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Único

Era medianoche cuando cierto pelinegro se abrió paso entre las puertas del lugar ya conocido.

"Las Casualonas" Era el nombre del famoso club nocturno. Dónde a veces, los presentes podían disfrutar de shows de las hermosas bailarinas del lugar. Ya sea para todos o privados.

El segundo era el caso de Spreen.

Pero antes de eso, ¿Cómo había terminado en este lugar? Era una historia bastante corta.

Era la despedida de soltero de su mejor amigo Carre, quien meses atrás se había comprometido con su otro mejor amigo Robleis.
Una noche antes de la boda, Quackity dijo que conocía un buen lugar para hacer dicho festejo. Spreen no solía estar tan atraído a clubes de ese estilo. Creía que beber y observar a alguien bailando en un tubo toda la noche era algo ridículo y muy bajo para un hombre.
Lamentablemente Carre, Quackity y todos sus demás amigos no creían lo mismo así que terminaron asistiendo a Las Casualonas.

Y, Oh, nunca se arrepentiría de haber sido obligado a ir. Porque de lo contrario, nunca hubiera conocido a Melissa.

Al comienzo, ninguna de las chicas había llamado su atención, eso estaba claro. Hasta en algunos momentos tuvo miedo y quiso escapar escabulléndose entre las luces bajas. Eso fue hasta que la vió.

Melissa salió de tras bambalinas con la imagen de una completa diosa griega para dar su espectáculo a los espectadores.
Cabello castaño ondulado con una bandana roja decorándolo, ojos avellana delineados con un sombreado oscuro, y piel de un bello tono casi bronceado. Su cuerpo era delicado pero a la vez fuerte, podía notarlo por la forma en que sus músculos se tensaban con algún movimiento. Sus contoneantes caderas eran la perdición y ni hablar de sus largas piernas que se veían aún más estilizadas en un par de tacones altos acompañados de medias de red, que Spreen deseó arrancar desde el momento que puso sus ojos allí.

Para su amigo, el pequeño flechazo no pasó desapercibido. Así que Quackity aprovechó ese descuido y comenzó a contarle sobre ella. O más bien; sobre él.
Decía que el chico era bastante torpe en persona y fuera de "personaje". Pero muy divertido y simpático. Que cuando ingresaba al club era como si adoptara un alter ego llamado "Melissa".
Quackity también dijo que trabajaba allí por puro gusto. No solo por el dinero.

Porque al parecer, a Melissa le encantaba la atención. Y Spreen había caído tan, pero tan profundo, que podía darle toda la atención que quisiera. Incluso no despegó sus ojos de Melissa en toda la noche. Esto provocó que a veces sus miradas se encontraran, resultando en Spreen sonrojándose y desviando la mirada. Y en Melissa soltando pequeñas risas disimuladas.

Pues a la bailarina le comenzaba a gustar que esos ojos morados la siguieran por doquier.

Lamentablemente esa noche no pudieron interactuar. Por lo menos no hasta la siguiente… Y la siguiente… Y la siguiente. Ya que alguien le había agarrado gusto a asistir a los clubes. Y más aún sabiendo de los Shows privados.

Hoy era una de esas tantas noches.

Spreen entró al lugar sin dudar un segundo en pasear su mirada por el mismo en busca de su bailarina favorita. No fue difícil encontrarla, a este punto ya hasta parecía que tenía un radar.

Melissa estaba sentada en una esquina de la zona VIP, rodeada de hombres que no paraban de halagarla y querer ofrecerle algunos billetes por actividades más privadas, pero ella solo se reía y rechazaba amablemente. Esa noche solo tenía su mente en uno en especial.
Ya se había acostumbrado a sus días y horarios así que sabía exactamente cuando el joven chico de cabello largo azabache y mirada penetrante iba a llegar en busca de su persona.

Y también lo supo cuando las dos amatistas se posaron en ella.

Melissa se giró y lo vió. Ahí estaba el hombre que no paraba de asistir en las noches solo para verla a ella. Cuando hicieron contacto visual, el joven sonrió de lado dirigiéndose a la barra más cercana.
Ya había lidiado con hombres así antes, pero éste era diferente.

Porque le gustaba demasiado su atención.

Y eso podía llegar a ser malo. Había ciertas reglas en el club para mantener el orden y la discreción. Una de ellas era no involucrarse de más con los clientes, y Melissa logró seguirla al pie de la letra. O por lo menos hasta ahora.

Inmediatamente la bailarina se disculpó con los hombres a su alrededor y se levantó de su asiento, caminando con elegancia entre las personas para llegar a su cliente favorito.

— Dos Whisky, por favor.

Lo escuchó decir al bartender cuando llegó a su lado, y no pudo evitar sonreír mientras negaba con su cabeza.

— ¿No es un poco temprano para ti?

Preguntó la bailarina mientras tomaba asiento a su lado y cruzaba sus piernas hacia él.

Spreen aún no la miraba y eso le generaba impaciencia.
El susodicho levantó su brazo derecho y movió la tela de su camisa negra para echarle un vistazo al reloj que llevaba.

— Solo diez minutos antes. —Respondió como si nada.— ¿Qué? ¿Estuviste contando los minutos hasta que llegué?

En esa oración no faltó el tono burlón y la mirada divertida. Melissa simplemente sonrió y desvió la suya. Al menos ahora tenía su atención.

Entonces se inclinó hacia la barra cuando el bartender regresó con sus vasos de cristal con el contenido de color dorado oscuro.

— No te sientas tan importante, pelotudo. —La bailarina imitó su acento en broma y elevó el vaso en su mano antes de decir:— Creo que te mal acostumbré mucho.

Y dió el primer sorbo de la bebida bajo la atenta mirada del argentino en sus labios, la cual bajó hasta su cuello para poder observar como el líquido se deslizaba por su garganta.

El hombre silbó y, muy a su pesar, desvió la vista para también tomar un poco de su propio vaso. Después aclaró su garganta.

— Tenés razón.

Bajó el vaso y se giró completamente hacia la bailarina. En eso inevitablemente su mirada la recorrió de arriba a abajo.

Melissa llevaba un conjunto de brasier y falda metalizados lo cual provocaba que las luces del lugar se reflejaran mejor en sus prendas, causando un efecto brillante. Pero nada brillaba más que su propia persona a los ojos de Spreen.
Para el gusto (o sufrimiento del hombre), la falda era muy corta, dejando ver con lujo de detalle sus gruesos muslos y la suave piel que esta vez no estaba cubierta por ninguna media de red.

Mierda, la simple imagen iba a matarlo. Ya no podía aguantar más.

— ¿Estás ocupada como para un pequeño espectáculo privado?

Por primera vez en la noche Melissa soltó una risa sincera, una que sonaba más a Roier.

— Alguien parece impaciente. —Tarareó la bailarina mientras deslizaba lentamente su mano fuera de la barra y la posaba en una de las rodillas ajenas. Allí comenzó a acariciar delicadamente, de arriba a abajo.— No lo sé. ¿No quieres intentar con una de las chicas nuevas?

Spreen suspiró disfrutando del leve tacto. Pero no era suficiente.
Volvió a tomar su vaso de Whisky y lo terminó de un solo trago, bajando el cristal de vuelta a la barra. El calor en su garganta era molesto, pero no más que las ansias de meterse a una habitación con Melissa.

— No son mi tipo. Ninguna de ellas me atrae.

— ¿Cuál es tu tipo entonces?

Preguntó juguetonamente a la vez que subía su mano por la pierna ajena.
Estaban en público pero a ninguno de los dos parecía importarle. No hasta que la mano de la bailarina subió un poco más y el hombre la detuvo.

Melissa miró entre sorprendida y confundida al argentino que aún sostenía su mano.

— Mi tipo… Mm… —Murmuró pensativo mientras elevaba la mano impropia entre la suya. De repente sus ojos volvieron a hacer contacto visual con los de color avellana.— Podría decir que… Cabello castaño, ojos marrones, sonrisa hermosa, que tenga experiencia y todos la deseen. ¿Conocés a alguien así que esté disponible?

La bailarina se mordió el labio inferior sin despegar su vista del par de amatistas. Le encantaba hacerse de rogar pero, ¿Cómo podía resistirse a él?

Ah, y ni hablar de cuando el azabache se inclinó aún sosteniendo su mano, y la acercó a sus labios para depositar un pequeño beso en el dorso de la misma.

Ese hombre era un completo pecado.

— Creo que conozco a alguien así. Ella estaría tan encantada que hasta lo haría grátis.

Inmediatamente el hombre negó.

— No acepto actos de caridad. Yo puedo pagar ese precio y hasta el doble. No hay ningún problema con eso… —Se apresuró a explicar mientras volteaba la diestra y ahora dejaba un beso del lado interno.— Solo quiero un show de ella. Nadie más.

Roier respiró profundamente. Sí, Roier. Porque mientras su imagen de Melissa se veía totalmente segura y confiada. Por dentro Roier se estaba derritiendo con cada palabra y acción de ese chico.

Si fuera un día normal, ya se hubiese lanzado a sus brazos. Pero no era momento de Roier, era momento de Melissa.

— Muy bien, Señor vanidoso. Tú-

Antes de que pudiera terminar su frase, dos grandes jarras de cerveza se posicionaron de un fuerte golpe en la barra causando que ambos se voltearan hacia el culpable.

El Bartender estaba allí mirándolos con cara de pocos amigos.

— Miren, entiendo que les encanta hacer todo este juego cada vez que se ven. Pero ya me es demasiado incómodo presenciarlo así que les pido, por favor, que se busquen una pinche habitación.

La bailarina rodó los ojos por la queja de su mejor amigo.

— Aldo, eres un aguafiestas.

Soltó a lo que el Bartender ni siquiera se esforzó en responder. Y al chico que aún sostenía su mano se le escapó una pequeña risa. Música para sus oídos.

Melissa se volteó en su dirección y giró su mano cambiando la dominancia del agarre.

— Hora de irnos.

Dijo, y la bailarina se puso de pie tirando del agarre para guiar a su cliente hacia la zona de los cuartos privados.

"Por fin" decía el mayor en su mente.

Y cuando llegaron a la habitación, esta era igual a las demás. Paredes oscuras, alfombra roja, una llamativa licorera en una esquina y algunos vinos en una repisa.
En el centro del lugar había un sofá con tapizado de terciopelo color bordó.

Melissa soltó el agarre del hombre al ya tenerlo dónde quería. Enfrente del sofá.
Y posicionó ambas manos sobre sus hombros, invadiendo totalmente su espacio personal hasta casi pegar sus cuerpos. Entonces esbozó una sonrisa ladina y murmuró sobre sus labios:

— ¿Lo mismo de siempre?

Spreen correspondió el gesto y contuvo fuertemente las ganas de acercar sus manos al cuerpo ajeno. No, aún no. Debía esperar.

— Me conocés bien.

La bailarina soltó una pequeña risita juguetona e hizo presión con sus manos para empujar al hombre, haciéndolo caer en el sofá. El mayor simplemente se dejó hacer, observando cómo Melissa se alejaba hasta estar frente al reproductor de música del cuarto. Allí se tardó unos minutos para buscar una buena canción.

Al estar volteada, esto le daba al azabache una buena vista de su espalda, dónde se formaba ese delicado arco que llevaba hasta su parte inferior; la zona de sus glúteos. Y puta madre, ahora no podía quitar su mirada de ahí.

— Cualquier canción que pongas sabés que vas a tenerme satisfecho. 

Ella ya lo sabía pero le encantaba volverlo a escuchar. Le encantaba la idea de ese hombre tan guapo y elegante, rogando por un poco de atención y siendo feliz con lo más mínimo. Era como si lo tuviera justo en la palma de su mano. Su juguete personal.

Melissa solo siseó y siguió buscando hasta que la encontró. Perfecta.

— Muy bien. ¿Listo?

Preguntó cuando se volteó y lo vió a la espera de ella. Era tan obediente...

— Listo.

Respondió sin ninguna duda.

Entonces comenzó el espectáculo:

Somewhere in the middle,
I think I lied a little,
I said if we took it there, I wasn't gonna change
But that went out the window, yeah (gonna break, gonna break)

La bailarina se acercó lentamente al ritmo de Pretty Please de Dua Lipa, contoneando sus caderas y pasando sus dedos por el apoyabrazos del sofá hasta llegar al borde del respaldo. Todo esto bajo la atenta mirada amatista.

Cuando Melissa estuvo detrás de él y su vista no llegaba a ella. La bailarina posó ambas manos sobre los hombros del argentino brindando suaves apretones en un relajante masaje. Algo que provocó que el hombre cerrara sus ojos tarareando un sonido de placer.

— Cariño, estás demasiado tenso…

— Fue un día largo.

Respondió en un murmullo. Llevaba todo el día pensando en la hermosa bailarina y en cómo quería llegar a más.

I know that I seem a little stressed out
But you're here now, and you're turning me on
I wanna feel a different kind of tension
Yeah, you guessed it, the kind that's fun

La joven se inclinó sobre el respaldo y bajó sus manos hasta las clavículas de su cliente, jugando con el cuello de la camisa.
Spreen de repente sintió el aliento chocar contra su lóbulo. A eso le siguió un suave susurro.

— ¿Puedo?

No había que ser un científico para saber a qué se refería cuando la bailarina estaba casi jugando con los botones de su camisa.

— ¿Cómo podría decirte que no?

La pequeña risita chocó contra su piel y Spreen no pudo evitar sonreír como un idiota.

Entonces Melissa comenzó a desabrochar botón por botón. Tan lenta y tortuosamente que el azabache estuvo a punto de arrancarsela por sí solo.
Cuando la camisa estaba abierta, la bailarina paseó sus manos desde los hombros, pasando por sus pectorales, hasta llegar a los abdominales.

Amaba cuando los músculos se tensaban bajo su tacto pero Spreen no hacía nada para evitarlo. Eso le recordaba a Melissa que tenía todo el control.

La bailarina acariciaba sin pudor cada parte de su torso mientras el hombre soltaba largos suspiros y se aferraba con sus manos al terciopelo del sofá.
A Melissa también le encantaba sentir la piel calentarse de a poco, le encantaba los débiles sonidos eróticos del contrario, y claro que le encantaba tocar ese cuerpo fornido.

Pero de un segundo al otro se alejó, dejando a un perdido Spreen buscándola con la mirada.

I hate it when you leave me unattended
'Cause I miss ya, and I need your love
But my mind is running wild
Could you help me slow it down?

Melissa caminó hacia el otro lado del sofá aún siguiendo la música y se ubicó delante de este. A una distancia donde lamentablemente no podía tocar al argentino.

Y comenzó.

Put my mind at ease, Pretty please…

La bailarina comenzó a menearse de lado a lado con la mirada fija en los ojos ajenos. Subió sus manos sobre su cabeza y las guió detrás de su nuca para bajarlas lentamente por su pecho plano, pasando delicadamente por su propio abdomen hasta el inició de sus caderas. Todo esto mientras su cuerpo también bajaba hasta estar de rodillas en la suave alfombra.

Spreen se removió en el sofá sin dejar de mirar la sensual escena. De repente se había quedado sin aliento. Necesitaba respirar normalmente, pero más que nada necesitaba a la hermosa bailarina cerca de él, necesitaba sus manos sobre él. Y su mirada lo delataba.

La estaba observando como la última gota de agua en medio del desierto.

I need your hands on me. Sweet relief
Pretty, please…

Melissa separó aún más sus muslos y Spreen sintió que se ahogaba. Entonces la bailarina se inclinó adelante, apoyando ambas manos en el suelo, y comenzó a gatear hacia él.
En la dulce espera, el hombre solo acomodó sus brazos sobre el respaldo y se sostuvo de él como si su vida dependiera de ello. Y cuando la joven llegó, lo primero que hizo fue poner sus delicadas manos sobre las rodillas de su cliente para separar sus piernas sin ningún tipo de vergüenza.

— ¿Qué sucede? De repente no eres tan hablador.

Comentó en tono burlón mientras apoyaba sus manos en los muslos ajenos para levantarse.

Spreen tuvo que tragar forzosamente sus ansias para poder contestar.

— Es que no quiero perderme ni un segundo de vos.

La bailarina sonrió satisfecha, pero por un momento Spreen pudo observar un curioso destello en sus ojos. Había algo más ahí.

Antes de que pudiera descubrir qué, Melissa ya se estaba moviendo para posicionarse sobre el sofá. Más bien, sobre el cuerpo ajeno. La castaña estaba a horcajadas en su regazo y sosteniéndose con sus manos en los hombros del azabache.

Ese fue el momento en que su cerebro hizo un cortocircuito y dejó de funcionar.

Exactly where I want me, yeah
Underneath your body, yeah
If we take it further, I swear I ain't gonna break
So, baby, come try me, baby come find me
Baby, don't wind me up...

— Y no lo harás.

Murmuró la bailarina cerca de su rostro a la vez que bajaba nuevamente de forma tentadora sus manos por el torso descubierto.

— Prometo que no te perderás ni un poco de esto. Esta noche estoy solo para ti.

Luego de decir aquello y dejar sin palabras al mayor. Se acercó peligrosamente a sus labios pero al final desvió el camino para repartir besos por la mandíbula.
El lápiz labial rojo quedaba marcado con cada beso que dejaba hasta llegar a su cuello, dónde no se resistió y brindó una rápida lamida sacándole un jadeo al contrario.

Su único deber esta noche sería volver loco a ese hombre. Y Spreen no estaba en contra de eso. En realidad estaba más que a favor, y lo demostró cuando sus manos cayeron al sofá, cerca de las piernas de la bailarina.

Con un suave toque en sus muslos, se atrevió a hacer la misma pregunta de antes pero con los roles intercambiados:

— ¿Puedo?

Melissa soltó una leve risa y tomó ambas manos para colocarlas en sus caderas.

— Claro que sí.

Murmuró sobre su piel dejando un último beso en esta.

A la bailarina aún le sorprendía como el chico esperaba una señal suya como un permiso para poder tocarla cuando otras personas no eran así. Solo él hacía eso.

Se alejó unos minutos del hombre, poniendo una de sus manos en el centro del pecho desnudo y otra en una de las rodillas impropias. Debía seguir con el número.
Y justo en el estribillo de la canción, se acomodó mejor en su regazo comenzando a mover sus caderas de adelante hacia atrás sin perder el ritmo de la música y aún con las manos ajenas sobre su cuerpo.

Put my mind at ease, Pretty please…
I need your hands on me, Sweet relief (pretty)

No era un simple baile. Era la cúspide de su tensión sexual. Y cada roce lo hacía aún peor.

La bailarina se frotaba contra él de una manera tan placentera, tan deliciosa pero suave. Que el agarre de Spreen en las caderas ajenas se apretó para no volverse loco. Aunque su cuerpo ya respondía por sí solo.

Claro que Melissa lo notó.

— Alguien está emocionado…

Canturreó con su ya conocida sonrisa juguetona sin parar de moverse sobre su regazo.

Spreen no respondió. No podía hacerlo aunque quisiera.
Mentalmente estaba entrando en una zona controlada más que nada por sus instintos en vez de la coherencia. 

Put my mind at ease

Trickle down my spine
Boy you look so Pretty, please…

Spreen detuvo los movimientos haciendo presión con sus manos en los muslos de la castaña. Luego la abrazó por la cintura pegandola a su propio cuerpo.

Every single night…
(I need your hands on me)

Esto tomó por sorpresa a la joven, pero no dudó en aferrarse a los hombros del más alto.

When your kiss is kind…
(Oh you give me, sweet relief)

Mantuvieron el contacto visual por unos largos segundos cuando finalmente Spreen se atrevió a acercarse un poco más rozando sus labios.

Make me feel so (Pretty)

Melissa entreabrió los suyos con un poco de confusión. Tanto fuera como por dentro, estaba cayendo en un lugar que no debía.

Would you help me out? (Please)

Entonces recuperó su cordura, alejándose de golpe de su cliente para esbozar una sonrisa divertida y levantarse un momento de su regazo.

El hombre la observó derrotado, casi suplicante. Pero la joven pronto regresó. Esta vez tomó asiento sobre el mayor pero de espaldas a él, retomando sus eróticos movimientos.

Spreen se maldijo por haberlo intentado pero de todas formas volvió a posar sus manos sobre la cintura ajena, disfrutando de su baile.

Melissa ralentizó los roces y se inclinó hacia atrás apoyando su espalda en el pecho ajeno y dejando su cabeza sobre el hombro.

— No puedo dejarte hacerlo… Es solo un show, Spreen.

Susurró sobre su oído. El chico se mordió fuertemente los labios conteniendo todo lo que quería hacer y decir.

I hate it when you leave me unattended
'Cause I miss ya, and I need your love…

— Pero vos también querés. —Respondió acercando sus labios al hombro de la bailarina para depositar un delicado beso en él.— ¿Vas a negarmelo?

Tenía razón y odiaba que tuviera razón.

Tanto como Melissa o como Roier, de ambas formas deseaba a ese hombre. Aún no podría identificarlo como amor, pero tampoco podía negar la fuerte atracción que sentía por el pelinegro.

— Son las reglas.

Respondió casi insegura. Y de ninguna manera se esperaba las siguientes palabras:

— Son las reglas de Melissa… No de Roier.

La bailarina paró todos sus movimientos y se giró de lado hacia él con sorpresa.

Generalmente, a la mayoría de sus clientes les gustaba mantener el juego de la chica bonita aunque en el fondo supieran que era solo eso. Ninguno se había atrevido a llamarlo por su nombre real antes, y no por su seudónimo.

Era el primero en hacerlo. Y quiso observarlo para descartar cualquier señal de duda o disgusto. Pero Spreen se veía muy seguro de sus palabras.

— Roier es común y aburrido…

Spreen sonrió con ternura ante sus palabras.

— Eso lo dudo mucho.

— No quieres conocerlo.

— Claro que quiero conocerlo… Por favor.

Y cuando la mirada amatista bajó a sus labios, Roier perdió la cabeza por completo.

But my mind is running wild
Could you help me slow it down?

Put my mind at ease

El chico de ropas brillantes y peluca castaña se lanzó a los labios ajenos, encajando perfectamente con los suyos. Y comenzó a besarlo rompiendo con esa tensión la cual llevaban días cargando.

Trickle down my spine
Boy you look so Pretty, please…

Spreen dejó la mano en la parte baja de su espalda, y con la libre apretó uno de los muslos del castaño sacándole un gemido ahogado.

En respuesta, Roier atrapó el labio inferior ajeno entre sus dientes provocando un gruñido en el mayor.

Every single night…
(I need your hands on me)

When your kiss is kind…
(Oh you give me, sweet relief)

Roier con sus dedos exploró el cabello ajeno, a veces acariciando y otras tirando del mismo. Mientras Spreen se deshacía de la larga cabellera castaña, dejando la peluca botada en alguna parte del suelo y mostrando los cortos mechones del mismo color.

Cuando el argentino lo tomó con ambas manos y comenzó a recostarlo en el sofá. Roier automáticamente recordó algo muy importante.

— ¡No!

Exclamó cuando se separó del beso. Asustando al mayor.

— ¿Q-qué?

El rostro del joven castaño estaba completamente rojo, su respiración agitada y sus prendas totalmente desordenadas. Incluso la falda estaba un poco más arriba dejándole ver a Spreen una maravillosa obra de arte hecha con encaje blanco.

Y mierda, mierda, mierda.

Roier señaló hacia una esquina del cuarto y Spreen, a duras penas, tuvo que seguir su mano hacia dicho lugar. Dónde una pequeña luz roja titilaba de vez en cuando.

— Cámaras. —Agregó el bailarín como si no fuera obvio.— No podemos hacerlo aquí.

El argentino casi lloriquea porque tenía toda la razón. Entonces se irguió para dejar libre al chico bajo suyo.

Roier se alejó y acomodó su ropa con apuro. Luego tomó su peluca del suelo y frente a un espejo de la habitación logró colocarla tal cual estaba. También pudo notar que ya no llevaba lápiz labial. Ante eso se volteó al chico que lo esperaba impaciente, y tuvo que ahogar una risa al ver mejor cómo sus labios estaban totalmente pintados de rojo.

Así que se acercó a él tomándolo por la nuca.

Make me feel so (Pretty)...

— Salgo en una hora… ¿Crees que podrías esperar? ¿Por favor?

Spreen de forma automática llevó sus manos a la cintura del más bajo y le regaló una cálida sonrisa que fue devuelta con mucho gusto.

Would you help me out?

— Podría esperar toda una vida si fuera posible.

La sonrisa de Roier se agrandó y se lanzó a él en un rápido y último beso antes de casi salir corriendo del cuarto porque tenía que hablar con su amigo en las cámaras para que borre los últimos minutos allí. Luego le debería un favor a Mariana por no exponerlo con Maximus.

Spreen solo se quedó allí, con la misma cara de idiota que antes porque al fin había logrado lo que quería. Porque si le encantaba Melissa, no quería ni imaginarse lo mucho que le gustaría Roier…

Pretty Please.













































*Gritos internos*

Ok, esto es algo que roza mucho mis límites y fue un poco difícil escribirlo pero tenía muchas ganas de hacerlo. No me funen Pipipi

Y aprovechó esto para decirles que si pueden se pasen a las cuentas de unas personas maravillosas que también escriben cosas hermosas del SpiderBear:

hana_875 y NekoBlack2

Y pues nada eso. Tqm

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