2. Biker gang.
¡Hola mis bonitos lectores! Esto pasa cuando me dan cuerdas con las tramas, pasó algo similar en bird cage cuando era un fic bebé y no un desastre, y acá estamos, con una trama bien armada y planificada ahora sí, debo decir que amo este au de motoqueros, no sé por qué. Y llegué tarde, día agotador. Mil gracias por tanto.
¡Espero les guste!
—Explícate, Shorter. —El nombrado traga duro, encogiéndose en su gruesa chaqueta de cuero, no está usando una polera debajo, la noche es calurosa y se encuentran en media carretera, su atención flota desde las barreras de contención metálicas hacia la mirada fiera de su mejor amigo, es verde, afilada e intimidante, mierda—. ¿Por qué no llegaste anoche?
—Tuve un percance. —El resto de Fish Bone se halla rodeando la escena, han formado una media luna con las motocicletas, el sudor le escurre desde los piercings de las cejas hasta las pestañas, la imagen de Yut-Lung Lee en esa cama de hotel le dispara el pulso como si fuera un tren bala—. No alcancé a avisarles antes de la competencia. —No pudo, más bien, tuvo un blackout.
—La pandilla de Arthur nos desafió anoche. —Los pasos de Ash son pesados y dominantes, incluso con esas viejas converse rojas el roce contra la acera le es insoportable—. Desafió a mis mejores hombres por el control del centro, si Eiji no hubiese estado a la altura para reemplazarte estamos jodidos, el bastardo hizo trampa porque es una basura.
—¡El camaroncito les dio una paliza! —El aludido esconde un tenue rubor contra el cuello de tachas, se halla vistiendo una musculosa negra debajo de la cuerina, su piel parece caramelo dorado contra los focos de la carretera, no hay un solo transeúnte a las dos de la mañana.
—Es verdad. —La mueca de Aslan se suaviza—. Eiji les pateó el trasero. —Se despeja de la jerarquía de jefe única y exclusivamente para presionar un beso en la mejilla de su novio, impresiona estarlo gozando, como si estuviese saboreando un bombón o nicotina —. Te viste bastante sexy haciéndolo.
—Ash, no te pongas muy cariñoso frente a los chicos, los podemos incomodar. —Sin embargo, el nombrado no se encuentra escuchando, sus manos se han colado por esa gigantesca chaqueta de cuerina para enrollarse en los bordes de la musculosa negra, delineando el cinturón del jeans.
—Me siento muy orgulloso de ti. —El jefe de Fish Bone hunde su nariz en su lugar seguro, ese que se conforma entre el hombro de Eiji y su cuello, aspira con descaro de la fragancia, como si fuese algún afrodisiaco o una adicción, probablemente sea ambos—. Temí que te pasara algo contra ese tramposo, más en un escenario tan endeble como la carretera, fue peligroso.
—Imposible que hubiese perdido la vuelta. —El japonés lo rodea entre sus bronceados brazos con suavidad, hunde los dedos en los bordados de la chamarra, esos que tienen el pescado del cuento de Salinger en la espalda, los traza con suma parsimonia y dulzor—. Me entrenaste tú, boss.
—Eres tan lindo. —Chilla, apretándolo más fuerte—. Te amo.
—Yo te amo más.
—No, yo te amo más.
—¡Oh, vamos! —Shorter patea el suelo, frustrado—. Me estabas retando, no te pongas empalagoso en estos momentos. —No obstante, Aslan apenas se aparta unos centímetros de su adoración, no libera esa tentadora cintura de sus caricias, mucho menos sus caderas enfundadas en ese ajustado jeans que le realzan el trasero de maravilla, solo alza el mentón lo suficiente para mirarlo.
—Puedo hacer lo que quiera porque soy el jefe.
—Un jefe que actúa como mocoso de cinco años. —Gimotea, cruzando los brazos contra el vientre.
—Te perdono porque la soltería te tiene las bolas azules. —Fish Bone arroja un alarido al unísono, es verdad pero le duele en el ego que se lo recuerden—. Esta es tu segunda sanción para la pandilla, una más y estás fuera. —Shorter traga duro, metiendo sus manos en las faltriqueras de la chamarra, sintiendo a las gotas de sudor quemarle desde el cuello hasta el pecho desnudo.
—Lo entiendo. —Mierda, con mayor razón omitirá su polvo nocturno con Yut-Lung Lee.
—Ahora, dispérsense para ensayar. —Finalmente Ash se aparta, retomando su aura de liderazgo.
Shorter está jodido.
Está extraordinariamente jodido gracias a ese chico bonito.
Diablos.
Le es ridículo no podérselo sacar de la cabeza, no está seguro si es por el efecto de la borrachera o de la actitud prepotente que le entregó tras presentarse como némesis de su pandilla, sin embargo, ni siquiera recuerda porqué estaba llorando anoche, en lo único que su mente órbita es alrededor de esos ojos increíblemente oscuros y profundos, le perpetuaron a una rosa de cierta manera, un deleite visual, un festín de belleza mortífera recubierto por espinas envenenadas.
«Dragón de luna».
Le sienta a la perfección, es elegante, imponente y al mismo tiempo, incomprensiblemente delicado. Shorter ha escuchado algunos rumores acerca de los Lee y la emancipación del heredero más joven, aunque es ajeno tanto a la alcurnia como al estatus, es imposible hacer vista ciega cuando las calles vociferan que un niño rico con un talento desmesurado para la motocicleta ha sometido a su antigua pandilla con un simple guiño coqueto, o al menos, eso es lo que Sing le ha contado, el mocoso puede estar dramatizando, le es evidente, aún cree que los superhéroes de Marvel son reales, no obstante, se niega a creer que todas esas leyendas son mentiras luego de acostarse con el diablo.
—Ash no quiso ser tan duro contigo. —Es Eiji quien se le ha acercado para consolarlo, su mirada es suave, le recuerda a Bambi con una sonrisa apacible y las pupilas radiantes—. Tiene que verse fuerte frente a los chicos. —Es un buen amigo, se lo agradece.
—Lo sé. —Shorter se sienta en la barrera de contención, aunque debería darle vértigo considerando que del otro lado hay un abismo en plena carretera, no tiembla—. No puede romper las reglas de la pandilla por mí, lo comprendo bien. —Sus zapatillas penden hacia la vereda, liberando una vaporosa nube de tierra—. Lamento haberte hecho competir en mi lugar, debió tomarte por sorpresa.
—Arthur y sus secuaces no son exactamente los competidores más honorables. —Ha sido amable en ese insulto—. Pero tampoco fue imposible patearles el trasero, menos con Ash guiándonos.
—Mírate. —Se burla.
—¿Qué?
—Estás hecho todo un chico malo, Okumura. —Eiji rueda los ojos, un leve sonrojo ha coloreado sus mejillas, resaltando el cobrizo de su piel aún más bajo el foco—. Y pensar que cuando te conocimos usabas esos horribles estampados y te confundimos con un niño.
—¡Nori Nori es genial! ¡No es para niños! —Él se abre la chaqueta, mostrándole el único bolsillo de la musculosa—. ¿Ves? También es un pandillero. —Hay un horroroso pajarraco desproporcionado escondido ahí dentro, quiere reírse de semejante mueca de indignación, pero en su lugar, se inclina para revolverle esa rebelde matita de cabello esponjado, es suave y agradable al tacto.
—Lo que digas. —Eiji patea el suelo, como un conejito frustrado.
—De todas maneras, nos tenías preocupados.
—¿Por qué? Soy un chico grande.
—Lo sé, pero no respondiste ni las llamadas. —El sudor le quema desde la nuca hacia la espalda, se arrepiente de no haberse colocado algún polo delgado, está muerto de frío a pesar de transpirar a montones—. ¿Seguro estás bien? Te ves pálido.
—Lo estoy, caminé directo a casa para que se me pasara la borrachera. —Eiji le arroja una sonrisa melancólica, metiendo sus manos dentro de los bolsillos de sus jeans, arrastrando las zapatillas.
—Cuando quieras hablar de eso... —No le ha creído—. Siempre estoy dispuesto a escucharte, soy tu amigo. —Este chico tiene la increíble capacidad de escuchar la última y desesperada señal de auxilio que las personas mandan, probablemente eso ha enamorado a su mejor amigo.
Eiji es un buen chico.
—¡Shorter! —No tiene tiempo para reaccionar, el estruendo de los motores junto a ese agudo grito lo sacan de su propia cabeza—. ¡Shorter! ¡Atrápame!
—¡Sing! —El nombrado se baja del asiento trasero de la motocicleta para arrojarse hacia sus brazos, el antiguo líder de Chinatown no tarda en recibirlo y girarlo en el aire con vigor, le posee un cariño especial a este mocoso—. Estás mucho más alto que la última vez. —El más joven infla los mofletes, el casco le ha desordenado el cabello, convirtiéndolo en una maraña indomable de gel.
—No es cierto.
—Claro que es verdad, serás mucho más alto que yo algún día. —Eso le enciende los ojos con ilusión.
—Y algún día conduciré mucho mejor que tú. —Okey, esa arrogancia le punza en el corazón—. Yue me deja conducir mi propio scooter, dice que dentro de dos años puedo tener una motocicleta y manejar en la pandilla.
—¿Yue? —Sing asiente, energético.
—Nuestro nuevo líder. —Es un apodo cariñoso, eso no se lo esperaba. El paladar se le impregna de un sabor amargo, la cabeza le pesa, no comprende la razón—. Él es genial y muy bonito. —¿Bonito? Eso se queda corto para la belleza que tuvo arrodillada a sus pies anoche (no recuerda si fue de esa forma, es poco probable que haya ocurrido así, pero lo deja a libre interpretación).
—Aléjate de mi hermano. —Lao llega a armar pleito, empujándolo contra la barrera de contención, provocando que las vigas de metal crujan y la señalética se bambolee.
—¿Cuál es tu problema?
—¿Mi problema? ¿Hablas en serio? —Lao arroja colérico el casco hacia el suelo, rayando el visor—. ¡Nos cambiaste por un niño blanco! —El grito es lo suficientemente potente para captar la atención de las dos pandillas, la autopista se ha dividido en extremos contrarios, con esta absurda disputa al medio, junto al teléfono de emergencia que ni siquiera funciona—. ¡Nos has traicionado!
—¡Lao! —Sing se ve especialmente herido con esta discusión, claro que lo está, aunque Shorter no es su hermano mayor, lo siente como tal—. Prometiste que no armarías un espectáculo si venías.
—Déjalo. —Shorter lo detiene—. Si él tiene tantos problemas conmigo, podemos arreglarlo como gente civilizada. —Los motores chirrían por doquier, haciendo un eco insoportable en plena noche.
—Justamente a eso vinimos.
Una resplandeciente y costosa motocicleta púrpura se abre paso entre la multitud, esquivando los otros vehículos con una impresionante maestría, rapando hacia el borde perteneciente a Fish Bone para frenar justo a un par de centímetros de las converse rojas de Ash, una sonrisa maliciosa chispea bajo el casco, una melena indescriptiblemente lisa, lustrosa y negra se sacude apenas se libera del equipo de seguridad, dejando a la vista al chico lindo de anoche, está vistiendo un crop top junto a una chaqueta de cuero ridículamente pequeña y entallada. No duda en bajarse de la motocicleta y encarar al lince de Nueva York, todos contienen la respiración, parece una lucha silenciosa entre dos depredadores.
Un lince contra un dragón.
—Así que este es el grandioso lince de Nueva York. —Su tono es cínico y altivo, eso escalda la sangre del aludido, sus venas hierven como si fuesen una tetera bajo fuego—. Patético, desde que escuché que acabaste enamorado de un novato me preparé para la decepción, pero esto es demasiado. —Esa mirada ponzoñosa salta hacia Eiji en un santiamén.
—A él no lo metas. —A Aslan le es instintivo pararse frente a su novio, protegiéndolo de esta víbora venenosa—. Te atreves a mencionar una palabra más de él y tu cara combinará con la motocicleta.
—Vaya, no esperaba que fueras el tipo de hombre receloso. —Se mofa un poco más, sacudiendo su cabello hacia la espalda—. ¿Quién diría que una bestia indomable acabaría guiando una pandilla de triciclos? Te ha quedado demasiado grande el papel de líder para la ciudad, Lynx.
—¿A qué has venido?
—A desafiarte a una carrera por el control del centro de la ciudad, por supuesto. —Esos ojos verdes chispean con una adrenalina que resulta contagiosa para cada miembro de la pandilla, los extremos se cortan en esa abandonada autopista, el aroma a tierra con gasolina los envuelve, la luz es apenas visible con estos viejos focos y las estrellas—. Prepárate para ser aplastado dentro de cuatro días.
—¿Qué ganamos nosotros con todo esto? —Aslan se mantiene firme y altivo, es una emulación de egos, es imposible respirar entre ellos dos.
—¿Acaso te has acobardado? Pensé que Fish Bone nunca rechazaba un desafío.
—Cuando el reto vale la pena. —Yut-Lung sonríe.
—¿Estás insinuando algo?
—¿Debo decirlo más claro? Vaya, sobreestimé tu inteligencia. —Esos ojos púrpuras se opacan por un tic de pura molestia, sus puños se tensan en sus guantes de cuerina, la respiración le sube y baja de forma errática, pegándose al crop top morado—. No competimos con novatos.
—¿Tienes miedo de que pueda hacer mierda a tu noviecito? —Ha tocado la fibra sensible de Ash—. Se rumorea en toda la ciudad que le has permitido ingresar a Fish Bone para cogértelo, no porque tenga talento de verdad. —Eiji encabeza la multitud, acomoda una palma encima del hombro de su pareja, el efecto tranquilizante es inmediato—. ¿Puedes conducir, dulzura?
—Claro que puedo, no tengo miedo. —La determinación inquebrantable que centellea en esos ojos cafés incita a la pandilla con esta batalla—. Si con esto nos dejas en paz aceptamos. —Cualquier otro desafortunado que hubiese hablado por el jefe habría salido degradado con una paliza de ofrenda, pero claro, es Eiji Okumura quien ha tomado el mando, rey de la terquedad.
—¿Estás de acuerdo, Lynx?
—Claro que sí. —Él abraza la cintura de su amante, firme—. ¿Puede conducir con esos tacones, señorita?
—¿Y tú con esas asquerosas zapatillas, bestia? —Las dos pandillas quedan conmocionadas por tanta tensión, ambos regentes impresionan a punto de sacar garras y dientes para cometer un crimen de odio—. Nos vemos en cuatro días, asegúrate de recolectar a tus mejores chicos.
—Te mostraremos a quién te estás enfrentando. —Los motores de Chinatown resuenan por doquier en la carretera.
—Sabía que esto pasaría. —Sing gimotea—. Ash y Yue no parecen poder llevarse bien.
—Tienes razón.
Pero la mente de Shorter ha dejado de funcionar.
Porque Yut-Lung Lee se sube a su motocicleta, estirándose de una manera jodidamente sensual en el asiento, ondeando su cabello contra la brisa mientras sostiene el casco, él traga duro, encandilado por la tremenda vista, el más joven parece darse cuenta y no solo eso, lo disfruta, le queda más que claro cuando le sonríe con suma coquetería antes de esfumarse junto al resto de su antigua pandilla.
Aunque se quedan practicando hasta que amanece, Shorter es incapaz de quitarse de la cabeza al infame líder de Chinatown, el atuendo lo ha afectado de sobremanera, se profesa seguro, el maldito lo ha dejado caliente por un acostón que ni recuerda, al menos, cumple con sus deberes como parte de Fish Bone y llega a tiempo para abrir el Chang Dai, esto de la competencia le sobreexcita, además de darle una excusa para babear un poco más sobre Yut-Lung, ganar implica dinero.
—Shorter... —Esto es lo que menos necesitaba—. Tenemos que hablar. —Es Charlie quien lo espera del otro lado de la puerta, el novio policía de su hermana mayor.
—No seas tan duro con él.
—¿Realmente estás de acuerdo con esto, Nadia? —Cuando agita una bolsita con polvo blanco entiende perfectamente lo que ocurre—. ¿Esto quieres para tu hermano? —Odia que le alce la voz, si su hermana no le hubiese dado un gesto de calma le habría estampado un puñetazo en la cara.
—No la consumo. —A veces, pero lo omite—. Se la estoy guardando a un amigo mío. —Más bien, la vende. Para ser capaz de conservar el título del restaurante recurrieron a prestamistas cuando sus padres murieron, la droga es el método más sencillo para recolectar un monto exuberante de dinero dentro de un tiempo récord, no es que no tuviese elección, no obstante, arriesgar la integridad de su única familia viva no era negociable.
—Te podría denunciar al departamento por tráfico de cocaína.
—No lo harás. —Se mantiene firme—. Ya lo habrías hecho si tuvieses la intención.
—Eres mejor que esto.
—Es curioso que me digas eso, Charlie. —Shorter se mete dentro del restaurante, tiene la mandíbula tensa y un sentimiento que es incapaz de mencionar presionándole el pecho, le punza, le duele, lo mata—. Tú no has hecho mucho por ayudarnos con esto.
—No puedo intervenir en estos asuntos, no arriesgaré mi trabajo y lo sabes.
—Tampoco deberías salir con la hermana de un pandillero clandestino. —Shorter se encoge de los hombros, las tachas metálicas le cortan la mejilla, una tenue gota de sangre le escurre por la cuerina hasta el cierre—. Pero supongo que esto es a tu conveniencia.
—¡Shorter! —No quiere hablar del tema, sabe que pone a su hermana en una posición complicada como mediadora, sin embargo, la ley lo tiene cabreado. ¿Dónde estaba este ferviente caballero de armadura blanca cuando les hicieron mierda el Chang Dai? ¿Cuándo los amenazaron en cobrar la deuda con carne? Asco—. Encontré el sobre en tu delantal, también estoy preocupada.
—Lo siento. —No puede ser severo con Nadia—. Prometo que es la última vez.
—Dijiste eso el mes pasado. —La gota pende hacia el piso, dejando una mancha escarlata justo en el pavimento.
—Esta vez lo digo de verdad. —Tiembla, ansioso, necesita aspirar de una buena tira—. Por favor, créeme. —Ambos saben que no es más que una mentira, si quieren seguir manteniendo el arriendo y la protección del local debe ganar dinero, solo tiene dos formas de hacerlo considerando sus nulos estudios, o gana las carreras de motocicletas o le vende cocaína a los pervertidos de Uptown y Downtown por igual.
—La próxima vez le tendré que informar a mi jefe. —Shorter refunfuña, entrando al Chang Dai.
—No. —Nadia lo detiene—. Tómate el día libre.
—¡Pero...! —La decepcionada mirada de su hermana mayor no le permite continuar, le rompe el corazón vislumbrar semejante impotencia, se lo rompe en miles de pedazos—. Lo entiendo.
Shorter maldice a Charlie hasta arrastrarse a su viejo cuarto.
No es que tenga algo contra el pretendiente de Nadia (bien, lo tiene, la policía se encuentra podrida), pero le enfada de sobremanera que ahora le dé esta clase de discursos moralistas cuando no movió un solo dedo por ayudarlos cuando realmente lo necesitaron, no es raro que la gente como ellos se muera de hambre en las calles, a nadie le interesan unos niños desafortunados, sino fuese por Ash y la acogida que le dio en Fish Bone probablemente habría muerto de pura soledad y desesperación, lo conoció en el reformatorio infantil, al parecer también ha pasado por situaciones duras, de hecho, le arrojó comentarios bastante crueles apenas se presentó, le hace feliz verlo enamorado, merece la prosperidad.
Un bocinazo afuera del Chang Dai capta su atención.
—¿Ash? —No recuerda haber quedado con el idiota, tal vez sus pensamientos lo atrajeron como la ley de atracción o la gravitacional de Newton, no resuena la diferencia.
Pero quien lo espera debajo de su ventana no es nada más, ni nada menos que el flamante líder de Chinatown en su motocicleta, Yut-Lung baja el visor con sensualidad, una sonrisa extremadamente coqueta chispea contra el cristal.
—¿Quieres dar un paseo en mi asiento trasero, Wong?
Sí.
Joder sí.
Shorter no se detiene a pensar en las posibles consecuencias que esta escapada va a traer con Fish Bone, no, en lo único que se enfoca es en el vientre desnudo de Yut-Lung contra su pecho todavía sin polera, mientras sus dedos se deslizan juguetonamente hacia los bordes del crop top, él se hunde en ese fino cuello, aspirando con descaro del dulzor que desprenden sus cabellos, su piel es nívea y blanca, diferente a la de Ash, esta es digna de un museo, su silueta se siente aún más pequeña bajo su abrazo, pero él no se aparta, se mantiene pegado a este chico lindo mientras la carretera los baña de juventud y el amanecer los humedece de vitalidad, saborean el sol, su corazón arremete a mil kilómetros por hora, lo sabe. Conducen hasta un mirador, no es la gran cosa, es privado.
—¿Cómo llegaste al Chang Dai? —Shorter se sacude el cabello tras quitarse el casco, asegurándose que su peinado siga intacto, tiene un look galante que mantener.
—Sing. —Yut-Lung se contornea hacia el mirador, sacando un cigarrillo de sus ajustados pantalones de cuerina, sus piernas son delgadas y muy largas, cree que puede recorrerlas por siempre con esas botas, él nunca ha estado tan atontado por una de sus conquistas antes—. ¿Quieres?
—Sí. —Él se acomoda a su lado, apoyando sus codos en el barandal del mirador, se ven edificios contra el amanecer, no es un panorama especialmente sublime o grato, pero tenerlo al lado lo hace diferente—. Enfrentarte con Ash es peligroso ¿sabes? —El más joven sonríe entre dientes, el humo del tabaco se le desliza hacia las grietas del corazón, le gusta ese sonido, ni siquiera debe pensarlo.
—Más que lince feroz es un gato mimado.
—El amor suaviza a las personas. —Algo en ese comentario lo tensa, es apenas una microexpresión, de todas maneras, la descifra.
—¿Contigo pasó así?
—¿Eh? —Sus dedos tiemblan alrededor del papelillo.
—Tu novia. —Cierto, estaba deprimido porque lo dejaron, lo olvidó—. Lo balbuceaste anoche.
—¿C-Cómo nos conocimos? —Presiente que es una terrible idea preguntar.
—Te encontré tirado en la acera, llorando porque eres incapaz de amar y luego me dijiste que era el ser humano más bonito que habías visto. —Fue una terrible idea, lo confirma. Que Yut-Lung sea capaz de sostener una mirada tan intensa sin rechistar lo coloca nervioso en el buen sentido, es la adrenalina semejante al momento de arrancar la motocicleta y aventurarse hacia lo desconocido.
—¿Por qué me recogiste? —Se hace sonar como una especie de cachorro perdido, lo es.
—Porque te ves mejor sin camisa. —Es una razón justa, sus abdominales son su orgullo—. Además... —Él le da una lenta calada al cigarrillo, envolviéndolo tenuemente entre sus labios, ejerce la presión necesaria—. Hace poco me encuentro en una situación similar.
—¿Similar? —Shorter se anima a probar la nicotina, es deliciosa.
—Un idiota me dijo que debía amar para ser amado, por eso, escucharte lloriquear por ella me trajo recuerdos. —A pesar del tono hostil coloreando su voz, hay una sonrisa apacible contra el papelillo. Le es impresionante la facilidad que esta belleza tiene para dejarlo sin aire. Atreviéndose a ser audaz se acerca, rozando sus hombros bajo las chaquetas de cuero.
—He escuchado algunos rumores acerca de tus hermanos. —El cigarro cae contra la plataforma de madera.
—¿Rumores buenos? —Niega—. Lo supuse.
—Sing también ha mencionado algo. —Yut-Lung guía el cigarro que Shorter aún sostiene para darle la última calada antes de arrojarlo hacia el suelo, no protesta ni se inmuta.
—No arruines el momento. —Que le envuelva el cuello lo deja boquiabierto, es instintivo poner sus palmas alrededor de esa diminuta cintura, la estruja, lo aprieta como si fuese de su pertenencia y le encanta, joder, esta sensación es diferente a cualquier amante anterior que ha tenido.
—¿A qué te refieres?
—Me gustó lo que pasó anoche. —Musita, alzándose en la punta de sus pies, liberando el resto de la nicotina contra los labios de Shorter—. ¿Te gustaría repetir?
—No podemos. —Dice eso, pero lo atrae aún más cerca—. Nuestras pandillas son rivales.
—¿Quién dijo que alguien se enteraría?
Ni siquiera lo piensa.
Solo lo besa.
Ese beso destroza patéticamente cada amorío anterior, esto es candente y adictivo, lo estrecha con fuerza, es atronador, no teme en explorar la lengua de Yut-Lung Lee, es excitante, lo devora con una lujuria que no sabe que es posible concebir, recorre con ansias cada rincón de piel que halla, saborea sus labios con desesperación, le gustan, son tibios, suaves y extraordinariamente deliciosos, es casi delirante la afinidad con la que se funden en el solitario mirador, Shorter teme que esto se convierta en una mala costumbre o peor, una necesidad, pero no lo quiere pensar ahora.
No.
Ahora solo quiere besarlo un poco más.
Juro que los siguientes capítulos deberían ser más cortos, pero está como en mi ADN hacer el mismo largo siempre y lloro, porque no lo puedo evitar, perdón por hacerlos leer tanto, gracias por el tremendo apoyo y cariño a este fic, me sorprendió bastante considerando a la pareja protagonista, lindos.
¡Nos vemos mañana!
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