Capítulo 22
Solamente a mí me pueden ocurrir estas cosas. Ya me lo ha dicho Jessy en una ocasión. Mi vida es muy excitante. Y tiene razón. Desde que me he involucrado con Daniel, mi vida se ha vuelto absolutamente excitante y enredada.
Aún nos encontramos en la ducha y mi cerebro continúa procesando lo que él me acaba de decir.
¿Qué sucederá ahora?
Decido no hablar, no preguntarle nada. No sé cómo afectará nuestra relación la aparición de su ex. Simplemente lo abracé una vez más y me aferré a su cuerpo como si fuese la última vez lo fuera a hacer.
No sé decir cuánto tiempo estuvimos allí, simplemente abrazados mientras el agua cae sobre nosotros. Daniel se aferró a mi cuerpo con fuerza como no queriendo dejarme ir. De pronto un estremecimiento me recorrió completamente.
—Salgamos, no quiero que te resfríes. —me dijo cerrando la ducha.
Me enredé una toalla en el cabello y me envolví en un albornoz. Cogí la cadenita con las chapillas de la encimera y me las coloqué. Cuando salí del baño Daniel se encontraba sentado en medio de la cama.
— ¿Estás bien? —le pregunté mientras sentándome a su lado y tomando su mano entre las mías.
—No—su simple respuesta y el tono en que lo ha dicho, me dice que algo va mal—. ¿Cómo puedes estar bien cuando te encuentras a una persona viva que creíste muerta y que amaste alguna vez? ¿Qué haces para que desaparezca el dolor de tu pecho por la traición? —me dice con la cabeza agachada mientras yo inconscientemente deslizo mis dedos por la palma de su mano.
La verdad es que no tengo ni idea de cómo se está sintiendo en estos momentos. ¿Cuántos sentimientos y emociones siente en estos momentos?
— ¿Aún la amas? —le solté de repente.
Daniel levantó la mirada y posó sus ojos pardos en los míos. Levantó una de sus manos y la deslizó por mi mejilla y después deslizó uno de sus dedos hacia mis labios. Y entonces me sonrió levemente.
—No Kate, ya no. No tienes que preocuparte por eso, es solo que me impactó verla con vida.
— Me habías dicho que falleció en una explosión de su auto con una bomba igual a la del mío.
—Sí, créeme. Yo la vi muerta Kate. Fui a la morgue a reconocer los restos destrozados que quedaron de ella. Lloré sobre su cadáver. La despedí en un funeral junto a sus familiares y amigos. Estuve extrañándola por semanas. Y cuando sus recuerdos me asaltaban, solamente lograba olvidarla con una buena botella de Jack Danielʹs o de Champagne—Daniel hace una pausa y se me quedó mirando pensativo mientras me sonrió levemente—. Aún recuerdo cuando fue la última vez que me emborraché y después de eso Alexander me arrastró hasta aquí, a Chicago, para la inauguración de su restaurante, quería que saliera de mi miseria y me olvidara de todo. Era mi cumpleaños sabes, y estaba hospedado aquí en el Drake. Y como había una gran fiesta con champagne y bebida por todas partes, decidí bajar y perder la conciencia con un poco de alcohol.
— ¿Qué fiesta fue esa? —inquiero con curiosidad.
Conozco todas las fiestas del Drake.
—Cierto, creo que no te he contado esta historia, te va a encantar—hace una pausa en la conversación—. Creo que iba por casi la octava copa cuando te vi.
— ¿A mí? —ahora si estoy intrigada por esta historia.
—A ti. No estaba borracho Kate, gracias a ti no terminé emborrachándome esa noche.
¿Acaso me está contando cómo nos conocimos? Nunca me ha contado esta parte. ¿Por qué no recuerdo nada de esa noche? ¡Mierda! ¿Que acaso Jessy no me pudo contar al menos esta parte?
—Si te soy sincera, no recuerdo ni siquiera eso, lo último que recuerdo de aquella noche es tomarme un trago en la barra y salir hacia la pista a bailar con Jessy. Lo está confuso. Son solo fragmentos y flashes difusos de nuestra noche juntos, nada concreto.
Daniel me sonrió abiertamente.
—El alcohol tiene un gran poder de desinhibición sobre tu cuerpo Kate, cuando bebes te vuelves más atrevida, más sexy. Cuando te vi bailando de aquella forma en la pista. ¡Dios! Tus movimientos atrevidos pedían sexo a gritos, invitaban a cualquiera a poseerte salvajemente. A cualquiera que estuviese cuerdo y no a tope de alcohol como estaban todos en esa fiesta aquella noche.
—Y eso fue exactamente lo que hiciste. —le dije mientras me mordí el labio inferior.
Al menos eso es algo que recuerdo, su posesión, el sexo salvaje.
—La verdad no fue mi intención Kate, tú te dejaste llevar por mis caricias, por mi toque—me dijo mientras su mano bajó por mi cuello—...por mis besos—me dijo mientras me robó un beso rápido—, que nunca imaginé que fueras virgen. Me percaté cuando fue demasiado tarde. Nunca fue mi intención arrebatarte la virginidad de esa forma, fuiste la primera mujer con la que me acosté después de ella.
— ¡Que! —le grité sorprendida por su confesión.
—Después de aquella noche, decidí que no me acostaría con la misma mujer más de una vez.
—Hasta que lo hiciste nuevamente conmigo.
—Un pequeño error del cual no me arrepiento en lo absoluto. —dijo estrechándome entre sus brazos y dándome otro beso.
— ¿Y ahora? ¿Cómo vamos a recuperar el chip? —Daniel se me quedó mirando con una sonrisa— ¿Qué hiciste? —le pregunté.
Conozco esa sonrisa a la perfección. Está ocultando algo.
—Cuando cogí la maleta le puse un rastreador—me dijo mientras cogió la laptop de la mesita y me mostró—. Pero ahora hay muchas cosas en juego. —me dijo buscando su teléfono—me le quedé mirando intrigada—. Ya lo sabrás. —me dijo mientras marcó un número y lo puso en speaker.
—Espero que sean buenas noticias Cooper.
—En parte Señor.
—Habla muchacho, me tienes nervioso.
—No pudimos hacernos del chip, pero le he puesto un rastreador.
—Humm, imagino que esa es la noticia mala. ¿Cuál es la buena?
—Que he descubierto la identidad de La Reina, ella es la que se ha llevado el chip.
—Fantástico, reúne al equipo, necesito ese chip en manos seguras cuanto antes, y si de paso nos deshacemos de La Reina, mejor.
—Enseguida me pongo en ello Señor
— ¿Algo más?
—Sí. Una cuestión personal. No creo que pueda arriesgar la seguridad de Katerine en esta misión Señor.
—Hiciste lo que te pedí de entrenarla.
—Sí, pero no creo que unas horas de entrenamiento le sirvan para mucho.
—Haz lo que desees, ya sea llevarla contigo o dejarla con algunos de tus hombres. Es tu decisión. Quiero un informe detallado cuando esto se haya terminado. Solo espero que La Reina caiga esta noche y el chip esté asegurado.
Y colgó. Por un momento me pregunté que iba a hacer Daniel. Buscó nuevamente en su teléfono y después hizo una breve llamada.
Media hora más tarde teníamos la habitación invadida nuevamente con los mismos agentes que ya había visto con Daniel anteriormente.
Entraron cargando maletines con armas, chalecos y trajes especiales. Daniel cogió uno de eso trajes y en estos momentos está terminando de acomodárselo mientras comienza a hablar sobre las tácticas de asalto con el resto del grupo.
— ¿Qué sabemos de dónde se encuentran? —pregunta a uno de ellos mientras este le sostiene una Tablet.
—Es una mansión a las afueras de Chicago, tiene alta seguridad, nunca he visto nada parecido. Tiene un campo de cincuenta metros de radio donde queda inhabilitada la tecnología, así que no hemos podido enviar ningún dron a explorar.
— ¿No han podido desactivarlo?
—No, debe hacerse manual desde el interior. No puedo informar nada más con tan poco tiempo. Estarán prácticamente a ciegas allí. Los guardias deben estar por todas partes.
—Muy bien. ¿Todos Listos? —gritó mientras recogió un rifle de asalto que le tendieron.
— ¡Si señor!
—Pues marchando.
¿Ya se van?
¿Y donde quedo yo en todo esto?
— ¡Daniel! —lo llamé desde la puerta de la habitación.
Daniel se acercó hasta mi—. ¿No me llevas contigo?
—No puedo arriesgarme a llevarte conmigo, no esta vez. Hasta ahora todo ha sido en territorio neutral, pero esta noche entraremos en sus dominios. Te dejaré con dos agentes, estarás protegida con ellos.
—Daniel, no me gusta nada esto. ¿No crees que todo sea una trampa?
— ¿Sabes cuánto llevamos detrás de la Reina?
— No lo sé ¿Por qué la llaman así?
—Le llaman así porque es la Reina del Mercado Negro. No hay nada que ella no tenga en su poder. Era solo cuestión de tiempo para que obtuviera el chip.
—Sigo pensando que esto no es una buena idea.
—No debes preocuparte Kate, dejaré a mis mejores hombres custodiando la habitación—me dijo tomando mi rostro entre sus manos—. Esta es nuestra oportunidad de atraparla, si sale de Chicago, no creo que la encontremos jamás.
Coloqué mis manos en su pecho mientras me perdí en su mirada.
—Cuídate...fénix. —murmuré llamándolo por su apodo.
Daniel me sonrió seductoramente.
—Siempre—me dijo mientras unía sus labios con los míos. Su beso es intenso y apasionado. Sus manos bajaron hacia mi cintura apretando mi cuerpo contra el suyo, su lengua exploró mi boca, me saboreó y por un breve momento me olvidé de todo y me rendí a su beso arrasador. Cuando separó sus labios de los míos pegó la frente a la mía. Subió su mano hacia la cadenita colgando en mi cuello—. Dejo mi corazón y mi vida contigo amor, espera por mí, regresaré.
—Más te vale, o soy capaz de ir por ti. —le dije mientras el sonrió por mi comentario y dándome un ligero beso se separó de mí.
Lo acompañé hasta la puerta de la habitación mientras entrelacé nuestras manos. Daniel me besó una vez más.
—Te amo Katerine McClean. —murmuró contra mis labios mientras yo sonreí.
—Y yo a ti Daniel Cooper. —respondí robándole un beso.
Y entonces vi como desaparecía por el pasillo.
Afuera de mi puerta se quedaron dos guardias cada uno con un rifle de asalto en la mano.
Entré en la habitación cerrando la puerta. Dentro quedó todo desordenado. Bolsas con armas y municiones regadas por todas partes, protectores, chalecos, rifles, pistolas.
Me quedé mirando la laptop sobre el sofá y se me ocurrió algo. Me dirigí hacia el sofá, abrí la laptop y me puse manos a la obra.
Veinte minutos más tarde ya he accedido al sistema de seguridad del hotel y tengo control sobre las cámaras del pasillo y del ascensor. Al menos si alguien viene por mí, los veré llegar. Pero sé que esto nova a ser suficiente en caso de que logren pasar a los guardias, como sé que sucederá.
Si la tal Giselle es la persona que me ha descrito Daniel, imagino que nada se interpondrá en su camino. Y que conozcamos su identidad nos hace a los dos un blanco perfecto.
Miré hacia el suelo, los maletines con accesorios donde hay un uniforme extra, al parecer pensaron en llevarme. Así que, sin pensarlo dos veces, me levanté del sofá con la laptop en una mano y cogí el uniforme en la otra.
Si voy a luchar por mi vida, porque no estar preparada para ello. Puse la laptop sobre la cama y comencé a vestirme.
El uniforme me ha quedado perfecto. Me quedo parada frente al espejo mirándome. Parece que voy para una fiesta temática, donde el tema principal es el videojuego Call of Duty.
Cuando salí del baño hacia la habitación me quedé mirando la pistola de Daniel sobre la cama, no la ha llevado con él y le ha quitado los accesorios. La tomé en mis manos. Saqué el cargador. Está completo. Lo volví a colocar. Y me la coloqué en la funda que llevo en la cintura y también me guardé los accesorios.
Si Daniel me ve en este momento le da un infarto.
Y entonces un movimiento llamó mi atención en la laptop y pude ver a dos tipos salir del ascensor con dos rifles en las manos. Desenfundé la pistola, la rastrillé y me preparé para lo que viene. El pasillo es largo y hasta que no doblen, no estarán frente al que da a la habitación.
Corrí hacia la puerta del frente y la abrí rápidamente. Los dos hombres se me quedaron mirando sin entender porque estoy vestida de aquella forma.
— ¡Acaban de salir del ascensor con dos rifles! Será mejor cogerlos por sorpresa aquí dentro. Y en ese mismo instante los vi aparecer por el pasillo. Ambos levantando los rifles dispuestos a disparar—. ¡Adentro! ¡Ahora! —les grité mientras ellos entraron rápidamente en la habitación y yo cerré la puerta detrás.
Afuera se sintió una lluvia de balazos.
Los dos hombres se escondieron detrás de la cama. Moví el sofá y lo coloqué de frente a la puerta de la habitación, apagué la luz y me escondí detrás de él cogiendo la bolsa donde están las armas conmigo. Saqué el silenciador y se lo coloqué a la pistola, al igual que la linterna en él riel, y mientras me oculté detrás del sofá me preparé para lo que va a suceder a continuación.
Los dos guardias me miran desde el otro extremo de la habitación sin poder creer lo que yo estoy haciendo. Los disparos en el pasillo cesaron. Y unos segundos más tarde estos eran contra la puerta de la habitación. Las balas vuelan en todas direcciones. Hubo otra pausa en los disparos. Están cambiando cargadores.
Van a entrar.
Estiré mi mano hacia la bolsa y saqué una granada de humo, le quité el seguro y la dejé correr por el piso hacia la puerta mientras me coloqué las gafas térmicas.
Rodé por el piso y me paré en el lado contrario para el que abre la puerta mientras sujeté el arma firmemente en mis manos. Los dos hombres entraron en la habitación oscura, desorientados por tanto humo.
No pueden ver nada. Pero yo sí.
Puedo ver perfectamente donde debo disparar.
Levanté el arma y apunté primero a uno y luego al otro. Y los dos hombres cayeron al instante desplomados en el suelo.
¡Que subidón de adrenalina!
Antes de que se despejase el humo que sale de la habitación, me aseguré de que no hubiese nadie más esperando de sorpresa afuera.
—Todo libre muchachos, ya pueden salir. —les dije encendiendo la luz y me subí las gafas hacia el casco.
En el suelo están los dos hombres.
No les ha servido de nada las armas y los chalecos que llevaban. Ya que, con un disparo en la cabeza, he terminado con ellos en menos de dos segundos.
Me acerqué a la bolsa y cogí dos cargadores más colocándolos en mi cintura. Me quedé mirando el rifle en el suelo. Pero desistí de utilizarlo, creo que con la pistola de Daniel será suficiente.
— ¿Puedes explicarnos porque Daniel nos ha dejado a protegerte cuando puedes defenderte tu misma?
—Porque él no lo sabe.
Pero imagino que se va a enterar muy pronto.
— ¿Saben hacia donde se dirigen?
—Discúlpenos, pero no podemos compartir esa información con ningún civil.
¡Por Dios!
No puedo creer que tenga que hacer esto. ¿Que acaso mi demostración de habilidades no ha sido suficiente?
Me dirigí hacia la habitación y busqué mi pasaporte. Despegué la solapa de atrás y saqué una identificación que hay oculta dentro. Nunca he tenido que usar esto, y hace años que no la veo. Mi foto luce muy, muy diferente a como luzco en la actualidad.
Pero en el instante en que voy a mostrarles la identificación sonó mi teléfono. Es un número desconocido y colgó. Hizo la misma operación varias veces. Y cuando sentí el sonido de un mensaje entrante supe exactamente quien me estaba tratando de contactar.
Leí el mensaje en el teléfono.
—"La siguiente" —y en ese mismo instante sonó el teléfono una vez más.
Y lo cogí sin pensarlo siquiera.
—Si Señor, enseguida—hice lo que me pidió y lo puse en altavoz—. Está en altavoz.
—Gracias, les habla el director de la CIA, con quienes hablo.
—Black y OʹMaley Señor. —gritó uno de ellos enérgicamente.
—Bien, atiendan cuidadosamente. A partir de este momento quedan bajo las órdenes de la Agente McClean. Todo lo que ella diga deben cumplirlo. Temo que los muchachos se están dirigiendo hacia una trampa y ella es la única que queda que puede desactivar el sofisticado sistema de seguridad que tienen allí. Su misión es lograr que ella entre sin ser detectada. Ella se encargará del resto. ¿Entendido?
—Sí, Señor.
—Buena suerte muchachos. —y colgó.
— ¿Dónde encontramos a la agente McClean? —preguntó uno de ellos mientras ambos se miraron con confusión en sus rostros.
—Eso es muy fácil. —respondí mostrando mi identificación. —Yo, soy la Agente McClean.
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Espero les guste este capítulo. ¿Se esperaban este giro en la historia?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.
Xoxo
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