1958, había pasado un año desde que el hermano de Bill y June Denbrough murió.
Aún así no lograban superarlo. Era el último día de escuela, comenzaba el verano. La clase de Bill había terminado, pero la profesora seguía entregando las calificaciones. Bill observaba como Sally hablaba con Berverly.

—Espero haber aprobado—le dijo Sally de la emoción.

—A mí no me importa, me da exactamente lo mismo—contestó Beverly.

Sally se limitó a decir "esas no son expresiones de señorita" ella era bonita, pero a Bill no le gustaba, Sally era de esas niñas malcriadas que lo único que hacían era encapricharse. Pero Beverly era totalmente distinta, de cabello pelirrojo y ondulado, él la veía simplemente perfecta, Bev vivía en el lado pobre de la ciudad, su jersey se encontraba desgastado y viejo, sus zapatos algo raspados y las mangas de su camisa estaban decoloradas, pero eso no le interesaba ni a ella ni a Bill el Tartaja.
Los niños iban pasando y llegó el turno de Benjamín Hanscom. Un niño con obesidad y baja autoestíma, su padre se había suicidado cuando él tenía cuatro años, su madre trabajaba todo el día y volvía a las 07:00pm para cocinar la cena. Ben estaba sólo y también se sentía sólo, pero no lo sabía, sus únicas amigas eran las golosinas y la lectura.
Ben esperaba haber aprobado, sino debería estar todo el transcurso de segundo de secundaria siendo golpeando por Henry Bowers.
Luego de obtener las calificaciones, salió lo más rápido que pudo del instituto. No quería encontrarse con Henry o alguno de sus matones amigos.

[...]

June caminaba lo más rápido posible, necesitaba ir a buscar unos libros a la biblioteca. Acababa de enterarse de que debía recuperar clases de literatura y matemáticas, ella no era del tipo de chica que se llevaba todas las materias, pero con lo que había pasado con George tenía excusa.
Frenó en la esquina, a mitad de un callejón se encontraba Henry Bowers y sus dos amigos golpeando salvajemente a alguien. Victor y Belch sujetaban al chico, mientras que Henry era quien golpeaba.
Sin dudar, June cruzó la calle lo más rápido posible. Vio que el atacado era un niño de, más o menos, 12 u 11 años. Este era rubio, de mejillas grandes y bastante obeso para su edad. Al acercarse más, June pudo ver que Henry tenía una navaja y el estomago del chico estaba sangrando.

—¿Qué hacen?—gritó espantada.— ¡Déjenlo!

Rápidamente tomó del brazo a Bowers y lo apartó antes de que lo volviera a lastimar con la navaja.
Henry explotó en furia, no toleraba que algún "salvador" se interpusiera en sus asuntos.

—¿Por qué no mejor te lar...—la observó sorprendido—June...?

Los ojos azules de Henry chocaron con los de ella. Estos mostraban nerviosismo y abandono, una expresión triste. A veces ella no entendía por qué él era así.

—Deja al niño tranquilo—exigió.

—¿O sino qué?—dijo de forma sobradora dando dos pasos hacia delante, quedando cara a cara con ella.

—Le diré a la policía—ella se acercó aún más—Dudo que no llegue a oídos de tu padre, en Derry los rumores corren rápido—sonrió.

Los ojos del rubio se incrustaron en los de ella con odio. Claro que lo que menos sentía Henry hacia ella era odio.

—Está bien—finalizó—, vamonos.

Luego de que los tres se alejaran lo suficiente, el niño cayó de rodillas al suelo con una de sus manos posicionada en su estómago.
June se acercó rápidamente y lo sostuvo.

—¿Es grave?—preguntó.

—Creo que no.