Los Prewett estaban alistando sus maletas. En pocas horas estarían en los compartimientos del expreso de Hogwarts dirigiéndose al castillo. O al menos dos de ellos lo harían

—Entonces esta decidido, no irás.

—No iré.

La pelirrosada observaba con aflicción al muchacho de lentes.

—Ya, Cassi. Deja al mellizo. Si el se quiere ir a otro lado, es su decisión

—Gracias por entender

—La verdad no lo hago, no comprendo que es lo que quieres hacer, pero allá tu. Si eso te dejará más tranquilo, yo no me voy a interponer.

—Gracias. Nadie debe saber a donde estoy, y es probable que, llegado el tiempo, ustedes tampoco lo sepan.

—Será como hacer que no tenemos hermano. Nada raro, lo venimos haciendo toda nuestra vida

— Pero Samu, ahora nosotros sabemos que si tenemos hermanos. No será lo mismo. Te vamos a extrañar pequeño.

A pesar de que los mellizos cumplieron 15 años y que ya eran más altos que su hermana mayor, esta no iba a dejar de llamarlos pequeños.

—¿Ya tienen todas sus cosas?

—Estamos listos ¿Tú?

—Creo tener todo lo importante

—Mellizo, sea lo que sea que hagas, no hagas una locura. No estaré ahí para frenarte.

Elías se quedó observando a su hermano por un momento

—No puedo prometer nada, sabes que soy impulsivo y eso. Además —hizo una pausa y sonrió— Somos Prewett, la locura esta en nosotros.

Los tres hermanos se despidieron y Elías observaba como ambos traspasaban la pared de la plataforma 9 ¾. De pronto la mano de un hombre pelirrojo alto se posó sobre su hombro. Una mujer un poco más bajita venía detrás mientras ayudaba a una pequeña pelirroja con su gran carrito

—Me alegro que hayan podido recibir mi carta, el profesor Dumbledore me dio los datos justos, nada muy sobrado— dijo el Prewett a la vez que se daba la vuelta para estrechar la mano de aquel hombre

—Fue un placer la verdad, Elias. Y tanto Elizabeth como yo estaremos encantados de tenerte en casa todo el tiempo que necesites.

Elizabeth llegaba con una sonrisa de la mano de la pequeña, cuya maleta era más grande que ella. Elías se agachó para estar a la par de ella.

—¿Primer año?

La pequeña asintió tímidamente

—Imagino que debes estar nerviosa, pero tranquila. Es un lugar maravilloso y verás que dentro tendrás un montón de aventuras y cosas interesantes

La pequeña lo seguía observando tímidamente, aunque pudo esbozar una pequeña sonrisa. El de lentes se llevó la mano a la cabeza

—¿Pero donde están mis modales? Perdóname, me presento contigo. Elías Prewett.—

Y extendió su mano, la pelirroja lo observó con timidez y luego miró a sus padres. Estos la observaban con una sonrisa

—Adelante, es un conocido de la familia— la alentó su padre. La niña extendió su mano y apretó la del muchacho

—Brie...Briella Elizabeth Nuttley—

Ambos se sonrieron.

—Muy bien pequeña, es hora.

Y con su madre traspasaron la plataforma

—Señor Nuttley...

—Tendremos tiempo para hablar en casa. No te preocupes.

Y apretó su hombro en señal de confianza.