3. Fictional disease
¡Hola mis bonitos lectores! Debo confesar que este otro promp tentó mucho mi trama tambien, los Hanahaki me hacen ojitos, pero no se preocupen, no va a pasar acá, solo se hace mención y si no saben lo que es un Hanahaki, relax, se explica.
¡Espero que les guste!
—No te entiendo Shorter. —Ash suspira, deslizando sus dedos por el palo de billar, memorizando cada astilla del puntero hasta las puntas de embone, las irregularidades del diseño le dan cosquillas, es firme pero suave—. Hace un par de días estabas deprimido porque tu novia te cortó.
—Lo sé. —Ni siquiera logra acertar a la bola blanca, solo desliza el taco con pereza hacia el margen de la mesa, rallando la funda durante el proceso—. Debería estar contento, tampoco lo entiendo.
Se está comiendo a Yut-Lung Lee.
¿Qué diablos está mal?
Se lo está comiendo en secreto, oh.
—Creo que me molesta que no le quiera contar a nadie más. —Divaga, él comprende que mantener el secreto es lo más ingenioso para el bienestar de las pandillas, mientras menos personas lo sepan mucho mejor, ni siquiera debería estar gimoteando con dichosa oportunidad, la pasa bien con Yut-Lung, le fascina su compañía y es adicto a sus besos, joder sus besos—. Me hace sentir como...
—¿Si le dieras vergüenza? —Las palabras de Bones le sacan un tic nervioso, el desgraciado es capaz de darle a las bolas a la perfección con el palo de billar, encabezando la puntuación del juego con prepotencia, la evocación de la marihuana entremezclada con la cerveza es un festín en su paladar.
—No iba a decir eso. —Bufa—. Solo me hace sentir extraño.
—Nunca te ha agradado la intimidad emocional. —Ash tiene un punto con esas palabras. ¿Intimidad más allá de la atracción física? ¿Tener que compartir sus problemas como un ser humano funcional? Ugh, no gracias. Tragar un bidón de gasolina sigue luciendo más tentador a ser vulnerable.
—No creo que sea eso.
—¿Entonces? —Aslan apoya el taco contra el piso, el resto de Fish Bone permanece en silencio—. ¿A qué se debe esta repentina decepción? —El cenicero se encuentra rebosando papelillos usados, todavía yacen algunas líneas de cocaína en la mesa, tal vez aspirarlas lo haga sentirse mejor, después de todo la función primordial de la droga es disociar.
—No lo sé. —¿Disociar? Ni puta idea del significado, pero su mejor amigo se lo pasa balbuceando.
—Probablemente Bones tiene razón. —Kong lo abraza por los hombros—. Ese chico tiene vergüenza de que lo vean contigo porque eres feo, Shorter. —Okey, la cólera le está hirviendo por las venas, aplastándolo desde los huesos hasta quemarle la piel, es violento, como la erupción de un volcán.
¿Vergüenza?
No, no es eso.
Es más bien una barrera emocional entre ellos dos, sí, Shorter Wong es absolutamente consciente de lo absurdo que es profesarse de esta manera cuando ni siquiera han aclarado los términos de su nula relación, es simple, se ven cuando quieren, pasan largas horas devorándose como animales en ese olvidado mirador y luego...Queda una sensación de vacío que es incapaz de aplacar con cualquier sustancia, ni siquiera la motocicleta es suficiente para que se lo saque de la cabeza, es patético llegar a concebirse tan abandonado si ni siquiera es un amorío, de hecho, se cuestiona constantemente si esto sería diferente en un noviazgo, pero empuja al pensamiento lejos de inmediato, directo hacia el rabillo de su ojo, como la mugre que limpia del Chang Dai y mete bajo la alfombra porque aborrece sacar la basura y le da flojera frotar más las baldosas.
Pero Yut-Lung, diablos.
No tiene idea de qué mosca le ha picado, Shorter jamás ha sido un sujeto detallista, olvidó el nombre de su última amante con una escalofriante facilidad y nunca se acordó del cumpleaños de sus novios, no obstante, tiene ganas de ser increíblemente cursi y acaramelado con este sujeto, hay una centella de soledad que sigue apareciendo en los ojos de Yue, la disimula bien, debe darle crédito por tratar, y aún así, le es nítida, aparece cuando se apartan tras una larga sesión de besos o después de mirarse durante una eternidad efímera, es una impresión que le punza en el pecho y lo desgarra, sangra por dentro, porque asegura que bajo semejante hostilidad existe un alma extremadamente frágil.
Él quiere conocer esa fragilidad.
—Lo estás sosteniendo mal, dulzura. —Lo que le falta, que estos dos coqueteen frente a sus narices sin decencia alguna, las orejas de Eiji han enrojecido, seguramente el apodo se le ha derretido como azúcar en la lengua—. Déjame ayudarte a sostenerlo.
—¡El jefe es todo un Romeo! —No lo es, para ser franco, le sorprende que haya conquistado a Eiji con su nula galantería, por muchos 200 de IQ que aparente poseer, ante a los encantos del conejito motociclista se queda en blanco con suma facilidad.
—¿Me vas a dar una lección, boss? —Lo único peor, es que Eiji le siga el juego.
—¿Me estás desafiando o seduciendo? Es difícil precisarlo si eres tan lindo.
—Un poco de ambos. —Aslan se inclina atontado, delineando de manera juguetona esos tonificados brazos, hace calor en el bar, por eso se han quitado las chaquetas, la cuerina oculta bien los músculos de pertiguista que este chico tiene, es una extraña combinación entre masculino y delicado, alcanza a ver que a su mejor amigo eso le encanta.
—Inclínate un poco más. —Que se lo susurre en la oreja solo intensifica la violencia del sonrojo, el lince de Nueva York no tarda en hundir su nariz contra el hombro de su pareja, aspirando más de lo que debería de su perfume—. Sostenlo más firme, como te gusta hacerlo. —Ash le ha hablado una infinidad de veces acerca de lo adicto que se profesa con el dulzor que desprenden esos cabellos oscuros, es más peligroso que la cocaína y más relajante que el alcohol.
—¿Así?
—Perfecto. —Su voz escapa deliberadamente sensual, la mesa cruje ante el repentino peso extra—. Solo trata de concentrarte, onii-chan.
—Difícil si estás manoseándome ¿sabes?
—Es un ejercicio de resistencia. —Aunque Eiji rueda los ojos, no se aparta ni un centímetro—. Relaja el agarre. —Obedece, paseando sus yemas alrededor de la varilla con maestría, delineando la culata al soporte, es suficiente un movimiento para que las bolas de colores desaparezcan en las troneras.
—¡Lo hicimos! —El japonés se da vueltas, emocionado.
—¡Lo hicimos! —Y Aslan lo alza entre sus brazos para girarlo en el aire.
Son unos tontos enamorados.
Los envidia.
Shorter se arrastra hacia una de las mesas del bar, no es que no le alegre ver a los tórtolos felices, al contrario, ha sido la primera persona en apoyarlos, les tuvo una infinidad de paciencia durante la fase de cortejo, cuando ambos idiotas no sabían lo mucho que al otro le encantaban y sufrían como si padeciesen de un amor unidireccional, es solo...¿También le gustaría un compañero de idioteces? Ese es el tema, lo atestigua. Claro, le es mucho más sencillo hablar con sus cómplices de Fish Bone acerca de él mismo, ese es su problema en sus relaciones amorosas, pero al mismo tiempo, le resulta linda la idea de poder apoyarse en una presunta incondicionalidad, puede acogerlas ambas, es una ambivalencia válida y completamente humana. Quizás, solo le da miedo.
Sus dedos juguetean al borde de la mesa, se dedica a procesar un poco más esa idea, es Shorter, no una especie de intelectual con 200 de IQ como su mejor amigo o un terco excesivo como Eiji, no es su estilo complicarse ni atarse, es un espíritu libre en lo más profundo del significado, suspira, es un camino bastante solitario. Seguramente, Yut-Lung tiene sus propias razones para imponer un muro de espinas, especula que fue la mejor manera que encontró para protegerse a sí mismo (¿de quién? ¿qué podría hacerle daño a este dragón de luna?) No es su asunto, y aunque racionalmente aquello lo comprende, duele.
Duele mucho.
—¿Estás enfermo de Hanahaki?
—¿Eh? —Skip se ha sentado a su lado en la mesa, agita sus zapatillas de luces de un lado a otro, son de Spiderman, a Sing le encantarían, estos dos comparten una afección enfermiza con los héroes.
—¿Estás enfermo de Hanahaki? —Repite, parpadeando con una increíble inocencia, jugueteando con una bandeja de plata repleta de cervezas que ha dejado en el mesón—. Esa es la enfermedad del amor no correspondido. —Le lastima el corazón que hasta un niñito se haya dado cuenta de su sufrimiento. Imposible, es su primer pensamiento, si se acuestan juntos es correspondido ¿no?
—¿De dónde ha venido esto?
—Te escuché hablando con los chicos. —Skipper agita un poco más sus pies en el taburete, no alcanza a tocar el suelo, tiene las piernas pendiendo contra el soporte de metal—. Debe ser bonito tener ese romance ¿verdad? —Ni siquiera es necesario que voltee, sabe que se encuentra hablando acerca de sus amigos—. La forma en que esos dos se miran es poderosa.
Comprende a la perfección de lo que está hablando, cuando estos dos entrelazan miradas es como si el universo dejase de existir, es antinatural pero sus pupilas parecen chispear corazones mientras se sonríen, es extraordinariamente absorbente y cursi, como si los dos estuviesen dispuestos a matar o morir con tal de proteger al otro, como si hubiesen descubierto el secreto de la existencia y no pudiesen compartirlo con el resto de la humanidad.
Bastardos afortunados.
—Agradezco tu preocupación, pero estoy en una flamante relación. —Chilla, cruzando los brazos en su pecho, se ha puesto una musculosa roñosa y vieja, Nadia odia que la utilice, dice que le da una apariencia pordiosera.
—¿Te conseguiste novio?
—No exactamente. —El sudor le escurre desde la nuca hasta el filo amarillento de la polera—. No queremos nada serio por el momento, pero estamos en una relación.
—¿Cómo sabes? —Skip alza una ceja, acerca la sillita dando saltos, aferrándose al soporte metálico para no caer—. Tal vez para Yut-Lung esto no sea una relación, sino un juego. —El pánico lo inunda, paralizando hasta el último de sus nervios.
—¿Yut-Lung? —Que suelte una carcajada maniática no ayuda—. ¿Quién te dijo que era él?
—Los vi el otro día. —Skipper lo dice como si fuese lo más natural del mundo—. No te preocupes, no le he contado a nadie. —Este niño es el mejor apoyo emocional que obtiene en Fish Bone, no le cabe duda—. Pero él no se ve como la clase de chico que quiera una relación seria, luce solitario.
—Tengo la misma impresión. —Extraordinariamente solitario, se encuentra más que de acuerdo.
—Y tú te ves enamorado.
—¡¿Yo?! —No logra controlar el alarido de su voz.
—Cuando hablas de él, pones... —Skipper apunta de manera acusatoria a la pareja candente de Fish Bone—. Esa misma cara de menso. —Dios, no puede estarlo comparando con estos dos. ¿Qué ha hecho para merecer semejante castigo? Se come casi todas sus verduras (cuando Nadia mira) y ha ido a la iglesia (al menos, eso le dice a sus abuelos), es un buen sujeto. ¿Por qué la vida es tan dura con los mejores guerreros?
—Nadie más puede poner esa cara de menso.
—Tú la pones. —Skip tararea, no está dispuesto a ceder y lo demuestra—. Además, escupes pétalos. —Cada vez entiende menos de esta conversación, aunque al bajar la mirada y observar un pequeño ramo de dalias lo desglosa, estas flores expresan una desmesurada pasión y al mismo tiempo, son peligrosas. Le sienta a la perfección a su conquista, es una belleza incomprensible—. El Hanahaki es la enfermedad donde te brotan flores desde el interior por un amor no correspondido.
—¿Quién te dijo eso?
—A mi mami le gustan las historias de romance y ficción. —Sus palmas penden hacia la curiosa flor, no posee idea de cómo ha llegado hasta esta lúgubre taberna, miente, Cain tiene un invernadero, probablemente la ha traído y el pequeño la ha tomado por accidente—. Sino te confiesas morirás.
—Eso es demasiado terrorífico para un niño.
—¡No soy un niño! —Gimotea, crispando sus zapatillas hacia el soporte de la silla—. Soy un adulto en pleno crecimiento, Ash me lo dijo. —Ni siquiera tiene oportunidad de enfadarse ante un puchero, aún es demasiado joven para enfrentarse a este mundo de crueldad, debería estar en el colegio, no en un bar ayudando a su mamá, claro, a la policía esto no le importa.
—Lo entiendo. —Skipper se baja de su asiento con un salto.
—Deberías hablar estas cosas con Yut-Lung, puede que él se sienta de la misma manera. —Él arroja un silbido largo, puede que en verdad sea un adulto en desarrollo para darle semejantes consejos, es bastante inteligente a diferencia del nulo apoyo que le proporcionaron sus compañeros—. Sino, puedes intentar toser las flores hasta que ya no te queden dentro.
—Gracias.
Hanahaki ¿eh?
Debe admitir que la enfermedad ficticia le resulta curiosa, se puede imaginar a sí mismo escupiendo pétalos de flores a causa de esa belleza fatídica, no porque sea un amor no correspondido, aunque se concibe así. ¿Quién diría que terminaría anhelando intimidad emocional? Posiblemente eso es lo que hace tan especial la relación entre sus amigos, no conoce a la perfección el pasado de Aslan, no han indagado más en el tema además de la correccional, pero con Eiji, una vez los encontró llorando abrazados antes de una competencia. La relación entre estos dos se ha profundizado con desmedida ternura a lo largo del tiempo, desde el inicio ha estado claro, la etiqueta de amigos nunca les sentó.
Todo esto sigue siendo ajeno para Shorter, porque el mundo de mierda en el que viven mostrar algo de cercanía y afecto es conocido como debilidad, Fish Bone no es débil. Puede que sea una evasiva autoimpuesta para no tener que entablar una conexión genuina con sus parejas, y lo confirma luego de volverlos a ver. Lo sabe, matar, vender o robar son las únicas maneras de sobrevivir, arrastrar al inocente a esto le es injusto. Pero tal vez, solo tal vez, no es tan malo ansiar un vínculo AshEiji.
Amor.
Amor y Hanahaki.
Ugh.
Aunque se arma de valor para hablar con Yut-Lung durante su siguiente encuentro ese provocativo atuendo no le permite procesarlo y otra vez, terminan devorándose encima de la mesa del mirador, le encanta pasear sus manos por la espalda desnuda de su compañero, es suave, blanca y pequeña, es agradable al tacto e incluso, se atreve a decir sedante, adora sus besos, ni siquiera se contrastan con lo adictivo de la cocaína u algún otro polvo barato y hundirse en sus entrañas, es demasiado, no lo pueden culpar por traicionar a su pandilla con semejante tentación enfrente. Debe concentrarse.
Intimidad emocional.
Bla, bla, bla.
—Yue... —El aludido se encuentra a medio vestir, besándole el cuello mientras derrocha sensualidad por doquier, la desprende en un mero suspiro que le arde el cuello y le derrite el corazón—. Hablar. —Bien, al menos ha conseguido susurrar una palabra entera, bravo.
—No arruines el momento.
Yut-Lung lo besa desde el cuello, pasando por su mentón hacia sus labios, Shorter no se resiste, sino que lo sostiene con ganas contra su regazo, están sentados encima de una mesa de madera, lo tiene arriba y le encanta, adora el descaro con el que Yue envuelve sus piernas en esos ajustados jeans de cuerina hacia su fornida cintura, la lentitud con la que sus dedos acarician sus cabellos morados es delirante, sus jadeos mitigados entre besos son exquisitos, es fantástico, es ingresar al paraíso para derretirse en el infierno, este pecador paga más que encantado la condena.
¡No!
Intimidad emocional.
—Yue... —Lo aparta tomándolo de los hombros, el aludido se ve desconcertado—. ¿Cuál es tu color preferido? —Okey, Skip habría partido esta conversación de una manera más coherente.
—¿A qué viene esto? —El más joven tensa el ceño, el ambiente calenturiento de hace un instante se congela, convirtiéndose en el Kilimanjaro, piensa en esa montaña porque Ash Lynx no deja de balbucear sobre el maldito libro de leopardos—. ¿Hice algo que te incomodara? ¿Te lastimé? —Semejante consideración le duele, porque eso solo comprueba su hipótesis de que tras esa fachada imponente, existe una ternura dulce.
—Estoy cansado de tener sexo.
—Explícate. —Shorter carraspea, paseando sus palmas por la cintura de su acompañante, el crop top sigue hecho un desastre.
—Verás, cuando una abejita quiere mucho a una florcita, la poliniza para descargar todo su amor. —La indignación que le muestra en esos ojos de hielo le congela hasta el alma—. Tú eres la florcita, por si no ha quedado claro. —Yut-Lung se levanta, conteniendo un alarido de frustración.
—¡Sé lo que es el sexo! ¡Idiota! —Está esbozando un puchero, Shorter es consciente de lo riesgosa que es la codicia, mientras más conoce sobre este infame motociclista, todavía más quiere saber. Porque le fascina la idea de ser especial para Yut-Lung Lee—. ¿Tu punto?
Porque Yut-Lung es especial para él.
Y si el Hanahaki fuese real, probablemente estaría muriendo por amor.
—Quiero conocerte. —Yut-Lung alza una ceja, se ha crispado a un borde del mirador, plasmando el abismo emocional en un muro físico—. Quiero saber cosas personales de ti.
—Ya me debería ir. —Shorter se acomoda lo mejor que puede la ropa antes de detenerlo.
—Hablo en serio. —Lo ha frenado con un toque de muñeca, no aprieta con brusquedad, tampoco le es demandante, solo quiere ser lo suficiente para mantenerlo a su lado, aunque sea por ahora—. Quizás me gustas en serio y es frustrante solo... —No son nada, no tiene derecho a reclamar—. Ser esto.
—Necesito un cigarrillo para escucharlo. —Yut-Lung saca un paquete de sus jeans, rueda con finura el encendedor, la llama es tenue, debe quedarle poca gasolina y aún así, es lo suficiente para que se prenda el papelillo—. No te pases de la raya, Wong.
—¿Querer saber de ti es pasarme de la raya?
—Lo es. —Yue tensa los párpados, se ha apoyado contra el barandal del mirador, arrojando el humo al aire—. No tengo buenas experiencias abriéndome a las personas, no quiero hablarte de eso, ni tengo interés en cometer los mismos errores. —A pesar del gélido impregnado a su voz, se aprecia increíblemente dolido tras musitar aquello, lo nota en la presión que ejerce contra el cigarro.
—¿Es por tu familia?
—Estás siendo insistente.
—Solo... —Shorter baja los brazos, es una pelea que tiene perdida, si Yut-Lung quiere imponerle una barrera no puede hacer nada para atravesarla, a diferencia de Eiji no vuela ni salta la pértiga—. Quiero que sepas que no tienes que confrontar al mundo tú solo, si estás pasando por una dificultad estoy para ti, Yue. —Eso incrementa la suspicacia, es como un depredador herido cuyas garras han arrancado a base de crueldad.
—Gracias por la oferta, pero la rechazo. —Le da una profunda calada al tabaco.
—Ya veo.
—¿Por qué la curiosidad? —Shorter intenta articular con calma una respuesta, la tráquea le quema un infierno, casi puede sentir los pétalos imaginarios tapándole los pulmones, ramificándose como una especie de cáncer hasta taparle el corazón y las venas, probablemente las enfermedades no funcionan así pero él no es médico y el Hanahaki no es real.
—Porque tomaste a mi antigua pandilla con fuerza, dejé a Sing a cargo, no entiendo cómo te los has ganado tan rápido.
—¿Sing? —Yue esconde una risita suave tras el cigarro—. El mocoso no sabe ni conducir un triciclo, le delegó el liderazgo a Lao hasta la mayoría de edad. —Un arbitraje inteligente que no se le ocurrió antes de renunciar a su cargo—. Me emancipé de mi clan y lo reté a una competencia.
—¿Ganaste? —Una carcajada histérica es arrojada al aire.
—Lo destrocé. —Esa es la única explicación factible para que el gran Lao se convierta en un perro fiel y sumiso—. Nunca juzgues a un libro por su portada, Wong.
—¿Te han juzgado antes? —Aquella mirada cristalizada es lo suficiente para destrozarle el corazón, no le gusta tener confrontaciones, sin embargo, la distancia lo está lastimando y se rehúsa a actuar indiferente. Sabe que es insano aferrarse a la luna cuando su lealtad le pertenece al amanecer, al mismo rey del sol—. ¿Yue?
—Varias veces. —Eso no evita que le sea increíblemente doloroso tener que lidiar con este revoltijo de emociones—. He tenido una vida bastante mierdosa, la motocicleta ayuda. —Es tonto, pero le basta con conocer este pedacito de Yut-Lung para profesarse satisfecho—. ¿Y tú?
—¿Yo?
—Es injusto. —Deja caer el cigarro hasta el suelo, se para frente a Shorter, acorralándolo contra el mirador—. Si le estás demandando a otra persona exponerse, lo justo es que hagas lo mismo. —Traga duro, los pétalos de un amor no correspondido no lo dejan respirar, es imaginario, está en su cabeza.
—¿Qué quieres saber?
—¿Qué me quieres contar? —Esta competencia de poder le encanta, no se hará el tonto, no solo le es sexy, sino letal.
Yut-Lung es peligroso y él no va a leer las advertencias.
—¿Qué te quiero contar?
Esa pregunta le es sumamente intimidante, a pesar de tener una infinidad de amigos, porque bueno, es Shorter Wong, nunca se ha permitido semejante nivel de vulnerabilidad, Yue tiene razón, lo justo es que le retribuya la confianza que le acaba de dar (aunque se negó al principio) y se exponga, que se atreva a mirar lo más feo de él mismo, si pretende entablar una conexión genuina de nada le sirve otorgarle un vistazo a lo bonito y grácil, eso es fácil, eso lo hace con todo el mundo. Está bien si son diferentes, está perfecto sino lo entiende, por alguna razón solo tiene ganas de contarlo y ya.
—Mi hermana mayor es quien me cuida, lo ha hecho siempre. —Él la cuida a esta edad, pero el tiempo impresiona haberse congelado en su casa—. Últimamente hemos tenido problemas con los prestamistas a los que recurrimos para salvar al Chang Dai, pero el inútil de su novio no hace nada por ayudarnos. —No odia a Charlie como ser humano, aborrece su profesión mugrienta.
—¿El restaurante? —Shorter asiente, hundiendo cada vértebra en las barandas del mirador, la tarde los empapa de calidez, su chaqueta se ha caído de la mesa y los vehículos se hallan estacionados cerca—. ¿A qué prestamistas recurriste?
—Dino Golzine. —Ash no lo sabe, lo matará si se entera—. Su perro Marvin nos viene a cobrar, una vez me amenazó con llevarse a Nadia y hacerla parte de... —No lo puede pronunciar, las tripas se le han retorcido en un nudo chorreante de ácido—. Nadie lo sabe, ni siquiera mi hermana.
—¿Nadie? —Esto parece tomarlo por sorpresa—. ¿Ni siquiera Lynx?
—No. —No sabe si es correcto confiarle un secreto a un desconocido—. No puedo decirle. —No solo lo sacarían de Fish Bone, sino que rompería su amistad con Aslan, Shorter no lo soportaría, adora al idiota, lo conoce de los catorce años, lo ha visto crecer en primera fila, lo enorgullece—. No puedo perder la carrera, ya me advirtieron de la deuda. —Casi queman el restaurante, lo omite.
—¿Me estás diciendo esto para que pierda?
—No es eso. —Shorter alcanza a apreciarlo, este amor lo está ahogando en un vasito de agua—. No tienes que hacer nada, necesitaba que alguien lo escuchara y ya. —Pero a veces, los tifones de vidrio son los más violentos de la tempestad—. Ese secreto me estaba consumiendo.
—¿Por qué me lo confiaste a mí? Somos enemigos, Wong.
—Porque me dijiste que te contara lo que quisiera. —Este no es momento ni lugar para musitarlo—. Y elijo confiar en ti. —Casi puede imaginarse a su laringe acribillada con pétalos, no serían rosas, mucho menos girasoles, sería algo más mortífero y venenoso, como las dalias que le mostró Skip.
—¿Cómo sabes que no te traicionaré? Es una terrible decisión.
—No lo sé. —Ambos se apoyan contra la baranda, dejando que las nucas les pendan hacia la orilla de la ciudad, la brisa es agradable, la tarde no tiene piedad—. Solo quiero confiar en ti.
—Shorter... —Su nombre se siente irreal musitado en tan dulce tonalidad—. Quizás tú también me gustas en serio.
El Hanahaki es una enfermedad curiosa, la amargura de los sentimientos sobrepasa al portador para comenzarlo a matar por dentro, aunque las flores que se escupan sean hermosas, también es parte de la ironía. Porque sí, desde la garganta hasta el corazón se desgarran cuando delicados brotes de dalias intentan escapar en una carraspera gutural, se imagina a sí mismo estrujando la almohada en su apartamento o disimulándolo durante sus turnos en el Chang Dai, imponiendo los párpados con fuerza, aferrándose a la vida en una cuerda floja cercenada. Es asfixiante, desesperante y cruel. ¿La peor parte? Es que al ver la sonrisa de Yut-Lung contra el viento, al encontrarse esa clase de mirada cándida y amable, al vislumbrar perfectamente una chispa de comodidad en sus pupilas, lo sabe.
Si el Hanahaki fuese real, estaría muriendo.
Tiene un jodido amor unidireccional.
En mi corazoncito si las cosas salen bien, nos veremos mañana con un capítulo bien bonito antes de la tormenta, aunque no puedo hacer mucho caos con solo siete capítulos, que conste.
¡Nos vemos!
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