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Capitulo 17: Un año después

— ¡Chuuya!se escuchaba una voz muy angustiada buscando señales de a quien había mencionado.

Sin duda era el castaño, buscando a lado de alguien más al pelirrojo que socorraba a lo lejos. Gritando una y otra vez "auxilio".

Ambos se confundían al escucharlo, perdiendo cada vez más la señal y haciendo que el mayor se alterara golpeando cada puerta que encontraba a su paso.

— Maldita sea — gritaba desesperado — !¿dónde estás desgraciado?!

Al momento que terminó de abrir la última puerta un grupo de gente armada apuntaba en dirección a él y su acompañante, dejándolo aún en que pensar después.

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Al marcar justamente las 9:00 de la mañana, los ojos del menor se abrieron paulatinamente siendo obligado a ser él quien desconectara la alarma. Pegando un gruñido atravesó su mano golpeando con brusquedad el reloj digital. Se encontraba acostado exhibiendo gran parte de su espalda desnuda por todo el cuarto, las sabanas le cubrían desde la cintura en adelante, protegiéndolo de aquel frío que provocaba el aire que brindaba el ventanal abierto.

No pasaron ni dos minutos después de que se levantara por voluntad propia, notando que estaba sólo en ropa interior, algo realmente normal si se trataba de dormir a lado de su pareja.. Dazai Osamu, al cuál ya tendría más de un año en que lo visitaba con la misma rutina.

— Qué desastre — murmuró al mirar con expresión repulsiva la habitación con prendas regadas donde quiera.

Miraba a su alrededor, toda su ropa mezclada con la de Dazai, regada por todo el sitio dándole un mal aspecto, sintiendose sometido a tener que levantarse y recoger cada una de éstas comenzando con la camisa de su amado. La olió sintiendo su dulce fragancia y una vez más volteó admirando cómo el dueño de la camisa abotonada continuaba durmiendo con una expresión tan adorable. 

Muy pocas veces lo veía de esa forma, puesto que el castaño siempre se levantaba antes para despertarlo con el delicioso olor del desayuno que le preparaba.

Tenía iluciones por querer ser él quien le preparara el desayuno esta vez y terminando de recoger la ropa caminó rumbo a la cocina con la camisa de Dazai puesta, buscando que prepararle para una vez terminado tomarlo de sorpresa y sacarle una sonrisa.

El sonido del sartén calentando de aquella mezcla de arina, leche y mantequilla le daba buen ambiente a la cocina. Chuuya temía porque el contrario lo descubriera de esa forma, tanto que con sólo imaginarlo sus mejillas se tornaban a ese rojo vergonzoso. Suerte que a unos minutos de haber terminado su deseo por fin cumplido tuvo tiempo de dejarlos en la mesa y esperar a que despierte.

El pelirrojo sentía que algo más le faltaba, y posiblemente sería algun ingrediente que le diera un sabor más dulce y empalagoso. Fue directo a buscar en alguna compuerta de la alacena crema pastelera, pero no hallaba repuesta a ello. La única parte que quedaba por buscar era la compuerta de arriba y para su desgracia... Era demaciado alta para él.

— Maldita sea — murmuró aún más sonrojado.

Mientras extendía sus brazos hacia la compuerta un ruido extraño provenido de la sala-recámara alteró los oídos de éste. 

'¿Será a caso Dazai?'

Peló sus ojos apresurandose en abrir la compuerta. los pasos del contrario se acercaban más a la cocina, Chuuya suspiró sin voltear su semblante y continuó por abrir la puertecilla de madera blanca.

— ¿alguna vez te han dicho que te vez adorable intentando alcanzar las cosas, Nakahara?

Su voz burlona acompañada de risitas de la misma expresión causaron un gruñido de molestia por parte del pelirrojo y a cambio ignoró sus palabras aún sin dirigirle la mirada.

El castaño fue acercándose poco a poco hasta quedar con la espalda de Chuuya muy pegada a él.

— ¿ah? — de repente sintió el brazo ajeno dirigiéndose a la alacena​, abriéndolo y sacando el único frasco de crema que se encontraba en este. 

  — gracias —  susurró con las mejillas totalmente rojas.

— no es nada —  respondió Dazai con una linda sonrisa y tocando con dulzura los hombros de Chuuya —  y ¿al menos, podrías decirme para qué  necesitas esa crema batida?

Chuuya se alejó de él caminando en dirección a la mesa del comedor y le mostró un plato de waffles — lo preparé para ti   — habló con tono estoico y con su mirada dirigida al suelo.

Dazai apreciaba con delicadeza la prenda que tenía puesta el ojiazul, cual al principio no le había dado importancia. Le agradaba tanto verlo con esa semblante llena de inocencia, como la primera vez en que le robó su primer beso.

— Chuuya — seguía admirandolo de pies a cabeza sin quitar su rostro de impresión, no por la comida, si no por el gran gesto que le hizo su amado. Fue acercándose poco a poco a él y de vuelta a estar apegado con su cuerpo le dio un cálido abrazo — gracias cariño.

El menor le correspondió confundido, sintiendo cómo éste respiraba en su cuello que estaba a punto de ser besado y se separó para mirarle a los ojos.

— denada — respondió tartamudo y le desvío la mirada.

El castaño se sentó siendo consentido por su ex compañero y probó de aquel delicioso manjar que le había preparado con sus propias manos. Chuuya sin importar la hora que era notó que en la mesa estaba una botella de vino que bebieron la noche anterior, aún le alcanzaba para un trago y sin pedir permiso alguno caminó directo a donde se encontraban las copas de cristal.

— Chuuya — le interrumpió.

El mencionado cogió una copa y fue directo a donde se encontraba Dazai para sentarse justo a su lado. — ¿Qué ocurre, Dazai?

— Ha pasado un año desde que tu y yo nos reconciliamos — recalcó con seriedad, mirando fijamente al plato con waffles.

— Lo sé — sonrió levemente.

Dazai le sonrió de la misma forma dando la primera probada a su desayuno cual al poco segundo exclamó sorprendido — mmm.. te quedó delicioso.

El pelirrojo ignoró sus palabras e intentó llevar a fondo acerca de lo que el suicida había recalcado anteriormente.

— Cada día me he estado preguntando, ¿Qué hubiera sido si tú no dejaras la mafia? — la seriedad de éste hizo cambiar el ambiente que hubo entre ambos. El castaño por el contrario guardó su postura y teniendo alguna idea a la mente le respondió muy franco:

— Hubieran sucedido muchas cosas, sin embargo. Lo mejor para los dos es que tú no sepas la verdad.

— ¿pero, a caso es tan malo?

— posiblemente — el joven suicida quiso cambiar la conversación y decidió hablar mejor sobre el caso de Chuuya — ¿Mori no se ha enterado que vienes a visitarme muy seguido? 

— No — recalcó dándole un largo sorbo a su copa — el piensa que me voy a pasar la noche en un bar y después me voy a dormir en un hotel cercano.

— No puedo creerlo — negaba con la cabeza — aún así me alegro que no se halla enterado.

— lo mismo pienso — dijo el pelirrojo suspirando a la copa.

Minutos pasaron, ambos chicos terminaron de sus alimentos dejando el plato y la copa limpios. Dazai quedó más que satisfecho (o eso se podría decir) mientras que Chuuya decidió levantarse de la mesa y recoger de los trastos usados.

El ojicafe prestaba atención el cómo caminaba éste, notando lo bien que se veía con su camisa puesta y esas curvas que le marcaban sus caderas.
Se levantó y sin quitar la mirada encima fue a recargarse en la barra de la alacena.

Chuuya dejó el plato en una parte donde no estorbara pero al regresar a la mesa y recoger del embase de la crema se dio cuenta de que alguien lo tenía atrapado detrás suya, tocando sus caderas de una manera nerviosa e insegura.

— ¿Recuerdas que anoche me quedaste a deber algo? — Chuuya había memorizado que en la noche anterior había quedado exhausto y prefirió tener que dormir prometiéndole que le recompenzaría al día siguiente.

— S-sí — jadeo con dificultad.

Dazai bajó con lentitud hacia la entrepierna de su amado comenzando con tocarlo y acercando más su miembro a él.

— ghh — ocultaba un gemido mordiendo su labio y apretando sus ojos lo dejó salir en forma de un jadeo.

— ¿Quieres que continúe?

El menor abrió poco a poco sus ojos y entre suspiro dijo:

— hazlo por favor..

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