4. This is where i belong.
Hi~ Muchas gracias a las personitas que se toman el tiempo para leer, siento que no actualizaré ninguna otra cosa durante esta semana, perdón, trato de adelantar algo de otro proyecto para Diciembre o será misión imposible. Pero para quienes están acá, los amo.
¡Espero que les guste!
—¡Dijiste que era la última vez! —Sabe que Nadia no le está gritando por maldadosa, tras semejante rabia él es capaz de vislumbrar su preocupación con una violenta claridad, igual que una botella de cerveza reventándose contra la cabeza de un vagabundo, es un espectáculo morboso y cruel.
—Lo lamento. —Lo único que puede hacer es encogerse en su delantal y mirar hacia el piso, las freidoras siguen funcionando a su alrededor en la cocina, las ollas también continúan hirviendo, sino las apagan se les van a quemar las sopas y las salsas, eso los llevará a la quiebra.
—Shorter, ya no sé qué más hacer contigo. —Suena como su mamá, no debería ser así. Si hubiese hecho bien su trabajo de hermano, Nadia no estaría a punto de romper en llanto, quebrantándole el corazón en el proceso, siempre le ha resultado duro tener que confrontarla, pero últimamente, la tensión es explosiva—. ¿Qué más esperas de mí? No sé cómo apoyarte.
—¡Nada! No te estoy pidiendo nada.
—Aún así, te atreviste a arriesgarnos con esto.
—Fue un accidente, el comprador no debía venir al Chang Dai. —Se excusa, quiere que su voz escape firme y certera, sin embargo, lo único que flota por el vapor de la cocina es un trémulo hilo de pena, Shorter enfoca su atención en su propio reflejo en el metal, las ollas se encuentran escurriendo una espuma grotesca que a nadie le parece importar—. Le dije que haríamos la venta en el metro.
—Eso no me hace sentir mejor.
—Lo sé. —Nadia se presiona el entrecejo con fuerza, arrojando el paño de cocina hacia el lavamanos, se ve enferma y probablemente sea así, llevan demasiado tiempo sobreviviendo, incluso con ayuda de Ash y la protección de Fish Bone, nadie puede contra Dino Golzine.
—¿Estamos con problemas de dinero otra vez?
—¿Qué? —Aunque adora que sea tan perspicaz, en estos momentos realmente aborrece dichosas cualidades. Él retrocede con un movimiento endeble, sus zapatillas se hallan embarradas de grasa bajo la suela, no afirma si es de la cocina o del motor—. Estamos bien, mejor que nunca.
—Dios... —Nadia se abraza a sí misma, la cocina es un desarreglo y los clientes se encuentran afuera a la espera de sus respectivos platillos—. Nunca estuvimos bien con ese sujeto, ¿no? —El sudor escurre por el corto flequillo de la muchacha, cayendo hasta su camiseta, está roñosa y es vieja, a Shorter le da rabia no poder darle una calidad de vida mejor, cuando ella sacrificó su juventud para cuidarlo.
—¡Eso deberías preguntárselo a tu novio! —Y la única forma que encuentra para sacar su rabia, es con un culpable—. ¡Charlie deja que esto nos pase y no hace nada!
—Sabes que pondría en riesgo su trabajo hacerlo.
—¿No se supone que te ama? —Mierda, ha sido un golpe demasiado bajo.
—¿No se supone que tú también me amas? —Su hermana realiza un esfuerzo sobrehumano por mantener el temple gélido, ha fruncido la boca y tensado las cejas para verse aún más convincente, y aun así, las lágrimas no le dejan de brotar de los ojos—. Me prometiste que te habías rehabilitado, confié en ti.
—No puedo rehabilitarme por arte de magia.
—¡Papá lo hizo!
—¿Sí? ¿Por eso murió? —No hay marcha atrás en esta discusión.
—Vete de la cocina. —Las ollas han vomitado la sopa hasta el piso, la carne se ha quemado.
—Bien, no tenía ganas de trabajar. —Shorter arroja el delantal al suelo, no prórroga en ensuciarse gracias a la salsa desbordada, queda espuma por doquier, si fuese un buen hermano la ayudaría a limpiar, sería capaz de aferrarse con garras y uñas a los ataques emocionales, pero hoy está cansado.
Hoy no quiere más.
Shorter se arroja en una de las butacas vacías del Chang Dai, quiere conducir a casa, incluso caminar, pero la carrera es dentro de algunas horas y está demasiado drogado para tomar el volante, a pesar de ser un conductor clandestino trata de ser responsable. Él se presiona el entrecejo, hunde su codo contra la mesa, el menú de papel se arruga en un santiamén, las luces amarillentas se entrelazan a las lámparas de papel creando un aura casi maléfica. Lo siente, no ha querido lastimarla, es su única familia con vida, la adora, pero ya no puede levantarse de este round.
Las personas juzgan con suma facilidad a un consumidor de droga, claro, es imposible equiparar los diferentes casos considerando la individualidad de cada persona, sin embargo, a veces apagarse por un rato, ya sea con la ayuda de la cocaína, el tabaco o la motocicleta, le da la energía para continuar en esta carrera. Shorter no tiene porque ser bueno todo el tiempo, es un ser humano y es bastante duro tener que mantener esa fachada despreocupada omnipotentemente, sí, es segundo al mando en Fish Bone, tiene un trabajo estable y amigos que lo adoran. Pero también, hay noches donde un vacío se lo traga y le es imposible escapar, eso sumado a los síntomas de craving y dependencia, uy, es una maravilla. Ash encontraría una explicación intelectual para ambos términos, él solo sabe que necesita de la droga cada vez más y eso le asusta.
—Te ves deprimido. —Es Sing quien se ha sentado frente a él, tiene un plato humeante de sopa (no la que sea quemado) entre las manos—. ¿Qué pasó?
—No es nada.
—Ajá.
—¿No deberías estar con tu pandilla? —El más joven bufa, indignado por el sutil rechazo.
—Lao se está comportando como un idiota otra vez, así que lo estoy evitando.
—Es malo evitar a la familia. —Se profesa sumamente hipócrita por musitar aquello, pero esto es diferente, Sing es joven y precisa de apoyo—. ¿Al menos le avisaste dónde ibas a estar?
—No. —Chilla, tomando el pocillo de cerámica entre las palmas, vertiendo la sopa en su boca como si fuese un cachorrito hambriento, sorbe los fideos mientras el caldo le gotea hasta el chaleco—. No le planeo decir, me acabo de fugar de casa. —Seguramente tuvieron una pelea fuerte, aunque Lao es el mayor es este mocoso quien siempre muestra un temple paciente.
—¿Tienes para pagar la cena? Si vas a ser un fugitivo necesitas dinero. —Palidece.
—¿D-Dinero? —Sing tantea los bolsillos de su chaqueta, se ha comenzado a desesperar, es fácil verlo cuando tiene las emociones escritas en la cara—. ¿Puedo lavar los platos?
—Eso solo pasa en las películas.
—¡Pero...! —Sus piernas se contraen hacia la butaca, su atención brinca desde las lámparas de papel hasta los ojos de Shorter otra vez—. Puedo pedirle a un amigo que pague por mí. —Oh, el grandioso Sing Soo-Ling tiene un amigo con dinero, ver para creer.
—Que amable debe ser para financiarte.
—¡Sí! ¡Yue es genial! —Se pone rojo de golpe.
—¡¿Y-Yue?!
—¿Shorter? —El corazón le salta hacia la garganta, el pulso se le dispara con la ferocidad de un tren bala, le es ridículo haberse enganchado a semejantes niveles, pero no puede evitarlo—. ¿Estás bien? Te ves afiebrado. —No, claro que no lo está, ese chico bonito lo ha convertido en un desastre gay.
—Estoy bien. —A pesar de la respuesta, Sing se inclina a tomarle la temperatura, es un acto infantil y extraordinariamente dulce, será un buen líder para su vieja pandilla cuando llegue el momento, lo enorgullece de sobremanera—. ¿Qué te pasó con Lao? —El más joven cae de porrazo encima de la butaca, ha cruzado los brazos contra su vientre y fruncido el ceño, es un niño, piensa.
Realmente lo es.
—¡Lao es un idiota! —Gimotea, volviendo a sorber el pocillo de sopa vacío—. Él me está presionando demasiado para que tome el liderazgo sobre Yue, no me parece justo, hace un gran trabajo.
—¿Por qué la urgencia?
—Dice que no nos podemos dejar aplastar por un forastero. —Sin embargo, ha omitido la parte en que le ha pateado el trasero en una flamante carrera, que conveniente. Shorter acomoda sus brazos por encima del mantel, el papel se encuentra húmedo, se siente débil—. Es solo una excusa porque no le gusta. —Es un chico inteligente, eso lo relaja—. No es culpa de Yue tener unos hermanos de mierda.
—¿Eh?
No sabe nada sobre esto.
No sabe nada sobre Yut-Lung Lee.
—El clan Lee está podrido, es una basura.
—¿Cómo sabes eso? —Sing parpadea con inocencia, sus dedos se encuentran repasando la orilla de cerámica, sus guantes de cuerina se han empapado de aceite, tendrán que lavarlos antes de irse.
—Porque lo conocí antes de la carrera. —Lo suelta con suma naturalidad, como si hablaran del clima o de alguna tarea en lugar de esa despampanante belleza mortífera, le es ofensivo—. Su hermano mayor apareció reclamándonos como su propiedad, dijo que debíamos ser perros de la mafia.
—¿Qué? No sabía nada de esto. —Sing frunce la boca, intentando recordar.
—Dijo que necesitaban mano de obra para Dino Golzine y nosotros éramos su legado, ¿puedes creer la indignación? —Shorter aprieta el mantel entre sus puños hasta romperlo, el crujido parece captar la atención de más de un comensal, pero no de Sing, sigue en su propio mundo—. Yue se emancipó de esos tipos malos y ganó su lugar de forma justa en una competencia.
—¿Tuviste que ir solo para enfrentarlos?
—Era mi deber como líder. —Estúpido, ¿qué clase de papanatas deja a cargo a un niño de catorce?—. Pero esa fue mi oportunidad para hacerme amigo de Yue, no la pasaba muy bien en casa. —Posee el violento impulso de excavar en ese tormentoso pasado, tal vez, si vislumbra sus heridas se vuelva capaz de sanarlas, pero al mismo tiempo, desglosa que no es la forma correcta.
Yut-Lung lo odiará si lo averigua contra su consentimiento.
No puede.
No lo hará.
Mierda.
—Yue bebe mucho. —Musita, como si le hubiese leído los pensamientos—. Es arisco, pero es una buena persona, creo que se llevarían bien. —Más que bien, la química que chispean es excepcional.
—Somos de pandillas diferentes. —Sing chista, hundiendo su mejilla en la cuerina de sus nudillos, el restaurante está quedando vacío, los clientes se han aburrido de la negligencia del local y se han marchado al frente, probablemente al nuevo emporio comercial que han abierto—. No funcionaría.
—Es una pena.
Lo es.
Sigue siendo un tema para Shorter la incertidumbre que le generan esos ojos estrellados, le resulta agónica la sensación, como ser electrocutado por un rayo o ser afectado por una enfermedad ficticia de flores, es ser empujado hacia la letalidad donde los pecados se pagan con tragedia. ¿Qué es? Se niega a admitirlo en voz alta, porque la sensación es tan adictiva que sabe que peligra, es increíble, apenas han pasado algunos días juntos y todavía así, Shorter siente que su mente rumea alrededor de esa belleza fatídica durante todo instante posible, le han robado los pensamientos, el corazón y la voluntad, ser de diferentes pandillas es un dolor de culo.
Pero aún si no lo fuera y perteneciesen al mismo lugar, con ambos gobernando en Chinatown, nada le garantiza que se abrirá, debe ser paciente, los capullos se toman su tiempo para alardearle al alba los pétalos, sin embargo, él es el rey de la impaciencia, no duraba ni una clase sentado en la primaria, incluso en el reformatorio, presionó demasiado a Ash por la urgencia de ser amigos. Es depredador, no ansía sentarse a colgar trampas sino ir directo al punto, si no se desespera y bueno, por esa razón también consume drogas, producen un alivio inmediato y es realmente atractivo dejar de torturarse acerca de los préstamos, las carreras y este amor no correspondido.
¿Unidireccional?
Se acuestan, por ende, se corresponden.
—Yut-Lung es bastante genial. —Ni siquiera recuerda cómo ha llegado a la carretera, pero la voz de Eiji lo saca de su trance—. No le digas a Ash, pero me emociona competir contra él dentro de algunos días.
—¿A pesar de lo que te dijo? —El japonés se encoge de hombros, la autopista se halla jodidamente fría, morirían de hipotermia sino tuviesen las chaquetas.
—Si lo dijo debe ser bueno ¿verdad?
—Supongo.
—Shorter. —Aslan interrumpe la conversación, enrollando sus brazos alrededor de su pareja, apoyando su mentón sobre el cuello de tachas, restregándose como un gatito mimoso—. Son cuatro competidores los que necesitamos para la carrera contra Chinatown. —No es su contrincante actual, aunque enfrentarán a una pandilla novata esta noche, es imprescindible la planificación para los encuentros importantes—. ¿Estás de acuerdo con participar?
—Claro que sí, Ash. —Necesita el dinero, sin el dinero terminarán destrozando el Chang Dai y nunca dejará de traficar cocaína, pero incluso si dejase de vender. ¿Qué le garantiza que se recuperará? Quizás su adicción ya no tiene marcha atrás y lo encontrarán muerto por una sobredosis, niega, odia los pensamientos intrusivos, son desagradables—. ¿Quiénes son los otros participantes?
—Nosotros dos iremos a la cabeza de Fish Bone. —Las palmas de Aslan se enredan en la cintura de Eiji, es un toque descarado y hambriento, necesitado—. Alex y mi bombón irán detrás.
—¿Estás seguro Eiji? —No lo cuestiona con maldad, sino desde un instinto increíblemente protector, está seguro de que moriría antes de permitir que tocaran a sus amigos, aunque la pauta funciona en general, es especial para el caso de estos dos y de Sing. ¿Yut-Lung? Ese es un tema aparte.
—Me desafió directamente, sino compito contra su pandilla no me dejará en paz jamás. —De hecho, le llama la atención que atacase a un inocente, porque el japonés es ajeno al mundo de la violencia, incluso conduciendo las motocicletas y siendo el amante del lince, lo asevera, Ash no le ha mostrado lo sucios que verdaderamente están.
—Tienes agallas, bebé. —Aslan le presiona un beso en la mejilla—. Amo eso de ti.
—Yo lo amo todo de ti.
—No, yo lo amo todo de ti. —No otra vez, Shorter quiere lloriquear, esto es lo último que le faltaba antes de arrancar en una competencia—. Cuando ganemos te recompensaré con una ferviente cita en la biblioteca. —Ah, lo ha hecho enfadar. Lo nota por la forma en que Eiji infla las mejillas.
—Verte leer no es romántico, cariño. —A pesar de la molestia fingida, le es imposible esconder una tenue sonrisa—. Ni siquiera escoges libros divertidos, siempre es Hemingway.
—Aun así me acompañas.
—Claro que lo hago, te gusta ese lugar.
—Ustedes... —Shorter se ha puesto rojo de pies a cabeza, es tan vergonzoso preguntar que prefiere la combustión espontánea antes de la carrera, no obstante, la duda lo carcome, se le ha clavado como una espina en una enfermedad imaginaria de pétalos y tragedias coloridas—. ¿Cómo supieron que estaban enamorados?
—Es bastante simple. —Su mejor amigo suaviza su mirada, eso le genera una sensación que él es incapaz de procesar—. Eiji es donde pertenezco.
—Y Aslan es donde yo pertenezco.
Es simple.
Es lindo.
¿Dónde pertenece él?
Gana la carrera sin mayor esfuerzo, el monto de recompensa es una porquería, han competido para resguardar el estatus y por la pasión, no por el valor monetario, lo sabe y se aborrece por aceptarlo con suma facilidad. La idea de un sitio seguro sigue rondando en su cabeza, ensordece como eco en un mar muerto es un ciclo de catástrofe e intrusión. Ya no es por él mismo, sino porque Yut-Lung le da la impresión de ser jodidamente complicado, o más que eso, de estar extraordinariamente herido lo que explica las cicatrices y las barreras. ¿Dónde pertenece? ¿Con Chinatown o con los Lee?
No desiste el cuestionamiento hasta que lo encuentra en el mirador, está amaneciendo, ha llegado más tarde de lo usual por la celebración de la carrera, Shorter suele mentirse a sí mismo diciéndose que le es fácil exponerse cuando es mentira, se esconde tras una fachada de simpleza, porque si no ve sus problemas, quizás se vayan en un bote de papel al altamar, no pasa, nunca ocurre ni despierta siendo alguien más, la vida sigue su flujo tormentoso y a estas alturas, el craving es para compartir el dolor.
—¿Hablaste con Sing antes de venir? —Se han recostado sobre la mesa del mirador, contemplando las estrellas, le agradan esta clase de momentos de intimidad, son escasos y todavía así, sumamente hermosos, como un tesoro en una galaxia purpurina o una flor cristalizada.
—Lo hice, él fue a comer al Chang Dai. —Yue esboza una sonrisa divertida, no es igual a las muecas de prepotencia que arroja al momento de liderar o tras burlarse de su propio sufrimiento, esta impresiona ser sincera e incluso, infantil—. Dijo que tú pagarías la cuenta.
—Ese mocoso. —Su risita es un murmullo bajo la melancolía del invierno, hace tanto frío que logran ver sus propios alientos en una nube vaporosa y blanquecina—. Gracias por hablar con él, lucía muy deprimido luego de pelearse con Lao. —Esos largos mechones entintados se mueven al compás de la brisa, cayendo desde los bordes de la mesa hasta el vacío de la ciudad—. Soy malo consolando a las personas y...
—Lo entiendo. —Realmente lo hace—. Eres buen amigo, él me lo dijo. —Lo hace ruborizarse, pero no pende saña detrás ni ira, esto es suave, es dulce.
—Tú igual. —Es hogareño—. Él habla bastante de ti, dice que eres como su otro hermano mayor. —Shorter bufa ante el comentario, el niño ni siquiera mide lo descaradas que son sus declaraciones, se enfoca en el bambolear de los árboles alrededor antes de mirar a su compañero, están cerca.
—¿Qué hay de tu familia?
—Te estás pasando de la raya, Wong. —Pero increíblemente lejos al mismo tiempo.
—No es mi intención pasarte a llevar. —Yut-Lung suspira, acomodando sus palmas encima de su vientre, escondiendo su silueta bajo la cuerina.
—Sé que no tienes mala intención. —Sus botas resuenan contra el borde de la mesa, seguramente se ha encogido sobre sí mismo, no se levanta para comprobarlo—. Pero si me presionas demasiado voy a terminar escapando. —El mero pensamiento le punza en el corazón, lo escucha destrozarse, aprecia a sus pedazos caerse para estrellarse contra el suelo, haciéndose trizas—. No regresaré si eso pasa.
—¿Por qué tienes que estar tan a la defensiva?
—Porque el amor es doloroso, independiente de quien venga. —Y esa es la cuestión, sin importar cuantas veces Shorter se agache para recoger los trozos de su corazón, nunca va a encontrar todos los pedazos—. No es desinteresado, eso no existe.
—Creo que puede serlo. —La imagen de sus amigos inmediatamente lo abofetea—. Creo que puede ser especial. —Yue frunce los labios, procesando esas palabras, catándolas hasta metabolizarlas.
—Lo dice quién no recuerda ni el nombre de su exnovia. —Es un golpe bajo, pero merecido.
—Es un comentario cruel. —Y se lo hace saber.
—La vida es cruel en general.
Se quedan en silencio, mirándose durante lo que anhela sea una eternidad, las estrellas se esfuman en el cielo, dándole paso al alba, se pregunta si la luna volverá a salir mañana y teme que no sea de esa manera. Shorter siente que escribe una carta cuando se trata de este chico, no es consciente de sus propias palabras o deseos hasta que aprecia esas sonrisas más dulces que el caramelo o miradas de ferviente anhelo. Él estira su mano hacia la mejilla de Yut-Lung, lo delinea con lentitud, le encanta que sea tan bonito, pero algo que ha aprendido es que su belleza ha sido moldeada e invalidada tras sufrimiento, lo que lo hace realmente bonito es cuando se quita su máscara.
Cuando es Yut-Lung y ya.
Es una obsesión cuya única compulsión para aplacar la angustia es beber de este chico, ya que es su único oasis en el desierto, se ha convertido en la gravedad de su tierra y en la infinidad de su finito, sí, claro que es tonto engancharse de esta manera si apenas lo conoce, ¿pero qué tiene de malo el hacerlo? Él asegura que existe una conexión potente entre ellos, y lo confirma cuando estos ojos de amatista se tornan cálidos y fogosos, despechados y solitarios en paralelo, es casi un grito silencioso.
¿Cómo ignorarlo?
—Mi hermana y yo nos peleamos esta mañana. —Lo ha soltado despacio y casual, acomodando sus brazos detrás de su nuca para forjar una almohada, la mesa está dura, le duele la espalda pero no se mueve—. Un cliente me vino a comprar al Chang Dai, no fui discreto.
—Tú...
—Y también consumo. —No hace falta escuchar la pregunta para anticipar la respuesta.
—No lo hubiera esperado de ti.
—¿Por qué?
—Porque eres Shorter Wong. —No sabe si tomar aquello como un insulto o un halago, así que opta lo segundo, es más agradable—. Siempre luces despreocupado. —El mecer de la brisa es electricidad pura contra sus cabellos, debe teñírselos pronto, las raíces ya se ven negras, pero Nadia no lo querrá ayudar y no la culpa.
—Todos tenemos maneras distintas de lidiar con la mierda. —Wow, esa línea se escuchó demasiado a Ash, hasta le dio escalofríos. Las hojas secas crujen debajo de la mesa, Shorter no sabe si es su idea o el anhelo lo ha hecho alucinar, pero puede jurar que Yue se le ha acercado.
—Hubo un tiempo donde fui bastante autodestructivo. —Divaga, enfocando su atención en un cielo descolorido—. Sigo siendo autodestructivo, claro, pero es menos. —Si mira lo suficientemente cerca va a comprender a la perfección de lo que trata, es un cobarde, no se atreve a pesar de presionarlo.
—Yue...
—Sing es el primer amigo que hago durante mucho tiempo. —Le es extraño recibir tanta intimidad sin protestas de por medio—. Mis hermanos casi acaban con eso también, por eso me emancipé del clan.
—¿Por qué desafiaste a Eiji a una carrera? —Sus propias memorias nocturnas lo traicionan—. ¿Por qué la rivalidad con Ash?
—Porque odio lo débil que se ha vuelto. —Es simple y cortante—. Él era una bestia indomable a quien solía admirar, el único que pudo salir de la desgracia en Nueva York, incluso sometido a mi clan, eso me daba esperanza y cuando escuché que se enamoró... —Sus puños se constriñen en los bordes del mesón, arrojando un alarido insufrible—. No lo puedo perdonar.
—Eiji no ha hecho nada malo.
—Lo arruinó.
—¿Yo te estoy arruinando? —Yut-Lung niega, relajando por completo la nuca encima de la mesa, dándose vueltas para poderlo contemplar.
—No queda mucho que arruinar en mí, es un caso diferente. —Lo sabía, esa emoción de extrema vulnerabilidad le punza en el pecho otra vez, como si fuese una explosión de destrucción masiva. Es una peligrosa y abrumadora adicción, toma su propia palabra considerando su amplio historial con las drogas, acabará con una sobredosis o muerto por el craving—. ¿Qué hay de ti, Wong? ¿Te estoy arruinando?
—No. —Shorter no vacila, lo acerca con suavidad, acomodando sus palmas en los bordes de esa entallada chaqueta de cuero, atrayéndolo hasta su pecho, hay una voz que ha surgido con fervor que le exige protegerlo, es instintivo y natural, esto le resulta seductor en demasía, ya no solamente físico, sino emocional—. Al contrario.
—¿Qué estás insinuando?
—Entiendo más cosas de mí mismo cuando estoy contigo. —Es un pensamiento tonto e imprudente que se permite soltar, su interés se intensifica con cada instante que comparten, Yue se esconde en su hombro, no protesta por el abrazo empalagoso, de hecho, lo corresponde.
—Detente mientras puedas. —Sus manos se encuentran tiritando alrededor de la musculosa de Shorter, lo único que puede hacer, es tratar de absorber o mitigar esos temblores—. Si te acercas más no creo poderlo soportar.
—¿Qué tanto te asusta de esto?
—Que en algún momento te tendré que quebrar el corazón... —El alma se le desborda en un tifón con esas palabras, Yue se encoge aún más hacia los brazos de Shorter, su cuerpo le está gritando que lo sostenga, que por favor no lo deje porque nunca nadie lo ha sostenido antes, es deprimente—. Y no quiero hacerlo.
—Está bien si lo haces. —Shorter le presiona un beso en la frente, es suave, dulce y tierno—. No me da miedo que lo hagas.
—¿Por qué?
—Te lo dije. —No se pueden quitar los ojos de encima, el tiempo se congela a su alrededor, los colores se esfuman y la tierra gira al revés—. Quiero confiar en ti. —Le da curiosidad que suelte esto sin mediar las consecuencias, se encuentra arriesgándolo absolutamente todo por dichosa belleza mortífera—. Es acá a donde pertenezco.
Pero está en casa.
Da igual.
Ahora sí, tendremos un capítulo más suave mañana por el promp. Me da risa cómo me complico la vida sola, pensé harto antes de participar en esto porque tengo muchas historisa que se van a acabar pero no, todas quedaron estancadas, soy un desastre, perdón. Eventualmente acabaré como seis de golpe y me quedaré sin fics, yo sé.
¡Nos vemos mañana!
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