Al irse retirando, Inti alcanzo a ver a una mujer. 

Era hermosa, se detuvo a verla. La mujer entro por una calle, se oyeron voces, hubo escenas. La moza se enojaba; se mordía el labio, palidecía y volvía a reñir. 

Eran acreedores, que la acusaba de una deuda. Pedía por interés el medallón que le pendía del cuello y estiraban sus viles manos intentando quitárselo. Un caballero iba pasando. Viendo a la mujer apurada, tomo interés en el asunto, se acerco al grupo, pidió explicaciones. Inti no supo que llegaron a decirle los acreedores, pero el caballero se irrito al poco tiempo. Perdiendo la paciencia, repartió golpes y  puñetazos entre aquellos. Y no pudiéndose vencer al último, tomo una silla que hayo a la vista y la estrelló contra el avaro. Inti vio a la mujer y al caballero hacerse luego cortesías, con los acreedores adornando el suelo. Y se avergonzó un poco de no haber sido él, aquel caballero.

 La mujer tomo del brazo  a quién la había rescatado y se alejaron hablando de cosas alegres.    Inti se marcho, también el por otro rumbo. y al tiempo que se marchaba, como perrito que sigue a su amo. La bola de estambre regreso a él.