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2𓄹𓈒 Parte 16

Capítulo 2.
Parte 16:
"Estrategia: Aceptación"

El lunes a la mañana, Leah y Tristana se presentaron en el Instituto de Forks con las intenciones de hablar con Rosalie y Emmett, sin embargo, se encontraron cosas que solo a la pelirroja sorprendieron, cambios que para Leah no eran el fin del mundo como su impronta se había sentido.

La separación de autos de lujo estacionados unos de otros era bastante notable hasta se sentía un ambiente distinto alrededor de todos los estudiantes, en el lado izquierdo estaban los autos de Alice&Jasper junto al de Edward. Mientras que el Jeep de Emmett y Rosalie se encontraba del lado derecho del parquet.

—Esto no es normal. Esto no está pasando como lo recordaba. —murmuró Tristana nerviosa.

Leah solo se mantenía abrazandola por el hombro, acobijando su cuerpo con su temperatura corporal. Los nervios producían un nivel bajo de temperatura en su impronta, cosa que la preocupaba pero no hacía escandalos por ello. No era ni el momento ni el lugar para hacerlo.

—¿Qué es lo raro?—preguntó sin entender Leah.

—Los Cullen siempre se mantienen juntos, esto es muy antinatural. —murmura bastante intimidada.

—No entiendo porque no podría ser diferente, pudieron haber tenido alguna diferencia familiar. —responde ante la incomodidad de su impronta.

—Puede ser, pero nunca antes había visto esto. Es culpa mía. —admitió con franqueza, a sabiendas de que su vida no era la debía existir en esta vida sobrenatural en Forks.

—Tristana, no empieces a culparte de cosas que no entiendo. —reprocha la nativa con molestia.

La pelirroja refunfuña bastante pero siente un escalofrío recorrer su espalda y por consiguiente tiembla al conectar miradas con Emmett, quién la mira con sorpresa al igual que Rosalie.

—¿Y ahora qué te pasa?—pregunta extrañada pero alerta ante el temblor de su pelirroja.

—Allí están. —susurra con una voz rasposa y sedienta. Se muerde el labio, a su vez los observa con un brillo significativo que llama la atención de aquella pareja Cullen.—Necesitamos hablar, ¿Necesito agendar una cita o podemos hablarlo ahora, Rosalie...Emmett?

Emmett y Rosalie al escuchar lo suave, bajo pero lo suficiente firme la voz aún con la mirada determinada, logran salir del estupor de la sorpresa quedando alegres pero un poco extrañados de que su compañera quisiera charlar con ellos. Por lo que asienten, aunque el fortachon Cullen sonríe divertido por la petición que demostraba timidez y cautela al pedir por ellos.

Edward disgustado decidió ignorarloa y seguir con su vida, buscando a Bella. Mientras que Alice se encontraba relajada y feliz, dirigiendose hacia las clases, sus hermanos estarían bien. Ese día sería uno bueno, no veía ningún peligro y confiaba por el aura de la pelirroja que nada malo pasaría.

Siendo así como Emmett, Rosalie y Tristana acompañada de Leah fueron yendo hacia el bosque cercano al Instituto de Forks, con muchas dudas y esperaban de ambos lados que todo fuera a ocurrir de manera natural y tranquilo. Tristana no paro de caminar hasta quedar en lo profundo del bosque, donde se sentó en un tronco caído, Leah se quedó cerca pero dándole su espacio.

—¿De qué querías hablar?—dijo Rosalie ansiosa de entenderla, pero cautelosa y seca al preguntar.

—Es una sorpresa agradable verte, pero tu cachorrita podría haberse quedado en casa, ¿No?—dijo con cierta gracia Emmett, mientras el aroma le desagradable el solo respirar.

—Es igual de directa que tú. —bromea con cierta ironía Leah.— Cuidado como hablas, chupasangre.

Emmett mira incómodo a Leah, y viceversa, pero un aroma fuerte de eucalipto y mental los hace relajar de una manera tan especial que enseguida enfocan a la pelirroja que se mantiene mirando a Rosalie como si estuviera en trance, y así lo era.

—No deseo que discutan, tratemos de llevar esto en paz. —interviene con delicadeza la pelirroja escocesa— He buscado hablar con vosotros por dos motivos, uno: viajaré a las afueras de Forks y no iré sola, es de suma importancia que vayan conmigo. Y dos, tengo una estrategia de aceptación para nuestra conexión de compañeros, pero solo empleandola sabré si podré sobrellevar su presencia en mi vida con/sin la necesidad de ser específicamente pareja amorosa.

Rosalie levanta la ceja como si no se creyera lo dicho, se cruza de brazos y responde:

—Puedo comprender que independientemente de la respuesta que esa estrategia funcione o no, igualmente estamos invitados a acompañarte, ¿Es una obligación, o nos ordenarás?—pregunta a la defensiva la rubia de ojos amarillos.

—No es una obligación, pero si mi cálculo no falla, querrán asegurarse de mi seguridad ante la misión que deseo realizar en ese viaje, que será en Seattle. —responde mientras empieza a presionar su dedo gordo de la mano contra cada uno de sus dedos haciéndolos crugir uno por uno, como si fuera una manera de distraerse o calmar la ansiedad.

—Comprendo.

—¿Cuál ese plan que quieres hacer?—pregunta curioso Emmett.

—Sin química sexual, amorosa o de amistad no podremos avanzar en esta conexión de compañeros, por lo que mi plan es: tener sexo y si me gusta más que el placer, osea si percibo la conexión especial que nos une tal vez considere que sean tratados con amor de pareja, pero si no siento mas que placer solo los veré como amigos. Y si los veo como más que amigos y no pareja, sino como apoyo fraternal... Pues serán eso. —admite con franqueza aunque sus mejillas se habían tornado ruborizadas por la propuesta dicha.

—¿Osea que quieres tener una orgía? Wao, nena, no pensé que esos fueran tus deseos. —bromea ansioso Emmett. Aunque no iba a mentir que aquello estiraba probar con creces.

—No se trata solo de sexo. Quiero ver si siento más que atracción con vosotros, y lo mismo que ustedes comprueben si solo es atracción o podrán verme de una forma sana, en confianza y respetando la relación que mantengo con Leah. —vuelve a aclarar la pelirroja.

—Me agrada que quieras aceptar nuestra conexión, pero me ofende bastante que ella haya sido tu primera vez y no yo. —responde con cierta amargura la rubia.— Por otro lado, puedo ver que estás decidida, y eso me gusta. Al fin nos estás tomando en cuenta, la espera valió la pena.

—Y arreglar los asuntos que nos separaban de ti, por supuesto que también ya lo hicimos. —añade Emmett, mientras abraza amoroso a su esposa, mientras trata de enfocar el tema que estaban hablando sin distraerse en ensoñaciones mentales.

—¿A qué te refieres con eso?—pregunta sin entender Leah.

—La cachorrita tiene poca memoria, deberás cuidarla mucho, preciosa. —bromea un poco Emmett.— Osea, la última vez nos dijo que arreglaramos nuestros problemas familiares, y ya lo hicimos. Ya nada se interpone en nuestro camino, somos libres.

—¿Libres...?—pregunta atontada Tristana mientras su corazón late con miedo ante las decisiones que no podría nunca saberlo. Todo esto era nuevo y no iba de acuerdo al guión de la historia original.

—Nos independizamos de Carlisle. Edward es un tema que terminó por colmar nuestra paciencia y respeto, sus acciones son demasiado egoístas y no pienso estresarme de más, tratando de evitar el caos que traerá seguramente a nuestra familia. —admite Rosalie.

Tristana no cabía en su sorpresa. Nunca se esperó esto, ni que la Rosalie frente a ella dejara de caer en las provocaciones de Edward, no sabía que decir, sintió sus labios arrugarse y luego estirar de un lado para sonreír ligeramente, la paz que trajo a su alma la noticia habia sido tan sorprendente pero bien recibido. De tal manera que no pudo evitar que sus lágrimas cayeran mientras soltaba el aire retenido.

—Son cambios impredecibles...—susurró la pelirroja.

—¿Porqué lloras?—pregunta sin entender pero desconcertada Rosalie.

—No estoy entendiendo nada, preciosas. —admitió Emmett confundido y preocupado.

Leah trataba de mantenerse a raya, respetando el espacio personal de su impronta, no sentía ningún malestar ni dolor, solo paz y alivio a través de la conexión impronta-lobo.

—Me alivia saber que todo irá bien por ese lado. ¿Cómo se lo tomaron Carlisle y Esme?—pregunta algo preocupada.

—Carlisle nos entendió. Dijo que mientras visitaramos a mamá, y no los olvidaramos de ellos, estaríamos a mano sentimentalmente.—responde Emmett, enternecido por la preocupación empática.

—Eso es bueno, aún quiero conocerla. Siempre he escuchado de lejos de vuestra madre pero no me he presentado formalmente. —admite de una manera que deja en claro que no está cerrada en conocerlos.

—Entonces... ¿Para cuando es tu viaje?—pregunta Rosalie, tratando de ver el tiempo que podría darles con beneficio de duda, prueba o error su compañera.

—De hoy en ocho, osea el próximo lunes deberíamos estar en Seattle. —admite sin mucho miramientos.

—¿Y si empezamos a cortejarte ya?—pregunta ansioso Emmett.

Leah no estaba muy a gusto con ello, pero debía ceder para descubrir qué ocurriría con ellos.

—¿Ella estará con nosotros? ¿Nos verá?—pregunta Rosalie con recelo.

Leah gruñe con molestia ante la mirada de la rubia.

—No me veas así, ella es mía. Pero por la felicidad de ella, podré soportar que estén juntos en eso. Pero no se repetirá mucho, no creo sobrellevarlo por la naturaleza misma que nos hace enemigos. —admite Leah a la defensiva.

—Comprendo. ¿Entonces...?—pregunta Rosalue pero es interrumpida por su esposo, quien ya anda ansioso.

—¿Nos iremos a nuestro departamento o al vuestro? No creo que en la tribu de la cachorra seamis bienvenidos. —dice Emmett ansioso por comenzar.

—Uhmm... Nuestra residencia no esta en la tribu. Esta entre los limites de ambos lados, un punto neutro. Vayamos. No quiero perder más tiempo, estos muy ansiosa. —dice Tristana con suma sinceridad.

Rosalie la mira con cierta ternura, mientras que Emmett la mira con diversión y mucha fascinación, estaban muy al par, ambos, eso era bueno. El sexo sería delicioso si así seguía su compañera interactuando con ellos.

—Estaré en la habitación que comparto con Tris, ustedes estarán en la habitación que fue arreglada para la ocasión ayer. —comenta Leah.

—Entonces espero disfrutes de nuestros sonidos de placer, cachorrita. —juega divertido Emmett, intentando ver hasta donde era el límite de la nativa.

Mientras que Leah intenta mantenerse a raya, pero imaginarse que solo sentir a su impronta excitada ya la afectaba, imaginaba la peor escena bizarra en ella misma y prefería mil veces que estuviera entre las almohadas con el aroma de su impronta que tener que lidiar con el efluvio de los muertos.

Siendo así como el cuarteto se dirige al lugar, esperaban que todo fuera como se esperaba, solucionar la incógnita en la situación compleja que los incumba.

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