5. Beach.
¡Hola mis bonitos lectores! ¿Alguién me extraño? Como ya saben mis pobres lectores regulares, cuando entro en hiatus de la nada es porque siempre pasa algo, pero mi vida personal ha dejado de ser un completo caos, así que acá estoy, lista para seguir retomando esta dinamica (es una suerte que se acepten trabajos atrasados en esto). Mil gracias a quienes se toman tiempo para leer.
¡Espero que les guste!
—¡Vamos rápido al mar! —Bones baja de la motocicleta, desabrochándose la jardinera y arrojando las prendas en la arena para zambullirse en la cristalina agua de California—. ¡Vengan rápido!
—No hemos venido acá para divertirnos. —La imponente voz del líder de Fish Bone congela al resto de sus integrantes, se encuentran utilizando ropas ligeras, la brisa salada les golpea tenuemente las caras, es una sensación calurosa y agradable—. Hemos venido por mera formalidad.
—Pero jefe... —Kong gimotea, acunando a su flotador entre las manos—. Podríamos aprovechar de jugar ya que estamos acá. —Esa petición parece indignar al aludido de sobremanera, Shorter lo sabe porque ha tensado la mandíbula y formado espesas arrugas bajo los mechones dorados, le ha dicho acerca de lo peligroso que es amargarse desde tan joven, sin embargo, nunca lo escucha.
—Hemos venido a hacer presencia con las demás pandillas, no a holgazanear.
Están en Venice Beach.
En los Ángeles, bebé.
—Aunque tienes razón... —Hasta Alex se ve decepcionado, ha bajado de su motocicleta una carpa para resguardarse del sol—. Podríamos meternos al agua para matar el tiempo.
—¿Si alguno de nuestros contrincantes nos ve tonteando? Nos hará lucir débiles. —Ash se mantiene inflexible en la orilla de la playa, se encuentra usando un polo blanco y unos pescadores (más bien, jeans mal cortados) que resaltan todavía más su palidez fantasmal—. Se los prohíbo, esto es serio.
—¡Eiji! ¡Ven al agua! —Pero antes de que el jefe pueda reclamar...
—¡Voy!
Eiji se quita las prendas, dejando a Aslan absolutamente encandilado por la imagen de su flamante novio usando un delgado traje de baño, incluso la mandíbula se le ha caído, ¿lo culpan? El chico luce ridículamente bien, sus músculos de pertiguista relumbran bajo el resplandor veraniego en una oda al bronce, su pequeña cintura contrasta con esos tenues abdominales, incluso en es infantil traje de baño de Nori Nori, sus piernas son un deleite mortífero que resaltan su trasero torneado. Desprende una deliciosa mezcla entre obscenidad y ternura gracias a esos ojos de Bambi que destrozan los 200 puntos de IQ del jefe con suma facilidad.
Que Dios se apiade de sus hormonas.
—¿Eh? —Eiji se acerca, intensificando la cara de menso de Ash—. ¿Ustedes no van a entrar? Pero si el clima es bastante agradable. —El americano resalta su descaro al manosear cada centímetro de piel desnuda que encuentra, desde los huesos de su cadera hasta su ombligo, se concibe famélico, como si no hubiese bebido de este implacable motociclista desde hace una eternidad y la peor parte, es que Shorter lo entiende a la perfección.
Yut-Lung Lee.
—Vamos al océano a nadar. —Balbucea, presionándole un beso contra la clavícula, consiguiendo que el moreno se encoja por lo cosquilloso de la sensación.
—Pero usted dijo...
—¡Pueden ir a la playa! —Chilla, envolviendo sus brazos alrededor del vientre de Eiji, receloso—. Es una orden. —Parece un gatito mimado clamando por la atención de su dueño, sacando las garras a quien se aproxime sin su consentimiento, teniendo un obvio favoritismo por este conejo.
—Tu barba me hace cosquillas. —Eiji musita despacio, riendo entre dientes cada vez que Ash lo frota con el mentón, son movimientos dulces y suaves, es adorable de contemplar.
—No me he afeitado durante un tiempo.
—Lo noté. —Eiji se da vueltas, acunando las mejillas del americano para plantarle un beso directo en la boca, sus yemas recorren desde el cuello de su novio para detenerse en la barbilla fantasma, apenas resulta perceptible, son solo algunas fibras doradas recién floreciendo, son lo suficiente para captar su curiosidad—. Te puedo ayudar a afeitarte cuando lleguemos a casa.
—Pero ahora no me veré guapo y respetable para los demás líderes motociclistas. —De esto se trata la reunión de hoy, es una especie de evento social en Los Ángeles para preservar la armonía entre diferentes pandillas motoqueras—. Quería verme lindo para ti.
—Siempre te ves lindo, Ash. —Juntan sus narices en un asqueroso beso esquimal.
—Tú eres lindo.
—Tú eres más lindo. —Aslan se arroja al cuello de su amante para llenarlo de besitos, la carcajada del japonés no se hace de esperar, se retuerce, clamando por clemencia en esta guerra de cosquillas y cariño—. ¡Ya basta! —El americano no se detiene, para cualquier otro espectador dichosa imagen le sería sumamente adorable, no obstante, Shorter está cabreado de estos tórtolos idiotas.
—Ejem. —Por eso carraspea frío—. Vinimos juntos como un grupo de amigos, ¿lo olvidan? —Lo han dejado sosteniendo la canasta y las sombrillas, porque claro, para conservar su palidez vampírica su mejor amigo no puede exponerse al sol, aunque su nombre real tenga implícito el amanecer—. ¿Me van a ayudar?
—Claro. —Eiji sigue batallando para que lo suelte—. ¡Ash! ¡No seas infantil!
—¡Ya paren de coquetear!
Aslan lo suelta para ayudarlo con cara de mierda.
Ama su buena voluntad.
El evento se lleva de tarde en el centro de Venice Beach, una playa definida como el epicentro entre lo bohemio y lo moderno, el apogeo de la rebeldía juvenil. Yacen tres grandes canchas de básquetbol alrededor de un parque de skate, tiendas repletas de productos artísticos y holísticos encienden los caminos con colores cuya existencia desconocía hasta que los vislumbró danzar, creando un sublime caleidoscopio de iridiscencia, esta es la alegoría del rock and roll, varios quinchos con techos rústicos les han permitido estacionar sus motocicletas con seguridad, también han traído una camioneta, se veían ridículos conduciendo con flotadores amarrados a las maleteras, lo saben. Pero esta es de las pocas reuniones pacíficas que les ofrece el mundo de la violencia y las pandillas, no iba a faltar.
Como Ash Lynx es un nerd sin remedio, apenas arman la primera carpa y clavan la sombrilla contra la arena, él se recuesta con unos jodidamente pretenciosos lentes de sol a leer a Salinger a pesar de la humedad y la multitud fervientemente ensordecedora. Eiji y Shorter comparten una mirada indignada, intentando transmitirse con telepatía una manera para sacar al lince de su cueva, ambos se han sentado cerca para juguetear con la arena y la espuma, a Skip le habría encantado venir, pero hoy había escuela.
—Entonces... —Es Shorter quien decide romper el silencio de la carpa—. ¿Nos vamos a quedar acá como amargados hasta el evento? —Ash cambia con indiferencia la página de su libro, ni siquiera alza la mirada, solo arroja un bostezo aburrido.
—Soy una persona delicada, me quemo con facilidad. —Eiji bufa, desarmando su castillo de arena durante el proceso, lo estaba armando con la ayuda de Shorter, era una fortaleza jodidamente genial, si a su preciado restaurante lo rodease una barrera así, no debería preocuparse por el cerdo de Marvin yéndolo a amenazar.
Dino le mandó otro aviso anoche.
Debe apurarse.
—El agua se ve realmente agradable. —Eiji lo musita con una voz dulce, casi caramelizada bajo los leves rayos de California, el calor los ha hecho transpirar, el sol es tan reluciente que no les permite mantener la mirada fija demasiado tiempo—. Vamos a meternos.
—Cuando termine algunos capítulos más.
—Bueno, ya tratamos de hacerlo por las buenas. —De repente, ambos se levantan, despertando la hiperalerta del lince con suma facilidad—. Ahora será por las malas. —Cada uno agarra una pierna de Aslan para comenzarlo a arrastrar por la arena hacia la playa.
—¡Chicos! ¡Esto es una falta de respeto! —Gimotea, retorciéndose en el suelo, tratando de sacarse las converse, de resistirse como un gato lo hace a la hora del baño—. ¡Los voy a sancionar!
—Sí, sí. —Shorter se burla—. Estamos muy asustados, ¿verdad?
—Muertos de miedo. —Wong debe admitir que adora tener a alguien que se una para hacerle frente al imponente lince de Nueva York—. Acá vamos. —Cambian de posiciones, Eiji ha tomado los brazos de la víctima mientras que él le ha agarrado las piernas, lo balancean hacia el agua—. Uno, dos...
—No se atrevan. —Por muy fuerte que sea Aslan, le es imposible ganarle a los dos.
—¡Tres!
El gato queda empapado.
Si bien, al inicio Aslan intenta asesinarlos mientras nadan, pronto se relajan para que la atmósfera se desborde con risas y jovialidad. Se funden en el océano de Los Ángeles, consintiendo que el albor delinee las gotas saladas como si fuesen metales preciosos y las carcajadas de Fish Bone aligeren la carga de sus almas. Incluso, el más despreocupado si se encuentra en la pandilla de motociclistas es a causa de alguna dolencia, Shorter mejor que nadie lo comprende, para sobrevivir a tanta crueldad es necesario desconectarse un rato y es lindo hacerlo en una sensación de hermandad. Sí claro, ama a su hermana mayor, pero esto es completamente distinto, siente que seguiría a cualquiera de estos chicos hacia el infierno y más allá, probablemente lo haga.
Se dedican a juguetear en el agua hasta que se arrugan, lava sus problemas con la reminiscencia de la sal, no pretende pensar en la advertencia que Dino Golzine le ha dejado, menos en la competencia que tendrá que encabezar mañana contra su amor unidireccional.
Yut-Lung Lee.
El rompecorazones de Yut-Lung Lee.
Probablemente, él también esté acá.
Aslan y él son los primeros en abandonar el jugueteo, se han cansado con facilidad, danzaron en el mar hasta caer rendidos en la arena, aunque era arduo mecerse entre las olas y las demás pandillas motociclistas, ha valido la pena. La música que han puesto en los altavoces de la playa es pegajosa, la arenisca se les ha metido inclusive en el bañador, se arrojan frente al océano, bajo una sombrilla para que el señor delicado no se queme, el ambiente es íntimo y ameno.
—Estoy agotado. —Aslan balbucea, arrojándose en la arena, empapando mechones increíblemente dorados con perlas de alba, entrecerrando esos ojos jades con un fulgor tan sublime que lo paraliza, es hermoso e inalcanzable, casi etéreo, son los ojos de un ángel, lo sabe.
—Yo igual. —Shorter lo imita.
Si algo debe admitir es que hubo un tiempo donde estuvo enamorado del lince de Nueva York, le da risa mirando hacia atrás, pero tras conocerlo en la correccional él descubrió que era bisexual, jamás le habían atraído los chicos, sin embargo, este terco similar a su tarjeta de ángel navideña le puso el mundo de cabeza. La primera vez que lo vio le dio miedo, aun siendo un mocoso irradiaba pura rabia, lucía como todo un asesino, lo notó enseguida. Y no pudo evitar abatir por la desmesurada fragilidad que ocultaba, sabe que Ash se preocupa por él, que lo ama como un hermano lo haría, se resignó a que eso era todo lo que podía aspirar y lo aceptó por doloroso que fuera.
Verlo enamorado de Eiji Okumura, al contrario de lo que especuló, fue un alivio. Shorter adora a ese terco japonés, son el uno para el otro, lo notó apenas esos ojos verdes atesoraron una luminiscencia especial tras chocar con la divergencia de Eiji, increíblemente amable, educado y se podría decir que simple por un lado, mientras que al mismo tiempo, esconde una voluntad ardiente e inquebrantable que dejó a todos pasmados al patearles el trasero en una competencia.
Le alegra.
Realmente le alegra verlo enamorado.
Y la mejor o peor parte (todavía no se decide) es que Shorter se ha enamorado de otra persona.
Es aterrador.
—Te ves mucho más feliz que antes. —Lo toma por sorpresa que Ash inicie la conversación, es poco usual que se dediquen a tocar temas densos y personales, esa es la magia de su relación, apoyo si es necesario sin inmiscuirse demasiado, es una barrera que nunca supo cruzar, aunque tal vez, no estaba destinado a hacerlo—. ¿Volviste con tu ex?
—No. —Shorter hunde la nuca contra la arena, los granos se le meten en el mohicano, será un dolor limpiarlo más tarde, por ahora le da igual—. Conocí a alguien nuevo.
—¿Es una buena persona?
—Lo es. —Aslan frunce los labios, se mira extraordinariamente preocupado, es una sensación suave que le escalda desde las venas hasta los huesos, tiene suerte, adora a su idiota mejor amigo—. Te gustaría, estoy seguro. —Miente, es un descarado. Estos dos definitivamente se matarían si tuviesen la posibilidad.
—Me alegra verte enganchado de alguien
—¿Eh? —Shorter parpadea, quitándose los lentes para poder contemplar al más joven en vano, el sol lo ciega, incluso recostados bajo una sombrilla, Los Ángeles es una fantasía veraniega—. ¿Por qué?
—Siempre parecías estar esperando a quien no llegaba, me empezaba a preocupar. —Ha abierto el tema a pesar de la incomodidad, puede apreciar la espuma marina acariciándole los dedos de los pies, el tenue aroma a sal le roba una sonrisa, es un día agradable—. Pero todavía necesita conseguir mi aprobación para saber si te merece.
—¿Desde cuándo eres Nadia? —El más joven carcajea entre dientes—. Ella es insoportable, es una quisquillosa con mis parejas pero yo no puedo opinar nada del cabeza de zanahoria.
—Lo dice el cabeza de mármol. —Shorter patea el agua en dirección hacia Aslan, despertando una mueca de desagrado que le enciende las satisfacción en el alma, le gusta ponerlo en su lugar a pesar de los rangos y las diferencias—. Es la verdad, eras un melón andante.
—Por eso me dejé un peinado cool. —Ash rueda los ojos, acomodando sus palmas contra su vientre, sus piernas se han hundido en la arena, buscando calor, recién ahora se están secando.
—No te has metido en problemas ¿cierto? —Que sea tan perceptivo le hiela la sangre, por mucho que le confíe la vida, no puede ponerlo en peligro con Dino Golzine—. Escuché que las cosas están tensas entre el clan Lee y la mafia del viejo, me quería asegurar.
—Todo se halla de maravilla. —Ash se levanta, tiene una mueca indescifrable pendiendo entre sus labios, no conoce el significado ni lo desglosa, pero le quiebra el corazón como si fuese su hermanito menor—. No te tienes que preocupar por mí.
—Si cualquier cosa anda mal, avísame. —No es una orden, es una súplica.
—No puedo meter a la pandilla en mis problemas personales. —Se mantiene terco y reticente—. Además soy un adulto, puedo controlar mis problemas. —Sí, puede controlarlos tan bien que se ha jodido con el consumo de cocaína, la última tira que aspiró fue antes de venir a California, él les ha mentido a absolutamente todos acerca de la rehabilitación, porque es difícil.
—No hablo de mí como el líder de Fish Bone.
—¿Entonces a qué te refieres? —Aslan se inclina para golpearlo en la frente, el cristal de los anteojos cruje contra sus uñas, le recuerdan a las garras de un felino, igual que esos ojos extraordinariamente verdes y brillantes, el apodo le sienta a la perfección, indomable y salvaje, y aun así, ni el lince feroz ha soportado esa asfixiante soledad. ¿Cómo Shorter podría?
—Lo digo como tu mejor amigo. —Es obvio y aun así...
—¡Pero...!
—Cabeza de piña. —No se lo esperaba.
Esto es lindo.
Shorter camina hacia el hotel cerca de Venice Beach, tiene la esperanza de lograrse colar para poder asearse antes de la reunión, se ha puesto un polerón sobre los hombros mientras se arrastra con las zapatillas empapadas, en retrospectiva, debió quitárselas antes de ir hacia el océano, espera que se sequen pronto. Él mete las manos en los bolsillos, pensando en los eventos de los últimos días. Raro, Yut-Lung Lee no es ninguna adicción para que se aplaquen los síntomas del consumo, el objetivo de la droga es desconectarlo de su vida mierdosa con Marvin o sus problemas en el Chang Dai, y todavía así, él puede jurar que la necesita menos, que ese vacío que con tanta voracidad lo devoraba se ha aplacado. Raro, vuelve a pensar.
Se congela antes de entrar, reconoce a las motocicletas estacionadas frente al lobby, Chinatown se encuentra haciendo un acto de presencia en el evento, le enorgullece, se pregunta si al menos podrá ver a Yue a escondidas, fingir que son una pareja normal y...
—Te dije que no. —Reconocería esa voz en cualquier lugar, no lo piensa, le es sumamente instintivo ir corriendo hacia lo que se asemeja a una cafetería para confrontarlo—. ¿Acaso estás sordo?
Ahí está él, sentado en una elegante butaca de madera, con una taza de té entre las manos y lo que parece un pastelillo sin tocar en el plato, tiene una sonrisa de triunfo que le quiebra el corazón, está sangrando, no necesita ser adivino ni especialmente perceptivo para notarlo. Las bombillas se hallan bajas, no le agrada este ambiente, hay un hombre mucho mayor tratando de tomarle las manos. Se esconde por instinto detrás de la puerta, ruega para que los camareros no lo echen, presiente que no quedarse sería un error garrafal, no se lo perdonará.
—Yut-Lung. —El sujeto se inclina para acariciarle el mentón, se relame los labios con hambre, las tripas se le retuercen en puro asco, pero esta belleza mortífera no hace nada—. No olvides tu lugar.
Solo deja que lo toquen.
Está temblando.
—No permitiré que uses a mis chicos para tus tratos con Golzine. —A pesar del temor impregnado en su tono, se mantiene firme e indiferente, casi entrenado—. Mi pandilla no es de tu incumbencia.
—Eso no es más que un capricho. —La voz del sujeto escapa grave, profunda y dominante, él acaricia esos mechones entintados que Shorter tanto adora, los tira con fuerza, provocando una mueca de dolor en su acompañante, no es correcto interrumpir, no conoce el maldito contexto, calma, calma, calma—. Te mandamos con esos niños para que reclutaras trabajadores.
—Me gané mi lugar en Chinatown limpiamente. —Su sonrisa es filosa. Yue se inclina para entrelazar sus manos con ese desconocido, lo odió, Shorter Wong aborreció ese tacto hasta querer vomitar.
¿Con qué derecho? No son nada.
—Eres solo una herramienta para nosotros. —Son palabras increíblemente crueles, este sujeto debe ser importante para atribuirse semejante prepotencia—. No lo olvides.
—Lo sé, hermano. —Eso le hiela la sangre.
—¿Hermano? —Susurra para sí mismo.
De pronto, el aire se vuelve insoportable, sus palmas se aferran con desesperación a los marcos de la puerta, está lo suficientemente lejos para pasar desapercibido y aun así, concibe que se encuentra a una eternidad de distancia. ¿Ellos le hicieron daño? ¿Cuánto ha tenido que pasar en ese asqueroso clan? ¿Cuánto lo han lastimado? Bastardos.
—Te lo diré una sola vez, Yut-Lung. —El agarre se ha tornado todavía más brusco contra su cabello—. Cuando acabes este jueguito de la competencia, nos entregarás Chinatown.
—¿Para que paguen sus deudas con el cerdo de Dino? No. —Le sorprende la preocupación genuina que muestra por esos chicos, Yue es un buen líder, es innato—. No te los entregaré.
—Entonces... —El psicópata se ha parado para estamparlo contra la silla—. Me aseguraré de decirle a Wang que te dé un buen uso, tienes una cara bonita. —Un escalofrío recorre cada centímetro de Shorter ante lo destructiva de esa imagen—. Sabrás sobrevivir en esta clase de mundo.
No lo resiste.
No puede más.
¡Al carajo sino se debe entrometer!
—Suéltalo. —Ni siquiera se lo advierte, ha apretado la muñeca de ese papanatas con fuerza, a pesar de la brecha de edad, él es mucho más fornido, matará a este abusivo en una pelea de golpes.
—Shorter... —Que deje escapar su nombre con semejante desesperación le punza, lo quiebra solo para volverlo a recomponer en un mosaico blanco—. ¿Por qué estás aquí?
—¿Este es uno de tus clientes? —Y maldición, no aguanta más y le estampa un puñetazo contra la quijada, arrojándolo hacia el tablero, destrozando las tazas de porcelana y el centro de mesa, no le importa meterse en las mismas fauces del lobo o acabar más acomplejado con Golzine, al diablo.
—Escúchame. —Se inclina para zarandearlo, incrustando sus uñas en la camisa de diseñador, la nariz de ese sujeto sangra, manchándole el traje—. Lo vuelves a tocar y considérate muerto. —Lo suelta con una escalofriante seriedad, cree posible hacerlo.
—¿Sabes quién soy, mocoso?
—¿Acaso tú sabes quién yo soy?
No se molesta en darse vueltas, toma la mano de Yue y huyen del lugar.
Está enamorado.
Lo comprende tras semejante imprudencia y sí, puede ser sumamente estúpido engancharse de un peligro desconocido, beber veneno lo terminará matando, sin embargo, la fragilidad que chispeó en esos ojos oscuros cuando el imbécil le gritó esto, la determinación con la que protegió a la pandilla a costa de su bienestar, wow. La frustración de la escena aún la tiene agolpada en la cabeza, aquello le aumenta con cada pisada, corren, empujando a la multitud hacia el rincón más recóndito de playa, los pulmones se le han llenado de las espinas de una enfermedad imaginaria.
—¡Shorter! —Yut-Lung forcejea para soltarse—. ¿Tienes idea de lo que acabas de hacer?
—¿Tienes idea de la cara que estabas poniendo? Parecías a punto de llorar.
Eso es suficiente para callarlo y arrastrarlo lejos hacia la orilla del mar.
Se sientan donde rompe la espuma y las olas son una caricia de seda, no intercambian otra palabra, sabe que Yue debe estar enfurecido debido a su interrupción, ha sido peligroso e imprudente, pero tener que tolerarlo no era una opción. El más joven se abraza las piernas con la mirada enfocada en la puesta de sol, pronto va a comenzar la reunión entre las cuadrillas de motociclistas, se encuentra vistiendo un tapado blanco con un traje de baño de dos piezas naranjo, se ve bonito, especialmente con el cabello revuelto por la brisa veraniega, él presiona los párpados, buscando calma. Shorter logra darse coraje para acomodarse a su lado, la arena está húmeda y fría, se les ha impregnado a las ropas, la orilla le ha empapado las zapatillas, suspira, acomodando su mentón contra sus rodillas.
—Yue...
Le es injusto que alguien sea tan hermoso como este chico, sus pestañas espesas proyectan sombras de pura iridiscencia contra sus mejillas encendidas por un tenue carmesí, sus cabellos son realmente oscuros y largos, le recuerdan a una noche carente de estrellas, pero claro, las estrellas se han caído en esos ojos luminosos, esos que son las piedras preciosas más magníficas del universo. Amarlo es egoísta, ni siquiera puede dar fe ciega del sentimiento, es muy pronto para ponerle esa etiqueta, tal vez sea encaprichamiento. Pero Shorter quiere protegerlo otra vez, todas las que le sean posibles, es egoísta y doloroso, teme que los descubran y al mismo tiempo, desea que lo hagan.
Lo único que desglosa es que se encuentra jodido.
—Gracias. —Realmente jodido en este amor—. Es la primera vez que alguien me defiende. —Yut-Lung se hace aún más pequeño contra sus rodillas, el temblor en su cuerpo es apenas perceptible, y aun así lo suficiente para quebrarle el corazón.
—Pensé que te molestaría que me entrometiera.
—Me molesta, odio que te hayas entrometido. —El más joven tensa los puños contra la arena, impresiona a punto de romper en llanto—. Odio que me hagas tan débil. —Recuerda las palabras que dedicó acerca de Ash y Eiji, eso le roba una sonrisa.
—Enfrentar al mundo con ayuda no significa ser débil.
—Lo es para mí. —Se atreve a dar el siguiente paso, acariciando las espaldillas de Yue con suma ternura, procura nunca ser brusco, se limita a movimientos suaves y desinteresados, con las yemas rasposas de tanto conducir y las manos heridas a causa del trabajo—. Es la primera vez que me niego a ellos.
—¿Tu familia siempre es así de bruta? —Asiente, parece famélico por comprensión y contacto, ya ni lo esconde.
—A quien golpeaste es Hua, tiene un fetiche extraño conmigo porque me parezco a mi mamá. —La voz se le quiebra tras pronunciar lo último, la contextura del tapado le hace cosquillas, incluso detrás de la sal queda encantado por el dulzor—. Es así desde que soy un niño.
—¿Tienes que quedarte con ellos?
—No tengo a dónde más ir. —La incertidumbre se convierte en expectación—. Excepto a Chinatown, hace mucho no me siento bienvenido en algún sitio. —La excepción flota como un barquito de papel en un océano de ilusión—. Es agradable. —La ilusión se apaga bajo la chispa del amor.
—¿Y si tuvieras a dónde ir? —Shorter sabe que está preguntándole una locura, apenas se conocen, no poseen ninguna razón coherente para confiar en el otro.
—¿Dónde?
—Conmigo, por ejemplo. —Pero el rubor le ha quemado la razón y el corazón le sangra en la manga, lo ve teñir la arenisca para ser arrastrado por la espuma del océano, es una impresión calmada y reconfortante.
—Mañana nos tenemos que enfrentar, Wong. —Es consciente de eso—. No seas ingenuo.
—¿También tienes que ganar? —Yue se quiere poner a la defensiva, no obstante, le es imposible al no detectar señales de saña o maldad, Shorter es extraño.
—Así es. —Es la primera persona en quien elige confiar—. Golzine es un problema.
Claro, Yue odia esta clase de cursilerías, el amor arruinó a su bestia indomable, se lo ha repetido en un mantra para convencerse de la verosimilitud, pero el lince de Nueva York parece estarlo haciendo ¿bien? Sí, no se miente más, nunca lo había visto contender con semejante determinación a cuando Eiji conduce a su lado. Al principio le costó reconocerlo, porque se veía feliz, muy feliz. Y en el fondo, él envidia esa clase de devoción, quiere ser feliz con alguien a su lado.
Por eso Shorter es tan atemorizante.
No solo ha sido el primero en defenderlo cuando él no tenía voz, sino que sus caricias son distintas a todo lo que ha conocido, incluso en ese acostón borracho que se dieron cuando se conocieron, él fue cuidadoso, como si genuinamente le preocupase su bienestar y que también disfrutara. Eso caló demasiado profundo en su quebrada alma, sus hermanos lo ofrecían en bandeja de plata a la fina alcurnia, que les diese ganancias era lo único importante, no si sufría o le dolía, y que alguien escuche su lamento si ha pasado tanto tiempo es...Violento.
Esta clase de ternura es jodidamente violenta.
—¿Cómo está tu hermana? —Lo más atemorizante es que le preocupa de forma genuina, por favor, él no cae con la mirada del príncipe encantador, no necesita que ningún papanatas lo salve, es más, no necesita a absolutamente nadie.
—Está mejor. —Pero Shorter se halla contemplándolo con una mirada absolutamente enamorada y...—. Quiere conocerte. —Ya no puede luchar.
—¿A mí? —Asiente—. ¿Por qué?
—Hablo mucho sobre la persona que me gusta. —Se han dado la mano por encima de la arena, es un roce gentil y dulce, es casi primerizo, aprecia a los granos deslizarse por las líneas de sus dedos, generándole un hormigueo—. Sería lindo salir oficialmente. —Él tiene una infinidad de argumentos para rebatirlo, pero en lugar de eso, elige acurrucarse contra Shorter.
—Tienes razón, sería lindo. —Y seguirle el juego, dejándose ahogar en esta fantasía.
—Vamos a llegar tarde a la reunión de pandillas ¿sabes?
—Me da igual. —Le encanta esa naturaleza caprichosa que le admite vislumbrar de vez en cuando—. Yo quiero quedarme a tu lado por ahora. —Y Yut-Lung sabe que está mal, que es egoísta querer mantener esta belleza cuando son de mundos diferentes, sus hermanos jamás le permitirán lograr la felicidad, sin embargo...
—Yo igual. —Quiere alcanzarla, porque este idiota ha hecho un desastre en un corazón que no sabía que aún sentía y ya no es justo.
—Mañana vamos a tener que competir en contra del otro. —El retumbo de las olas los envuelve, la brisa genera una atmósfera romántica que los incita a acercarse todavía más, poseen las miradas entrelazadas a pesar de la cercanía—. Aunque me gustaría correr a tu lado, no quiero que sea así. —Shorter lo vislumbra con ese par de ojos que incluso bajo los lentes, le roban incontables veces la respiración. El soplo se encuentra caliente, su sonrisa es suave y gentil, lo más gentil que ha recibido.
—Me arrepiento de haberlos desafiado. —Yut-Lung puede sentir y escuchar en cada fibra de su ser retumbar los latidos, tiene miedo de estarse volviendo humano, es un monstruo, no tiene derecho a permitir tanta bondad—. ¿Te puedo contar un secreto, Wong? —El aludido asiente, lo ha cubierto con su brazo para que no pase frío, es considerado y galante, todo un caballero.
—Puedes.
—Me gustas en serio. —Ambos sonríen con amargura, con las manos aferradas en la arena y los tobillos sumergidos en la espuma del mar, con unas pupilas resplandecientes de penas y de veleros perdidos.
—Tú igual. —Este momento lo recordarán para toda la vida, cuando se atrevieron a amar bajo la luna de Los Ángeles.
—Lo siento, Shorter.
Con el corazón más quebrado que nunca.
—Yo también lo siento.
Y el alma a la mitad.
El capítulo de mañana es clave y ya casi no queda nada de este WongLung chiquito, aún así, me ha hecho bastante feliz escribir de la pareja como protagonista, recuerdo porque amo su dinamica tanto, mil gracias por el apoyo.
¡Nos vemos mañana en la competencia!
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