8. That's why you love me.
¡Hola mis bonitos lectores! Finalmente llegué con el epílogo, este fic me hizo revivir mi amor por el WongLung, empece con la ship porque la mayoría de los fics en español siempre los tienen de pareja y quedé enganchada de su dinamica cuando llegué al fandom. Muchas gracias por el tremendo apoyo y cariño que le dieron, no lo esperaba. Aún así, este cierre va dedicado a lulu2020000, quien me ha ayudado tanto con tantas historias que quiero llorar de ternira, de verdad muchas gracias, se te quiere un montón.
¡Espero que les guste!
Shorter acelera a todo vigor, son las cinco de la mañana, no existe ninguna otra alma en la carretera lo suficientemente rápida para alcanzarlo, ha dejado tanto a su pandilla como a sus rivales atrás, no le hacen justicia, es imposible vencerlo a menos que...
—¡Vas lento!
Ash Lynx.
El jodido lince de Nueva York.
Su mejor amigo le da una sonrisa increíblemente altanera, aún con el casco puesto la distingue, eso le hierve en las venas, queda la última vuelta para acabar, esto es por el honor de Chinatown, ahora es un asunto personal considerando su última derrota, necesita redimirse, demostrarse que es digno para gobernar al lado de Yut-Lung.
—¡Muerde el polvo!
Shorter lo grita, la boca le sabe a tierra, sus manos aprietan con firmeza el acelerador, derrapa en la curva, Sing le ha prestado sus guantes para que no se queme por la fricción, el vehículo se inclina a la barrera de contención, realiza un esfuerzo sobrehumano para que no se le venga la motocicleta encima, la adrenalina le está quemando las venas, como si hubiese encendido la mecha de un explosivo apenas puede respirar mientras cierra la brecha contra Ash Lynx, las luces fluorescentes cerca de la llegada disparan el éxtasis, es violento, embriagador y eléctrico. Esto es más adictivo que la droga.
—¡Vamos Shorter! —Sing salta en la línea de llegada, alentándolo a todo pulmón, las pandillas se han reunido para contemplar el resultado—. ¡Patea su trasero blanco! —Oh, eso no le hace nada de gracia a su mejor amigo, le ha pegado en el ego y Shorter mentiría si no admite que le divierte.
Se da el último impulso, la excitación le escalda entre las venas, la satisfacción le golpea los dientes, la brisa ha dejado sus mechones púrpuras revueltos por doquier incluso con el casco encima, aquello le es natural, es a donde ha nacido para pertenecer, solo viendo al mundo pasar mientras su corazón se congela, es perfecto, casi mágico.
Cruzan la línea de llegada como un rayo.
—¿Quién ganó? —Shorter jadea esas palabras apenas frena el motor, Sing le ha pasado una botella de agua que no duda en beber. Si bien, la motocicleta hace todo el trabajo, termina agotado.
—Tú, por supuesto. —Canturrea, concediéndole la victoria.
—¡Mentira! —Bones gimotea al instante—. ¡El ganador ha sido el jefe!
—¡Fue Shorter!
—¡El boss!
—¡Shorter!
Ash suspira, deteniéndose al lado, frotándose el entrecejo en busca de parsimonia por la discusión, han pasado meses desde el incidente con el Chang Dai y muchas cosas han cambiado, dentro de las mejores es esta amigable competencia entre Chinatown y Fish Bone. Aslan tenía razón, imponen el respeto con mucho mayor fervor en esta alianza, escorias tramposas como Arthur fueron retenidas.
—Necesitamos conseguir un árbitro pronto o no se detendrán jamás. —Musita, quitándose el casco, agitando ese cabello cegadoramente dorado por doquier, la brisa nocturna no tarda en removerlo, le recuerdan a los hilos dorados que Nadia suele usar para zurcir la ropa—. Tu pupilo es terco.
—Bones es intimidante cuando se enfada. —Lo admite, imitándolo, los lentes de sol tiemblan apenas se quita el equipo de protección, debería reconsiderar usarlos durante la noche, pero vamos, luce genial—. Fue una buena competencia. —Sus manos duelen dentro de los guantes de Sing, son bastante pequeños, si los ha usado fue para no herir sus sentimientos, le cuesta sacarlos.
—Te pateé el trasero.
—Ya quisieras. —Se burla.
—Tienes que hacer algo con tu novio o enloqueceré. —Ash reposa encima de su motocicleta, sus converse juguetean alrededor del pedal, ha puesto el soporte, la discusión sigue retumbando por esa abandonada pista de carreras (autopista, mejor dicho)—. Es una pésima influencia para Eiji. —Trata de disimular en vano un puchero al pronunciar ese nombre—. Lo odio.
—No seas cruel con Yue.
—¡Yue es genial! —Sing no duda en defenderlo—. ¿Ves? Le está enseñando movimientos a Eiji. —Cuando Shorter alza el mentón, comprende perfectamente el enfado del lince de Nueva York.
Oh, Dios.
Yut-Lung se ha sentado justo detrás de Eiji en la motocicleta, inclinándose en descarada sensualidad, usando la excusa de querer ayudarlo a buscar mejores posiciones para cuando derrape, sus manos se deslizan hacia las caderas del japonés, ha notado la presencia de Ash y le divierte de sobremanera el molestarlo, esa es la cuestión con un arma de doble filo, le susurra algo en la oreja, si bien, nadie más lo escucha, es lo suficientemente sucio para hacer enrojecer a Okumura.
—Es una víbora. —Aslan gimotea, la ira le ha marcado venas en la frente, sus puños se encuentran tensos, parece un niño en pleno berrinche mientras Yue manosea a su amante—. ¿Cómo pueden haberse hecho amigos? Lo menospreció antes de la competencia.
—Tal vez Eiji le demostró su lugar en Fish Bone. —Parte es eso, Shorter lo sabe, pero además está el placer mortífero de fastidiar a Aslan, conoce las intenciones de su pareja con una extraordinaria nitidez.
—¡Chicos! —Sing los llama, completamente ruborizado por el espectáculo que estaban dando, el mocoso es hormonal y tiene buenos gustos, le enorgullece—. ¡La carrera terminó!
—¡Ash! —La sonrisa de Eiji es tan brillante que ilumina la autopista, ayuda a Yut-Lung a bajar del vehículo (el terco usa botas con tacones incluso en estas circunstancias), antes de encaminarse a la pandilla—. ¿Quién de los dos ganó? —El rubio no tarda en abrazarlo receloso por la cintura, restregándose contra su mejilla como una especie de depredador.
—Mi novio, por supuesto. —Yut-Lung se arroja a sus brazos—. Lynx ladra mucho pero muerde poco, lo hemos visto ya. —Sí, la rivalidad entre estos dos los ha mantenido bastante ocupados con competencias improvisadas.
—Quisieras, víbora. —Chasquea—. Yo gané. —Shorter no vacila en acurrucar al aludido, rodeándolo con sus brazos con sumo cuidado, la diferencia corporal entre ellos le fascina y aun así, le da miedo.
Yut-Lung es frágil.
—No toques con tanta confianza a Eiji mientras lo instruyes. —Ash espeta, las pandillas se han detenido para beber antes de continuar, el trayecto hacia el Chang Dai es largo.
—Solo le estaba enseñando a moverse. —Yue pasea sus dedos por su larga cabellera, la coleta se le ha aflojado al punto de desarmarse, huele increíblemente bien, aquello le es ridículo considerando que han estado conduciendo en una sucia autopista por horas—. Apuesto que quedaste tonto la primera vez que lo viste cabalgar. —Oh, Fish Bone jamás superó el descaro que tuvo ese chico con apariencia de ciervo perdido en el bosque tras preguntarle al jefe motoquero más temido si podía subirse a su vehículo.
—Eiji sabe cabalgarme muy bien.
—¡Ash! —Se ha puesto rojo hasta las orejas por el comentario.
—Hay niños presentes. —Shorter se queja por el descaro, porque Sing se halla pasando por todos los colores de los semáforos ante la presunta imagen mental—. Amigo, dejaste tu punto en claro.
—Son una pareja asquerosa. —Mientras Yue dice eso se está restregando contra su pecho, se ha dado vueltas para poder enredarse alrededor del cuello de Shorter, eso lo recarga de energías, lo ha hecho soltar la botella al suelo en algún momento para corresponder, afirmándolo de la cintura.
—Ajá. —Aslan está indignado.
—Al menos no tenemos más problemas entre las pandillas. —Es Eiji quien arroja ese suspiro, recibe un beso gustoso en su mejilla durante el proceso—. ¿Lao no les ha dado más problemas?
—Continúa enfadado por mi decisión de cederle el cargo a Yue y a Shorter, se le pasará. —Lo espera, realmente lo espera. No tiene sentimientos negativos por el hermanastro de Sing, al contrario, lo ha cuidado como si tuviesen un lazo de sangre, por eso esta rivalidad le da pena—. Fue lo correcto.
—Al menos hasta que tú puedas conducir para tomar el mando. —El tono de Yut-Lung se ha tornado severo, el gélido de la brisa los incita a acurrucarse—. Dentro de un par de años.
—¡No me trates como un bebé!
—Eres mi precioso sucesor, te debo tratar como un bebé mientras no puedas conducir. —Ama este lado más protector, es delicado, imponente e increíblemente dulce, lo adora, bueno, adora todo de este chico esquivo en realidad—. Esa competencia fue una excepción.
—Shorter, di algo. —Hace trampa, esbozando un puchero infantil, apretándole las manos.
—Ya escuchaste a Yue. —El aludido libera una risita contra su cuello, el aroma quema, lo embriaga y lo destroza al mismo tiempo—. Deberíamos irnos, si llegamos más tarde Nadia nos dejará afuera.
Entonces, Aslan se aparta para ordenarle a todo Fish Bone que conduzca de regreso con una simple señal, no tardan en obedecerlo, es bueno imponiendo respeto, intimida. No es solo eso, se preocupa genuinamente de los integrantes de la pandilla, eso lo ha convertido en el líder más humano que ha tenido el centro de Nueva York, se siente afortunado de poseerlo como mejor amigo, espera algún día poder ser la mitad de bueno gobernando a los suyos.
—Vámonos. —Yut-Lung se suaviza, apretándole la mano.
—¡Nos vamos!
Chinatown le hace caso.
Deja que Yut-Lung conduzca su motocicleta por el mero placer de abrazarlo, amolda sus palmas con fuerza en los huesos de su cadera, colándose sin descaro por el crop top, hunde su nariz en la coleta desarmada, bebe de la esencia de este chico, revive en él, presiona los párpados con suavidad, gusta del camino con parsimonia y tranquilidad. Con un coro de motores retumbando a su alrededor, con los viejos focos de la carretera encendiendo su camino como si fuesen luces fatuas, es surreal. Wong se dedica a memorizar las curvas de su amante, con el aroma de la gasolina fundida a reminiscencia de shampoo, con una risa nerviosa golpeando su mejilla mientras besa este momento, lo besa como lo ha aprendido a hacer desde que lo conoció.
Mierda, lo ama tanto.
¿Quién lo diría? Cuando entró a su vida, él no.
Recuerda que le dijeron que era cuestión de conocer a la persona correcta, aunque lo vislumbró con una violenta claridad en el caso de Ash, no creyó que sería tan afortunado para encontrar tan entrañable vínculo. Hay muchas particularidades que adora de este estoico sujeto, tras esa fachada histriónica pende un universo entero de pura complejidad y eso...Lo atesora. No es unidireccional, Yue tiene su manera de confortarlo, se ha convertido en su pilar con el consumo de sustancias, lo amenazó con cortarle las bolas sino se metía a rehabilitación, pero ¡hey! Ya está mejor.
Cada día un poco más.
Eso cuenta.
—Llegas tarde.
Nadia los recibe con una mueca tensa en el Chang Dai, faltan horas para que amanezca, no desglosa si son los primeros o los últimos clientes, cualquiera que sea el caso, una sonrisa tonta es su mejor respuesta. Ella suspira, dejándolos pasar, el estacionamiento se abarrota de motocicletas. ¿Lograron salir de los préstamos por arte de magia? Joder no, aunque al menos, Dino Golzine lo dejó en paz.
—La tía Nadia cocina los caldos más sabrosos. —Juntan varias mesas para que quepan los miembros de ambas pandillas motociclistas, tendrá que ayudar a reacomodar luego, es consciente de aquello y vale la pena, Yut-Lung ha posado su palma por encima de su muslo, entrelazándolas con una leve pizca de vergüenza.
—Yo también soy cocinero ¿sabes?
—He probado tus patas de pollo y no son la gran cosa. —Ash bufa, tiene una mirada jodidamente dulce mientras bebe del caldo, este también es su hogar, eso le encanta, su familia impresiona ser más grande cada día, es lindo—. Nadia tiene un toque único.
—Agradezco el cumplido pero no te haré descuento. —Su hermana se ríe, alisándose el delantal.
—¿Charlie va a venir?
—Más tarde, sí.
Charlie.
El maldito Charlie.
El novio de su hermana sigue desagradándole, ya no tanto, debe darle crédito, le ha salvado la vida gracias a que formó un caso contra Dino con Ash, pero el resentimiento de que no haya hecho nada durante tanto tiempo mientras se desmoronaban lo ha impregnado con un sabor agridulce, frente a la primera señal que dé sobre lastimar a Nadia, va a quemarle la patrulla policial.
—Escuché que Marvin irá a prisión. —Aslan suelta el comentario con una falsa casualidad, bambolea sus zapatillas por debajo de la mesa, golpeando las de Eiji en lo que pretende es un accidente—. No es lo que querías, pero mejor que nada ¿verdad? —Está preocupado por su sed de justicia, piensa, el tipo es bastante considerado aunque aborrezca admitirlo.
—Lamento haberlos involucrado en eso.
—¡Tonto! —Bones es quien lo golpea con una revista enrollada, duele, el desgraciado le ha perdido el respeto desde que cambió de pandilla—. Eres nuestro amigo y nos preocupamos por ti.
—Si nos hubieras dicho antes, habríamos actuado antes. —Alex bufa, tragándose la sopa con un simple sorbo, el caldo gotea hacia las tachas de su chaqueta. Si bien, difieren de los logos parchados en sus espaldas, el vínculo es mucho más profundo e inefable, son amigos, amigos de verdad, ¿cómo cargó tanto tiempo el mundo solo teniéndolos?—. Me alegra que vaya a prisión.
—El sujeto es un cerdo, me sorprende que se haya demorado tanto en caer.
—Dino tiene mucho poder. —Ash resopla, amurrado, clamando por dulces caricias de su adoración como un gato mimado—. Por eso no ha caído todavía
—¿Todavía? —Shorter alza una ceja, divertido—. ¿Le tienes fe a la policía?
—No, especialmente si es Charlie quien está a cargo del caso. —Lo dicen bajito para molestar, Nadia da miedo y no se arriesgarán a una paliza—. Pero aun así, las pruebas son concretas.
—Eres un irrespetuoso, Lynx. —Yue bufa, sostiene los palillos con suma delicadeza, el caldo pende cual elixir hacia sus labios junto a los fideos, es una oda a la belleza y la elegancia.
—¿Desde cuándo eres amigo de Nadia? —Él sonríe, ha estado esperando esa pregunta y lo da a saber sin usar las palabras, su amante es sumamente ingenioso, eso le roba el aliento.
—Desde que vamos juntos al salón de belleza.
Ríen durante el resto de la disputa, es entretenido ver el choque de estas dos personalidades iguales pero extraordinariamente disonantes. El tabaco es la única droga que lo sigue atormentando, afuera es el lugar ideal para fumar, con el amanecer alzándose perezosamente, coloreando de vitalidad a la ciudad, es una alegoría graciosa en la que no se detiene. Shorter mete sus manos en su chaqueta, rebusca una cajetilla entre sus bolsillos de cuerina, los bordes metálicos le punzan contra los dedos, le da igual si se ve genial. Y maldición, se ve realmente genial con esa chaqueta, sin camiseta debajo y con los jeans rasgados.
—¿Tienes uno extra? —Ash ha salido para acompañarlo, le ha querido decir algo durante toda la tarde, lo conoce a la perfección, compartir celda en la correccional realmente ha transgredido la intimidad, recuerda el incidente de la tarjeta de ángel y suspira, necesita un trago ahora.
—Son de estos artesanales, no te gustan. —Su desagrado lo hace sonreír, se apoya contra la pared.
—Da igual, convídame de todas maneras.
—Bien.
Le extiende un cigarrillo de la cajetilla, Ash anda con su propio encendedor, se acomodan al lado en el muro del Chang Dai, todavía está oscuro, las sirenas de policía se escuchan a la distancia, no es el barrio más seguro. ¿Hola? Está en Downtown, aun así, le tiene un cariño desmesurado a la zona, sus padres lo criaron acá, incluso si no están y cometieron errores en vida, lo aprecia.
—¿Cómo vas con la rehabilitación? —El tema sale a flote.
—Bien.
Realmente, va bien.
No lo malentiendan, recuperarse de un consumo de sustancias prolongado debe ser de lo más duro que se puede encarnar, los síntomas tanto físicos como psicológicos son destructivos, recuerda que su padre solía robarles dinero para conseguir más mierda, no lo justifica, pero comprende lo visceral que puede ser semejante desesperación. La droga ayuda a no ver cosas desagradables, las personas como él, olvidadas por la sociedad y abusadas por los poderosos, necesitan una forma para aligerar la supervivencia, todo ser humano debe respirar, no ha sido la salida correcta y ahora paga el precio.
Sino fuera por Yut-Lung habría enloquecido, claro su pandilla y Nadia son incondicionales, se han mantenido firmes incluso en las recaídas, el craving es una perra y la dependencia muerte silenciosa. Pero es su novio quien vive con él, quien lidia con las crisis y es su cable a tierra, no resulta voluntario ni deseable, por algo las adicciones presentan la mayor tasa de recaídas. Lo intenta, cada día lo intenta un poco más, algún día estará limpio, espera que llegue pronto.
—¿Quieres hablar de eso? —Shorter le da una calada al cigarro, es mentolado y suave, eso lo incita a cerrar los ojos, a hundirse en esa sensación, algún día también quiere dejar de fumar, pero va con metas pequeñas y realistas.
—No estoy seguro. —Su mejor amigo le da una mirada comprensiva que esconde con el humo, Aslan odia admitir lo buena persona que es, porque bueno, lo asocia a debilidad, también la pasó mal, él supone que todos sufren en una cantidad de formas imposibles de precisar, también mejoran—. No he tenido una buena recaída durante un tiempo, me asusta un poco.
—Significa que estás mejorando.
—No lo sé. —Le da otra calada, presionando levemente el papelillo entre su boca—. Hay días donde me despierto y estoy a punto de consumir porque apenas soporto el craving, lo hago a escondidas de Yue, siempre me encuentra antes, aun así... —Suelta el humo, igual que estos problemas.
—Shorter.
—Me da vergüenza aún no poderme mantener fuerte. —Aslan arroja el cigarro al suelo, lo apaga contra la suela de su converse, es un movimiento limpio y elegante—. Me siento débil.
—Serías débil sino lo estuvieses intentando. —No son palabras huecas de ánimo—. ¿Cuánto tiempo has estado consumiendo? Es normal que ahora se sienta como la mierda, son apenas los primeros meses. —Sino, palabras que nacen de un profundo dolor sangrante a base de experiencia.
—¿Cuánto te tomó a ti?
—Bastante. —Ash bufa, las cenizas penden desde su barbilla hacia su pecho, están calientes contra su chaqueta, manchan tachas y cierre plateado—. Solo necesitas una motivación suficientemente grande para llevarlo hasta el final. —El calor de la noche los congela, Shorter parpadea, se quita esos lentes de sol para mirarlo.
—¿La tuya fue Eiji?
—Al principio quería que así fuera, pero nadie puede salvarte, no puedes vivir por alguien más. —Es la conversación más seria y sincera que han tenido por años, es agradable y familiar, lo remonta a esas noches donde ambos se quebraban en la celda, eran niños perdidos, niños que han construido su propio país de Nunca Jamás—. Es un dolor de culo la recuperación, lo entiendo, sé que no sirve tanto pero no estás solo en esto, nos tienes a todos nosotros detrás.
—Lo sé. —Ash le golpea el hombro, divertido—. Es duro tener que ver algunas cosas. —Y ese es el bendito problema con las drogas, de afuera es éxtasis y diversión, son sumamente estigmatizadas junto al consumidor cuando se suelen usar para esconder el dolor, esta es la infinita miseria humana.
—Yut-Lung no es tan mal chico.
—¡¿Ves?! —El cigarro se cae de la emoción—. Solo le gusta molestarte.
—Le gusta usar a Eiji para molestarme. —Gimotea, corrigiéndolo.
—Eres molestable cuando se trata de él, pones una cara realmente estúpida. —Se lo toma personal, ha tenido la intención de que así sea, le divierte golpear el ego de su mejor amigo de vez en cuando, lo pone en su lugar. Los cigarros se han apagado contra una poza de agua.
—¿Acaso has visto la cara de idiota que tú pones? —Chasquea la lengua, permite que Shorter ponga su brazo alrededor de sus hombros, la cuerina hace un ruido gracioso cuando se fricciona—. Es casi asqueroso verlos a ustedes dos juntos.
—Es una lástima, somos la pareja candente que gobierna Chinatown. —Empuja su paciencia un poco más allá, restregándose de forma empalagosa, los lentes caen hacia sus mechones púrpuras, deben verse ridículos y no le importa—. Incluso hemos adoptado a Sing como nuestro hijo.
—¡Basta! ¡No quiero saber!
Esto es lindo.
Esto es hogareño.
Tontean en el Chang Dai hasta que amanece.
Tener a Yut-Lung de pareja ha sido una experiencia extraña, su presencia se ha vuelto todavía más indispensable que el mismo oxígeno, no solo porque es su soporte emocional en todo este proceso de sanación, va más allá, esta es una necesidad mucho más trascendental, casi espiritual.
Han comenzado a vivir juntos desde que lo incitó a renunciar a su clan, no ha sido fácil, por supuesto, en cierta medida Shorter siente que viven escondidos, que aún los privan de la posibilidad de tener una relación normal, siguen insistiendo, presionándolo para que regrese a dicho hogar muerto, no lo permitirá, lo protegerá, con su misma alma si hace falta.
Y es que es maravilloso amarlo, es fácil y natural.
El cariño va de cosas muy pequeñas como saber acerca de su día, de perderse en anécdotas mientras luchan por levantarse de la cama, de conocer cada rincón de su piel y saber acerca de esos lugares especiales que le provocan un profundo placer. Olvida las circunstancias particulares en que se han conocido cuando pasa, es seductor. Sabe que Yue continúa asustado por sus hermanos, sino hubiese escapado antes y es sumamente valioso que haya tenido el valor de huir con él.
Lo mantendrá a salvo.
—Estoy agotado.
Se han llegado a recostar al sillón, su apartamento es miserable en comparación a la mansión Lee, no obstante, la han llenado de brasas hogareñas, la han convertido en su nidito de amor, esperan a que el café hierva para acomodarse frente a la televisión, no la prenden, es una patética excusa para mantenerse acurrucados bajo la manta de polar. ¿Quién diría que tiene un lado tan suave? Aunque adore absolutamente todo de esta belleza mortífera, Wong es débil a esta faceta relajada, sin ropas costosas, con coletas sueltas, polerones grandes y cabello desarreglado.
—¿Tus hermanos te han seguido molestando? —Suelta aquella pregunta con temor, el vapor del café pende hacia su boca, Yue se encuentra acomodado en su regazo, tiene la espalda del más joven contra su pecho, lo encierra en una especie de cucharita sentada y eso le encanta.
—Siguen insistiendo en que debo tomar el control de Chinatown y bla, bla, bla. —Bufa, sacando la lengua con una parsimonia infantil, arrugando la nariz antes de beber de la taza, es café instantáneo malo, le genera una ternura desmesurada que aún se lo tome—. Saben ser insistentes, eso intimida.
—¿Quieres que vaya a hablar con ellos? Puedo patearles el trasero. —Yut-Lung sonríe antes de alzar una ceja, le divierte que se haga el héroe.
—¿Me vas a rescatar, Shorter? —Lo musita en un ronroneo deliberadamente sensual, el viento se ha colado por el balcón, completando la preciosidad de la cotidianidad—. ¿Vas a ser mi caballero de armadura brillante? —Los tenues rayos del amanecer se cuelan por la cortina, coloreando un rompecabezas moteado en las mejillas del más joven, lindo, piensa y lo asevera.
—Solo si me dejas.
—No necesito de un héroe que me salve, me conociste así.
—Lo sé. —Shorter le presiona un beso contra la nuca, lo ha hecho enrojecer, lo nota en sus orejas—. No digo que lo necesites, es solo apoyo extra.
—Ya veo.
—Tus hermanos son un dolor de cabeza. —Gimotea, dándole un sorbo a la cafeína, quemándose la lengua, la gracia de los cojines le amolda la espalda, no está usando su infame chaqueta de cuerina, la ha cambiado por una gigantesca sudadera amarilla, una igual a la que usa Yue, en el fondo, gusta de vestir a conjunto (pero no se lo dirá, es orgulloso)—. Debo amarte mucho.
—Valgo la pena. —Se burla, presionándole un beso contra el mentón, ha alzado la cabeza solo para eso, siguen abrazados, las palmas de Shorter se deslizan de forma traviesa por el vientre de su amante, convenientemente se ha colado debajo del polerón, culpando a lo difícil que es delinearlo si usa esta ropa—. Shorter... —El ambiente cambia abruptamente, la tensión es lo bastante palpable para que las tazas queden de lado.
—¿Qué ocurre, bebé? —Oh sí, ahora es el tipo que utiliza apodos empalagosos, se da asco.
—¿No te gustaría escapar conmigo algún día? —Esa propuesta le rompe el corazón.
Nadia.
—No puedo.
—No me malentiendas. —Lo interrumpe—. No me refiero a abandonar a Nadia o los chicos, creo que Sing moriría sin nosotros, tengo severas dudas sobre la crianza de Lao. —Tiene un lado maternal que le es sumamente lindo, lo piensa de esa manera porque Yut-Lung solo tuvo madre, así que le hace honor—. Solo por un tiempo, desconectarnos de esto mientras cierran lo de Dino.
—¿Y tus hermanos?
—Si atrapan a esa basura, también caerán. —Su respiración es un tierno arrullo cuando se voltea, quedan frente a frente, con la espalda de Shorter apoyada contra el sillón y Yue encima de su regazo—. Charlie me ha hablado de la posibilidad de abrir un caso contra ellos, si me presionan más voy a hacerlo, no quiero seguir viviendo con miedo. —Sus piernas se encogen cerca de las suyas.
—Me siento orgulloso de ti, amor. —Él le quita uno de esos rebeldes mechones lacios del rostro, lo acomoda detrás de su oreja con suma delicadeza, siente que así debe ser siempre con este chico, delicado y suave, sabe que lo ha pasado mal, lo último que anhela es generarle más dolor—. ¿Estás seguro de eso? ¿De seguir adelante?
—No. —Yut-Lung ríe entre dientes, encogiéndose—. Es la primera vez que me opongo a mi clan, tal vez me da un poco de miedo. —Es recio hasta el final—. Pueden hacerte algo.
—Yue...
—Pueden alejarte de mí.
—No pasará. —No lo dice por decir ni por construir castillos en el aire—. Nada en el mundo me podría apartar de ti, así de loco me traes.
Eso es todo.
Lo ama.
Shorter nunca ha amado a alguien tanto para luchar con semejante esfuerzo y dedicación, lo suelen clasificar de relajado e incluso despreocupado, pero con Yut-Lung no. No porque sea dependiente a su amor (hablando de drogas) sino porque quiere permanecer a su lado, genuinamente desea poder establecerse acá, en este nidito de afecto que han construido pese a las adversidades, es maravilloso que entre todas las personas del mundo se hayan elegido, y es aún más maravilloso el persistir para permanecer juntos, lo ama, Dios lo ama tanto.
Así que si debe enfrentar a todo el maldito clan Lee a puño limpio, que vengan, a estas alturas él se profesa capaz de ir a encarar al mismo Dino Golzine, no sabe si se ha vuelto más estúpido, más sabio o arriesgado, no es relevante.
—Shorter.
Y maldición, Yut-Lung lo mira como si pudiese bajarle las mismas estrellas, esta es una fragilidad que no tiene precedente ni medida, es la luna que orbita alrededor de su tierra, el éxtasis que le deja en ridículo la adrenalina de la motocicleta, la fuerza con la que sigue arremetiendo su corazón.
Es Yut-Lung Lee.
Su Yue.
—¿Vas bien con la rehabilitación? ¿No se te ha hecho muy pesada la carga? —Shorter se inclina para degustar aún más de su calidez, su nariz acaricia la mejilla de su pareja. ¿Cuándo empezó a ansiarlo tan cerca? Le es imposible descifrarlo—. Gobernar Chinatown no quiero que sea un peso extra.
—No lo es. —Lo asegura, permitiendo que se restriegue de manera mimosa, el mundo se detiene—. Poder conducir con todos los chicos me ayuda bastante, lamento si he estado insoportable durante algunos días. —Las palabras de Ash lo golpean, el genio de su mejor amigo tiene razón, lo vislumbra, es diferente recaer una vez iniciado el proceso a jamás hacerlo, aun así, es duro.
—Los chicos parecían extrañarte mucho. —Lo recibieron con demasiada facilidad, el único que se ha opuesto ha sido Lao, por supuesto—. Especialmente Sing.
—El mocoso me admira. —Yue alza una ceja, divertido.
—Pues a mí me admira más. —Bromea, enredando sus brazos alrededor del cuello de Shorter—. No ha sido difícil cuidar de ti ¿sabes? Eso me sorprendió a mí mismo, tampoco ha sido complicado el vivir acá, yo debo amarte mucho para bajar así mi estatus. —Lo dice para molestarlo, se la devuelve, estrujándole la cintura por debajo del polerón.
—¿Tienes gustos costosos?
—Bastante, era hora de que lo notaras. —Shorter bufa, despejando su rostro, acercándolo.
—Tengo un problema, Yue.
—¿Cuál? —Shorter acorta hasta el último centímetro que los separa, no hay espacio entre sus pieles, yacen arriba del otro en ese pequeño sofá, con las tazas humeando en la mesita del costado, con el alma a la mitad en un caleidoscopio disonante.
—Creo que me he acostumbrado a esto demasiado. —Musita, saboreando la cafeína en el aliento del más joven—. Creo que me tendré que casar contigo o algo así.
—Deja de decir cursilerías y ya bésame.
—A tus órdenes.
Funden sus labios en un sediento beso, se dedican a degustarse, la cafeína pende entre sus lenguas, dejando una reminiscencia de adrenalina, es profundo, tibio pero suave, es una disonancia que ha aprendido aceptar con suma tranquilidad, así es ese chico, con un lado tan filoso que deja su corazón sangrante y doliendo, y al mismo tiempo, un lado tan frágil que siente que debe tratarlo como cristal, no porque sea débil, sino porque debe ser atesorado.
Lo besa, arrancándole este momento a cualquiera que sea el destino, con los latidos arremetiéndole en la garganta, con sus manos deslizándose por la espalda desnuda de Yue, justo debajo del polerón, lo besa como debería recordar hacerlo la noche que se conocieron, lo besa como lo ha hecho desde que ambos lo dejaron todo por esta relación, es un salto de fe inquebrantable, uno que marca inicio y final, es gracioso. Lo besa hasta que no pueden más.
—Tendremos que terminar en el dormitorio. —Shorter bromea, repasándole el cabello con lentitud, lo hace sentir amado, le transmite cada sentimiento en un tenue roce de dedos.
—Eres insufrible.
—Así me amas.
—Sí. —Sonríe—. Así te amo.
Si bien, romper las tres reglas de la pandilla le ha costado su permanencia en Fish Bone, valió la pena, valió completamente la pena.
—Idiota.
Shorter lo vuelve a besar, sabiendo que lo haría absolutamente todo otra vez.
Es un tonto enamorado y ya.
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