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7. Let's start over.

Hi~ ¿Alguien me ha extrañado? ¿Notan algo distinto en el perfil? Deberían, o al menos en mi corazón a alguien le importa. Llego con el capítulo final de este pequeño fic, el siguiente ya es el epilogo chiquito, fue bastante divertido sacarlo aunque Dios, me tomo trabajo.

¡Espero que les guste!

Lo sacaron de Fish Bone.

Debería haberse hecho la idea, ha pasado prácticamente una semana desde que su mejor amigo lo degradó del cargo, sería infantil posar la culpa sobre Aslan cuando solo cumplió con el papel de jefe, es consciente de eso, sin embargo, las náuseas siguen arrastrándose hacia su garganta cada vez que lo recuerda, esa noche tiene sabor a cuajada podrida, incluso si han pasado años desde que no había competido con semejante pasión. ¿Cuál es el punto? No puede hacerlo más.

Y sí, tal vez es sumamente tonto e inclusive infantil volcar su pasión en este pasatiempo, la mayoría de las personas no lo vislumbran, ese fue su problema con sus anteriores relaciones, pero es dichoso al conducir, le fascina, no cambiaría la adrenalina que escalda entre venas hasta explotar como un volcán por nada del universo, era sumamente especial poderlo compartir con alguien, conducir lado a lado junto a Yut-Lung Lee o sus amigos, ahora esto se asemeja a un sueño lejano, una vida pasada, o la historia de alguien más, aún no lo garantiza.

—Lo lamento.

Yut-Lung es quien rompe el silencio, están a las afueras del Chang Dai, fumando apoyados contra un muro, Nadia odia cualquier cosa relacionada a los vicios, aunque usualmente Shorter hace esfuerzo para respetar sus reglas, se encuentran demasiado hundidos en mierda y se necesitan apartar de su propia miseria. Él alza el mentón, enfocándose en las escasas estrellas que se contemplan desde ese rincón de la ciudad, le da risa que una cuna de la delincuencia también tenga su encanto, solía joder a Ash con eso, no lo niega, extraña a cada uno de esos idiotas en Fish Bone.

—Lo siento. —Repite, captando su atención. La luna está fulgurando con gotas de plata encima de esos oscuros cabellos, le da un aura etérea, casi surreal—. No debí dejarte competir en lugar de Lao.

—Fue mi decisión hacerlo, no te culpes por eso. —Es la primera vez que tocan el tema desde que ha pasado, aunque se han mantenido juntos, aferrados como si fuesen lo único real para el otro, es áspero procesar el fracaso.

—Yo te permití conducir.

—Y lo haría otra vez sin dudarlo. —Yue muerde tenuemente el cigarrillo, es un reflejo nervioso, ha visto lo suficiente para asegurarlo—. Todas las veces que fuesen necesarias.

—Es mi culpa que esto haya pasado.

—No lo es. —Shorter se defiende terco, le da una profunda calada al papelillo, si bien, no es su droga predilecta ayuda a calmar los nervios—. Lao es un terrible perdedor, solo lo dejó en evidencia. —Pensar en Sing lo hace concebirse enfermo, el chico cuyos ojos relumbran de admiración ante las pandillas de motocicletas ha pasado a ser el jefe de Chinatown gracias a esta disputa.

—Aun así, ambos quedamos fuera. —Shorter se inclina hacia su amante (no oficial), sus hombros se rozan, él se deja absorber por esa fatídica belleza como si fuese su propio Big Bang. ¿Cómo algo tan mísero puede ser sublime al mismo tiempo? No lo sabe, ha dejado de pensarlo cuando está con este chico—. Ambos estamos jodidos con Dino Golzine.

—¿Qué vas a hacer?

—Creo que aún puedo huir del clan. —El pensamiento le hiela los nervios.

—¿Huir? —Quiere pedirle que se quede a su lado, que permanezca aunque tengan que confrontar al mundo entero juntos y sea lo más cursi qué diablos, alguna vez pensó, ha pensado o pensará, lo presiente—. ¿A dónde?

—No sé, tengo algunos ahorros desde que mi mamá murió. —Todo este plan se profesa demasiado crudo y real, hace que le duela la cabeza, o quizás es el efecto de haber fumado cinco cigarrillos—. Me podría subir al tren más lejano y ya. —Pero no cree tener el derecho de darle una petición tan egoísta, si Yue anhela la libertad lejos de su apellido no es nadie para negársela.

—Ya veo.

Se queda en silencio, procesando lo que acaba de ocurrir, la magia no es para siempre, él jamás ha sido la clase de romántico empedernido que ha tratado de bajar la luna o de embotellar las estrellas, pero con Yut-Lung las cosas son diferentes. A estas alturas simplemente lo sabe ¿no? Su amor es lo suficiente para haber traicionado hasta la última de sus creencias y convertirlo en su religión, acaba de conocerlo hace algunas semanas y aún así, por muy irracional, gay y rosado que suene, cree que podría pasar el resto de su vida con este terco. Lo hiere de sobremanera que no lo considere en sus planes, aunque claro, él también huiría de Golzine si pudiese.

Yut-Lung es salvaje.

No puede domesticarlo.

E incluso si pudiese, si se permitiese ser el principito, sentándose cada día más cerca de esta belleza tan celestial como venenosa, acercándose, derribando esos muros de inseguridad, sanando heridas de manera progresiva y paciente, y no solo eso, mostrando las suyas, esas cicatrices que ni su familia ni sus mejores amigos conocen, esas que ha guardado pero manifiestan lo quebrado que realmente se profesa, esto no funcionaría. Porque a pesar de su peligrosa necesidad por mantenerlo cerca, por permanecer a su lado y cuidarlo, por amarlo, amarlo bien, no se lo dirá.

Nunca lo retendría.

—¿Tú qué harás? —Yut-Lung es terrible con los silencios, esto lo ha tomado por sorpresa, porque parece la clase de persona que podría matarlo con la mirada, y en el fondo, es un niño pequeño ansioso, ama semejante dualidad, bueno, ha aprendido a amarlo absolutamente todo de ese chico, incluso lo que todavía desconoce, es un pensamiento tonto—. ¿Con el Chang Dai?

—Tengo que pagar el dinero de alguna forma. —Hace frío, por eso, Shorter no duda en sacarse esa chaqueta de cuerina que ya no significa nada para acomodarla sobre los hombros de su compañero, si pudiese, ¿qué no daría para protegerlo de cada maldita tempestad?—. El cerdo de Marvin mandó un ultimátum anoche. —El cigarrillo pesa contra sus dientes, ni siquiera está apretando.

—Shorter...

—Supongo que todo lo que me queda es vender. —O consumir hasta tener una sobredosis, claro, pase lo que pase primero, la droga es una bella ruleta rusa donde alguien siempre acaba muerto o sino internado—. No da tan mal dinero.

—Deberías ir a rehabilitación. —Shorter parpadea, los lentes de sol le tiemblan contra las pestañas, es plena noche pero no se los ha sacado, se ve cool.

—¿Eh?

—Me escuchaste. —Yue arroja el cigarro para aplastarlo con su bota—. Eres demasiado bueno para que te dejes consumir por esa mierda, deberías darle una oportunidad a la rehabilitación. —Lo ha pensado en varias ocasiones, no obstante, los centros cuestan dinero, Wong está en bancarrota. Es gracioso, Aslan le daba un montón de discursos moralistas acerca de que la sociedad se encuentra predeterminada por el estatus en que se nace y bla bla bla.

Extraña al bastardo.

Él sabría qué decir.

Él sabría consolarlo.

—Tal vez lo haga. —Miente, es un descarado.

—Podrías hacerlo en otro lugar. —Las mejillas de Yut-Lung se tiñen de un tenue rojo—. Sino tienes nada más en esta ciudad, podrías buscar otro inicio, armar otra pandilla o incluso ir a la universidad si realmente quieres ser chef. —Lo toma con la guardia baja esta clase de discurso positivista.

—¿De dónde ha venido?

—Quizás tengo dinero para otro pasaje. —Musita—. Y tal vez, quiero que vengas conmigo. —Es consciente de que perderá la batalla incluso antes de darla, esos ojos extraordinariamente oscuros siempre han sido su debilidad, la kryptonita de su Superman o el Eiji Okumura de su Ash Lynx.

—Yue... —Deja caer su propio cigarrillo, el rocío es agradable contra sus hombros, debió abrigarse aún más considerando que anticipaba el prestarle la chaqueta.

—Sé que ni siquiera hemos formalizado nuestra relación. —Los labios del más joven tiemblan, sus piernas chocan contra la columna del restaurante—. Ni siquiera es una relación siendo sinceros, no soy esta clase de mocoso infantil que se apega a las personas, no me gusta apegarme. —Frunce el ceño, parece batallar por encontrar las palabras correctas—. Pero eres especial.

—¿Especial? —No lo pregunta por ego, sino para aclarar.

—No creo haberme enamorado nunca, de hecho, no creo poderme enamorar porque estoy jodido a mi propia manera. —Yue se acaricia la frente, sus palabras son un nudo de hilos y su mente un rompecabezas cuyas piezas se encuentran en blanco—. Pero pienso que esto se debe sentir así, que si enamorarse es posible es esto. —Sus mejillas se tiñen con estridencia, tan fuerte como el verano pero tan suave como la misma primavera, Shorter se quita los anteojos de sol, desde ese rincón los edificios son escarchas.

—Siento lo mismo. —No le dará una respuesta tosca—. Desde hace un tiempo sé que te amo, Yue.

—¿Tú? —El aludido parpadea con ingenuidad, como si fuese un niño pequeño se apunta a sí mismo, incrédulo—. ¿Por qué? —Niega, recuperando su fachada—. Aunque no culpo tu magnífico gusto. —Eso lo hace reír, es una caja de pandora en todo su esplendor, probablemente, eso lo atrapó.

—Simplemente porque eres tú. —Yut-Lung bufa, amurrado.

—Es una respuesta cliché.

—¿Esperabas algo más romántico?

—¿De Shorter Wong el rompecorazones? —Musita, divertido—. La verdad no.

—¡Hey!

La única respuesta coherente que se le ocurre es llenarlo de besos, Dios, Shorter no se imaginó como la clase de novio empalagoso que se inclinaría en un callejón oscuro para llenar a su pareja de besos por doquier, procura marcarlos desde sus mejillas hasta su mentón, abusa de la diferencia de altura y contextura para encerrarlo, haciéndolo sentir protegido, lo sabe por la forma en que el cuerpo de Yut-Lung se relaja al tenerlo enfrente, correspondiendo más que conforme a sus caricias, es íntimo, es dulce y tiene curiosidad de qué otra faceta podría presenciar.

—¿Entonces...? —Yue lo mira como si él fuese su universo entero, eso le acelera el corazón a mil por hora, cree que se le saldrá del pecho, que solo abrirá una puerta desde su camiseta para saltar hacia su legítimo dueño—. ¿Vendrás conmigo?

Sí.

Diablos, sí.

Quiere pasar su maldita vida con este chico, por muy imprudente que sea.

¡Al carajo! Está enamorado.

—No puedo. —Pero la realidad le juega una mala pasada, los castillos sobre las nubes se derrumban, las burbujas de amor no duran—. No dejaré a Nadia sola lidiando con este lugar. —Tiene a Charlie, es un pensamiento pecaminoso que busca lo libere, no pasa—. Menos con Golzine pendiente.

—Lo entiendo. —Y lo hace, contra las expectativas Yut-Lung presenta una fragilidad desmesurada, eso lo hizo anhelar atravesar sus espinas en primer lugar—. Supongo que es nuestro adiós. —Mero hecho de escuchar esto le quema los ojos, cree que llorará, lo que es ridículo, ni siquiera ha llorado con la ruptura de su amante anterior, no puede lamentarse por quien apenas conoce.

—Supongo que sí. —Pero Yue le está acariciando el pecho con un dulzor que lo quema, que deja marcas en su piel y le arranca un pedazo del alma, no comprende, no es absolutamente racional, sin embargo, cree que si se separan morirá de pena. Qué sentimiento más curioso y destructivo—. Ha sido lindo mientras duró.

—Sí. —El más joven se pega a la pared, buscando entablar distancia—. Fue lindo mientras duró.

—Yue...

—No tienes que decir nada, lo sé.

Shorter desearía no ser un cobarde, pedirle que confronten a toda esa maldita mafia americana con tal de permanecer juntos, formar otra pandilla o hasta robar el control de Chinatown juntos, es un pesimista así que le toma por sorpresa el flujo de sus propios escenarios apocalípticos, vale la pena, si con eso puede permanecer al lado de Yue vale completamente la pena. Él bajaría al infierno en su motocicleta, haría un trato con el mismo diablo para garantizar su seguridad. ¿Cómo decirlo? ¿Con qué derecho hacerlo? Es un caos.

—Ya debería irme. —Yut-Lung parece a punto de romper en llanto cuando le dice eso, espera que lo detenga, debe detenerlo, idiota, necesita decir algo, cualquier cosa para hacerle saber que lo ama, que lo seguirá al fin del universo y más allá—. Debo ir a empacar pronto, antes de que Hua sospeche.

—Buena suerte.

—Gracias por amarme, Shorter.

Pero no dice nada.

Y Yut-Lung se va.

Se arrastra al interior del Chand Dai, no existen clientes a esta hora, se han quedado más de lo que debió charlando a las afueras del local, ¿se culpa? El tiempo simplemente vuela con Yue, no porque tengan grandes temas en común (sorpresivamente los tienen), sino que le basta escucharlo, la forma en que esos ojos de amatistas se derriten tras relatarle sus aventuras en motocicleta o sus pequeños miedos, incluso esas cosas acerca de moda sobre las que no entiende ni un carajo pero quiere saber. Es un poco cruel haberse enamorado solo para perderlo, se subirá a un tren hacia Nunca Jamás, eso es todo ¿verdad? No queda ni arrepentimiento ni perdón.

Independiente del tiempo que han compartido dicha belleza mortífera ha clavado espinas en lo más recóndito de su corazón, las ha dejado ahí, esperando que lo maten, que le den una muerte pacífica porque al menos será en sus manos. Es acá cuando Shorter desglosa esa locura que le resultaba casi pueril de Romeo y Julieta, es fiel, siquiera pensar en transgredir las reglas de Fish Bone era sacrilegio y acá está, es un traidor sin nada. Sinceramente, es duro, el mundo acostumbra al payaso optimista que tanto le gusta mostrar, no al deprimente drogadicto vacío.

—¿Pasó algo? —Nadia se ha sentado frente a él, ha puesto dos pocillos de sopa encima de la mesa, es la cena, siempre se preocupa de que coma algo, no puede abandonarla.

—No. —Shorter bufa, el vapor le cosquillea bajo la nariz, le sorprende que ella sepa conservar las recetas de mamá tan bien, lo recuerda con una escalofriante vividez, sus padres no vivieron mucho, pero las memorias que presenta, las tiene enmarcadas en su alma—. No pasó nada.

—Ajá. —Ella le lanza una mirada perspicaz, no le cree ni un segundo, ni se molesta en disimularlo.

—Pensé que saldrías a cenar con Charlie.

—Tiene turno nocturno.

—Ya veo. —Se cuestiona seriamente acerca de la incompetencia policial, hacen carreras ilegales cada noche en la carretera, no debe ser tan complejo detectarlos, no lo especula por Fish Bone o Chinatown, sino por las ratas de Arthur, esos problemáticos que ensucian su pasión aun habiendo perdido—. Ha sido un día bastante duro. —No sabe en realidad, estuvo ocupado coqueteando con Yue.

—¿Te peleaste con tu novio?

—¿Eh? —Shorter no alcanza ni a tomar la cuchara y la suelta, se ha puesto rojo de pies a cabeza, es la primera vez que la escucha involucrarse en su vida amorosa, bueno, antes no clasificaba como tal, eran más polvos de una noche y ya—. ¿De quién hablas?

—Del chico lindo que te viene a ver todos los días. —Ella bufa—. Primero pensé que era imposible.

—¿Por qué? —Shorter no esconde su sexualidad, ambos hermanos son libres en rubro de romance.

—Porque él se veía demasiado...Elegante para ti. —Ha sido amable en darle ese golpe, lo agradece—. Se veían demasiado diferentes, por eso me tomó tiempo acostumbrarme a verlo por acá. —Ella sumerge su cuchara dentro de la sopa, los vegetales se acumulan contra el caldo, forman ondas, el vapor le golpea las mejillas, tiñéndolas de rosa—. Es un buen chico.

—Lo es. —Una sonrisa boba no tarda en florecer en su cara, una sonrisa única y exclusivamente para Yut-Lung—. Al principio también me tomó por sorpresa, él es bastante cerrado para sus cosas, me desesperó con facilidad porque quería saber más de Yue pero mientras más le insistía, más lejos se ponía y no podía sacármelo de la cabeza, aún no puedo.

—¿Yue? —El corazón le corre como un tren bala.

—Sí... —Sus yemas acarician el mantel de papel, las lámparas tintinean junto al viento, es agradable, hace bastante no tenía esta clase de charlas con su hermana—. Le digo así de cariño. —De hecho, Sing también, pero omitirá esos infantiles celos por ahora, los empujará hacia el fondo de su rabillo, ahí, donde no le pueden molestar—. Su nombre real significa dragón de luna.

—Ya veo. —No sabe por qué se encuentra contando todo esto—. Es un alivio. —Sin embargo, le es imposible el detenerse—. Me daba miedo que no encontraras a alguien bueno que cuidase de ti. —Es hondamente observadora, no ha arrojado el comentario sin razones y Shorter mejor que nadie lo vislumbra.

—¿Por qué lo dices?

—Últimamente lo único que haces es andar en motocicleta y meterte en negocios peligrosos. —Es un tema incómodo, por eso tienden a esconderlo, mientras no se mire lo feo, no existe—. La droga, me preocupas... —La boca le tirita, removiendo el gastado labial escarlata que le adorna los labios, le sienta de maravilla, ella es bonita y si algo le llegase a pasar por su culpa, no lo perdonaría.

—Nadia. —Al menos se da el coraje de esto—. No estamos bien. —Para extenderle las palmas y aferrarse a su hermana mayor como si fuese su única familia, lo es—. Los prestamistas no nos han dejado en paz. —Esa cálida mirada permanece igual, no endurece ni se enfría, es dulce, es maternal.

—Lo sé. —No tienen tanta diferencia de edad, y a veces siente que ella es su mamá, cuando no logra recordar el rostro de su verdadera progenitora sin importar qué tanto lo piense, ni puede encontrar alguna fotografía—. Pero quería escucharlo de ti, era algo que necesitaba. —Sus muñecas rozan el bol de sopa, se halla tibio a pesar de la cerámica.

—Lo siento. —Ella niega.

—Has estado cargando demasiado tiempo con esto solo ¿verdad? —No se pondrá a llorar, no quiere verse tan débil frente a su hermana, no obstante, las pupilas le queman y un camino de pena escapa, porque ha estado lidiando con demasiado, la soledad de salir de Fish Bone entremezclado a perder a Yut-Lung Lee simplemente le quiebran el corazón—. Lamento no haberte apoyado mejor.

—He estado saboteando mi vida durante estas semanas.

—Shorter...

—Perdí a Yue y no puedo hacer nada. —Y finalmente, rompe en llanto, con la boca temblorosa, los ojos aguados y la tráquea cerrada, con esa enfermedad ficticia de flores sagradas desgarrándole desde los pulmones hasta las venas, ramificándose para dejarlo vacío—. Perdí a los chicos, estoy solo en esto, estoy jodido, lo lamento.

—No es verdad. —Ella se inclina, le quita los lentes y lo suena con una servilleta, igual que lo hacía cuando él era un simple niño jugando, igual que ella lo hacía mientras se partía la espalda trabajando pero él podía ir a la escuela y tenía una infancia normal—. Me tienes a mí.

—Nadia.

—Siempre me tendrás a mí.

—Tengo un problema con las adicciones.

—Lo sé. —Se ríe, es un sonido amargo—. Saldremos de esto juntos adelante.

Vaya, es afortunado.

Repasar en su hermana le es sensible, lo crio en contra de toda adversidad, aún siendo adolescente, sin haber podido perfeccionar su educación, se las arregló no solo para sacar adelante el Chang Dai, sino que además le proporcionó una crianza segura y amorosa. Shorter no odia a sus padres, mejor que nadie comprende lo duro que es salir de la adicción, pero claro, es fácil juzgar para el ignorante, nadie menciona lo duro que es el craving en el cuerpo o la dependencia, lo jodido que es destruirse dosis tras dosis, saberlo y no poder hacer nada para detenerlo, porque las rehabilitaciones son caras y tener que conectarse con los problemas es desagradable. Tiene suerte de tenerla, la ama.

—Nadia...

Antes de que pueda seguir hablando uno de los vidrios del restaurante se revienta, ocurre en apenas un instante, el cristal salta por doquier, le es instintivo correr para proteger a su única familia, perder esto no es una opción, se maldice por no tener un arma.

—Wong. —La asquerosa voz de Marvin retumba por doquier—. El tiempo para pagar se te acabó. —Debió predecirlo, pero no lo hizo, ha tenido demasiadas cosas en la cabeza y simplemente no le quedó espacio para más—. ¿Dónde está lo que nos debes?

Shorter se asoma desde la butaca, el desgraciado ha traído a una buena cantidad de hombres, puede inmovilizarlo fácilmente con toda esa ayuda extra, lo sabe, ha perdido. Él tensa la mandíbula, coloca a Nadia detrás de él en todo momento, no la arriesgará, necesita protegerla, él morirá antes de permitir que estos cerdos la toquen.

—Necesito más tiempo. —Gruñe, parándose en el frente de batalla, están armados, pueden matarlo si se les da la gana, aunque claro, Dino no funciona así ¿cierto?—. En una semana tengo los intereses listos. —El cerdo le arroja una sonrisa torcida, es amarillenta y le retuerce las tripas.

Papá Dino se cansó de esperar, ya no le interesa más el dinero. —Uno de esos sujetos no vacila en utilizar el ventanal quebrado para entrar al local, inmovilizan a Shorter con suma facilidad contra una de las mesas, apuntándole un cañón contra la nuca—. Ahora quiere otra cosa. —Que miren a Nadia le hiela la sangre.

—¡Corre! —Por mucho que luche, lo han inmovilizado, patea, pega, araña y grita, la desesperación es horrorosa, le quema las pupilas, va a pasar, va a pasar frente a él y no podrá hacer nada—. ¡Corre!

—No lo hará. —Marvin ríe, metiendo su pie obeso dentro del Chang Dai—. A menos que quiera ver cómo le vuelo los sesos a su hermanito.

—¡Nadia! ¡Vete! —La sangre escurre por doquier, es suya, solo es consciente de aquello porque ve gotear su polera, pero no siente, no siente nada—. ¡Déjame!

—No puedo. —Su hermana le da una sonrisa desinflada, tiene los párpados hinchados y adoloridos.

—Buena chica. —Marvin le acaricia las mejillas, satisfecho.

—¡Te mataré! ¡Vuelve a tocarla y te mataré! —El quejido le desgarra la garganta, igual que esas flores de un amor no correspondido incrustadas, da igual, mientras más se mueve, más insoportable se le vuelve la punzada en el vientre, se ha lastimado, probablemente un vidrio lo cortó—. ¡Corre!

—¿No te alegra tener una hermana tan linda? —Que le acaricia el mentón, que la toque, que ella no haga nada...Es mucho—. Papa Dino no suele inclinarse por mujeres, pero cree que ella sería una buena adición al negocio.

—Puedes hacer lo que quieras conmigo, pero a ella no la toques. —Sus uñas se han quebrado contra la mesa, han necesitado de tres hombres para contenerlo, se está asfixiando, no puede inhalar, va a tener un ataque de pánico, quiere vomitar.

—Lástima que él no quiere un gato callejero chino. —Bufa, divertido—. Aunque si le trajeras un lince podríamos renegociar.

—No traicionaré a Ash.

—Entonces has hecho tu elección. —Tira de su hermana mayor por los cabellos, ella suaviza el grito de dolor presionando la boca, esto lo está matando, la fatiga lo congela—. ¡Llévensela!

—¡Nadia! ¡Nadia! —Él trata de alcanzarla mientras se la llevan, estira su mano.

—Está bien. —Pero nunca la toca.

En este momento se quiebra, en el fondo, nunca dejó de ser ese niñito inútil ¿cierto? Carga el mundo encima de su hermana porque se le ha hecho demasiado, no es capaz ni de dejar de temblar, nunca se va a rehabilitar, morirá siendo un mugriento adicto como papá, dejándolos con deudas incluso si eran niños. Los lentes se le han caído hasta el suelo, ve a Nadia abandonar el local en cámara lenta, el piso se encuentra manchado de sangre, está gélido, él no...

—Vaya, Marvin. —Pero entonces—. Nos volvemos a ver. —Los motores de un coro de motocicletas captan su atención, no es solo eso, vienen acompañados de sirenas de policía.

—A-Ash. —Las instrucciones que da la patrulla se pierden lejanas bajo la voz de su mejor amigo—. Pensé que ustedes dos no tenían más relación. —Un golpe seco retumba por la ciudad, Marvin es arrojado al interior del restaurante otra vez.

—¿Y dejar a este idiota solo? —Bufa, arrojándole una sonrisa cómplice—. No podríamos. —No duda en apuntarle la nuca con su flamante Smith & Wesson al secuaz de Golzine—. Suéltalo, la policía está esperándote más allá.

Papa Dino se enterará de esto.

—Mira cómo tiemblo.

—Ash... —Con un par de golpes el nombrado derriba a quienes lo retienen, no por nada es el jefe de la pandilla, hace abuso de ese renombre—. ¿Por qué?

—Porque somos amigos, cabeza de piña.

Idiota.

Es un jodido idiota.

Le da risa que Aslan siempre le diga lo mucho que su amistad lo ha salvado, es verdad, cuando recién se conocieron el chico le recordó a una bestia sedienta de sangre, manipulando a los hombres como si los tuviese atados a sus dedos (los tenía) pero muchas veces, olvida que Ash también lo ha salvado, Shorter claramente es un hombre de amigos, desde Chinatown a Fish Bone es querido, todavía así, es completamente diferente el caso de estos idiotas, especialmente este tonto de ojos verdes, Dios, los ama. Él es un bastardo afortunado, sabe. Especialmente cuando llevan a Nadia ilesa dentro del Chang Dai.

—¿Estás mejor? —Eiji lo mira con esos grandes ojos de ciervo comprensivo que no sabía lo mucho que había extrañado hasta que los vuelve a encontrar—. Te preparé algo de café por la conmoción.

—Gracias. —Todo Fish Bone se ha acomodado a su alrededor en la butaca, eso lo hace profesarse pequeño y bueno, vulnerable—. Estoy mejor.

—Tienes bastantes explicaciones que darnos. —La voz de Ash escapa severa, no el tono que impone para gobernar, este es dócil, matizado por genuina preocupación—. Tus secretos fueron demasiado lejos, incluso acabé peleando con Eiji. —Shorter alza una ceja, incrédulo.

—Están dándose las manos.

—Pero sigo medio enfadado. —Bufa, evitando mirar esos grandes ojos cafés, como Shorter pierde apenas contempla los de Yut-Lung, es consciente de que su amigo lidia con la misma disputa—. Él te ha estado encubriendo desde la competencia.

—¿De verdad sigues molesto, cariño? —E incluso, sabiendo eso a la perfección, Ash comete el error de mirarlo y sentenciar su derrota ahí mismo—. ¿De verdad? —Porque Eiji ha esbozado un puchero, eso lo derrite.

—No podría. —Musita, llenándole las mejillas de besos—. Aunque me lo debes compensar.

—Aprovechado. —Bufa divertido, acurrucándose contra su novio—. No me arrepiento de haberte resguardado. —Esas palabras van dirigidas a Shorter con una tranquilidad que lo perturba, jamás es capaz de descifrar lo que pasa por esa mente, porque Eiji luce simple a primera impresión, cuando no debe ser más que una tempestad, lo presiente.

—¿Cómo supieron lo de ahora?

—Sing. —Claro que ha sido el mocoso, se preocupa de sobremanera por su ídolo—. Más bien, Sing dijo que escuchó a Yut-Lung preocupado. —Ese nombre le rompe el corazón, se lo arranca en una doliente reminiscencia de un amor que no fue consumado y lo arroja lejos, contra el piso.

—Ya veo.

—¿Por qué no nos dijiste acerca de Marvin? —La mirada de Ash se ha suavizado, en Fish Bone lucen todos genuinamente preocupados, eso le roba una sonrisa, a pesar de la traición, les importa.

—No quería involucrarte con Dino. —El cuerpo de su mejor amigo se tensa en un santiamén.

—Al diablo. —Gruñe—. Si tengo que ir a quemar la mansión de ese sujeto para que te deje en paz, voy a hacerlo.

—Vamos a hacerlo. —Lo corrige Alex, hay un fuego ardiendo en sus pupilas que desconoce, más fulgura una impresionante calidez—. Tal vez no puedas volver a conducir con nosotros, pero somos amigos.

—¡Es verdad! —Bones gimotea, ofendido—. ¡Nos dolió mucho cuando desapareciste!

—Además, Yut-Lung no volvió a tomar el mando. —Aslan impone su voz sobre los demás, su tono hace eco contra las paredes del local, meciendo las lámparas, pintando un nuevo amanecer en esta mugrienta ciudad que ha aprendido a amar—. ¿Por qué? Puede haber perdido, pero es su cargo.

—Lao...

—Sing no quiere gobernar. —Es Eiji quien se alza un poco más, el único con las pelotas suficientes para interrumpir al regente, su agarre se tensa sobre la mesa—. Él quiere que ustedes dos gobiernen codo a codo. —La idea es sumamente imprudente, eso los convertiría en enemigos naturales, desatando una competencia infinita entre el poder por el centro de Nueva York, él no quiere rivalizar contra quienes le importan.

—No pongas esa cara larga. —Aslan lo patea por debajo de la mesa—. Piénsalo, Fish Bone en un alianza con Chinatown nos volvería invencibles, podríamos eliminar a las escorias como Arthur. —Que se muestre tan abierto a la idea, conociendo de antemano lo reticente que es al poder, lo toma con la guardia baja. Aunque claro, tal vez solo quiere mantenerlo a su lado.

—Tienes razón. —Pero no tuvo el coraje para detener a Yut-Lung—. Y-Yo... —Shorter tensa los puños alrededor del café, su mente corre a mil por horas, los pensamientos van tan rápido que fácilmente se pueden confundir con diferentes voces, es un caos—. Yo tengo que arreglarlo.

—Ve por él. —Eiji le arroja otra de esas sonrisas suaves, dándole el valor que tanto anhelaba.

—¿Ir por quién? —Por supuesto, el resto de la pandilla es densa como la mierda—. ¡Diablos, no! ¡Sobre mi cadáver! —Pero Shorter decide no hacerle caso a ese berrinche, se le pasará, lo conoce.

—Gracias.

Así que corre.

Corre hasta que no siente las piernas.

Yut-Lung.

Debe ir por Yut-Lung.

Lo ama.

De hecho, es más inteligente conducir, así que roba la motocicleta de Ash, ya no es su jefe, hará que lo trate como su igual si gobernará Chinatown, arranca el motor, navega por la autopista, la gasolina se le agolpa dentro de la nariz y le quema las venas, esas flores ficticias que alguna vez le destrozaron la garganta se caen en pétalos de iridiscencia, solo desaparecen, no le importa si es una imprudencia o una estupidez, si más tarde se arrepentirá, si fracasan, si le dice que no, en este momento el resto del mundo da igual, conduce con la adrenalina bombeándole por la cordura porque está enamorado y esa parece ser razón suficiente para confrontar sus miedos.

—¡Yue! —Lo encuentra escabulléndose afuera de la mansión Lee, okey, probablemente gritarle no ha sido su mejor idea.

—¿Qué haces acá?

Y finalmente lo tiene al frente, con una maleta gigantesca al costado, con la noche encubriendo sus pecados, Shorter es terrible acomodando sus sentimientos en frases coherentes, no es poeta como su mejor amigo, tampoco se le dan las cartas de amor como Eiji, él nunca tuvo la necesidad de esto, de sincerarse con el corazón sangrante en la manga, de anhelar un futuro con quien...

—Empecemos de nuevo. —Musita, extendiendo su mano sudada a causa de la confrontación, con una sonrisa floja y nerviosa—. Hola, mi nombre es Shorter Wong. —Esto es tan cliché que quiere llorar, casi puede saborear el rechazo, no lo culpará, tiene planes lejos de sus hermanos, él no posee el derecho para arrebatarle la libertad.

—Yut-Lung Lee. —Pero le corresponde el agarre—. Puedes llamarme Yue.

—No he podido evitar ver que andas con demasiado equipaje. —Se ríe, con el corazón en la garganta y las flores finalmente afuera—. ¿Quieres que te lleve a algún lugar?

—Solo a donde tú quieras estar.

Es el inicio.

Luego de todo este tiempo, es el inicio otra vez.

Lo más probable es que el resto de noviembre se pase en la última actualización de este fic y tal vez otro más, pero en diciembre este perfil no solo llega con fuerza con el spam sino que con varías sorpresas, atentos hasta entonces, solo como la mala hierba y no muero facilmente, perdón.

¡Muchas gracias por seguir la historia hasta el final! Nos vemos en el epílogo.

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