Capitulo 18: Me perteneces
Chuuya se mantenía quieto, esperando a que el contrario le tocase con más intensidad. Se sostenía en la mesa, inclinando su cabeza a un lado para dar acceso a que los finos y delicados labios de Dazai le besaran su cuello.
— jadea, te lo suplico — susurraba en su oído — hazlo por favor.
Chuuya parecía estar dispuesto a cumplir cualquier cosa que le ordenara el ojicafe y cerrando sus ojos suspiró reiterado.
— ¿así? — preguntó recibiendo un "Sí" como respuesta.
la mano del mayor acercaba la cadera de Chuuya teniéndolo muy cerca de él y provocando un calor más sofocante entre ambos cuerpos.
'encontrar su punto débil' — repetía una y otra vez la mente de Dazai, quien moría por escuchar esos gemidos que le excitaban de infinitas formas.
acarició con lentitud el miembro que sostenía con la mano opuesta recibiendo tal y como esperaba aquel dulce sonido.
— gnn.. — Dazai Sonrió muy alegre
—¿te encanta que te consienta no es así? — el pelirrojo sólo jadeaba — déjame volver a intentarlo.
En eso, Chuuya sentía cómo le tocaba con más brusquedad e intentó cubrir sus gemidos con su mano, inclinándose más a la mesa de madera.
— ahhh... — gimió sin poder aguantar, intentando decirle que continuara más fuerte — hazlo de una maldita vez, ¿quieres?
Éste soltó unas pequeñas carcajadas y lo empujó con brusquedad a la mesa, obligándolo a quedar con su pecho recostado en ésta. — perfecto
Sin duda eso era lo que quería escuchar con sus palabras y sin más que decir descendió de su ropa interior y tiro de su miembro repitiendo el mismo movimiento mientras que el pelirrojo movía muy nervioso sus caderas y se resistía apoyando con fuerzas sus manos justo en las orillas de la mesa.
— ahhh... Ghnn ahhhhh — gemía una y otra vez.
— ¿Quieres que pare? — continuaba riendo, torturando de manera placentera al chico de ojos azules cuyas preguntas no podía responder debido a sus jadeos.
— ¡N-No! — gritó segundos después y sin el permiso del suicida se dio la vuelta interrumpiendo de aquel acto. Habían quedado frente a frente, mirándose fijamente a los ojos.
— Chuuya — le miró confundido.
— besame
Dijo antes de acercar los labios ajenos para rozarlos con los suyos. Apoyaba sus brazos en los hombros vendados para que sus manos acariciaran de esos risos marrones.
Ambos lo disfrutaban tanto que no importaba el lugar en donde lo fueran a hacer, con tal de saciar su menudo capricho. Dazai lo empujó lentamente hasta acostarlo por completo en la mesa del comedor, sin soltar de aquel beso que poco a poco iba siendo más intenso.
Se separaron por unos segundos teniendo ese penetrante contacto visual, siendo de los jadeos que los dos soltaban el único ruido que se escuchaba en la sala.
— Chuuya — volvió a susurrar el castaño sin quitarle la mirada.
— Dazai — el mencionado le murmuró de igual manera — quiero que estés dentro de mí, ahora.
Le devolvió otro beso, queriendo introducir su lengua esta vez, sin embargo Dazai fue quien rompió esta vez del beso y le siguió mirando — ¿En la mesa del comedor?
El menor con una expresión tan inocente asintió, teniendo como objetivo callarlo y hacer que continuara tocandolo.
Por otro lado, el suicida le acarició una mejilla notando que el pelirrojo la tomara y la lamiera intentando llamar su atención.
— levántate — dijo sin importar la opinión de Chuuya y al ver que éste terminara sentado en la mesa lo tomó de los muslos y lo cargó llevandolo directo a la cama. Sabía lo desesperado que estaba, pero no quería hacerlo en la mesa del comedor.
Ya justo en la habitación donde se encontraba el colchón amplio, Dazai lo recostó delicadamente en la parte media de ésta quedando solo él de pie.
Le miró de reojo una última vez, se mordió el labio deseando hacerlo suyo una vez más.
Por otro lado el pelirrojo estaba muy estremecido, rogándole con sus ojos que dejara de mirarlo y que completara su acto.
Lamió tres de sus dedos y los introdujo dentro de Chuuya cual ya se había acostumbrado a éstos y ahora soltaba pequeños jadeos en vez de gemidos.
Cerraba sus ojos dejandose llevar por las delicadas caricias que le brindaba el castaño, desde las esquinas de su pecho hasta sus muslos. Levantó sus piernas y lo acorraló apegandose a él, con el propósito de sentir su miembro mucho más cerca.
— estoy listo — recalcó el menor desesperado — ¡hazlo ya!
Dazai le sonrió pícaramente y decidió bajar su ropa interior delante de su amado. Rápidamente notó el torno rojizo siendo abundado en sus mejillas y su respiración comenzando a entrecortarse.
Realmente deseaba con ansias que lo penetrara, y eso fue lo que hizo a continuación.
El mayor introdujo su miembro lo más profundo que podía recibiendo un gemido fuerte por parte del desesperado ojiazul. Segundos después se mantuvo en esa posición para que se acostumbra a él mientras lo veía fijamente.
Su semblante no tenía otro color más que un cierto tono rojo y su boca descendía jadeos y uno que otro gemido hasta sentir que disminuía, empezando a acostumbrarse.
— s-sigue — imploró Chuuya.
El castaño le obedeció y continuó enbistiendolo de forma lenta y suave.
— ¿así?
— ghn... ¡G-si! — respondió moviendo su cabeza y levantando más sus caderas.
Dazai sonrió.
Ambos disfrutaban ese momento a solas, sin embargo había algo que le incomodaba tanto a Chuuya de la nada, pues raramente se sentía observado por alguien además de Dazai.
Mientras Dazai seguía estocandolo y besando su cuello, éste volteó sin motivo alguno hacia la vista del ventanal. Viendo desde lo lejos una silueta de un hombre justo en el edificio de enfrente.
— D-Dazai... Ahhh.. !p-para! — peló sus ojos y separó al suicida del él.
— ¿que ocurre? — el mencionado preguntó confundido, acercándose más a éste después de notar que estaba a punto de levantarse de la cama.
— hay alguien observandonos desde el otro edificio, y-yo lo ví — señaló el punto donde se encontraba la dichosa silueta.
— yo no veo nada — dijo aún más confundido.
Chuuya volteó dándose cuenta de que aquel hombre había desaparecido de repente.
Se quedó inspeccionando una última vez el ventanal, tenía una extraña sensación por querer saber quién era esa persona, pues no era la primera vez que se sentía observado por alguien. En otras ocasiones notaba esa sombra de reojo pero no le daba tanta importancia como ahora.
— ¿Chuuya? — Dazai lo interrumpió. El pelirrojo sólo sacudió su cabeza y empleó su mirada a quien mencionó su nombre. — ¿Estas bien?
— sí — dijo en tono seco y lo tomó de su nuca acercandolo para darle un beso en los labios y que ambos olvidarán ese mal entendido.
Dazai correspondió el beso en seguida mientras lo acurrucaba de vuelta a la cama. Le acariciaba sus muslos seguido del suave punto de sus piernas. Dios, era tan perfecto, que no se cansaría de mirarlo de esa forma y tocarlo tan delicadamente.
— hazlo de nuevo — le rogó cerrando sus ojos y tomando un profundo respiro.
— Claro que sí — respondió dirigiendo sus labios a su pecho y posicionando su miembro de vuelta a su entrada.
— Ahhh... — Chuuya pegó un gemido de placer alzando su espalda y jalando con fuerza las sabanas — ohh.. s-si... ¡Más!
Éste sonrió — lo que tú digas, cariño — siguió con el mismos ritmo pero con más vigor, sintiendo por fin llegar a lo más profundo de él.
— Más — jadeaba Dazai entrelazando las manos de Chuuya con las suyas — ahh.
— ¡Dazai! — gimió su nombre, sintiendo que su miembro no podría aguantar más y que estaba en su límite.
— hagámoslo juntos — le soltó de las manos y lo tomó de las mejillas empleado confianza en sus ojos hasta que ambos pegaron un gran gemido de placer dejándo correr ese fluido entre su abdomen y sábanas.
— ahhh — suspiró Dazai sacando su miembro y dejándose caer exhausto a lado de la cama.
Por otro lado, Chuuya miraba pensativo el techo, sin quitarse de la mente lo que acabó de ver hace unos minutos. Tenía miedo de que alguien más lo espiara junto con el castaño haciendo semejante acto, pero lo que más le inquietaba era pensar que aunque alguien más estuviera frente a ellos a Dazai no le importaría en lo absoluto.
— Chuuya — repitió su nombre hasta por fin verlo reaccionar y dirigirle la mirada — me estás preocupando. ¿En verdad estás bien?
Éste suspiró y volvió a mirar al techo — Dazai. ¿Alguna vez has sentido que alguien nos observa a lo lejos?
El castaño miró de igual manera el techo acomodando sus manos tras su cabeza — no
— ¿y si lo sintieras, que harías? — dijo en un tono asustado.
— ¿Lo dices por aquella persona que viste del edificio?
— yo vi a alguien — el pelirrojo se levantó en seguida y lo miró molesto — y voy a averiguar quién es esa persona.
— Te recuerdo que el edificio de enfrente ha estado abandonado desde hace meses, dudo que alguien se haya metido por ahí, además, mejor deja que un gran detective como yo lo investigue ¿No te parece?
Los ojos del pelirrojo comenzaron a brillar y lo miró con esperanza — ¿Hablas en serio?
Dazai le guiño el ojo mientras se levantaba de la cama — te lo prometo.
Chuuya le regaló una tierna sonrisa mientras se dirigía a él dándole un cálido abrazo.
— te amo — murmuró alegre. El castaño se conmovió ante el dulce abrazo que le dio el ojiazul y no dudó en corresponderle.
— también te amo, Chuuya — susurró dándole un beso en la frente.
Después de aquel abrazo Dazai dirigió su vista hacia el ventanal, cambiando su expresión a una más fría y molesta.
Lo único que dijo al respecto ante lo que había visto Chuuya fue un simple.
— entrometido
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