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Capítulo 19

Me senté a su lado y cuando Daniel me tendió el teléfono comencé a hacer mi magia. Daniel solamente me observo pacientemente. Pero este trabajo es algo que nunca he tenido que hacer, y será algo complicado. Media hora más tarde Daniel ya se había cansado de verme introducir códigos y había recostado su cabeza hacia atrás en el sofá, con los ojos cerrados. Negué con la cabeza. Solo unos pasos más y...

—¡Voila! —grité cuando lo conseguí.

Daniel abrió los ojos y se acercó a la laptop.

—Elena Smirnova—leyó en alta voz mientras examinaba detenidamente la foto con la información que le estaba mostrando—. ¿Imagino que no necesito saber cómo accediste a la base de datos de la CIA?

—Nop—respondí devolviéndole el teléfono—. Necesito una ducha relajante.

—Ahora te acompaño, necesito revisar esto.

Me encaminé hacia la habitación, me desnudé y me metí en la ducha.

Veinte minutos más tarde me envolví en una toalla y salí del baño, me cansé de esperar a Daniel. Lo encontré donde mismo lo dejé. Me recosté al marco de la puerta mientras lo observé mirando fijamente la pantalla. Levantó la mirada y se me quedó mirando entrecerrando los ojos. Y después miró nuevamente hacia la pantalla de la computadora y me sonrió.

—Podría funcionar. —escuché que murmuró antes de dejar la laptop a un lado y acercarse donde yo estoy.

— ¿Qué es lo que podría funcionar? —le pregunté cruzándome de brazos.

Daniel me sonrió más ampliamente cuando llegó frente a mí.

— ¿Sabes que me recuerda verte así con una toalla y cruzada de brazos? —me dijo mientras se detenía frente a mí.

—No. —respondí, aunque imagino hacia donde se dirigen sus pensamientos en estos momentos.

—New York.

—Lo imaginé. Entonces, que es lo que dices que puede funcionar.

—Un plan que he comenzado a armar desde que te vi ahí recostada—me dijo enredando un mechón de cabello en su mano—. Aunque pensándolo bien, no creo que funcione.

— ¿Porque no?

—Porque solo funcionará si supieras hablar ruso fluido. Y eso no es posible. —le sonreí.

— Почему вы думаете, что я не говорю?—le dije con mi mejor acento ruso. Почему вы думаете, что я не говорю:¿Que te hace pensar que no lo hablo? Hace mucho tiempo que no lo practico, pero me ha salido bastante bien.

—A cada instante me sorprendes más Kate, no sabía que hablaras ruso.

—Y algo de francés. —confesé mientras Daniel me miraba sorprendido.

—Pero aún deberíamos hacer algunos cambios contigo. —me dijo mientras me tomó por el brazo y me hizo dar una vuelta.

— ¿Me contarás que estás planeando? —le pregunté cuando terminé de dar la vuelta.

—Olvídalo, no creo que sea buena idea Kate, es peligroso. —dijo negando con su cabeza.

—Como voy a saber que es peligroso si no me lo cuentas. —le pedí sonriéndole.

—Es una mala idea, se me ocurrió que como te pareces a la hermana de Elena podríamos infiltrarte en la subasta en lugar de ella y ver cómo se desarrolla todo.

— ¿Estás hablando en serio? —le pregunté incrédula.

—Olvídalo quieres, es muy peligroso.

—Опасный и захватывающий. —le dije mientras me acercaba a la laptop. Опасный и захватывающий: Peligroso y excitante.

Y me quedé mirando la foto que tiene abierta. Caterina Smirnova. Y él tiene razón. El parecido conmigo es increíble. Solamente cambiar el color y la textura del cabello.

—Puede funcionar. —le dije mientras Daniel me miró fijamente.

— ¡Dios te has vuelto loca! No Kate, solo fue una idea. Una muy mala. No pienso ponerte en peligro. —lo miré alzando una ceja—. Al menos no en esta clase de peligro.

—Creo que será más fácil a la hora de infiltrarnos. Yo de Caterina y tu como mi sexy y apuesto guardaespaldas. —Daniel me sonrió ante el comentario de sexy y apuesto.

Se acercó donde yo estoy y me sonrió.

—Tienes razón, haría todo mucho más fácil, pero eso no depende de mí, tendré que hablarlo con mis superiores, que dudo que acepten poner a un civil de por medio.

—Pues para luego es tarde. —le dije tendiéndole el teléfono.

Daniel cogió el teléfono de mis manos negando con la cabeza.

—En que me estoy metiendo. —dijo muy bajo antes de apartarse de mi lado.

—Te escuché. —le grité para que lo supiera.

Daniel se giró sonriéndome antes de dirigirse hacia la habitación.

Y no lo voy a interrumpir, sé que necesitará algo de privacidad para lo que va a hablar. Así que me quedé allí leyendo todo el perfil que tenían sobre Caterina Smirnova. Daniel regresó donde conmigo quince minutos más tarde. Dejé la laptop a un lado y me puse de pie acercándome a él. Su semblante es muy serio y se me quedó mirando fijamente.

—No estoy muy feliz con esta decisión Kate—me dijo mientras tomó mi rostro entre sus manos, su mirada perdiéndose en la mía—. Mis superiores han aceptado que te hagas pasar por la hermana de Elena, pero han puesto ciertas condiciones que vas a tener que seguir y cumplir al pie de la letra.

— ¿Qué condiciones?

—Vístete con algo cómodo, no tenemos mucho tiempo y quiero mostrarte al menos lo básico y más importante. —me dijo dándome un beso en la frente y empujándome hacia la habitación.

Estoy intrigada. ¿Cuáles son esas condiciones que me exigen? Me vestí con la ropa más cómoda que pude encontrar y salí en busca de Daniel.

—Lo más difícil será corregir el color de los ojos. —le dije pensativa cuando llegué a su lado.

—Solo necesitarás unos lentes de contacto para corregirlo.

—Te recuerdo que ya uso lentes y que sin ellos no veo nada. —le dije frustrada.

—Corregimos el color con lentes, y usaras tus gafas normales, nadie conoce mucho de Caterina, así que no tienen porque saber que usa gafas.

Me tomó de la mano y salimos rumbo al parqueo subterráneo y de allí rumbo a algún lugar que Daniel no quiso revelar.

— ¿Me dirás donde vamos?

—Te voy a enseñar como disparar con un arma—me dijo mientras yo lo miré incrédula—. Necesitarás aprenderlo por si te hace falta.

Daniel conduce hacia algún lugar de Chicago. Algún lugar donde podrá enseñarme como disparar un arma a esta hora de la noche. Para mi sorpresa aparcó frente a una estación de policía. Salimos del auto y tomándome de la mano me condujo hacia el mostrador de recepción.

— ¿Buenas noches en que puedo ayudarlos?

Daniel sacó su billetera y la abrió mostrándole la identificación que hay en su interior.

—Sí, ya estoy al tanto—descolgó el teléfono y marcó un número—. Lionel, ya están aquí, sí, bajan enseguida—colgó el teléfono—. Tomen el ascensor hasta el sótano, Lionel los está esperando.

—Gracias. —Daniel guardó su identificación y nos dirigimos hacia el ascensor.

—Pensé que no tenías permitido mostrar tu identidad a nadie. —le dije una vez en el ascensor.

— ¿Y quien dice que se la he mostrado? —Daniel presionó el botón del sótano y las puertas se cerraron.

—¡Ah no! ¿Entonces que le mostraste?

Daniel sacó su billetera y me la tendió. La abrí y pude ver la identificación que le acababa de mostrar. Es de los marines, y no tiene su nombre real, dice Leonard Price. Le devolví la billetera.

—Es usted un hombre de muchos talentos ocultos Sr. Price. —le dije sonriéndole.

—No tienes idea. —me susurró en el oído mientras las puertas se abrían en el sótano.

Y justo frente a nosotros apareció un uniformado.

—Buenas noches Sr. Price, soy Lionel, si me siguen los llevaré al campo de práctica. —nos dijo mientras daba media vuelta.

Salimos del ascensor y comenzamos a seguirlo hasta que llegamos al campo donde haríamos las prácticas de tiro.

— ¿Con que modelo desea que entrene?

—Creo que con una P228 estará bien. —le contestó Daniel.

— ¿Usted también practicará?

—No. —y Lionel nos dejó solos para ir por el arma.

— ¿Una P228? —pregunté con curiosidad.

—Si es un arma parecida a la mía, es la que utiliza la policía.

En ese momento regresó Lionel y le tendió un arma a Daniel junto con un cargador.

—Vamos—me dijo mientras me condujo por un pasillo donde hay varias casillas separadas cada una por un panel—. Aquí. —me dijo mientras nos detuvimos en uno más amplio que los demás.

Daniel cogió unas gafas y me las colocó seguido de unas orejeras.

—Esto, es una Sig Sauer P228—entonces se encendieron las luces de la estación de tiro—. Y aquello es el blanco al que tendrás que darle—me dijo mientras me señalaba un blanco a unos cinco metros de donde yo estaba—. Pero primero te voy a mostrar cómo funciona. Este es el seguro—me dijo señalando una pieza al lado izquierdo del arma—. Lo primero es quitar el seguro—me dijo mientras lo presionaba—. Después debes poner el cargador—me dijo mientras metía el cargador en el arma —. Después debes rastrillar el arma, y se hace moviendo esto hacia atrás, de esta forma—Daniel sujetó el arma por la parte de arriba y la echó hacia atrás—. ¿Entiendes?

—Sí. —le dije mientras yo miraba todo lo que él hacía sin perderme ni un detalle.

—Bien veamos si lo entendiste—y en un movimiento rápido sacó el cargador y colocó nuevamente el seguro dejándola como se la habían entregado. La colocó sobre el mostrador junto con el cargador—. Coge el arma y has todo lo que te acabo de mostrar.

Cogí el arma del mostrador. Era pesada igual que la de él. Y entonces repetí las mismas operaciones que Daniel había hecho. Quité el seguro puse el cargador y eché el rastrillo hacia atrás.

—Listo.

—Eso ha estado impresionante Kate. ¿Estás lista para aprender a disparar?

—Sí. —le contesté firmemente mientras la adrenalina comenzaba a pulsar en mis venas.

Daniel me giró haciendo que me parara de frente al blanco. Y él se posicionó detrás de mí.

—Sujeta la pistola con ambas manos, con la que disparas agarrando el arma y la otra agarrando los dedos que están en la empuñadura—me dijo mientras yo lo obedecí—. Apunta hacia el blanco, debes poner un pie delante y el otro atrás, así podrás amortiguar mejor el golpe del arma—Daniel agarró mis manos por los antebrazos poniéndome en la posición deseada, mientras que con sus piernas acomodó las mías y yo me dejé guiar —. Bien, debes poner las manos firmemente y estiradas completamente hacia adelante—Daniel tiene la cabeza descansando en mi hombro mientras me guía—. ¿Has disparado en la feria Kate?

—Hace mucho tiempo. —le confesé recordando cuando Stelle me llevaba.

—Es exactamente lo mismo, solo que el impacto será mucho más fuerte, por eso debes ponerte firme, ¿de acuerdo? —asentí con la cabeza—. Bien—Daniel agarró mis brazos fuertemente por los antebrazos—. Apunta y dispara. —me dijo mientras yo apunté y apreté el gatillo. El sonido ensordecedor retumbó en todo el local. Y eso que tengo orejeras puestas—. Otra vez más. —me dijo mientras yo apreté nuevamente el gatillo. El impacto del arma contra mi brazo es fuerte, pero puedo soportarlo. Después de varios disparos donde Daniel me sostuvo, se separó de mí—. Bien Kate, pero es momento de que lo hagas tu sola. —me dijo parándose a mi lado.

Volví a tomar la posición y apunté al blanco antes de presionar el gatillo. Esta vez sentí el impacto un poco más fuerte. No he dado en el blanco como en ninguno de los otros disparos pero eso no me desalentó. Continué intentándolo, una y otra vez hasta que se me acabaron las balas.

Pero eso no detuvo a Daniel quien regresó con varios cargadores más.

— Imagino que no nos marcharemos hasta que no le dé a ese blanco, ¿verdad?

—Será mejor que afines tu puntería cariño. —me dijo mientras intentaba en vano contener una sonrisa.

Así que continué haciendo mi mejor esfuerzo. Hasta que unos cuantos cargadores más tarde logré atinar en el blanco. No ha sido en el centro, pero algo es algo. Continué repitiendo la misma operación. Al menos ya los tiros daban en el blanco. Alguno que otro le daba a la silueta, pero ya ninguno se salía por fuera. Y una vez más se me acabaron las municiones.

—¿Continuamos? —pregunté con la respiración acelerada por el esfuerzo.

—Felicidades Kate, has hecho un gran trabajo para el poco tiempo que has practicado, creo que es suficiente por hoy.

—Gracias. —respondí mientras le retiré el cargador al arma y poniéndole el seguro la coloqué en el mostrador.

—Lionel, terminamos.—gritó Daniel mientras este llegaba donde estábamos y comprobaba el arma y los cargadores.

—Todo listo, pueden marcharse.

—Gracias. —Daniel entrelazó sus dedos con los míos y salimos de allí.

Una vez en el auto me le quedé mirando a Daniel.

—Dijiste condiciones, esta es una de ellas, ¿cierto? —le pregunté mientras el asintió con la cabeza—. ¿Alguna otra que deba conocer?

—Sí— dijo mientras miró brevemente la hora—. Pero creo que es muy tarde.

Miré el reloj casi las 12:00 am. Pero no me siento cansada. Debe de ser el cambio de horario, o las horas que he dormido en el avión. O en la tarde.

—No estoy cansada. —le contesté sinceramente.

Daniel se detuvo en un semáforo en rojo y me miró brevemente evaluando mi reacción.

—Bien—dijo mientras el semáforo se ponía en verde —. Espero que estés lista para lo que sigue. —me dijo sonriéndome mientras condujo ahora hacia el hotel. Cuando llegamos a la habitación Daniel me condujo hasta las maletas—. Te recomiendo que busques algo cómodo—me dijo mientras se sacó la ropa que llevaba puesta y la sustituyó por un short de hacer ejercicio. Nada más—. Te espero en la sala cuando termines. —me dijo saliendo de la habitación.

Y busqué entre la ropa algo cómodo. Pero no encontré nada aparte de un sostén de hacer ejercicios. Así que sin pensarlo dos veces me saqué toda la ropa, me quedé en ropa interior y me coloqué el sostén de hacer ejercicios que encontré. Salí hacia la sala y me encontré a Daniel allí haciendo algo de calentamiento con solo shorts y sin nada para arriba. Está dándome la espalda y no me ha escuchado llegar.

— ¿Exactamente qué es lo que vamos a hacer? —le pregunté llegando donde él estaba.

Daniel se giró en mi dirección y perdió el equilibrio cuando me vio.

— ¡Por Dios Santo! —dijo mientras recuperaba el equilibrio y se acercaba hacia mí—. ¿Qué acaso no hay otra puñetera ropa que ponerte en esa maleta?

—Me pediste algo cómodo, y lo otro que había eran jeans.

—Sí, pero era que te pusieras ropa, no que te quedaras prácticamente sin ninguna.

—Si quieres me la quito y...

—No, así está bien, quiero decir que, olvídalo—me dijo mientras respiraba pesadamente—. Comencemos.

—Aún no me has dicho que es lo que haremos.

—Ah, sí. Te enseñaré algo de defensa personal, aquí en la alfombra creo que será mejor—me dijo mientras se paraba frente a mí—. Si es que logro concentrarme. —dijo muy bajo como para sí mismo. Pero lo escuché perfectamente. Esto es algo digno para ver. Daniel desconcentrado—. Primero necesitas hacer unos estiramientos, los mismos que harías antes o cuando regresas de correr. —me dijo mientras él se paró frente a mí a una distancia prudente.

Daniel continuó haciendo sus estiramientos y yo comencé con los míos.

Primero la cabeza, después el cuello, los brazos y hombros. Estiré mis manos por encima de la cabeza y giré mi cuerpo hacia un lado, y después hacia el otro. Puedo ver a Daniel mirarme fijamente mientras hago todo el calentamiento. Y yo no hago otra cosa que admirar su cuerpo escultural sin camisa. Coloqué las manos en mi cintura y me incliné hacia un lado y al otro varias veces. Subí una de mis piernas hacia mi cadera, después la otra. Puedo ver como el pecho de Daniel sube y baja con su respiración acelerada. Sonrío para mis adentros. Sé perfectamente el efecto que estoy provocando en él. Y no tiene nada que ver con el calentamiento que estamos haciendo.

Decido apartar mi mirada de su cuerpo semidesnudo y concentrarme en lo que hago. Así que giré sobre mis talones y me detuve de lado para evitar su mirada. Abrí un poco mis piernas y me incliné hacia adelante para tocarme la punta de los pies. Y nuevamente hacia arriba. Cerré un poco las piernas y repetí la misma operación hasta que mis piernas estuvieron juntas y me incliné hasta tocar el suelo.

No sé si fue idea mía, pero me pareció escuchar un gemido escapar de los labios de Daniel. Pero cuando lo miré el estaba muy concentrado en sus ejercicios de calentamiento. Me senté sobre la alfombra de frente a Daniel y abrí mis piernas lo más que pude antes de inclinarme hacia adelante apoyando mi torso en el suelo y tocándome una de las piernas.

— ¡Dios! —alcé la vista para ver a Daniel mirándome fijamente.

Puedo ver como la lujuria comienza a nublar sus sentidos. Subí hacia mi posición original.

—Si repites eso una vez más, creo que el entrenamiento quedará para mañana. —me dijo mientras se acomodó su miembro dentro del short.

Por un momento lo miré fijamente, dudando si continuar o no. Pero hay algo a lo que no le puedo decir que no, y eso es a un buen desafío. Me incliné hacia adelante y ahora hice lo mismo, pero tocándome la otra pierna.

— ¡Al diablo! —escuché que dijo frente a mí y entonces todo fue muy rápido.

Apenas y me dio tiempo a enderezarme. Daniel vino sobre mí acostándome sobre la alfombra devorando ferozmente mis labios y presionando su cuerpo contra el mío.

—Me has tentado demasiado Kate, ahora vas a atenerte a las consecuencias. —me dijo mientras bajaba dando besos desesperados por mi cuerpo.

—Pero yo no he hecho nada. —respondí inocentemente mientras mi cuerpo se va encendiendo con su recorrido salvaje hacia mis bragas.

—Si lo has hecho, y te voy a hacer pagar por ello—las manos de Daniel fueron rápidamente hacia mis bragas y sin darme tiempo, las rompió en un rápido movimiento. Se sentó y rápidamente se deshizo de su short y bóxers. Y entonces se acomodó sobre mí entre mis piernas—. Nada de juegos previos, nada de sexo lento y sensual. Espero estés lista para mi nena porque yo si lo estoy. —me dijo hundiéndose en mi interior.

— ¡Dios! —exclamé en un grito ahogado cuando lo sentí enterrándose completamente en mi.

Y sus movimientos comenzaron a hacerse violentos, desesperantes, salvajes. Me está poseyendo como nunca antes lo he hecho. Y este lado salvaje de él me encanta. Me aferré a sus hombros mientras se me escapó su nombre en un gemido al sentirlo aún más profundo en mi interior. A este ritmo no voy a durar mucho. Mis paredes se contraen a su alrededor y me muerdo el labio inferior conteniendo una súplica.

— ¡Mmmm! —murmuré. Y no pude evitar que escaparan de mis labios palabras que jamás creí que iba a decir. —¡Más duro! —le dije mientras ahogaba otro gemido.

Y Daniel no se detuvo, aferró sus manos a mis hombros mientras se enterraba ahora mucho más violentamente en mí. Me estaba dando exactamente lo que le había pedido. Aferré aún más mis uñas a sus hombros, arañando su piel a mi paso. Daniel bajó una de sus manos de mis hombros y la dirigió hacia uno de mis senos. Y cuando apretó mi pezón fuertemente, fue como un cortocircuito en mi sistema. Me vine a su alrededor con un grito que él silenció poniendo sus labios sobre los míos a medida que se dejaba ir dentro de mí con un quejido ahogado.

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Espero les guste este capítulo. ¿Alguien quiere aprender defensa personal?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.

Xoxo
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