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Capítulo 1

La Luna llena iluminaba el cielo estrellado de la movida noche de sábado. Las calles estaban vivas, llenas de jóvenes y adultos dispuestos a pasar una noche de diversión, aprovechando el día libre de la semana. Era momento de liberar el estrés, olvidar las responsabilidades y simplemente divertirse como si los problemas y la rutina no existiesen. Ese mismo ambiente previo a una buena fiesta estaba presente en la habitación de un departamento, donde las notas musicales de un piano se esparcían seductoramente desde un reproductor de música.

—¡Jimin! ¿Qué te demora tanto? Llevo casi una hora sentado en... —El recién llegado no pudo concluir lo que iba a decir, sus labios se convirtieron en una "o" muda ante la imagen delante de él—. ¡Diablos, Park! ¿Es que quieres hacer a toda la discoteca nadar en baba cuando te vean?

—Tengo que garantizar mi conquista de esta noche, Seokjin.

—No hables como si tu sola presencia no bastara para provocar orgasmos en medio club.

Jimin lucía alucinante, llevaba unos pantalones negros de cuero, tan ajustados que cada uno de sus tonificados y trabajados músculos se marcaba por debajo de la tela; en la parte superior usaba una camisa color vino, también entallada y con los dos primeros botones desabrochados, dejando más que visibles el contorno de sus hermosas y apetecibles clavículas; su cabello castaño claro, casi rubio, caía casualmente en su frente, creando un desordenado y a la vez estilizado escenario. Un look no demasiado elaborado, pero sí complementado con sus inefables encantos. Erotismo se desbordaba de cada uno de sus movimientos y la sensualidad simplemente le salía por los poros.

—¿Y qué hay de ti? —Lo miró de arriba abajo—. Hablas como si no estuvieras listo incluso para voltear un par de heteros.

Seokjin vestía totalmente de negro, su ropa era un poco más holgada, pero de igual manera dejaba percibir la contorneada figura debajo de la tela. Sus negros cabellos peinados hacia atrás, con solo unos pocos mechones que caían en su frente, permitían una visión panorámica de su hermoso rostro; sus ojos expresivos y labios gruesos siempre habían sido un gran punto a su favor.

—¡Ja! El especialista con una larga lista de heteros que no dejan de llamarte desde que te los llevaste a la cama, eres tú. —Ofreció una mirada de obviedad—. No planeo quitarte la supremacía. Habla menos y avanza más. Es nuestra última noche de fiesta antes de que se acabe el verano, tenemos que aprovecharla al máximo.

El lunes empezaría el nuevo semestre. Estaban a menos de cuarenta y ocho horas de terminar su descanso y Seokjin no quería perder el tiempo. Ambos eran profesores en la misma universidad, eran muy responsables en su trabajo, pero eso no quitaba que fueran un par de veinteañeros con ganas de divertirse. Se terminaron de arreglar, cerraron el departamento y salieron a tomar un taxi, probablemente regresarían bastante borrachos y no podrían conducir, no querían tener que volver a por el auto; además de que existía la posibilidad de que amanecieran entre unas sábanas que no fueran las de sus respectivos departamentos. 

Tras robar varias miradas de transeúntes nocturnos, lograron subirse a un vehículo. Jimin dio al conductor la dirección de una discoteca que siempre frecuentaban. Tal vez la idea de visitar un lugar diferente fue tentadora en un pensamiento fugaz, pero para aprovechar más el tiempo, era mejor disfrutar de un buen ambiente en un sitio conocido y que les gustaba, y no probar suerte a ciegas.

Llegaron y, una vez dentro, saludaron al barman y pidieron su primera ronda de tragos. Los ojos cazadores de Seokjin se desplazaban de un lado a otro mientras respondía a la conversación con Jimin, se notaba más que dispuesto a irse con compañía. No pasaron ni treinta minutos y ya el joven Park se hallaba bebiendo solo, su compañero había puesto su atención en un atractivo hombre de piel morena, quizás un par de años mayor según su apariencia, y se había ido a buscarle charla de inmediato.

Los planes de Jimin eran distintos, si bien había estado con hombres más de una vez, esta noche le apetecía compartirla con una chica. Nunca se había reprimido a la hora de explorar su sexualidad, y eso había contribuido en gran medida a que hubiese experimentado una amplia gama de encuentros sexuales, cada uno volviéndolo poco a poco lo que era hoy: un hombre confiado de sus habilidades en la cama, a quien su atractivo y sensualidad innata otorgaban un plus irresistible. «Esta noche quiero una chica», ese pensamiento quedó en el olvido cuando sus ojos fueron robados por una silueta en el centro de la pista de baile, que emanaba perfección por todos lados.

Un joven de cabello y ojos azabaches, probablemente cinco o seis años menor, bailaba provocativamente en brazos de un hombre en medio de la pista. El chico era alto, de rostro hermoso, con cuerpo de infarto y un look que lo favorecía demasiado; usaba unos jeans de mezclilla azul rasgados en los muslos, y lo que parecía una camiseta negra se veía por debajo de una camisa de cuadros. Cuando concluyó el escáner por ese majestuoso cuerpo, su mirada regresó al rostro del muchacho, y para su sorpresa, él estaba siendo examinado con sumo interés también. Quizás era su imaginación, pero Jimin podría jurar que los movimientos del baile se volvieron más sensuales y provocativos desde ese instante. Los orbes de ambos estaban ardiendo en lujuria y cada vez que se mordían los labios al unísono, Jimin sentía un golpe de sangre llegar a su entrepierna.

El fin de la canción marcó la separación del atractivo azabache de su pareja de baile en lo que parecía ser una despedida definitiva. Sus miradas excitadas se volvieron a encontrar y un gesto que significaba una obvia invitación le fue hecha al castaño, quien observó el ejercitado trasero del joven mientras se dirigía al baño, y se volteaba con disimulo por intervalos para ver si lo seguía. Jimin estaba tan excitado como hacía mucho no experimentaba, algo dado no solo por el indudable atractivo de su objetivo de esa noche. Siempre era tomado como el pasivo cuando alguien se acercaba a él. ¿Lo era? Sí, era jodidamente placentero si tocaban el punto justo;  pero solo lo era cuando lo deseaba. Odiaba que se acercaran a él por parecer afeminado o débil, cuando era capaz de proporcionar tanto placer como cualquier otro, incluso más, dada su experiencia. Había desarrollado cierta "fijación" por someter a hombres más corpulentos que él, hacerles gemir de placer con su toque y gritar su nombre cuando los llevaba al orgasmo.

Entró al baño y se lo encontró recargado de la pared, al final.

—Hola —saludó el peli negro, con voz grave y sumamente tentadora.

—Hola. —Jimin se acercó unos pasos, sintiendo como el solo intercambio de miradas era suficiente para sacar a flote su excitación una vez más.

—¿Hay algo que quieras decirme? —le preguntó, observándole descaradamente el bulto en los pantalones.

—Creo que ambos tenemos bastante claro lo que queremos, incluso sin palabras. Aunque... si hay algo que desees decirme, soy todo oídos. —Se paró frente a él y sus ojos se posaron en sus labios, finos y rosa, con un lunar debajo del centro del inferior. Jodidamente delicioso.

—¿Decir algo más? Nuestras bocas pueden tener un mejor uso que solo hablar, ¿no crees? —Se relamió y clavó su mirada en los gruesos labios de Jimin, demasiado cercanos y apetecibles—. ¡Joder! ¡Muero por comerte esa boca! —ronroneó casi rozando los belfos contrarios.

—¿Y qué te lo impide?

El castaño lo agarró por la cintura y unió ambos cuerpos, dejando en contacto las erecciones visibles por debajo de los pantalones desde que habían entrado al baño. De inmediato comenzaron a devorarse; los besos sabían a gloria, mejor que cualquier otro que recordaran en ese momento, las lenguas luchaban por el control a medida que exploraban las cavidades desconocidas. Los sonidos lascivos que producían se propagaron por todo el baño, sus erecciones palpitaban de anticipación y crecían dentro de su prisión de tela, esperando a ser liberadas y recibir más atención que simplemente el roce de la ropa mientras se frotaban con ahínco. Las manos de Jimin se introdujeron por debajo de la camiseta contraria y las del azabache se dirigieron a su trasero, apretándolo entre sus dedos.

—¡Mierda! ¡Qué par te cargas aquí atrás!

Jimin rio en medio del beso al escuchar esas palabras, le mordió el labio inferior y tiró de él. Paseó sus manos por la amplia y musculosa espalda, aferró su agarre con una y llevó la otra a uno de los pectorales, donde apretó la areola y el pezón con su índice y pulgar, sacando un gruñido placentero al chico.

—¡Park Jimin, ¿dónde mierda te habías metido?! ¡Nos vamos de aquí! —Seokjin entró con rostro desfigurado por la ira y lo tomó del brazo, importándole muy poco lo que acababa de interrumpir—. Lo siento, chico, tendrás que buscarte a otro, él se va conmigo.

El azabache no logró siquiera reaccionar, solo pudo quedarse sorprendido, con la respiración agitada y su cabeza dando vueltas. Ese beso había sido demasiado bueno. ¡Ese hombre estaba jodidamente bueno! ¿Cómo era posible que hubiese perdido la oportunidad de disfrutar del sexo increíble que seguramente iba a seguir a ese beso demasiado caliente?

—Así que... Park Jimin —dijo, pasándose sus dedos índice y del medio por sus labios, que aún hormigueaban recordando el contacto.

Perdón por dejarlo hasta aquí 😅. Iré actualizando poco a poco. Pero había prometido a mi amiga que tendría prólogo y capítulo 1 para su cumpleaños. 💜

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

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