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Capítulo 21

En ese momento pusieron una laptop en la mesa al lado de donde tienen el maletín con el prototipo.

—Ahora haremos los trámites para que se lleven sus piezas. Las paletas tienen un número pequeño debajo. Es el número de la cuenta a la que deben trasferir el dinero para llevarse la pieza a casa. A medida que hagan la transferencia se pueden ir acercando para comprobar que este hecha, y una vez comprobado se podrán llevar su premio.

Todas las personas que adquirieron algo comenzaron a sacar sus teléfonos para realizar la transferencia. El resto de las personas comenzaron a retirarse. Y en cuanto una colgaba su teléfono se acercaba a la laptop para hacer la comprobación.

Espera que se marchen todos Katerine, pídele el teléfono a Daniel y finge que estás hablando.

—Mi teléfono. —le exigí a Daniel con voz autoritaria.

Mira a la paleta para coger el número.

Daniel me tendió el teléfono y mientras miré por un momento la paleta, pretendí que marqué un número y que hablaba con alguien. Nos alejamos un poco de las personas para que no sospecharan. Después de hablar un rato colgué y esperé un rato. Solamente quedaban dos personas. Volví a pretender que hablaba en el teléfono mientras ganaba tiempo para que se marcharan las dos personas.

— ¿Cómo harán para hacer la transferencia? ¿Acaso van a transferirle esa cantidad de dinero?

No Katerine solamente les haremos creer eso. Ellos verán la transferencia a nombre de Caterina, pero solo la verán por un minuto. Después de ese tiempo el número desaparecerá. Así que esperemos que no estén mirando la cifra más alta de la noche por más de un minuto.

En ese momento la última persona se alejó de la mesa abandonando el almacén. Lo que solamente nos dejaba a Dago, con cuatro matones-guardaespaldas, Daniel y yo.

Caminé hacia la mesa aún con el teléfono en la oreja y lo colgué tendiéndoselo a Daniel cuando me acerqué a la mesa. Daniel se detuvo a mi lado con los brazos cruzados en la espalda.

—Hoy te vas más ligera cariño. —me dijo mientras actualizaba la cuenta y esperaban unos segundos.

Dago se quedó mirando fijamente la computadora y yo también. Y en cuanto terminó de actualizar apareció el nombre de Caterina Smirnova y justo al lado la suma acordada.

Tienen sesenta segundos para salir de ahí con el prototipo. —me dijo Leah en el oído.

— ¿Eres la hermana de Elena? —me preguntó Dago mirándome fijamente.

— ¿Algún problema?

—Nada es solo que no sabíamos que Elena tuviese una hermana, nunca ha hablado de ella.

—Sí, la verdad es que no me gusta meterme en los asuntos de mi hermana, pero le debía un favor.

—Ajá. —dijo entrecerrando los ojos.

Apartó la mirada de mí y la dirigió nuevamente a la laptop.

Treinta segundos.

—Al parecer todo está bien—dijo cerrando la laptop —. Entrégale su pieza. —les dijo a los dos matones que se disponían a cerrar la maleta.

—Espera, te crees que soy tan estúpida como para pagar un billón y no comprobar lo que estoy comprando, déjame ver la maleta. —pedí mientras me mostraban la maleta abierta.

Miré fijamente el chip sin apartar mi mirada de él.

Ese es Katerine, ahora salgan de ahí corriendo. —me dijo Leah al oído.

Sonreí.

—Un placer hacer negocio con ustedes caballeros. —cerraron la maleta.

Daniel se dispuso a coger la maleta cuando fuimos interrumpidos.

—Dago, Dago, Dago—es la voz de una mujer. Me giré hacia atrás para ver quién es la que ha interrumpido. Es de una belleza deslumbrante. Cabello rubio largo cayendo en cascada por su espalda, ojos de un azul intenso y un cuerpo esbelto, como el de una modelo. Camina en nuestra dirección como si lo hiciese por una pasarela—. No pudiste esperar a que yo llegase, soy tu mejor cliente.

—Llegaste tarde hoy, ya está todo liquidado.

—Pero por lo que vine aún no se lo han llevado. —dijo mientras miró fijamente la maleta.

—El prototipo ya se ha vendido, lo siento.

La mujer se paró frente a mí y me miró fijamente.

— ¿Cuánto han pagado por él?

—No necesitas saberlo. —replica este.

— ¿Un billón? —se giró hacia detrás de ella y le hizo una seña a dos guardaespaldas.

Se acercaron con enormes maletas. Y las depositaron en la mesa frente a Dago.

—Ahí tienes un billón y medio en efectivo si me lo das a mí.

—Lo siento, pero este trato está cerrado—contesté envalentonada—. Yo he pagado por eso.

Quien es esta mujer que puede llegar y hacer lo que le da la gana.

—Nada está cerrado hasta que lo está cariño—dijo mirándome despectivamente y después mirando a Dago —. ¿Y bien?

—Me estás tentando Gise.

—Pues acepta entonces, que más te da. Nunca vas a conseguir dos y medio por eso. —dijo señalando la maleta

¿Dos y medio? Pero si ella dijo que solo había traído uno y medio. ¡Mierda piensan desaparecernos!

En ese momento, Daniel que estuvo todo el tiempo impasible sin girarse y sin perder de rastro la maleta, la cogió rápidamente con una mano mientras con la otra sacó su arma y se giró rápidamente apuntándole a la mujer a la cabeza. Y entonces vi como su rostro cambió de furioso a uno de sorprendido. ¿Acaso él la conoce?

—Vaya, vaya, vaya. Pero si es Leonard Price en persona. ¿Ahora juegas a los policías? —eso confirma mi pregunta, ella lo conoce también.

Solamente he visto a Daniel sacar el arma en una sola ocasión y ha permanecido firme en su mano. Pero ahora mientras le apunta a aquella mujer puedo ver cómo le tiembla la mano. Está dudando y nervioso.

— ¿Qué piensas hacer con esa pistola nene? ¿Crees que con eso podrás detenerme? ¿Tú y cuantos más? —le preguntó ella.

Pero Daniel no habló, se ha quedado en shock. Entonces en un rápido movimiento levanté mi pierna y saqué mi pistola apuntándole también. A aquella mujer no le importó en lo más mínimo que le estuviesen apuntando dos personas, simplemente se echó a reír a carcajadas.

— ¡Están locos! Apuntarle a la Reina con un arma.

—¡Cállate Dago! —le gritó ella enérgicamente haciendo que cerrar la boca al momento.

Al menos Dago no nos ha reconocido.

— ¡Déjanos ir! —le grité mientras aferré el arma con las dos manos.

—Déjame adivinar, tu eres la que se va a follar esta noche—me dijo mirándome despectivamente—. ¿Crees que no lo sé? —ahora miró fijamente a Daniel—. Que no te acuestas con la misma más de una vez. ¿Crees que no he seguido tus pasos? —su mirada estaba clavada en sus ojos —. Les voy a hacer una proposición, denme la maleta y los dejaré marchar, vivos.

— ¿Cómo sabemos que cumplirás tu palabra? Que nos dejarás marcharnos. ¿Cómo sabemos que afuera no tienes a más de tus hombres esperando para llenarnos de plomo? —le grité enérgicamente.

Daniel no dice ni una palabra, al parecer lo de no hablar se lo ha tomado muy en serio. Porque en ese momento, se ha quedado mudo.

—No lo sabes, por eso los acompañaré a su auto y comprobarán que nadie les está apuntando, y me darán mi maleta o de lo contrario, me encargaré de recuperar lo que es mío.

—Ve adelante, y ni un movimiento brusco. —le dijo Daniel muy serio.

Es una suerte que hable. Estuve por pensar que sufrió de algún tipo de shock.

—Yo no tengo miedo. —dijo ella mientras comenzó a caminar hacia afuera.

Daniel me tendió la maleta y caminamos detrás de ella. Y justo como imaginé, afuera hay almenos diez hombres, todos en cuanto vieron salir a su jefa con alguien que le apuntaba, sacaron rápidamente sus armas.

—Relájense chicos, guarden las armas, ellos no me harán nada.

Todos los hombres guardaron rápidamente las armas, pero sin quitarnos la vista de encima.

— ¿Qué vamos a hacer? —le pregunté muy bajito a Daniel.

—Por ahora, salir vivos de aquí. —me dijo en un susurro.

Llegamos a nuestro auto y Daniel abrió la puerta sin dejar de apuntarle a la mujer. Yo di la vuelta y monté rápidamente. Daniel cambió el arma de mano y aún continuó apuntándole mientras arrancaba el auto.

—Un trato es un trato cariño, mi maleta. —exigió.

—Lánzale la maleta y sostente. —murmuro en voz baja mientras presionaba el acelerador del auto.

Lancé la maleta hacia la carretera y él aceleró a fondo.

—Síganlos. —escuché que gritó la mujer.

El auto salió de allí chillando gomas.

—Imagino que no va a cumplir su parte del trato. —le dije a Daniel mientras me aferraba fuerte.

Detrás de nosotros vienen dos autos siguiéndonos, casi pisándonos los talones. Daniel conduce intrépidamente entre los carros mientras los adelanta intentando perder a los autos que nos persiguen.

—¡Leah! Esto se fue a la mierda, nos vienen siguiendo dos autos, necesito que me despejen lo más que puedan Lake Shore Drive, intentaré perderlos en el parque. —dijo mientras cruzó un semáforo a toda velocidad.

Miré brevemente a Daniel, luce irritado y furioso. Y no sé porque viene a mi mente la imagen de aquella mujer. Y si no me equivoco y mi instinto no me falla, él la conoce mejor de lo que estoy pensando.

— ¿La conoces? ¿Sabes quién es verdad?

—Ahora no Kate. —contestó irritado.

—Dijiste que no más secretos, lo prometiste. —le grito molesta.

— ¡Mierda Kate! ¡Ahora no! —me gritó cuando un auto nos golpeó por el costado.

Daniel se aferra fuertemente al timón, tiene los nudillos blancos de tanto que lo aprieta. Miré fijamente hacia el semáforo que tenemos casi sobre nosotros y la luz verde está por terminarse. No le va a dar tiempo cruzar.

— ¡Daniel! No te da tiempo. —faltan apenas dos segundos—. ¡Daniel!—grité mientras me agarré de la pizarra y el cruzó justo delante de una rastra que venía contrario a toda velocidad.

Cruzamos casi rozando el frente de esta. Pero uno de nuestros perseguidores no tuvo tanta suerte y se estrelló contra ella. Aún nos queda un auto siguiéndonos. Y Daniel lo perdió diestramente dos intersecciones más adelante. Cuando se cercioró de que no nos seguían dirigió el auto hacia una estación de policía.

Detuvo el auto y nos bajamos cambiándonos ahora a otro que había allí parqueado. Al parecer lo tiene todo planeado. Lo miré fijamente mientras el conduce en silencio rumbo a el hotel imagino.

No hablé más durante todo el trayecto.

Cuando llegamos a nuestra habitación ya no hay señales de nadie por todo el lugar. Tal parece que nunca lo hubo. Daniel se sacó la americana mientras caminó rumbo a la habitación y la lanzó sobre la cama junto al arma.

—Necesito una ducha. —murmuró irritado mientras terminó de desnudarse rápidamente y se dirigió hacia el baño.

Se puede notar en sus movimientos y en las facciones de su rostro que está molesto y preocupado ¿Quién es esa mujer que lo ha afectado tanto?

Me quité la funda con la pistola de la pierna, me saqué los tacones, el vestido, el audífono de la oreja y me dirigí hacia el baño. Daniel se encuentra en la ducha, de espalda a mí mientras el agua cae sobre sus hombros y él apoya las manos frente a él al igual que la frente.

Me acerqué y lo abracé por detrás recostando mi rostro contra sus espalda mojada. Dejando que al agua helada cayera sobre mí y me mojara también. Lo estoy consolando, dándole tiempo a que el conteste mis preguntas cuando él lo decida. Su cuerpo cálido es un contraste delicioso y bienvenido contra el agua gélida que golpea mi cuerpo.

—Sí, la conozco—me dijo de repente y yo no dije nada. Simplemente me quedé allí abrazándolo dejando que el terminara de hablar—. Incluso la llegué a amar alguna vez—¡que! —...y creí que ella me amaba también, pero al parecer, todo estuvo planeado desde hace más de dos años—¿la amaba? ¿A cuántas personas él ha amado? —Antes de ti, solamente he amado a dos personas Kate y una de ellas es mi madre. —respondió contestando mi pregunta no formulada.

¿Acaso lo he dicho en voz alta y no me he percatado? Pero volviendo al asunto, eso solamente deja a una persona en la ecuación.

— ¿Qué quieres decir? —le pregunté temerosa de ya conocer la respuesta a mi pregunta.

Daniel se giró entre mis brazos. Y se quedó mirándome fijamente a los ojos antes de contestarme.

—Esa mujer es Giselle, mi ex-prometida.


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Espero les guste este capítulo. ¿Se esperaban que estuviese viva?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.

Xoxo
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