7. Sensuales negocios
RYAN
Contaba los minutos desde que aquella seductora mujer había colgado el teléfono. Tras irse Matt a por el catering de la reunión, yo aproveché para ponerme a trabajar y hacer así tiempo. Tenía varios documentos de negocios hechos por mi padre justo antes de jubilarse. Yo llevaba solo dos años en la empresa pero, desde que yo me hice cargo de ella, la empresa ha crecido más que nunca. Mis intuiciones empresariales me han ayudado mucho haciendo que prácticamente siempre tuviese éxito. Evaluaba siempre a la persona con la que cerraría algún acuerdo o contrato y si, mi intuición me daba el visto bueno, me embarcaba de lleno.
Mi padre también tenía esa intuición gracias a la cual Carter Corp se hizo tan multimillonaria como hoy en día se conoce. Ese era el secreto de mi familia, una especie de pálpitos que venían de la nada. No sabía cómo llamarlo, ¿Magia o buena suerte?
Pero ahora mi padre está muerto y mi madre está en casa jubilada. Ella era una de las que llevaban las cuentas de la empresa aunque, al principio, cuando Carter Corp era un pequeña empresa, ella era la secretaria de mi padre. Y luego mi padre me decía de no mezclar relaciones y negocios...al parecer él lo hizo y le salió realmente bien.
Estaba absorto entre la pila de papeles intentando leer y firmar todos los documentos pero mi cabeza andaba en otro lugar. Tenía la sensación de que algo iba a ocurrir, algo que iba a cambiar mi vida drásticamente y que la pondría patas arriba. Sentía el pulso acelerado y la piel sudorosa; un nudo se había instalado en mi estómago.
Después de un buen rato mirando un punto fijo en la pared, la puerta de mi despacho sonó. Recuperé la compostura antes de contestar, carraspeando ligeramente.
-Adelante.
Lisa entró con su habitual sonrisa amable y su conjunto sacado de una pasarela. Con una leve reverencia me informó que la señorita Waters estaba en el pasillo esperándome.
Recordé nítidamente su voz sensual y deseaba ponerle cara de una vez.
-Puede pasar y usted puede retirarse.
Con un leve gesto amable se retiró dejando paso a aquella mujer cuya elegancia destilaba por los poros. Sus pasos felinos, su mirada azulada y penetrante, aquellas curvas resaltadas por ese conjunto ceñido y oscuro. Esos tacones de aguja le daban un aspecto aún más provocador y peligroso, como si de un momento a otro se acostara sobre la mesa y me hiciera un striptease. Me fijé en sus manos las cuales vestían unos mitones de encaje y una perfecta manicura blanca y negra. Destilaba peligro, dureza, frialdad y pasión a la misma vez.
-Usted debe ser la señorita Waters...-Le dije con picardía mientras me mordía la lengua intentando no ser grosero y espantarla.
Ella dio varios pasos en mi dirección. Sus caderas bamboleaban con una elegancia y sensualidad a la que no estaba acostumbrado, ¿Cómo podía ser real una mujer así?¿Cómo podía caminar por Nueva York sin que ningún hombre se le echase encima?
-Si señor Carter; soy la misma que habló con usted por teléfono.
Esa voz, esa voz tan delicada, firme como nata sobre el café, dulce como caramelo. Mi pulso se aceleró preso de la excitación, liberando un pequeño suspiro. Ella sonreía de forma pícara e insistente provocándome como si fuera un jovenzuelo hormonado,¿Qué me estaba haciendo esa mujer?
Yo no era de caer sucumbido en brazos de alguna mujer sino más bien al contrario. Me gustaba mantener el control bajo todo momento, no me gustaba mostrar debilidad o que alguna de mis conquistas criticase mis artes amatorias.
Deseaba que se acercase un poco más y así poder observarla con más detalle. Necesitaba un momento a solas con ella antes de la reunión; esperaba que Matt no me interrumpiese...
-Por favor señorita Waters, siéntese; le serviré una copa si le apetece.
Ella caminó hasta el escritorio, sentándose en el asiento y cruzando sus esbeltas piernas. Su mirada oscurecida y ardiente se posó de mi camisa semi abierta a mi cara, sonriéndome en todo momento.
-Vino por favor.
Me levanté del asiento realmente excitado, intentando que no se notara mi ereccíon a través de los pantalones. No deseaba espantar a aquella distinguida señorita que, de seguro, era tan interesante como aparentaba.
Tomé dos copas con una de las mejores botellas de vino tinto que tenía cediéndole una copa rozando sus dedos contra los míos. Su mirada insistente se clavó en mis pupilas, hablándome aún más seductora que antes:
-Uhmm un Louis Jadot 2006 Chambertin Clos de Bèze, proveniente de la campiña francesa de Borgoña. Aromas a frambuesa, pétalos de rosa y suave menta sintiendo en la boca cerezas, canela, y granada. Un vino dulce y salvaje con un toque picante. Siempre he pensado que los vinos son como las personas que lo beben, ¿Usted que cree señor Carter?-Me preguntó mientras remojaba sus labios con el vino y pasaba su dedo índice por el borde de la copa.
-Pienso exactamente lo mismo que usted; veo que es una entendida de vinos.
-Soy una entendida de las cosas buenas y...sensuales.
Selina bebió otro trago de vino sin apartar la vista de mí. Tras acabar el último trago se relamió los labios ante mi mirada intensa y ardiente; no podía soportar tenerla delante y no poder hacer nada.
-Realmente delicioso señor Carter; esto si que es un buen recibimiento.
Aquella coqueta estaba jugando con fuego y, si seguía aquel juego seductor, temía que ámbos nos quemásemos.
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