-Deberías irte a Estados Unidos, Jimin. No serás feliz si te casas con esa mujer.

-Tampoco seré feliz si no vienes conmigo a Estados Unidos,
Jungkook.

Mi mandíbula casi roza el suelo.

-¿Qué?

Jimin tomó mi cara con sus manos y acercó nuestros rostros.

-Ven conmigo, Jungkook, por favor.

Me aparté.

-No...yo...yo no puedo irme de aqui. Lo siento, no...no...

-¿Qué te lo impide, Jungkook? -dijo Jimin desesperado -No me digas que es por tu familia, ¡llevabas casi 1 año enfadado sin hablarles y solo fuiste a tu casa porque no tenías ningún lugar más al que ir!

Aquello me sentó mal. Fruncí el ceño antes de levantarme de golpe de la cama y gritar. Jimin se incorporó tambien, quedando sentado sobre la cama.

-¡¡No te atrevas a hablar de lo que hago o no con mi familia, tú no eres nadie!!

-¡Sólo digo la verdad, Jungkook!

Di una patada en el suelo a modo de rabieta. Sabía que tenía razón y eso dolía.

-Tengo aqui mi vida. Y mi vida no te incluye a ti, nunca lo ha hecho.

Juraría haber escuchado una especie de lamento reprimido en la garganta de Jimin, muy corto.

-Jungkook...¿Por qué has vuelto aqui?

Aquello me pilló desprevenido.

-¿Qué?

-Si no te importo nada...¿por qué has venido? ¿por qué me defendiste en ese programa de televisión?

Apreté mis puños. Ojalá yo mismo supiese la respuesta.

-Voy a desayunar. Luego me vestiré como me digas.

Le di la espalda, dispuesto a bajar la escalinata hasta el salón, pero su voz me detuvo.

-Jungkook...

Me giré para verle.

-¿Si?

-Si te estropeas, voy a pagar por arreglarte lo que haga falta, ¿entiendes?

Aquello me tocó el corazón por algún motivo.

-Ya...

-Y haré lo que haga falta para que me ames.

Sonreí mientras bajaba las escaleras.

-Buena suerte, señor Park.