Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

13

Vernon nunca había ido a un parque de diversiones. De pequeño solo tenía tiempo para asistir a lecciones en su casa: escolares, de modales, de piano, esgrima... eran tantas y todas igual de aburridas; cuando fue grande eran aún peor, agregando sus nuevos deberes como príncipe heredero una vez su hermano se fue del reino.

Pero ahí estaba ahora después de haberse inventado una excusa para que  su padre no incomodara a Chan, en un parque gigantesco, rentado exclusivamente para su majestad y sus invitados, como le habían asegurado sus guardias; con una seguridad impecable y servicios del parque sin ningún filtro en la confidencialidad.

—No sabía que se podía rentar el parque entero —dijo Seungkwan. De los tres era el que parecía estar pasándosela mejor esa tarde, a pesar de que aún no entraban a ninguno de los juegos, Seungkwan no podía evitar aletear por el recinto emocionado junto a Vernon y Chan.

—Con dinero puedes hacer lo que sea —le dijo Chan, su voz sonando un poco más hostil de lo que Vernon estaba acostumbrado.

—Me hubiera gustado invitar a Mingyu también —rompió la tensión Seungkwan—. Creo que le debemos más de lo que podemos darle.

—¿Lo dices porque me dio trabajo por un día? —bromeó Vernon.

Seungkwan se rió, colgándose del brazo de Chan para animarlo un poco.

—Eso y todo lo que nos cocinaba cuando apenas aprendíamos a cocinar.

Chan sonrió al recordar aquel tiempo, cuando eran solo Seungkwan y él (y Jun, en realidad, pero Jun no solía pasarse mucho por el departamento).

—No podías haberlo invitado a nuestra cita —le recordó Vernon sonriendo—. De cualquier forma no deberías preocuparte tanto por él —aseguró—, parece que Jeonghan puede hacerse cargo de él ahora.

...

El humor de Chan subió después de la montaña rusa, después de todo siempre había amado las actividades riesgosas.

—La primera vez que lo vi literalmente cayó del cielo —contó Seungkwan cuando los tres descansaban en una mesa de picnic—. Las mejillas de Chan enrojecieron violentamente cuando adivinó lo que Seungkwan estaba a punto de revelar; trató de hacerlo callar, pero fue en vano—. Estaba en un altiplano, en un tour que había decidido tomar con mis amigos, cuando de la nada un chico en paracaídas aterrizó sobre nosotros.

Vernon comenzó a reír cuando Chan trató de esconder su rostro en sus palmas.

—¡No le cuentes eso! —se quejó el menor.

—Dijo que era su primer aterrizaje solo en un paracaídas, y yo pensé que estaba loco.

Chan suspiró, esperando lo peor; una burla, un regaño o incluso quizá desprecio por parte de Vernon. Pero Vernon no hizo nada de eso, lo miró entusiasmado, como un niño pequeño descubriendo un color nuevo.

—¿De verdad hiciste eso?

Chan alzó una ceja, confundido.

—Si. En mi cumpleaños.

—¡Eso es asombroso! —gritó Vernon, y no tuvo que preocuparse de mantener su imagen cuando solo eran ellos y el personal dentro del parque—. Amaría hacer algo así.

—Entonces hazlo —dijo Seungkwan.

Vernon sonrío avergonzado mientras rascaba su nuca.

—Papá jamás me dejaría. Que un príncipe arriesgue su integridad de esa forma es inaudito.

—Entonces no lo escuches —dijo Chan, y sonó tan firme que Vernon tuvo ganas de obedecerlo—. Elige tu propio camino.

Seungkwan suspiró admirando a los dos. Chan había comenzado a hablarle con tanta naturalidad a Vernon que Seungkwan incluso se sentía feliz de verlos interactuar sin tener que fingir.

—Es lo que más desearía —admitió Vernon—. Yo daría todo por no ser un príncipe. Cuando escapé yo... —su voz se cortó.

Seungkwan y Chan compartieron miradas por un segundo.

—¿Tú...?

—Yo no tenía planeado volver —soltó por fin—. Pensé en quedarme en su apartamento un par de días, mantener un perfil bajo y después desaparecer, como Seungcheol.

—Pues no lo pensaste muy bien, ¿eh? —bromeó Chan, pero no era una broma mal intencionada. Por algún motivo se encontró a él mismo tratando de consolar a Vernon aún cuando no tenía la obligación.

Vernon sonrió decaído.

—En realidad no.

—Está bien —habló Seungkwan, tan suave como la voz que estaba usando Chan—. A veces las cosas no salen como queremos —se tentó un segundo, pero terminó por tomar la mano de Vernon y después la de Chan—. Ahora estamos aquí, podemos ayudarte a hacer un buen plan ahora si no quieres quedarte aquí.

Vernon vaciló. Abrió la boca y las palabras no salieron; después sintió el calor de los dedos de Chan apresando su mano libre.

...

—¿Tampoco te has subido a los carritos chocones? —preguntó Seungkwan y Vernon negó—. ¡No te has subido a nada!

—Es un príncipe Seungkwan —le recordó Chan—, seguramente de pequeño estaba siendo atormentado por institutrices y profesores particulares —se rió.

—Es verdad. Era tan aburrido que...

Se detuvieron repentinamente.

Pequeños ojos marrones curiosos los miraban con duda, la niña que los encontró trastabilló cuando trató de dar pasos hacia atrás.

—Hey, no te asustes —Seungkwan dijo, siendo el primero en acercarse a pasos lentos a la menor—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Estás perdida?

La niña hizo un puchero cuando la mano de Seungkwan terminó en su mejilla e inevitablemente se soltó a llorar desconsolada.

—Creí que nadie podía entrar —Vernon dijo, más para él que para los demás.

—Yo que tú cambiaría a mis guardias —sugirió Chan con un ápice de risa.

El menor de ellos pronto se hizo un lugar junto a Seungkwan, hablándole dulce a la menor y dándole mimos para que se tranquilizara.

Seungkwan (Vernon, en realidad) le había comprado una paleta helada y Chan, quien parecía más tranquilo ante la situación, la había cargado hasta que se había tranquilizado y les había contado lo que sucedió.

Ryujin, como se llamaba la pequeña, había perdido a su mamá en la calle y había caminado ella sola mientras la buscaba por un buen rato.

—Pobre bebé, debes de estar muy asustada, ¿verdad? —puchereó Seungkwan mientras le hacía cariñitos en su cabello—. No te preocupes, vamos a encontrar a tu mamá pronto.

—¿Tienes sed? —le preguntó Chan meciéndola sobre sus brazos—. ¿La paleta está rica?

Ryujin asintió con sus mejillas rojas y abultadas y, por primera vez, sonrió ante los adultos que la rodeaban.

Vernon se encontró sintiéndose un poco egoísta. Podía llamar a sus guardias y encontrar a la madre de la pequeña en menos de un parpadeo, pero Seungkwan y Chan se veían tan... domésticos, como una familia enamorada, que no pudo evitar más que admirarlos un poco más.

No pasó mucho tiempo antes de que se decidiera por hablarle a sus guardias. Lastimosamente arrebataron a la pequeña de los brazos de Chan y de los mimos de Seungkwan, así que ella se volvió a soltar a llorar. Vernon detuvo a los guardias antes de que se la llevaran.

—Podemos cuidarla —les dijo—. Encuentren a la madre y guíenla hasta aquí, por favor.

Cuando Vernon cargó a Ryujin ella volvió a callar. Era su primer acercamiento con el príncipe, y se veía tan cómoda entre sus brazos que incluso se quedó dormida por un rato.

La madre de Ryujin llegó después de unas horas. Estaba tan devastada que Vernon se preguntó si su padre se había sentido aunque sea un poco miserable cuando Seungcheol desapareció, trató de deshacerse de esos pensamientos de inmediato.

Pero entonces, a lo lejos, vio algo extraño.

Ojos claros lo miraban detrás de un par de arbustos, ojos iguales a los suyos.

—¿Vernon?

El príncipe vaciló cuando encontró a Seungkwan tocando su hombro. Su corazón latía desenfrenado y cuando volvió su vista a los arbustos no había más que hojas secas y ramas.

—¿Estás bien? —le preguntó Chan.

Vernon no respondió.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro