¿tienes novio o amante que pueda llamarte así? ¿Aparte de crueldad, que presumes? Tu piel, si es blanca. Es para recordar a la niebla del cementerio. - tomo la placa del perrito y arrancándola, la arrojo lejos- El animal no es más tuyo, ni volverá a serlo- Y luego volviéndose al padre, le miro desafiante.
Pero al señor ya no el importaba el pleito. Desde hacia poco había visto la marca de gaviota en la mano de Inti y se mantenía pensativo. Su hija chillaba sin razones desde la ventana.... Fijo su mirada en Inti:
-Usted me debe un favor- dijo al fin, poniéndole una mano sobre la cabeza, tan amenazante y fuerte. Que Inti sintió como el valor se le escapaba. Volviendo a la casa, no sin antes enviarle una mirada aún más amenazadora de que se quedara ahí. Se le escucho remover cosas, como buscando algo. Inti esperaba ¿Qué podía hacer? Se imaginaba siendo golpeado por ese coloso y seguía quietecito. Cuando salió nuevamente, llevaba una pequeña bolsa:
-He visto su marca- le dijo- es necesario para encontrarlo. Esto no es propiamente para usted- continuó refiriéndose a la bolsa- Déselo a Agustín. El cual vive allá en el palacio. Tomará un tren e irá hacia allí. Y fíjese, que si no nos sirve. La corona lo perseguirá también.
Inti no halló como decir que no. Con una mano tomo la bolsa y se acomodó al perrito en la otra. Pero en cuanto la hija se metió tras la cortina, y el padre le volvió la espalda. Recordó la libertad y en un arrebato lanzó la bolsa. Estrellándola contra el padre. Y viendo que este se volvía, le arrojo también la bolsa con dinero que le había dado esa mañana. Echó a correr.
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