Fueron muchas cosas de esa aventura. Pero entendió entonces que no había sido el sol. Estaba él como trapito limpio en la arena. Pero la arena, de otra tierra.

Fue pura maldad. No podía sacarse la idea de aquello que veía en ese momento. Ni la sensación de que a su cuerpo mentía con respecto a Dios.

Dejando eso atrás. Se colocó de rodillas y miro donde estaba. Si sería cierto. Un otro lugar distinto del suyo. Parándose sacudió la arena pegada a los lienza desgarrados de lo que seria su ropa. Pudiendo ver una ciudad cerca. Rica en la vecindad y en los vecinos. Avanzo unos pasos, encontrándose con una carreta. Luego otra carreta y el ruido de las piedrecillas tronando bajo esas ruedas rusticas seguía sonando por cuan largo era el camino. 

Un carretero de anchas espaldas y manos ajadas por trabajo y sol. Manejaba los caballos, siempre atento al tripulante que mantenía atrás. Este tripulante, traía la levita doblada en los brazos. Sus manos envueltas en guantes, recordaban a patas de osito, cuyas puntas se alargaban. Con su camisa, corbata y vestimenta toda confeccionada bajo el fondo de tonalidades cafés. Se veía genial, con el azul en sus ojos distraído. Descendió de la carreta, un tramo antes de llegar al portón. Según su parecer, completaría el resto andando.

Inti sintió que la curiosidad le picaba el cuello, y luego el cuerpo entero bajo una pregunta recién llegada. Viendo al hombre, lo siguió hasta darle alcance. Llegando justo donde él, le detuvo. Su voz se acortaba por la prisa de haberle alcanzado, e intentando mostrar la buena fe de su carácter como pasaporte de turismo. Pregunto con más inocencia que fineza si allí o por allí vivía alguien. 

-Pues naturalmente que vive el señor. Es ridículo que lo pregunte ¿Qué pensaba al lanzarme esa ocurrencia?- Sin esperar respuesta el hombre se volteo dándole la espalda, siguió caminando.

- Pero...eh- decía Inti, en su ansiedad por respuestas- ¿Cómo hacerle saber? - y le seguía el paso mientras buscaba palabras- Espere, que yo...yo quería saber si...si aquí hay dragones.

El hombre en su prisa exasperado, hacia gestos - ¿Eres niño para preguntar eso? - termino diciendo.

-Lo... los hay?

Fue entonces que el hombre se detuvo, volviéndose. Dio unos pasos hasta acercarse. Posando su guante sobre los cabellos revueltos de Inti. Y dijo esbozando una sonrisa- Los hay- a media voz

... Inti quedo sin conciencia